Partida Rol por web

[D&D 3.5] La Torre de las Almas Perdidas 2: El Plano de la L

Capítulo 17. Viajando en el Carro de Hierro.

Cargando editor
21/03/2018, 17:55
Director

Khorvin finalmente aceptó la espada corta que Loperick le ofrecía. Solía luchar con dos como aquella, pero lo cierto era que no se sentía demasiado incómodo usando el filo algo más largo que Edzard le había entregado. Fuera como fuera, ahora que estaba mejor equipado podía llegar a ser bastante más útil en combate de lo que lo había sido en la lucha anterior.

Viajar abordo de aquel ingenio con ruedas de acero se convirtió en algo bastante tranquilo y placentero. A decir verdad, no habían estado más cómodos, calientes y tranquilos desde que llegaran a aquel plano, salvo quizás la noche que Khorvin y Serge pasaron bajo el techo de aquel buen hombre que les acogió. Aunque lo cierto es que aquella falsa apariencia de tranquilidad les duró más bien muy poco, hasta escuchar el relincho de la bestia de fuego.

A medida que se fueron alejando de aquella aldea desierta, no volvieron al desierto de arena roja como cabía esperar. Por el contrario se adentraron en unas vastas tierras yermas, cuyo relieve era irregular, con algunos montes desgastados y redondeados de baja altura a través de los que discurría el recorrido de la vía. El suelo era de color negruzco, similar al mismo carbón que alimentaba constantemente la caldera del carro en el que viajaban y no vieron signos de vegetación, como tampoco un solo animal.

El cielo a diferencia del resto del plano, permanecía la mayor parte del tiempo abierto, mostrando una tonalidad azulada tirando a verde. El sol rojizo les acompañaba en aquella región más tiempo del acostumbrado, pues podían jurar que las noches eran más cortas que las horas de sol. Sin embargo, la altura máxima del astro solar no solía alcanzar el cénit en ningún momento, quedando siempre a una altura algo superior a la línea del horizonte.

La desoladora monotonía del paisaje y la extraña luminosidad que aquel sol perezoso les otorgaba, dotaba a aquella región de un aura de tenebrosidad solo apaciguada por el hecho de viajar en un transporte tan rápido como en el que se encontraban. Al fin y  al cabo podían hacerse fuertes en el interior de los vagones ante la posibilidad de alguna amenaza.

Tres largos días y tres cortas noches pasaron viajando sin descanso. Hicieron turnos para ponerse a los mandos del carruaje y alimentar la caldera. Parar podía resultar un error, pero seguir adelante tampoco les aseguraba nada. De hecho, desde que marcharon del pueblo abandonado el paisaje o había cambiado ni un ápice y las provisiones y el combustible no eran eternos. Debían tomar alguna decisión o simplemente seguir adelante hasta que ya no pudieran más.

Notas de juego

Momento de impás, para hablar, tomar decisiones y buscar soluciones...

Cargando editor
21/03/2018, 23:20
Lope Ster

-Bueno Serge cuentanos, como llegastes aqui? que pasó?. No puedo mas que agradecerte que te hicieras cargo de nuestro amigo Khorvin, el pobre perdió la cordura por culpa de este plano y las horrorosidades que en él ocurren, sin duda gracias a ti está vivo y eso no lo olvidaré nunca, puedes contar con mi hacha hasta el final! Dijo levantando su jarra llena de fresca cerveza mágica.

-Ahora sin duda es un momento de tranquilidad, debemos aprovecharlo y descansar, quien sabe los peligros a los que nos enfrentaremos mañana, pero juntos podremos con cualquier cosa! 

Cargando editor
22/03/2018, 00:44
Serge Leblanc

Ya llevaban tres días de viaje. Tres largos días de viaje en aquel misterioso carro de hierro, por un paisaje sombrío y monótono que parecía no querer terminarse nunca. Por supuesto que el desierto ya había quedado atrás, este plano parecía aburrirse si sus víctimas se quedaban mucho tiempo en el mismo lugar. Bueno, si éstas seguían vivas, al menos. ¿Qué sería lo siguiente que les tendría reservado aquel plano en su viaje?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por Lope, que le preguntó acerca de cómo había llegado allí y cómo había conocido a Khorvin.

