Partida Rol por web

DESOLEUM: ESPACIOPUERTO DE PORT GYRE: ALMACÉN.

- El Equipo Inquisitorial ha alcanzado la relativa seguridad del almacén utilizado anteriormente como refugio temporal.

- Dirigirse ahora a la Colmena Principal para tratar de alcanzar la base Eisengaard en el viejo cuartel de bomberos sería una locura y una temeridad. Tras la explosión de una lanzadera es muy posible que los puntos de control estén controlados muy estrictamente por los Sancionarios y con dos heridos tan graves resultáis un grupo de lo más sospechoso.

- Sastre entrega al Inquisidor la chaqueta llena de artefactos xenos y pide ayuda para colocar a Cantus y a Enoch en sendas mesas metálicas donde empezar las complejar operaciones quirúrgicas que necesitan para sobrevivir una noche más. Lamentablemente sólo cuenta con el instrumental de su botiquín de primeros auxilios.

Enseguida observa que Cantus sigue vivo principalmente gracias a sus Implantes Mechanicus, demasiado complejos para él, aunque espera que en eso el servocráneo de utilidades del Tecnosacerdote y los conocimientos técnicos del Táctico Noctine puedan ayudarle.

Ferris ejerce de improvisada enfermera, usando sus poderes Disformes para mantener vivos a los pacientes cada vez que las hemorragias amenazan con llevárselos a la vera del Emperador.

- El Iniciado Marius, armado con su pesado martillo clerical de dos manos, es el único que queda libre para hacer las labores de vigilancia y centinela en el vestíbulo de entrada al Almacén.

- Tirada Oculta de Influencia.

INQUISIDOR EISENGAARD:

- Revisas un poco el lugar. A partir de algunos documentos e insignias que encuentras, deduces que este Almacén pertenece a la Casa Amelgar Stales, una casa comercial menor con intereses principalmente en Juno.

- Incluso con tus mermados recursos como miembro menor de la nobleza del Ápice de Desoleum y oscuro erudito de la Eclesiarquía, crees que podrías si quisieras mover algunos hilos desde tu casa en el Ápice (cuando regreses allí), para adquirir muy discretamente este Almacén, tal vez por medio de alguna compañía mercantil pantalla ficticia.

- Con algo de esfuerzo, esta podría convertirse en una nueva base inquisitorial secundaria, bien situada en el principal Vacío-Puerto que da servicio a la Colmena Principal de Desoleum.

- Tendrías que ausentarte ya, estar fuera una semana y empezar a moverlo todo desde el Ápice, pero crees que en ese tiempo el lugar podría tener las condiciones fundamentales para una base, incluyendo habitaciones, cocina, comedor, biblioteca, sala de comunicaciones, mazmorras, gimnasio, enfermería, sala de prácticas de tiro, cámara acorazada, y una o dos estancias más de tu elección.

- Opcional: Tirada Oculta de Influencia.

¿Influencia? ¿Y eso para que sirve?

Los pasos acorazados del Inquisidor Eisengaard le acercaron hasta la figura de Noctine.

- Acólito Noctine, quiero hablar con usted un minuto. - Comentó el Inquisidor. 

- Al resto. - Ordenó alzando algo la voz. - Sastre y Ferris, encárguense de estabilizar y mantener con vida como sea a Cantus y Enoch. Procúrenles los cuidados médicos necesarios que puedan permitirse. Marius se encargará de las labores de vigilancia. -

La figura se mantenía firme y erguida pese a todo lo ocurrido, como si el cansancio físico o mental no hiciera mella en él.

- Noctine, usted quedará al mando. Mantengan un perfil bajo, no quiero que nadie les encuentre. ¿Entendido? Si puede hacer alguna incursión al exterior para conseguir medicinas hágalo pero ante todo discreción. Hay que esperar antes de poder volver a nuestra base. Yo me ausentaré una semana. Tras ese tiempo regresaré aquí y les daré instrucciones. ¿Entendido? En caso de emergencia y sólo en ese caso regresen a la base Principal y procuren comunicarse conmigo desde allí. -

El Inquisidor había acumulado los restos de artefactos xenos que habían podido rescatar de la explosión de la lanzadera pero no parecía tener intención de llevárselos consigo por ahora.

- ¿Alguna pregunta? -

El quirurgo se dejó caer en una silla, agotado, con los brazos y el pecho todavía cubiertos de sangre. Estaba exhausto tras tantas horas de trabajo. E insatisfecho. Había hecho lo que había podido, pero el estado de sus pacientes distaba enormemente de haber mejorado.

La operación en la pierna del tecnosacerdote había sido un éxito. Sastre había conseguido volver a fijar el hueso, reconstruir la maltrecha musculatura y sellar los vasos dañados. Era pronto para saber si Cantus volvería a andar correctamente o si le quedarían secuelas, pero por lo menos no se había tenido que amputar como en el caso del pandillero. El complejo amasijo de cables e injertos que el tecnosacerdote portaba en el pecho, había resultado ser una empresa más que peliaguda... Noctine había ayudado al medicae a hacerse una idea general de la disposición de los circuitos y placas, pero Sastre se sentía abrumado y perdido. Los pitidos y zumbidos del servocráneo gravitando sobre el campo quirúrgico tampoco ayudaban en demasía a concentrarse... Tras casi una hora de infructuoso trabajo, el quirurgo tiró la toalla y pasó a su siguiente paciente.

