Partida Rol por web

D&D 5e: El trueno del Rey de la Tormenta

Introducción: Una gran conmoción

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13/06/2019, 12:50
Director

Todos vosotros os encontráis en Aguasprofundas, la ciudad más importante de Los Reinos.

Los que nunca habéis estado aquí quizá os veais impresionados, asqueados o aborrecidos ante un sinfin de calles, callejones, avenidas, plazas, posadas y mansiones. Y gente, sobretodo gente. Si deambuláis por sus calles os podéis encontrar seres de todo tipo, desde medianos curiosos hasta intimidantes Tiflins, con sus cuernos, sus colas, y quizá alguno incluso con alas de distintas envergaduras.

Algunos acabaréis de aterrizar en la ciudad, otros llevaréis aquí incontables años, y lo que os ha atraído aquí, tan solo os atañe a vosotros… ¿o quizá no?

Sea como fuere y vayáis con quien vayáis, os conozcáis entre vosotros o no, todos habéis oído, con mayor o menor detalle, los rumores sobre cierto trabajo que ofrece Lady Velrosa Nandar.

Un golpe de buena fortuna, o eso os parece a vosotros, ha hecho que os fijéis en un tablón de anuncios algo desaliñado. En ese tablón podéis ver anuncios de todo tipo, algunos escritos en un color un tanto sospechoso, otros completamente rotos, manchados o borrados por el tiempo. Entre todos ellos destaca un pergamino, es claramente nuevo y huele a calidad. Está escrito con una impecable caligrafía y un sello de cera roja con el escudo de armas de Aguasprofundas, un nombre escrito en él os llama poderosamente la atención.

Ése cartel reza lo siguiente:

El asentamiento de Piedra Nocturna, regentado y administrado por Lady Velorsa Nandar ha sufrido recientemente acoso reiterado y violentos de goblins, orcos y otras despreciables criaturas, para solventar dicho acoso de una forma definitiva sin romper la delicada tregua con los Elfos de los bosques de Ardeep se requiere del servicio generosamente remunerado de 6 valientes aventureros dispuestos a acabar con toda amenaza para el asentamiento de Piedra Nocturna.

Los interesados deberán reunirse en la Posada de la Daga Goteante a primera hora del anochecer del día 4 del mes de Kythorn ante el “Capitán Clay Munnarson”, quien ofrecerá más detalles sobre dicha empresa y resolverá cualquier duda que pueda surgir.

Firmado:

    Baron Gennis Nandar

Para algunos, esa oferta significaba un cambio, para otros una oportunidad o incluso una esperanza. De cualquier forma habéis decidido acudir a la cita, y el día señalado en la oferta es hoy mismo, pero el sol todavía se puede apreciar en lo más alto del firmamento y dado que los días empiezan a alargarse en ésta época del año, fácilmente llegáis a la conclusión de que tenéis aún unas pocas horas para prepararos o deambular por la ciudad antes de que llegue la hora acordada.

 

Notas de juego

Podéis tomaros las licéncias que creáis convenientes para narrar vuestra entrada en escena. Podéis coincidir o no. Podéis conoceros de antes o no. Lo dejo en vuestras manos.

 

A rolear!

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13/06/2019, 13:47
Reshi Cassalanter

Un pequeño carruaje se detuvo frente a la posada marcada.

¿Será aquí?— se preguntó el pasajero, mirando por la ventana. No encontraba el cartel, y no frecuentaba esta zona de la ciudad seguido—¡Si, ahí está el cartel! Pero... ¿Será peligroso? El nombre no inspira confianza— el tiefling sacudió la cabeza—. No, si voy a ir en trabajo de campo, una posada desconocida no puede intimidarme.

Estaba por hechar mano a la manija de la puerta, cuando reparó en lo pesado de su mochila— ¿La bajo? ¿No? ¿Saldremos ya mismo o podré volver a buscarla? No quiero que me vayan a robar algo.

Elías—dijo al cochero familiar— cuida mis cosas, por favor. Quédate dando vueltas por la zona hasta que yo salga.

El mago tomó su libro de hechizos, se ajustó las cintas de cuero que unían su cristal a su muñeca y se bajó del coche. La atmósfera nocturna estaba a una temperatura agradable. En los pocos metros que tuvo que caminar hacia la puerta la cabeza le iba a mil.

¿Entro y me siento en un lugar cualquiera? ¿Pregunto por el empleo en la barra? ¿Reconoceré al capitán? ¿Me reconocerá a mi? ¿Vinthas habrá avisado de mi llegada? No, no creo. Dijo que tendía que enfrentar todo el asunto solo.—Cuando quizo darse cuenta, ya estaba frente a la puerta—¿Habré venido muy temprano?

No importaba, ya estaba en el baile y ahora había que bailar. Como mínimo, iba a causar una impresión duradera. Un par de gestos de manos furtivos ocultos bajo la capa, unas palabras susurradas. Una leve corriente de aire hizo ondular sus ropas con lo que él creía que era majestuosidad. Hechó mano a la puerta, y con lentitud casi dramática, la abrió.