 -Bueno, mon ami, es una historia un poco larga, pero no me importará el contártela. Verás, llegué aquí… No sé muy bien cómo. Todo lo que recuerdo es estar hablando con un tipo encapuchado, contándole la historia de mi vida, no sé aún pourquoi, pero la cuestión es que lo hice. Y cuando quise darme cuenta, después de aquello estaba perdido en un interminable erial de hielo y nieve. Poco después me encontré con las que serían mis camarades de viaje hasta que llegamos al pueblo fantasma en el que os encontramos a vosotros. Eran Gwindra, una elfa encantadora, y Lyris, una maga bastante borde, pero con mucha magia útil. El maestro de Gwindra también estaba con ellas, pero se volvió loco y tuvimos que deshacernos de lui para proteger nuestras vidas. Antes de morir nos habló acerca de sacrificios en este plano y no sé qué más tonterías. La verdad es que estas cosas mystiques se le daban mejor a Lyris, una pena su pérdida.

El ladrón hizo una pausa para tragar saliva y rehumedecerse los labios.

 -A Khorvin lo encontramos poco antes de llegar al pueblo. Estaba en estado catatónico, no hablaba ni respondía a estímulos de ninguna clase. Lyris propuso matarlo para quedarnos con sus cosas y secar su viande al aire del desierto para así asegurarnos el sustento, a lo que naturalmente me opuse. Hacerle eso a la única persona que habíamos visto desde que habíamos llegado… De ninguna manera iba a permitirlo. La belle Gwindra se puso de mi lado, por supuesto, era tan sensata como hermosa. -Serge suspiró con añoranza- La cuestión es que Lyris tuvo que morderse la lengua y aguantarse con la decisión de la mayoría. Y en buena hora lo hizo, ya que al poco de encontrar el village, nuestro buen Khorvin despertó de nuevo a la cordura, como si hubiera estado simplemente dormido. En el poblado pudimos descansar y reponer fuerzas, pero poco duró. Apareció ese caballo infernal, luego os encontramos a vosotros y… Bueno, el resto es historia, que le dicen.

Cargando editor
22/03/2018, 07:27
Cleon

Al principio Cleon se mostró aliviado por dejar atrás la criatura y el pueblo maldito, pero según pasaban los días sesentía cada vez más descorazonado.

El mundo era inmenso, y desde que habían llegado a este plano infame no se había acercado lo más mínimo a Helga. Desconocía su paradero, qué había sido de ella y las pocas pistas que había conseguido, como lo del sanatorio, no le servían de nada.

Poco a poco iba cediendo a la propia esencia maligna del plano.

- ¿No hay nada por aquí que nos de una remota pista de a dónde nos pueden llevar estos raíles? A nuestro alrededor todo es desolación, nos vemos obligados a continuar, pero no se si voy a ser capaz de aguantar.

Cargando editor
23/03/2018, 09:43
Lope Ster

-Mi buen Serge, no hay posibilidad que sus amigas sigan vivas? si solo desaparecieron pueden estar por ahí como nuestro querido y afable Khorvin! Mas si ayuda necesita para encontrarlas pueden apuntarse a la lista de trabajos pendientes que tenemos! Ademas nosotros ya hemos descubierto como ir a donde queremos en este plano de locura y absurdez suprema! asi es como os encontramos! no fue facil ni rápido pero funcionó. dijo el batidor con una resolución impropia de ese plano.

-Chicos! llevamos dias esperando que este diabólico instrumento de movimiento nos lleve donde quiere! no va siendo hora de decidir donde vamos? 

Cargando editor
26/03/2018, 02:00
Serge Leblanc

 -Ay, si mes amies siguen vivas de cuerpo físico, ya te adelanto que de espíritu no lo están. Cuando los cuatro descansábamos en casa de un aimable caballero que nos ofreció cobijo, me di cuenta de que ambas se quedaron en el mismo estado catatónico que Khorvin padecía cuando lo encontramos. Aunque las encontráramos, no serían más que dos poupées sin vida. Y créeme que no deseo verlas así, mon ami.

El ladrón suspiró hondamente, con aire melancólico para reforzar sus palabras.

 -Además, si sabéis cómo moveros por este plano, ¿qué hacemos que no buscamos una sortie? Una vez la encontremos ya podremos plantearnos el ir a buscar a Lyris y Gwindra para llevarlas de vuelta a casa. En cuanto a este viajecito… Yo dejaría que el chariot nos llevara hasta donde pueda y luego ya seguir caminando. El plano no nos dejará morir de viejos, eso seguro. Más tarde o más temprano nos encontraremos con quelque chose. Hasta entonces, yo prefiero descansar en esta fortaleza móvil.

