Partida Rol por web

Valyëvan y Aenifer lograron zafarse de aquellas pegajosas telarañas, gracias en gran parte a la ayuda de Yoon-Shun, Tarkahn y Belbara. Por suerte el combate contra aquellas arañas había sido bastante más fácil de lo que cabía esperar. La magia muchas veces facilitaba las cosas y tenían no uno, sino dos magos en el grupo y una sacerdotisa. Fuera como fuera, se reorganizaron y decidieron seguir caminando por aquellos húmedos y oscuros pasadizos. La piedra del anzano seguía iluminando el camino por delante de ellos y aunque los túneles eran cada vez más estrechos e intrincados, todavía eran lo suficientemente anchos y altos como para que prosiguieran su camino sin problema.

Avanzaban teniendo que elegir entre varios caminos, pues aquellos túneles se bifurcaban una y otra vez. Llegó un punto en el que empezaron a dudar si aquella zona había sido excavada por alguien o bien si los pasadizos y corredores se habían creado de manera natural. Lo cierto era que el camino iba en continuo descenso hacia el centro de la montaña. Lo único que esperaban era no perderse en medio de todo aquel laberinto de túneles. Tarkhan, muy previsor, fue realizando en uno de sus pergaminos una especie de mapa sobre todos aquellos túneles, aunque llegados a cierto punto, podía ser que no sirviera de nada, tras todas las vueltas dadas.

Yoon estaba cansada. Llevaban caminando varias horas. La temperatura era elevada y también la humedad. Habían pasado por zonas más anchas y por zonas más estrechas, en algunos corredores pasaba algo de aire y en otros no. Incluso había algunos corredores que parecían parcialmente iluminados más allá de la luz tenue que emitía la piedra del mago. Pero llegados a cierto momento, la pequeña anzana dijo basta. Se sentó sobre una roca húmeda y pidió una pausa. 

- ¿Podemos parar un poco? - Preguntó la joven anzana. - Tengo hambre Tarkhan. Creo que es un buen momento para comer algo. - Suspiró fatigada. - No se si encontraremos nada aquí. Estamos encerrados. Creo que vamos caminando en círculos...

Pese a que Yoon-Shun trataba de ser optimista, en el fondo estaba asustada y era sabedora de que difícilmente saldrían de allí. También era cierto que la entrada de la atalaya, no podía ser la única. Si alguien había construido aquellos túneles, al menos los superiores, debía de tener una base en algún otro punto y tratándose de enanos, sin duda debía de haber una fortaleza, una ciudadela o incluso una gran ciudad. El problema principal era encontrarlo.

- ¿No puedes hacer nada para sacarnos de aquí, Tarkhan? - Le preguntó la niña.

Finalmente, logramos salir de allí, de aquella tela de araña y de los túneles en los cuales nos habían entretenido tanto. Pero el camino no estaba cerca de terminar, ni mucho menos. Las paredes se estrechaban y retorcían, haciendo que tras cada giro pareciese que estaba a punto de terminar cuando en realidad, ninguno sabíamos si estábamos más o menos cerca de alcanzar algún destino, aunque fuese de nuevo el exterior.

Eso aumentaba, al menos para mí, el sentimiento de desesperación.

Tras varias e incontables horas de avanzar sin descanso, nos vimos obligados a detenernos. Incluso yo estaba agotada, después de no llegar a ninguna parte, y sobre todo, tras encontrar que delante de nosotros se abrían varios caminos posibles, todos de similar aspecto.

-A no ser que tengas un conjuro que nos indique por donde está salida, tendremos que arriesgarnos a escoger uno de los túneles. Lo peor que nos puede pasar es que debamos volver de nuevo a este punto, así que sugiero descansar un poco antes de elegir.

Tarkhan se enjugó el sudor de la frente, y corrigió su mapa por enésima vez. Estaba seguro de que no estaban dando vueltas en círculo, pues se había dedicado a señalar a intervalos regulares las paredes por las que pasaban. Siempre iba con la mano izquierda rozando el muro, de modo que si existía una salida, la encontraría. Eso no significaba que la encontraran pronto, claro.

—Salvo que veamos una salida evidente tomaremos el camino de la izquierda, como hemos estado haciendo todo este tiempo —le respondió a Valyëvan—. Es la única forma de estar seguros de que no pasamos por alto la salida, pero estoy de acuerdo en parar a descansar. Retrocedamos a un sitio menos expuesto a una emboscada. El último ensanchamiento, por ejemplo, parecía bastante defendible. 

Miró a Yoon.

—Conjuraré un truco de la cuerda para todos, ¿vale? Por lo menos descansaremos frescos durante unas horas y veremos algo que no sea piedra, piedra y más piedra. Ten un poco más de paciencia, Rayo de Luna.