Entró al lugar con paso lento, firme, elegante. Noble.

Se dirigió hasta el centro de la estancia, paseando su vista con la misma lentitud deferente, propia de aquellos que gozan de tanto tiempo que pueden demorarse en cosas tan sencillas e intrascendentes como mover el cuello para volverlas ceremoniosas.

No he pensado esto muy bien. Para nada ¿Y si a alguien no le gusta la gente de mi clase? ¿De mi... raza? No debí traer el libro, alguien podría arrojarme cerveza y arruinarlo— el rostro sin inmutarse. Las manos le sudaban levemente. Si lograba ver al capitan, podría sentarse con él y como mínimo se sentiría más seguro.

Notas de juego

Prestidigitación, para mover la capa.

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13/06/2019, 14:54
Brummbär FassBier

Son ya varios los meses que llevo en esta ciudad. Aguas Profundas se me está empezando a hacer pesada, lenta, aburrida... Lo que en principio fue una viaje de estudio al Templo de Tempus de esta ciudad, se tornó en una rutina difícil de sobrellevar... "menos mal..., que existe la cerveza", pensé... "muy mejorable respecto a la que elabora mi Clan, pero cerveza a fin de cuentas".

Dando un paseo mientras medito,... o dicho de otro modo,...  vagando por la ciudad sin rumbo mientras me pregunto qué pinta un Clérigo de Tempus en una ciudad que es un remanso de paz, salvo por los pequeños actos criminales, peleas de taberna, corruptelas y subterfugios por la lucha de poder..., me encuentro con gente que lee, curiosa, una nota en un tablón, de esos que abundan en las plazas, con un tejadillo para que los pergaminos con anuncios no se echen a perder con la lluvia.

Poniéndome de puntillas, consigo leer el texto completo...

"Vaya, vaya... un asentamiento en apuros, ¡¡por la Gloria de Tempus!!, ¡¡mi Señor a oído mis plegarias, y me ofrece el camino para exalzar su Nombre en batalla!!!, pues sin duda, habrá de ser una tarea dura y peligrosa... ¡Necesitarán el concurso de un Sacerdote de Tempus!!!"

Me han alegrado la jornada... miro en derredor, girando la cabeza con tal rapidez, de un lado a otro, que las barbas no son capaces de alcanzar su velocidad y seguir el ritmo, de modo que parezco una especie de torbellino barbudo, buscando como loco la citada Posada de la Daga... Aun es pronto, pero por Tempus, que puedo hacer tiempo bebiendo cerveza, además, que lo mismo reclutan a la gente por orden de llegada, y como siga en esta ciudad tan tranquila por mucho más tiempo, temo que me volveré loco y que mi Señor me castigará por no buscar glorificarle como es debido.

Cuando consigo que un ciudadano me de indicaciones precisas, me encamino a paso prieto, al trote... qué demonios, corriendo cuanto dan de sí mis piernas, a la taberna de marras, a la cual entro, y tras enterarme de que el Capitán que se cita en la nota aún no ha llegado, tomo asiento en una mesa un tanto retirada, y pido algo de comida, y sobre todo, buena cerveza, mientras paladeo, pienso, sueño, con los desafíos que vendrán y que pondrán a dura prueba mi Fé.

... y espero, pacientemente...

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13/06/2019, 15:50
Sharamy Gorgaten

Sharamy había estado otras veces en La Daga Goteante. La mayoría de ellas persiguiendo alguna presa o vigilando a alguien para Akhar. Pero aquella vez, por primera ocasión, de quién trataba de ocultarse era de su amante. Si Ahkar se enteraba de que Sharamy se había interesado por la misión de Lady Velrosa, se aseguraría de que nunca se pudiera marchar de su lado.

Por ello la semiinfernal se movió entre las sombras, cubierta siempre con la capucha de su capa para que sus alas de murciélago no resultaran tan evidentes, hasta que encontró el rincón que buscaba, a mitad de la escalera que subía al piso superior, oculta tras una columna. Allí podía pasar desapercibida, observar, escuchar perfectamente todo lo que pasara y tener un acceso rápido al exterior por las ventanas del primer piso.

La vida en Aguasprofundas le había enseñado a no confiarse nunca demasiado y Sharmay había aprendido la lección a base de palos.

Desde lo alto, la arquera se fijó en el personal. Un enano con el símbolo de Tempus y otro tiefling, como ella, el cual le sonaba a la cazarrecompensas. Era un noble, le parecía recordar, pero no le venía su nombre a la cabeza. Seguro que Akhar sí lo sabría.

-Él lo sabe todo - susurró con rencor.

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13/06/2019, 16:48
Sharamy Gorgaten
- Tiradas (1)
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13/06/2019, 17:38
Edirian

Entre casas, plazas, el gentío y alguna que otra rata, Nótt y Edirian se adentraron en la magna ciudad de Aguasprofundas.  Presididas en lo alto por dos caballeros de la Guardia Grifo y sus aladas monturas, las murallas de la ciudad les recibieron con todo el lujo y esplendor que el músico recordaba. Había visitado la urbe en dos ocasiones... ¿O habían sido tres? No podía decirlo con exactitud.