Cargando editor
26/03/2018, 14:35
Director

El grupo se había instalado en el vagón contiguo a la máquina que propulsaba aquel compuesto de vagones. Sin duda los asientos tapizados eran mucho más cómodos que los duros bancos de madera que de los dos vagones traseros. Mientras el grupo debatía su futuro próximo, Edzard se había hecho con los mandos de la máquina.

El anciano parecía disfrutar gobernando el carro de hierro. La velocidad, el viento en la cara y la demostración diaria de que aquel ingenio era realmente un transporte extraordinariamente rápido y fiable, fascinaba al veterano. No lo diría en alto, pues su devoción hacia el gran Gorant el Gris era total y más en aquellos momentos que tanto necesitaban de su ayuda, pero lo cierto era que si volvía a nacer y lo hacía en un lugar en el que existiera aquel transporte, cambiaría las armas por la caldera y las palancas sin dudarlo.

Markku regresó del vagón de cola al lugar en el que el resto se encontraba reunido. Habían sido tres días de viaje infructuosos, pues el paisaje apenas había cambiado, pero lo cierto era que al menos no habían tenido más sobresaltos, habían podido descansar bien y lo más importante, sus heridas físicas empezaban a sanar, pues las psíquicas tardarían más si es que algún día llegaban a cicatrizar.

Cargando editor
26/03/2018, 14:35
Markku Imrolt

- Nada… - Dijo el guardia. – Sólo bancos de madera y poco más.

En ese momento Khorvin fue a alzar la voz articulando un: “ya te lo dije”, pero Markku plantó la palma de su mano hacia él, impidiendo que repitiera aquella coletilla de nuevo. No era la primera vez que Markku se empeñaba en revisar los vagones en busca de provisiones o algún objeto de utilidad y no era la primera vez que venía de vacío, sino la enésima.

- Sé que me has dicho muchas veces que no siga buscando, pero lo cierto es que no tengo otra cosa que hacer… - Se encogió de hombros.

Cargando editor
26/03/2018, 14:36
Edzard Naggar

Fue entonces Edzard, regresando de la cabina de mandos del carruaje de hierro el que se internó en el vagón posterior. El anciano a veces dejaba bloqueada la palanca que aceleraba aquel trasto. Al fin y al cabo avanzaban siempre en línea recta y eran muy escasas las zonas en las que el discurrir de la vía tomaba una curva y se requería disminuir la velocidad para no descarrilar.

- Creo que como mucho tendremos para una jornada más. – Habló el anciano. – Una y media máximo.

- ¿Y no hay nada que hacer? – Preguntó Markku. - ¿Cuándo se acabe el carbón se detendrá este trasto?

- Si disminuimos la velocidad, creo que gastaremos menos… - Negó con la cabeza. - …pero eso no hará que el combustible sea ilimitado. Tenemos que buscar una alternativa para alimentar la caldera. Al fin y al cabo, parece que lo importante es el calor.

Cargando editor
26/03/2018, 19:03
Cleon

- No creo que la solución sea bajar la velocidad... si nos quedamos varados en este páramo no tendremos ninguna posibilidad. Hay que continuar, y si vemos cualquier cosa que se pueda quemar, para esta máquina y cargamos combustible.

Cleon estaba más que harto de la máquina, pero, al menos de momento, no tenían opción.

Cargando editor
26/03/2018, 23:49
Serge Leblanc

 -¿Y si troceamos los bancos de madera que hay en las otras secciones del carro? La madera arde bien, debería darnos un extra de calor para alimentar al carromato de hierro. Pero de todas maneras yo no esperaría que nos dure el combustible hasta salir de este lugar. Si el plano nos ha traído aquí, por algo será. No nos dejará irnos sin hacernos alguna de las suyas por aquí, eso seguro.

El ladrón se tumbó en el banco tapizado en el que estaba sentado y cerró los ojos.

 -Deberíamos descansar todo cuanto podamos y reunir fuerzas para enfrentarnos a lo que nos aguarde en el lugar al que nos dirigimos.

Cargando editor
27/03/2018, 15:36
Khorvin Lluch

El viejo lobo marino se mesó su descuidada barba canosa.
-¡Diantres! Y digo yo... si esto no es más que una suerte de carromato diabólico estirado por aquel ingenio de fuego y carbón... si de algún modo emplea la mísma lógica pese a la ausencia de bestia de carga, supongo que a más peso menos eficiencia...
Se rascó la cabeza.
-Quiero decir, si lo que queremos es que el trasto este nos lleve más lejos, supongo que podríamos desembarazarnos de más secciones del carruaje, tal y como hicimos con aquella donde estaba el corcel demoníaco.