El arbitrado tenía las piernas destrozadas: una casi amputada de un zarpazo, con los huesos astillados y la carne abierta y hecha trizas; la otra chamuscada, casi carbonizada. Los recursos del medi-kit habían mermado tras la intervención del tecnosacerdote, dejando poco material para las siguientes. Sastre inició las tareas de reconstrucción sin demasiado optimismo, sabiendo que poco podría conseguir con el material del que disponía. Poca sutura, cierres inestables... un trabajo paupérrimo. Por suerte, no había gastado en Cantus los emplastos de piel sintética y todavía guardaba una buena provisión de aerosol antibiótico, de manera que la operación sobre la pierna quemada de Enoch fue más que correcta. La fiebre del arbitrador empezó a bajar y sus constantes se equilibraron; era momento de tratar a la joven Liri.

La muchacha había estado echando una mano al quirurgo en las dos intervenciones anteriores, aún estando herida de gravedad. Bajo esa apariencia gris e indiferente, con ese cuerpo escuálido que le confería un aspecto de adolescente, se escondía una dura máquina moldeada por los esfuerzos de nuestro Dios Emperador. Sin embargo, cuando Sastre empezó a hurgar en la herida del pecho, la psíquica no pudo contener un rictus de dolor. El quirurgo se esforzó en sanar las lesiones que el disparo había trazado sobre el tórax de Liri, sin pestañear ante los pechos desnudos y pequeños de la moza, pero los suministros médicos de su pobre medi-kit eran ya casi inexistentes. Una buena dosis de analgésicos era todo lo que podía darle por el momento, así que la intervención duró apenas media hora.

- Descansa, niña -le había susurrado tras cubrir sus heridas con gasas impregnadas de antisépticos. De su voz se desprendía un sutil deje de ternura-. Te sacaremos de aquí y cuidaremos que te recuperes. Descansa...

SASTRE:

- Durante las primeras veinticuatro horas has practicado cinco intervenciones completas.

- Le has salvado la pierna a Cantus, que por ahora no necesitará ser amputada. En cuanto a sus complejos sistemas cibernéticos, lo cierto es que te superan. Has podido dejarlos en modo autodiagnóstico, y con suerte cuando complete eso en un día más pueda ponerse automáticamente en modo de autorreparación, pero posiblemente no habrá una verdadera recuperación de sus sistemas hasta que recupere la consciencia.

- En cuanto a Enoch, has salvado su pierna casi carbonizada, pero al hacerlo has consumido todo el ungüento antiquemaduras, por lo que no queda suficiente para ayudar a Liri con sus quemaduras láser. Has inmovilizado la pierna casi seccionada de Enoch, pero está en duda si lograrás o no salvársela. Volverás a intentarlo dentro de otras veinticuatro, pero no hay garantías.

- Respecto a Ferris, crees que lo mejor es que descanse. Has agotado las vendas y los analgésicos con Cantus y Enoch.

- Examinas a Marius y dictaminas que está ileso y por tanto es apto para montar guardia. El Táctico Noctine también parece encontrarse perfectamente sano.

- El Inquisidor parece tener heridas leves causadas por la explosión de la lanzadera, pero se ha negado a recibir atención médica.

ARBITRADOR ENOCH:

- Cuando termine este día, y gracias a los cuidados de Sastre, te encontrará mucho mejor y estarás consciente.

- Lamentablemente tu pierna casi amputada sigue siendo una herida terriblemente grave, y el doctor te tiene inmovilizado a la espera de decidir qué hace con tu pierna. Si te la termina de amputar o si busca la manera de volver a conectarla de nuevo al resto del cuerpo. Te ha estado hurgando durante horas, y la pierna está completamente vendada, pero te duele como el infierno, y la cosa no tiene buena pinta.

- De no ser por el estado de esa pierna, ahora mismo se te consideraría Herido Leve.

Marius asintió ante las ordenes, profundamente avergonzado por su comportamiento inicial en el combate contra aquella aberración. El miedo había podido con él, y eso era algo imperdonable. Ahora debía buscar el modo de expiar su cobardía ante aquella manifestación disforme, y aquella guardia no era si no el principio de una larga penitencia. 

Se aseguró de recargar el cañón de mano antes de empezar con su deber, por lo que pudiera pasar. Nadie les aseguraba no ser atacados en algún momento, y de hecho varios de los implicados en todo aquel asunto habían logrado escapar. Aún no estaban a salvo, ni habían terminado su labor. 

INICIADO MARIUS:

- Recargas el arma, lo que deja en tu bolsillo una solitaria bala extra.

- Examinas concienzudamente el lugar. Es un almacén portuario que ha recibido poco uso y se encuentra en muy buen estado.

- Hay oficinas que pueden usarse como dormitorios, y un comedor cuyas mesas Sastre ha estado utilizando como improvisadas mesas de quirófano. Te parece que con algo de esfuerzo este lugar podría convertirse en un refugio seguro. La estructura es sólida, al igual que las puertas y ventanas, y parte de las instalaciones son subterráneas. 

- Como ordenéis, mi señor inquisidor. Se hará lo que sea preciso y mantendremos el perfil bajo hasta que sea el momento de volver a actuar. Una semana quizá sea lo necesario para que nuestros heridos empiecen a curarse. - respondió Caradoc tras unos instantes, para luego asentir a las palabras del inquisidor- Ninguna, mi señor. Iré a ayudar a Sastre con las operaciones.