La primera vez la tenía marcada en su memoria, sin duda. Allí había perseguido una canción equivocada, una que no guiaba a la Melodía, pero de cuya belleza se enamoró. Durante semanas vivió en las calles, escuchando a la banda de medianos que la representaba en las plazas y posadas. Sus manos ensayaban los acordes mientras les contemplaba, atónito, ante la belleza y peculiaridad de tal tonada.

Al final, como siempre, la historia acabó de forma sencilla: la banda partió en busca de nuevas metas y la atención de Edirian se dispersó y recayó en otra búsqueda, en pos de la Melodía. Pero aún podía recorrer los dedos del laúd con aquella pequeña y sencilla canción, y una sonrisa se dibujaba siempre en su rostro al volver a tocarla.

Y esa misma sonrisa le acompañó en su paseo por la ciudad.

Fue un discurrir sereno. El músico no acostumbraba a perderse en charlas banales, pero en ese estado de inaudito buen humor, las miradas que le devolvía a la sacerdotisa eran cálidas y ausentes, todavía perdido en sus memorias. Dieron varias vueltas por las calles, en un devenir sin rumbo, solo interrumpido cuando Edirian se detenía a contemplar alguna cosa que le llamara la atención: un arco entre dos mansiones, las hiedras que crecían por los muros de una casa abandonada o la pelea de dos niños por un juguete roto. Tampoco eran largas paradas, pues al notar que la clérigo seguía su camino, el bardo la alcanzaba con una ligera carrera y continuaba caminando a su lado.

Fue en una de estas paradas, cuando observaba a un gato de ojos amarillos detenido en el alfeizar de una ventana, cuando reparó en un tablón de anuncios lleno de escritos. Avisó a Nótt con un gesto cuando la clérigo se volvió a ver donde estaba, y juntos se acercaron a leer con curiosidad.

- Oh, mira - comentó, recogiendo uno de los papeles que estaba allí clavados-. Tres monedas de oro a quien encuentre al perro del pobre señor Rodos. Es un mastín parduzco, muy cariñoso, y se llama Pedrusco. ¿Crees que...?

Al girarse, observó que la atención de la sacerdotisa había recaído sobre un anuncio más interesante. De un vistazo rápido, Edirian comprendió que era allí donde los dioses les habían llevado. El nombre no daba lugar a dudas: Nandar. El mismo que aquella misteriosa voz incomprensible había susurrado entre otras muchas e ininteligibles palabras. 

El músico asintió, estirando sus brazos. Estaba cansado; llevaban una larga jornada caminando, y el sol les había golpeado con fuerza en el viaje. En la posada podrían comer un buen almuerzo, conseguir una habitación para pasar la noche, y con suerte, le dejarían tocar para amenizar la velada. 

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13/06/2019, 18:27
Edirian

Edirian entró en la Posada de la Daga Goteante, aprovechando para recogerse el pelo en una corta trenza. "Va necesitando un corte", se recordó, mientras caminaba hasta una mesa vacía y dejaba allí encima su mochila y el resto de sus bártulos. Su acompañante le siguió, tomando asiento mientras él seguía descargando los trastos. El bardo no parecía dedicarle mucha atención a la muchacha, haciendo gala de la naturalidad que otorga la confianza. Antes de dejarse caer en su sitio, Edirian suspiró varias veces seguidas, estiró sus músculos un par de veces y descolgó la larga y polvorienta capa del camino sobre el respaldo de la silla.

Descubierto de la pesada prenda, se asomaba una camisa ocre y desgastada, que no ocultaba del todo la simple armadura de cuero que cargaba por debajo. Los pantalones de cuero viejo tenían alguna que otra rasgadura, al igual que las botas: suyo era el aspecto de alguien que había recorrido un largo camino.

Con un gesto, llamó al camarero y le indicó que le trajese un vaso de vino y una ración del plato de la casa, tras dejar con cortesía que la sacerdotisa hiciese primero su pedido. También le preguntó si habría algún problema en que tocase una canción. Aunque había intentado componer una durante el viaje, al silbar sus acordes no habían acabado por encajar del todo: necesitaba pasarla al laúd, darle la perspectiva de la cuerda, y ver si así terminaba por encontrar su sitio. 

Al tiempo que se preparaba para su canción, el músico colocó sus pies sobre una silla, dejándolos reposar erguidos. Fue así como reparó en el pequeño roto en una de sus botas, que mostraba su pulgar asomando como un troll sacando la cabeza de su cueva. Con un nuevo suspiro, se estiró hasta tocar la punta, viendo como el cuero volvía a unirse sobre si mismo, como si jamás se hubiese separado, y dejando su calzado sucio, pero entero.