Cargando editor
27/03/2018, 18:26
Cleon

Sus compañeros tenían buenas ideas, lo mejor quizás sería combinarlas.

- Podríamos extraer toda la madera posible de cada una de estas partes y traerlas a la primera, desechando el resto y dejándolo detrás. De esta manera combinamos vuestras dos ideas.

Sería sencillo.

Cargando editor
28/03/2018, 19:55
Lope Ster

-Manos a la obra pues! nos quedaremos con esta sección mas cómoda y desguazaremos las otras, y opino que podríamos alternar el combustible que queda con la madera a fin de combinarlas por si acaso no bastase la madera simple! Dijo el batidor mientras amarraba su hacha y se dirigía al último vagón a comenzar a destruirlo.

-Primero los muebles y después la estructura!

Cargando editor
31/03/2018, 08:36
Director

Tras desvalijar los dos vagones de cola y soltar sus estructuras metálicas, reunieron gran cantidad de combustible. Como Loperick advirtió, el rendimiento de la máquina que tirada de ellos mejoraba si se combinaba el carbón con la madera. Lo cierto fue que el ingenio le permitió seguir viajando a lomos de aquella bestia de hierro por varios días más y gracias a las abundantes cantidades de lechuga con la que los celestiales les habían obsequiado, tenían reservas suficientes para seguir a bordo de aquel extraño transporte por bastante tiempo.

Lo cierto era que pese a toda lógica, aquella verdura no parecía marchitarse o podrirse y aunque no era más que pasto para vacas, acallaba los rugidos del estómago con escasa cantidad y les dotaba de mucha energía. Quizás aquel encuentro era lo único realmente bueno que les había sucedido desde su llegada al plano, salvo quizás, el encuentro con el difunto clérigo de Asthar.

Fuera como fuera siguieron atravesando el plano montados en el carro de hierro. Dejaron atrás la zona calcinaba abriéndose paso un terreno salino rodeado por hirvientes lagos de sal. Más adelante el terreno volvió a cambiar encontrándose un páramo desolado con arbustos espinosos que se retorcían continuamente con serpentinos movimientos y que acometieron lanzándose en algunas ocasiones contra el carro de hierro y que fallaron en sus ataques gracias a la elevada velocidad que llevaban. No obstante, el zarzal asesino, como Markku apodó a aquella zona quedó también atrás dando lugar a una extensa área cubiertas por millares sino millones de cantos rodados cada uno del tamaño de una cabeza humana o todavía mayor.

A lo lejos pudieron observar aunque no lo hicieron con nitidez debido a una densa neblina, como unos seres de descomunal tamaño y que parecían ser de la misma materia que las rocas, se alzaban imponentes mientras se lanzaban rocas los unos a los otros. Supieron que era cierto cuando una de esas rocas, lanzada con inquina impactó contra el vagón trasero abriendo un boquete en éste y saliendo por una de las ventanas.

No podían calcular de forma alguna el tiempo que llevaban a bordo del carro de hierro. El sol rojizo parecía burlarse de ellos y cada noche y cada día parecían tener una duración absurdamente diferente. Un día podía durar unos pocos minutos, mientras que su atardecer se demoraba por lo que considerarían días, dando lugar a una larga noche de una semana, que precedía a un largo día de más de veinte horas con un amanecer de escasos tres minutos.

Muchos aterradores terrenos y otros menos aterradores pero tenebrosos de igual forma y desolados como poco, les rodearon durante su interminable viaje. Empezaban a estar agotados física y mentalmente, pues no habían detenido su marcha desde que la emprendieron, en parte porque salvo en el episodios en que las zarzas trataron de agarrar el carro de hierro y cuando los gigantes lanzaron rocas contra ellos, no se habían visto amenazados y en parte porque no sabían muy bien donde detenerse.

Fuera como fuera una buena noche Edzard despertó ciertamente alterado. Se dirigió a Serge, quien en esos momentos se encontraba a los mandos de la nave y le preguntó si también él lo había notado. Serge tuvo que contestar de forma negativa, pues no sabía bien de que le estaban hablando. Entonces Edzard se afanó en despertar a todos sus compañeros y los reunió en el vagón de cola.