Estaba cansada tambien y la humedad no ayudaba pero no haciamos nada deteniendonos, pero era bueno descansar.

- Encontraremos una salida Yoon. Entonces me puse nerviosa.

Un silbido y le hice señas a Valy, estaba segura de que habia escuchado algo o alguien pero no habia entendido su voz y mu cho menos sabia de donde habia venido.

- No estamos solos. Dije en un susurro mientras me movia a una pared y buscaba agudizar mis sentido.

La cuerda se me hizo un buen lugar para descansar pero era mejor no gastar hechizos si no eran necesarios realmente.

Belbara disfrutaba del paisaje. Desde luego le resultaba mucho más acogedor que un bosque y sobretodo mucho mas confortable que la nieve o la tormenta. Pero las cavernas podían ser tan peligrosas o mas que el campo abierto, y eso te hacía estar siempre alerta. La Clériga quería examinar de nuevo la mordedura que Aenifer había recibido en el brazo. Parecía increíble que no hubiese sucumbido de inmediato al veneno, pero era mejor ir vigilando que no le trajese consecuencias a lo largo de la jornada.

Los corredores se ensanchaban en algunos tramos, eran estrechos en otros, la humedad y el calor les acompañaban en todos ellos. A algunos miembros del equipo parecía incomodarles más que a otros, pero todos se esforzaban al máximo. Tarkhan garabateaba en un papel cada poco, y todos empezaban a sentir el cansancio psicológico ante la sensación de estar en un laberinto y no dar con la salida.

¿Cuánto tiempo llevaban caminando por aquellos corredores? No podían saberlo con certeza, pero el cansancio y el hambre les indicaban que ya era momento de recuperar algunas fuerzas. Estaba de acuerdo en tomar un descanso, beber y comer. Además podrían trazar un plan con más serenidad y afrontar la siguiente fase con más ímpetu. 

Cuando estaban a punto de detenerse Aenifer dijo que no estaban solos, había oído algo. Belbara prestó atención, ¿serían enanos, trasgos u otra cosa? 

Pronto se hizo evidente para todos que lo que había indicado momentos atrás Aenifer, era una realidad. Manteniéndose todos en un silencio extremo, comenzaron a escuchar pasos procedentes del túnel que tenían a su izquierda en el sentido de la marcha. Pronto captaron que dichos pasos trataban de ser sigilosos sin serlo realmente y que al igual que ellos, quien fuera que se estaba acercando a su posición, también les había oído, pues hablaban entre ellos en susurros. Susurros lo suficientemente fuertes como para ser escuchados por todos. Eso hacía indicar que no estaban demasiado lejos.

Así que al final, tendríamos compañía. Fuera quien fuese, no era una buena noticia y dudaba muy y mucho de que se tratase de alguien con quien se pudiese hablar. Eso solo podía significar que había que tomar decisiones y deprisa. 

Entre aquellos muros de piedra no había escapatoria posible; no existía ninguna manera de ocultarse. Así que debíamos marcharnos por algún otro de los túneles a toda velocidad y esperar que no nos siguiesen por él.

-Vamos, deprisa. Debemos movernos por uno de los túneles. ¡Por cualquier túnel! -les dije, poniéndome en pie y agarrando mi hacha. 

En aquellos instantes, me daba lo mismo por cual ir, pero debíamos hacerlo a toda velocidad. 

-Vayamos por este mismo. Será más difícil que nos oigan en esta dirección -sugerí -señalando al que teníamos enfrente.

Si después podíamos volver, ya veríamos si lo hacíamos o no, pero en aquellos instantes, lo último que me apetecía era entablar un combate allí encerrados. Por otro lado, sabía que en aquellos túneles, la ventaja de ser un grupo numeroso quedaba anulada debido a la estrechez de los corredores, pero prefería esperar a verme forzada a ponerla a prueba.

Solo lucharía si no había más remedio.

—No sabemos qué hay en esa dirección —susurró Tarkhan—. Lo más sabio es volver por donde hemos venido. Al menos conocemos el terreno.

La propuesta de Tarkhan parecía sin duda la más lógica. Partir en cualquier dirección que no fuera de la que procedían, podía ser peligroso. Podían salir de la boca del lobo para entrar en la guarida del dragón y con el dragón reunido entorno a la mesa con toda su familia que había venido a pasar un tiempo con él tras unos cuantos milenios. Improbable, si, pero no imposible. Por ello hicieron caso al anzano. No querían pelear si podían evitarlo, y retrocedieron de nuevo hacia la zona ya explorada.