Tras aquella sencilla proeza, Edirian levantó la vista, oteando en derredor, para ver el público que tendría aquella tarde. Había un tiefling de apariencia llamativa e impostada, que parecía más nervioso de lo que quería aparentar. Un enano, enarbolando el símbolo de... ¿Alguna casa real? ¿Un dios? Una espada llameante... Sí. Tempus. No era uno de los dioses a los que Edirian dedicase sus devociones, es más, entraba entre la lista de los que prefería mantener lejos. "La guerra es la muerte del arte" recordó. Había leído esa cita en algún lado, ¿no? ¿Era en "Poemas de un niño perdido"? No... ¿En "La canción de una dulce cuna"? ¡No! Sabía que no era una canción, era seguro un poemario, pero por Milil que no recordaba cuál... ¿Era...?

El camarero interrumpió sus pensamientos al servirle el vino, lo cual Edirian agradeció con un asentimiento. Tras darle un trago, pasó los dedos por el laúd. 

Y comenzó a tocar.

No le importaba demasiado si había público o no. Tampoco sabía muy bien lo que estaba tocando. Era una idea dispersa, poco importante, una canción del camino, de las hayas en la linde, de las caravanas y la lluvia, del contorno de las formas femeninas en un río, de la imaginación susurrante de un danzar de filos en la oscuridad. Su hermana estaba en la canción, perdida, como un pensamiento que caía en las pausas y los silencios. Sus padres, agitando sus manos en despedida tras el sol del amanecer.

Era una canción sin nombre, melancólica, que surgía sin mucha tristeza ni alegría, de la apatía y la suavidad de unas manos cansadas, y que tenía la belleza de la imperfección.

Con los ojos cerrados, perdido en la música, no se enteró de que le habían traído la comida, y siguió rasgando las cuerdas, sin pensar en nada que no fuese el próximo acorde.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Curioso, me he puesto a ver como funcionaban las reglas de empate en tiradas para ver si veía a Sharamy y así en general en la sala :). En teoría no la veo (la situación queda igual que estaba, como no sabía donde estabas, sigo sin saberlo). De todas formas narro como tal :D.

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14/06/2019, 21:02
Darnys Carter

Darnys bajó tranquilamente de carromato mientras le agradecía el viaje al conductor. Había sido un golpe de suerte que el viejo Hal tuviera que llevar sus mercancias a Aguasprofundas. Al menos había sido un viaje apacible y en buena compañía, de los que pocas veces se podían disfrutar ya. Pese a todo en sus largas conversaciones con Hal había detectado cierta preocupación por Darnys. Sin embargo se lo había dejado pasar.

Y ahora allí estaba, en Aguasprofundas. Dejó ir un largo suspiro y endureció sus facciones. La verdad es que no le habían gustado nunca las ciudades. Demasiada gente. Demasiadas cosas. Demasiado poco tiempo siempre. Y sobretodo demasiada hipocresía y corrupción. Solo esperaba que Elaver ya hubiera huido de la ciudad. Aunque nunca había destacado por su inteligencia al fin y al cabo era su hijo.

Así pues Darnys se dirigió con paso decidido hacia la posada la Daga Goteante. No se paró a ver ninguna de las maravillas de la ciudad. Ya las había contemplado hacía tiempo y la verdad es que la ciudad parecía la misma de siempre. Era la de siempre pero a la vez estaba cambiada. No conocía ninguna cara. Donde antes había estado la herrería de Grugignar ahora se alzaba una peletería. Donde antes estaba el maldito usurero de Xavice ahora había una taberna. Como decía, las cosas en la ciudad siempre eran demasiado rápidas.

Encontró con cierta facilidad la posada, al menos la calles no había cambiado demasiado y entró con el semblante completamente serio. Miró brevemente a los allí reunidos con su ojo sano. Imperturbable con cara de pocos amigos. Solo cambió brevemente al ver al bardo ante el cual no pudo reprimir una pequeña sonrisa.

Sin decir nada se sentó en una silla, descargó su equipaje a su lado, dejando cerca de ella un gran espadón enfundado y cerró los ojos. Quería escuchar aquella música sin que ningún otro sentido la estorbara. La llevaba a tiempos lejanos, a tiempos mejores. Una melancolía se apoderó de ella, por lo que fue. Por lo que había perdido. Pese a todo, era una alegría recordar todo aquello.

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16/06/2019, 23:25
Nótt

Nunca le habían gustado las ciudades grandes. Cuanta más dimensión espacial tuviera un espacio habitable, más gente ocuparía sus viviendas, transitarían sus calles o se adueñarían del mercado de valores.

No podría decirse que tuviera una especie de agorafobia, no le molestaba estar rodeada de completos extraños en espacios abiertos, era más bien las señales mudas que creía recibir de cada uno de ellos, millones de miradas que secuestraban su atención, rostros desconocidos que la observaban, la analizaban únicamente por ser quién era, juzgándola por sus actos. Lo que más le desconcertaba era pensar que alguno de esos extraños fuera en realidad Selune, siguiéndola desde cerca para comprobar cada paso que daba. Pero sabía que esa paranoia debía ser fruto de su tocada mente, una que no podía controlar ni canalizar.