Cargando editor
31/03/2018, 08:36
Edzard Naggar

- Debemos detenernos. – Dijo Edzard. – Debemos parar y empezar a buscar por aquí. – Habló el anciano con los ojos enrojecidos y cierta apariencia de locura en su rostro. - He percibido algo, creo que estamos donde debíamos estar. Creo que hemos llegado. – Afirmó con rotundidad.

Edzard se apresuró a ponerse en pie acercándose a una de las ventanas. Pese a la oscuridad que les rodeaba se empeñó en tratar de descifrar el terreno que les rodeaba sin tener demasiado éxito. Agarró entonces la antorcha mágica de Loperick y tras pronunciar la orden de mando ésta iluminó el terreno a través del cual se movían.

Se trataba de un erial de roca blanca que se extendía en todas direcciones. Nada parecía haber en aquella zona que pudiera ser de interés. Llevaban viajando a través de aquella tumba de piedra durante bastante tiempo, aunque no podían calcular cuánto. Lo cierto era que no habían visto rastro alguno de actividad desde que se adentraran en aquella zona muerta. Ni un solo signo de algún tipo de asentamiento, ni un solo ave e incluso el sol rojizo parecía haberse cansado de jugar con ellos y su ciclo se había regularizado en cierta forma.

- ¿Es que acaso no lo veis? – Preguntó un incrédulo Edzard. - ¡Por Gorant el Gris y por todos los otros dioses de los panteones del norte! ¡Estáis ciegos! – Alzó el tono de voz algo decepcionado.

Cargando editor
31/03/2018, 09:49
Lope Ster

Loperick llevaba lo que parecían semanas aburrido, lo único que hacía era entrenar su fortaleza mediante ejercicios repetitivos para matar el tiempo, total, tiempo es lo que tenían, y el alimento le reponía al 100% casi mágicamente habiendo ganado resistencia y fuerza a partes iguales. Lo único que echaba de menos era correr ya que el carro en el que vivían los 5 héroes de Gorant daba muy poco espacio para moverse libremente.

Tras unos aburridos días o noches o lo que fuese, algo alertó al viejo Edzard, parecía estar loco, hablaba de percepciones, de su destino, incluso le arrebató su antorcha para buscar en la negrura.

-Devuélveme la antorcha y dime hacia donde hay que mirar mi buen compañero! Dijo el batidor asiendo su antorcha mágica y mirando hacia la lejanía en busca de lo que fuera que hubiera visto el anciano.

- Tiradas (2)

Notas de juego

me he liado en las tiradas, la primera es escuchar y la segunda avistar (diferentes modificadores, el alto siempre es escuchar por mi casco molón)

Cargando editor
31/03/2018, 10:29
Cleon

Cleon había entrado en una tónica apática a partir del segundo día. Parecía que el plano había logrado superar sus defensas y había acabado con el empuje y el ímpetu del explorador.

Incluso parecía que se había olvidado de Helga y solo vegetaba mirando de vez en cuando el horizonte. Ni siquiera Alsvid conseguía sacarle de ese estado.

Pero en cuanto Edzard indicó que tenían que parar, Cleon saltó como un resorte.

No dijo nada, pero se arrimó a la ventana por la cual Edzard estaba asomado mientras miraba fuera del vehículo buscando cualquier cosa que alterase el monótono paisaje.

Cargando editor
31/03/2018, 10:36
Edzard Naggar

Edzard se quedó mirando atónito a Loperick unos segundos antes de devolverle la antorcha. Se giró de nuevo hacia la ventana y señaló hacia el frente. Acto seguido indicó hacia la derecha y posteriormente fue moviendo el brazo señalando siempre en la dirección del horizonte hasta quedar unos segundos señalando a la izquierda. Toda la amplitud del horizonte que tenían frente a ellos parecía ser el lugar al que Edzard quería que se dirigieran.

- ¿Tampoco lo ves tú, hermano? - Le dijo al guardia de Vilerres. - ¿No lo ves tu, Cleon? - Trató de encontrar una nota afirmativa en el cazador. - Debemos parar la máquina y seguir a pie... - Afirmó rotundamente el anciano.

Cargando editor
01/04/2018, 19:02
Lope Ster

-Te creo compañero! total, para seguir este camino sin saber si vamos a algún lado, podemos seguirte a ti y por lo menos movemos el cuerpo. Votos a favor?