Tarkhan y Yoon-Shun iban en primer lugar, seguidor por Anifer y cerraban la formación Valyëvan y Belbara. La enana era ruidosa. Su armadura era como una orquesta. La enana no podía evitarlo, hacía ruido. Valyëvan trataba de advertirle de eso llevándose el dedo a los labios y chistandole cada pocos pasos. Belbara trataba de andar de forma sigilosa, pero era algo imposible. Si quien fuera que les estaba siguiendo no era rematadamente sordo, les habría escuchado sin duda alguna.

Y no lo era, porque el grupo que les estaba siguiendo, tampoco es que fuera muy meticuloso a la hora de ser silencioso. Lo intentaban, pero sin éxito. El grupo de intrusos escuchaba los pasos de sus perseguidores y de tanto en cuanto alguna palabra que no alcanzaban a entender. Eran susurros al fin y al cabo, audibles a muchos metros de distancia, pero susurros al fin y al cabo...

- ¡Tarkhan! - La niña llamó la atención de su maestro. - El silencio es el muro que rodea la sabiduría. - Le susurró. - Creo que la sabiduría no abunda entre nosotros... 

El comentario de la pequeña Yoon-Shun no era quizás el más apropiado. Belbara no es que no fuera sabia, sino que portaba una armadura pesada encima y la gracilidad no era algo que la caracterizase. 

- Igual deberíamos pensar algo... - Dijo entonces.

Que hacer?

Eramos muchos para escondernos en un lugar tan reducido y tal vez el mago ya no podria ocultarnos nuevamente como cuando nos metimos en aquel refugio. Si corriamos por esos tuneles nos ibamos a perder, y por otro lado como es que habia criaturas alli con un dragon esperando afuera.

Por otro lado, si no eran criaturas amigables, entonces seguramente estaban profanando esas cuevas que debian de ser de los enanos. Estaba segura que Belbara no lo toleraria.

Teniamos que averiguar mas asi que le hice señas a Valy de que me iba a acercar a ellos para averiguar que, quien o porque estaban alli.

Casi de rodillas me arrastre por las paredes usando la oscuridad para protegerme y moverme hacia ellos.

Aenifer se acercó sigilosamente al lugar del que provenían los murmullos. Una vez llegó al cruce de caminos, fue testigo de lo que les esperaba. Una serie de figuras se acercaba directamente hacia su posición. Se trataba de seres de apariencia trasgoide, aunque no alcanzaba a distinguirlos del todo debido a la oscuridad reinante. De lo que si fue testigo, era de que uno de ellos era bastante más alto que el resto. ¿Un ogro?

Fuera como fuera, la vovit casi se quedó rezando porque en la encrucijada se separasen, pues había contado a no menos de diez individuos. En efecto, el grupo se detuvo en el cruce de caminos que momentos atrás ocupó ella misma con el resto de su grupo. No entendía lo que decían. Hablaban en un idioma gutural y muy rudo. Pero por las señas que hacían con los brazos, parecía evidente que uno de ellos, estaba dando indicaciones para dividirles en varios grupos y seguir los tres caminos.

Fue entonces cuando pudo escuchar un desagradable sonido metálico procedente del lugar del que procedía. Belbara se había movido de nuevo. Esa armadura les iba a causar muchos problemas en el futuro y se los estaba causando ya en esos momentos. Miró un instante hacia el grupo de perseguidores con la esperanza de que no tuvieran tan buen oído como ella, pero no fue así. Todos sin excepción habían percibido aquel ruido. ¡Como para no oírlo! En ese momento, el que parecía el líder señaló el corredor en el que se encontraban todos y de forma unánime comenzaron a avanzar hacia éste.

Arrastrandome hacia donde estaba el grupo regrese de mi exploracion con los pelos de punta, sobre todo porque no podriamos enfrentar semejante fuerza de ataque y mucho menos con lo ruidosa que era nuestra compañera enana.

No podia regañarla por eso, sabia que no lo entenderia y no queria mal poner su agradable humor hacia mi nuevamente.

Como los enemigos ya venian por nosotros tampoco me importo hacer mucho ruido, Belbara se habia encargado de que eso no fuese importante.

- Nos han escuchado, son un grupo de trasgos y tal vez un orco, no pude verlos bien, pero al menos son 10 y puede que mas. Iban a separarse pero creo que nos escucharon y vienen por este camino. TENEMOS QUE ESCONDERNOS!!!

Ahora dependiamos del mago o tendriamos que correr mientras podriamos ofrecer alguna defensa para que el mago y Yoon pudiese escapar con mas seguridad. Tenia mi flecha en la mano lista para disparar ya que aparecerian en cualquier momento.