Nótt intentaba alejarse de las grandes masas, caminando sobre todo cerca de las paredes de las grandes casas, buscando los recovecos de sombras y adentrándose en los callejones laberínticos de la ciudad sin dirigir sus pasos a ningún lado en concreto. De vez en cuando tenía que detenerse para girarse y esperar al semielfo, quien permanecía más atento al mundo que le rodeaba que en el intento de esconderse de la sacerdotisa, dedicándole sonrisas que nunca fueron correspondidas.

Una de las salidas desembocó en una gran plaza, posiblemente la céntrica de la ciudad, donde podía observar niños jugando con pelotas creadas a partir de telas forradas rotas mientras sus madres les vigilaban, u hombres acercándose a los pequeños puestos colocados cerca de la gran estatua, vendiendo sus productos a viva voz.

Su mirada bailaba de un lado a otro, como si estuviera siguiendo una mosca aunque en realidad buscara cualquier tipo de señal de su diosa. Puede que ese aviso llegara en forma de un continuo lloriqueo, buscando el origen girándose sobre sus propios pies para encontrar a uno de esos felices niños agachado con el rostro hundido entre sus manos y la pelota destrozada a su lado. ¿Qué tenía que haber hecho en estos casos? ¿Ir a consolarle? Nótt mostraba el rostro impertérrito ante el desolado chico y no hizo ningún amago de acercarse, más bien observar la escena como un espectador más. Parpadeó al comprobar que varios de los transeúntes rodeaban al niño, incluso uno de ello, un elfo de largas orejas hincó la rodilla en el suelo y depositó una mano en su hombro, mostrando una empatía que sabía que ella nunca tendría.

Algo se removió en su interior, puede que la culpa de no haber tenido esa iniciativa, de saber que había fallado en algo tan simple como era ofrecer su ayuda, o que creyera que el chico volteaba su rostro para mirarla mientras movía los labios, respondiendo al amable elfo algo que no logro entender. ¿Dónde estás Selune? Estaba incómoda, notando que crecía un nudo en su garganta mientras se recolocaba la capucha de la capa, ocultándose tras las sombras de la oscura tela antes de seguir su camino, dirección contraria al chico.

Edirian, vamos.- Aunque no lo reconociera en voz alta eran esos momentos los que se alegraba tener al bardo a su lado aunque fuera fruto de una maldición, dejando de sentirse tan sola durante unos segundos ficticios.

Sus apresurados pasos le hicieron detenerse en un tablón de anuncios, retrocediendo un poco hasta colocarse frente a los diversos carteles que decoraban el rectángulo de oscura madera. Apoyó su mano sobre el cartel, leyendo primero en voz alta antes de llamar la atención del bardo, quien prefería centrarse en búsquedas caninas.

Mira esto.- Punteó con el índice varias veces el mensaje que estaba leyendo, señalando sobre todo “Nandar”. Ambos sabían qué significa eso, una pista para continuar el largo camino que tendrían por delante y poder separarlos de una vez por todas, si era ese el plan que el destino tenía para ellos.

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16/06/2019, 23:25
Nótt

La sacerdotisa entró la última en la posada seguida del semielfo, quien mostraba una actitud más animada que la joven, oculta tras una larga capa oscura con la capucha tapando parte de sus facciones al sombrear la zona de los ojos, asomando únicamente un par de mechones cobrizos bajo ella.

Estuvo unos segundos estática en la puerta, alzando levemente el rostro para poder otear el interior de la posada sin pararse demasiado en los comensales, como si estuviera buscando algo entre todos y, al no hallarlo, volviera a bajarla. Se separó únicamente de la entrada cuando comprobó que el semielfo avanzaba en su paso hacia una de las mesas más alejadas, dirigiendo allí su camino mientras ambas manos asían la tela de la capucha para quitársela con delicadeza, dejando que se deslizara por su cabello hasta descansar en su espalda.

Con cuidado, levantó levemente una de las sillas para no arrastrarla, sentándose al tener el espacio suficiente entre el asiento y la mesa, desanudando después el lazo de su capa aunque no la desprendiera de sus hombros mientras el bardo dejaba sus bártulos a su lado, apartándolos un poco ya fuera por la básica educación que le habían proporcionado o porque le molestaban en la mesa.

Permaneció en todo momento en silencio, descansando sus manos en su regazo y esperando a que las horas pasaran, fijándose esta vez sí en el resto preguntándose si también estaban ahí por el cartel. Volteó el rostro hacia su compañero cuando le escuchó llamar al camarero, notando por primera vez desde que entró el delicioso olor del guiso recién preparado que inundaba la estancia. ¿Hace cuánto que no comía un plato caliente? Largas jornadas de caminar habían guiado sus caminos, largas noches sin descanso entre campamentos improvisados o la hospitalidad de los pequeños pueblos, quienes les obsequiaban con pan y vino. Notó su estómago gruñir, pidiendo lo mismo que Edirian sin saber con exactitud qué le había dicho, estando más concentrada en llevarse algo a la boca que en la diversidad de productos.

Guardó un mechón de cabello tras su oreja diestra, esperando a que el bardo se dispusiera a tocar para hacer tiempo hasta recibir su pedido. Tras tanto tiempo juntos le había oído diversas melodías, ninguna parecida a la anterior, y todas con un mensaje oculto que al menos la sacerdotisa captaba con cierta parsimonia aunque ninguna llegara a llenarla.

Por suerte para ella la comida llegó pronto, dedicándole al camarero un asentimiento a modo agradecimiento mientras cogía la cuchara, haciendo pequeños círculos en su plato para adivinar algunos ingredientes que llevaba. Disfrutó de la cercanía del plato, del aroma que desprendía las verduras mal cortadas en irregulares trozos y el calor que desprendía, acariciando sus mejillas. No tardó demasiado en llenar un poco la cuchara con caldo para probarlo, teniendo que beber de seguido un poco de vino al estar más caliente de lo que esperaba.

Mientras tanto por fin su compañero se había decidido a tocar una melodía triste, ajeno totalmente a que les habían servido. Aunque le hubiera gustado algo más animado, disfrutó de la danza de notas que desprendían sus dedos en cada sorbo, esperando a que el causante de aquella reunión hiciera acto de presencia.

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17/06/2019, 11:38
Director

La noche está apunto de caer sobre Aguasprofundas y todos habéis llegado a La Daga goteante. Algunos llevan varias horas esperando, algo aburridos, mientras que otros llegan cansados y cubiertos del polvo de los caminos.

A estas horas la taberna empieza a llenarse, la gente va terminando sus jornadas y tienen sed y hambre. El silencio que reinaba hace escasos minutos, se ve arrinconado por un murmullo tenue que se transforma en el zumbido de una multitud sedienta y hambrienta. Mientras, las notas de un Laúd, muy apreciado por el bardo que lo está tocando, casi como quien acaricia a un ser muy querido ayudaban a relajar el ambiente y poco a poco una pequeña multitud de alrededor de Edirian pasó a estar más atenta a las notas del bardo que a lo que tenían en sus mesas. Parece que la música agradó bastante a la gente de la taberna, que no tardaron en pedirle que tocara alguna pieza más, pero un poco más alegre dejándole unas pocas piezas de cobre en la mesa.

El ambiente, tras la primera melodía parecía que iba animándose cuando podéis ver, si no estáis muy distraídos, que la puerta de la taberna se abre y entra por ella un hombre alto y fornido, enfundado en una armadura de placas completa. Tiene el pelo canoso y luce una perilla bien recortada igual de blanca que su bien peinado cabello. Cuando la gente se gira para ver a quién ha entrado, poco a poco se hace el silencio y podéis ver como las mesas de los rincones guardan sus dados, con los que estaban haciendo apuestas, o algúno que se arrebuja en su capucha, esperando no llamar la atención.

El posadero no tarda en dirigirse al hombre que acaba de entrar, la posada no es muy grande y todo el mundo parece estar más silencioso con el capitán de la guardia presente, así que podéis oír la conversación con el posadero perfectamente:

- ¡Muy buenas noches! ¿A qué se debe el honor de tal visita? No suelen venir muchos miembros de la guardia por aquí... - Dijo el posadero tras la barra dedicando varios gestos complacientes al hombre y claramente nervioso.

+ No es de vuestra incumbéncia lo que me traiga o deje de traerme aquí. - Le corta con una voz autoritaria - Soy el Capitán Clay Munnarson, y he de reunirme a aquí con una gente y queremos intimidad, ya sabes a lo que me refiero.

El posadero en estos momentos parece que está menos nervioso al ver que los asuntos del Capitán no estaban relacionados con él o con la posada.

- Claro claro, por supuesto Capitán, al fondo hay una sala para celebraciones que puede usar. Y ahora que lo menciona… hay alguien que ha preguntado por usted, es un enano, aquél de ahí.  - Dice el posadero señalando a Brummbär.

+ Bien, gracias, si alguien más pregunta por mi envíamelo.

A lo que el posadero limita su contestación a un gesto de afirmación con la cabeza.

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17/06/2019, 11:43
Capitán Clay Munnarson

Tras la declaración del posadero, el capitán se dirige hacia dónde está Brummbär y se queda de pié frente suyo mirándole.

Buenas noches caballero - Dice dirigiéndose a Brumbär. - Tengo entendido que preguntaba por mí, espero que sea por el trabajo. - Tras esas palabras y sin esperar contestación mira a su alrededor, cómo si buscase a alguien más. - ¿Viene usted solo? Aunque bien mirado es aún algo temprano, esperaremos aquí un poco antes de reunirnos en privado si no le importuno.

Tras esas palabras el capitán se sienta enfrente de Brummbär y en silencio observa la sala por si se acercan más interesados en el trabajo.