Otra vez. 

Nos habían descubierto otra vez.

Lo cierto es que ya estaba cansada de huir, cansada de tener que luchar por cada palmo de terreno que debíamos recorrer, así que me detuve. Frené en seco, me erguí y agarré mi hacha con fuerza.

-Huid vosotros. Yo los retendré aquí mientras pueda. Yoo-Shun. Si podéis de nuevo ese hechizo agigantador, estupendo. Si no, lo haré a la antigua -les dije, mirándoles uno tras otro a los ojos. 

Yo era una guerrera; semielfa, desterrada, amiga, compañera... pero guerrera al fin y al cabo. En este mundo, solo había una cosa que sabía hacer bien y en lo cual ponía todo mi empeño. Luchar. Así que si debía morir, lo haría con honor y con la cabeza bien alta, y si gracias a ello, lograba que aquellos que me importaban lograsen sobrevivir, consideraría mi vida como algo digno de recordar, al menos en la mente de otros.

Miré a Aenifer. Muchas cosas nos habían separado, pero más aún habían conseguido unirnos. Entre nosotras no existía el tiempo o la distancia; solo las palabras que no nos decíamos o los sueños que a veces no compartíamos. Pero daría mi vida por ella y sabía que ella, lo haría por mí. Sentí que había llegado el momento de demostrarlo.

-Aenifer. Corre y vive para recordarme. Si este es el fin de mi camino, debes saber que jamás dejé ni dejaré de ser tu amiga. Ni siquiera la muerte conseguirá separarme de ti, así que cuando me haya marchado y viajes al mundo de los muertos, búscame. Te estaré esperando.

Después miré al resto. A pesar de habernos conocido hacía poco, sentía por ellos la camaradería de los que habían arriesgado su vida juntos en el campo de batalla, lo cual era mucho más de lo que el resto de la gente se merecía.

-Enana. Ha sido un honor y un orgullo luchar a tu lado. Eres una gran guerrera. Lo mismo pienso de vosotros, mago, Yoo-Shun. Ahora, corred. Transfodmadme si podéis, pero corred y salir de aquí antes de que lleguen.

Tarkhan no se movió.

—No te vamos a dejar sola, Valyëvan —dijo el mago—. Preparaos para el combate. 

Belbara refunfuñaba por sus adentros, las barbas se le movían declarándolo, y aunque no salía voz alguna de su boca sus labios se movían y su ceño se fruncía. Era muy consciente de que, de entre todos, ella era la más ruidosa, y con creces. Pero su armadura le había salvado la vida en más de una ocasión, y no la cambiaría por nada. No pensaba quitársela para quedarse en cueros y abandonarla en las cavernas. 

-¿Trasgos? matemos a esos pieles verdes del demonio- Sentía un odio primigenio por aquellas criaturas. Eran como una plaga de cucarachas, lo invadían todo. Trasgos a centenares en la superficie. Trasgos por decenas ahora en aquellos pasadizos de las entrañas de la montaña. Había que limpiar la tierra de aquella raza inmunda. Y los orcos no eran menos. 

Miró a Valyëvan y negó con la cabeza, en un gesto de desprecio.

-No quieras llevarte la gloria tu sola. ¿Acaso buscas que escriban canciones sobre ti? Pues yo quiero honrar a mi dios, y la huida no es una opción, menos si es por la cobardía abandonando a un compañero a la muerte- 

Belbara afianzó sus pies y aferró su hacha. Murmuró unas palabras y dirigió una mirada furibunda a Valyëvan. La fuerza en ella se haría más poderosa*

Además la sorpresa era un factor que no podían desestimar. Quieta  ni su armadura haría ruido.

De nuevo siguió murmurando y gesticulando, casi sonaba como un cántico, y de pronto todos parecían formar parte de la pared de aquella caverna.**

Belbara desapareció de la visión del resto. Parecía que se había... fundido con la piedra. Tarkhan conocía aquel conjuro y Yoon-Shun había oído hablar de él, pero Aenifer y Valyëvan quedaron petrificadas, y nunca mejor dicho, al descubrir lo que acababa de suceder con la enana. 

No tardaron demasiado en comprobar de lo que estaba hablando Aenifer. Un numeroso grupo de trasgos se dirigía hacia ellos. Iban bien armados y organizados entorno a lo que parecía ser un enorme ogro. También fueron conscientes de que no se trataba de trasgos menores. Eran más altos que los que habían visto en el exterior y parecían mejor armados. 

- ¡Pushdug sha ronka! - Decía uno de ellos señalando con su afilada espada curva hacia el grupo.

- ¡Graaaaaeth! - Exclamaron los otros al unísono.