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17/06/2019, 11:44
Director

Notas de juego

apúntate 1pieza de plata (pp) y 9 piezas de cobre(pc) por la actuación. Son algo tacaños en Aguasprofundas.... xD

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17/06/2019, 11:50
Sharamy Gorgaten

Sharamy frunció el entrecejo al ver al capitán de la guardia de la ciudad. Por supuesto, todos los criminales de la ciudad lo conocían pero la tiefling dudaba de que él la conociera a ella. Siempre había operado bajo la sombra de Akhar, que tampoco es que fuera un pez gordo y nunca había tenido ningún encuentro con la guardia. Aún así, dudaba si presentarse abiertamente. La gente no cesaba de entrar y, cuanta más gente hubiera, más fácil sería que alguien la reconociera, así que, finalmente, se decidió a bajar las escaleras y presentarse.

-Saludos, capitán -dijo con seriedad. Yo también vengo por el trabajo pero, si no le importa, preferiría entrar ya y esperar al resto dentro de la sala.

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17/06/2019, 12:08
Brummbär FassBier

Hago un gesto de saludo formal en deferencia al Capitán, invitándole a tomar asiento...

-Capitán, es un honor, por favor, por supuesto, siéntese

Hago una seña a la camarera más cercana, señalando al Capitán, para que venga a ver qué desea beber el caballero, pues... una reunión sin algo de bebercio... es inconcebible a ojos de todo enano que se precie de serlo.

-Si, leí el anuncio de la misión; un asunto peligroso, parece... no dudé ni un momento que Tempus deseaba que me presentase voluntario para ella. Llevo un buen rato esperando aquí, que ya sabe usted eso de "A quienes madrugan, los Dioses le ayudan",... y he visto entrar bastante gente, un tanto temprano para pensar solamente en cenar o emborracharse siquiera... gente solitaria, que parece esperar a algo o a alguien.

... como si hubiese oído lo que decíamos, y acorde con lo que acabo de decir, una tielfing se nos acerca y se presenta... tras lo cual, se encamina hacia la sala que propuso el posadero. Señalo el camino que ha tomado la joven, y comento al militar:

-Si lo desea, aunque sea temprano, podríamos seguirla; es posible que ya haya gente suficiente para oir lo que tenga que contarnos del asunto por el que estamos aquí, y en cuanto nos vean movernos, seguramente nos acompañen

... y viendo que la camarera se acerca para anotar el pedido del Capitán, antes de darle opción a rechazar la invitación, le digo. con una amplia sonrisa:

... y a esta ronda, le invito yo; cortesía de un siervo de Tempus. Cuando volvamos de resolver este asunto, si se siente violento por que le invite, me la devuelve, que probablemente me hará falta

 

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17/06/2019, 20:36
Reshi Cassalanter

Otro gesto de manos escondido entre la tela. Otras palabras para sus adentros. Otra vez, la capa ondulando ante un viento inexistente. Éste era un truco que Reshi había practicado hasta el hartazgo y no pensaba dejar pasar la oportunidad de sorprender simplemente porque el Capitán había llegado después que él.

Con el caminar fluido pero lento, parcimonioso, Reshi se acercó hasta el capitán, que ya hablaba con un enano y otra tiefling.

Buenas noches, Capitán—saludó con una inclinación de cabeza— soy Reshi Cassalanter. He sido enviado por Vinthas, y también me hallo interesado en el trabajo— las palabras de Reshi tardaban en abandonar su boca, casi como si las degustara antes de pronunciarlas. Tomó el respaldo de una silla y la acomodó para poder sentarse en ella. Luego, con la misma lentitud ya casi exasperante, Reshi se volteó hacia los otros acompañantes —Buenas noches a ustedes también.

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18/06/2019, 08:17
Capitán Clay Munnarson

- Gracias maese Enano, con gusto tomaré esa ronda a vuestra salud - Puedes ver claramente como el agriado y serio rostro cambia por completo cuando se dirige a ti, Brummbär, y es un rostro amable y casi de camaradería. - No se preocupe, nos moveremos todos juntos o cuando hayamos terminado con esta ronda, no hay tanta prisa. Tras esas palabras da un largo trago a la bebida que ha traído la camarera.

El capitán mira seguidamente a la Tiflin con curiosidad, como si intentara recordar su cara, pero desiste a los pocos segundos.

- ¿No quieres sentarte con nosotros muchacha? como desees, no soy quien para obligarte a quedarte si no te gusta nuestra compañía, enseguida iremos.

Cuando el capitán ha acabado de hablar, vió como un extravagante Tiflin se acercaba con sus ropajes ondulando, como si estuvieran en un campo dónde sopla la brisa. Su cara vuelve a cambiar rápidamente, y podéis ver cómo ahora se ha puesto serio y hasta con un tono de condescendencia al ver y oir hablar a Reshi. Lo mira y se dirige a él al hablar:

- ¿Vinthas dices? - pregunta arqueando una ceja y escrutando a Reshi de arriba a abajo - ¿Acaso tienes idea de dónde te estás metiendo muchacho? No te ofendas, pero no tienes pinta de haber salido mucho de Aguasprofundas y el camino probablemente será duro para alguien... como tú... pero si te recomienda Vinthas no seré yo quien te lo impida... Adelante, sientate con nosotros si quieres - Por su tono de voz está claro que lo dice más por cortesía que porque tenga ganas de la compañia de un Mago.

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18/06/2019, 10:07
Sharamy Gorgaten

Sharamy hizo como que no había oido al capitán y entró en la sala de reuniones. Igualmente, siempre había tenido buen oido, así que se esforzó en seguir escuchando la conversación.

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18/06/2019, 17:29
Edirian

Tras terminar de tocar su canción, Edirian se encontró a su público observándole con atención. El silencio fue sustituido por una tenue sucesión de aplausos, a los que el músico asintió con un tímido rubor. Cuando algunos de los espectadores se acercaron a ofrecerle una propina, lo aceptó de buen grado, de la misma manera que no se negó a complacerles con unas canciones más. Estas fueron tonadas sencillas de taberna, como “El gorrino y la liebre” o “Las cinco enanas barbudas”, populares en toda la Costa de la Espada, que acompañó con su voz suave y dulce en un cantar divertido y ameno.

Pero, por desgracia, el estofado empezaba a enfriarse, así que pese a la insistencia de un muchachete casi imberbe de que tocase otra más, el bardo se disculpó como pudo y se lanzó a hincarle el diente a su comida.

Así estaba, con la boca llena hasta los topes, cuando el capitán Clay Munnarson entró en la posada. Sin saber muy bien si saludarle con la boca llena o terminar la comida, opto por esto último, apurando lo que quedaba en el plato. Que por cierto… ¿Qué era? Edirian no estaba muy convencido. ¿Pollo? ¿Codorniz? ¿Rata bien aderezada, limpita? Eran trocitos muy menudos, pero estaba sabroso. Bien guisado, con… ¿Ajo?

Pasaron un par de minutos en los que su mente bailó por las nubes, girando la cuchara sobre la comida, cuando el llamativo “demonio” se acercó a la mesa del capitán, haciendo gala de sus poderes para tratar de impresionarle. Fue un gesto tan teatral e inocente, que Edirian no pudo evitar sentir cierta ternura ante la actuación del noble. “Pobrecillo, parece un pavo real en una guarida de basilíscos” se dijo para sí. El tono despectivo del capitán corroboró sus sospechas: no iba a ser una persona con la que le agradase mucho trabajar.

Pero había que seguir a Nandar. Era su única pista.

Apuró el vino de un trago y se puso de pie, recogiendo su instrumento y el resto de bártulos.

- ¿Vamos? – le preguntó a la sacerdotisa antes de caminar hacia el grupo.

Tras echarse la mochila a su espalda, se acercó hacia el grupo, inclinándose con una ligera reverencia y ofreciendo una sonrisa amable hacia todos ellos. Había que causar una buena impresión si no querían perder el trabajo, así que dio rienda suelta a su don de gentes.

- Capitán, estimado reverendo, caballero – saludó al grupo-. Mi nombre es Edirian, viajero y aventurero por la gracia de los dioses. Mi querida acompañante es Nótt, sacerdotisa de la doncella luna. Ha sido la gracia de nuestra señora de la plata que nos hallemos aquí, dispuestos a ayudarles como podamos.

Antes de sentarse, el músico extiende su mano hacia el capitán en un gesto resuelto, ofreciéndosela también al resto de sus acompañantes.

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18/06/2019, 18:33
Darnys Carter

Darnys se había quedado sentada en su rincón sin moverse demasiado. La verdad era que pese a que las siguientes canciones del bardo eran canciones populares no podía sacarse del cuerpo ninguna de aquellas sensaciones. La primera y melancólica canción le había recordado a su pasado que quedaba tan lejos y actualmente tan cerca. Las siguientes canciones populares le recordaron al presente que acababa de dejar atrás. Si bien estaba decidida una pizca de los más profundo de su ser aún se estaba preguntado que demonios estaba haciendo.

Se levantó lentamente, cogió su mochila y la ató fuertemente a su espalda. Después cogió el espadón y lo ató encima de la mochila. La verdad es que a veces se preguntaba porque había preferido de todas las armas la más incomoda. Seguramente fueran cosas de la juventud. Se acordaba de que era aguerrida y le gustaba fanfarronear. Sería por eso aunque no estaba demasiado segura. Todo lo que sabía es que actualmente era un bulto más que llevar.

Hecho esto se dirigió seria hacia el capitán. Por el porte de Darnys se podía ver que no era alguien que se echaba atrás fácilmente. De aquellas personas de las cuales sabías que podían arrollarte si uno no se apartaba. Además era de aquellas personas que parecían hechas de acero.

Sin embargo su tenso rostro se relajó un poco tan pronto como su ojo sano consiguió reconocer al capitán. Alzó levemente una ceja y sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa.

-¿Munnarson? Dijo con un deje de sorpresa en su voz. -Veo que la vida le ha tratado bien, capitán. Marcó una inflexión en su voz para marcar esta última palabra. -Me alegro, de verdad. Dicho esto la pequeña sonrisa se borró de su cara y se dirigió a los que aún estaban allí. -Mi nombre es Darnys. Un placer. Dijo por cortesía. Hecho esto aguardó a que se dirigieran a la sala de reuniones.