Partida Rol por web

La gente del pueblo dejó el baile para jugar a tirar de la cuerda. A Oier le pareció una gran propuesta y se colocó expresamente en el equipo opuesto al de Elías. Ese hombre parecía extremadamente fuerte y Oier sentía unas ganas incontenibles de vencerle y verle rodar por el suelo con su derrota. 

-¡Vamos! ¡¡TIRAAAAAD!! - Casi sonaba más como una orden que como ánimos para sus compañeros, los de su lado de la cuerda, como si los llevase a la batalla. Plantó sus piernas firmemente en el suelo y tiró con fuerza, ofreciendo toda la resistencia que podía y ganando terreno poco a poco cuando el otro grupo cedía algo de terreno, entonces daba un paso atrás y volvía a afianzar sus pies en el suelo, jugando con su peso, espalda atrás, había que ayudar a los brazos, ese era el verdadero secreto. -¡¡Aaaaaargh!!- exclamaba al tiempo que exigía el máximo a sus músculos.

No puedo evitar pegar un respingo al sentir a mi lado a la señora del caldero a cuestas. Después, me hace mucha gracia saber que la vieja ha estado comprobando si no servían carne de rata en las fiestas mayores del pueblo y suelto una carcajada. A continuación, la miro muy serio y le suelto:
-Ya lo dice el Deuteronomio: “No comeréis: camello, pues aunque rumia, no tiene partida la pezuña; ni liebre, porque rumia, pero no tiene la pezuña partida; ni cerdo, pues aunque tiene la pezuña partida, hendida en dos mitades, no rumia: los consideraréis impuros”.
Después, la saludo alegremente y me acerco al juego de la cuerda, atento por si no hay apuestas. Elijo un grupo al azar y... ¡a tirar!

Mientras mis compañeros de viaje se unen a la competición de la cuerda, yo me fijo más bien en la única persona de cultura que parece haber en este lugar, es decir, en el cura. Aunque con la bota de vino en la mano y animando a gritos a los participantes de la competición no parece precisamente un modelo de sabiduría, me coloco junto a él (seguramente sorprendiéndole, porque no me oye llegar) y le saludo.

- Dios os guarde, sabio padre. Mis compañeros de viaje y yo estamos muy agradecidos por la acogida que nos brinda el amable pueblo de los Monegros. Decidme, si no es mucha molestia, toda esta generosidad, ¿es solamente de la gente del lugar, o también de su señor? En verdad, confieso que no sé a quién pertenecen estas tierras, ¿seríais tan amable de iluminarme?

Sonrío tímidamente y continúo:

- Y, como persona culta que se ve que sois, seguro que podréis dar cumplida cuenta también del origen de estas fiestas, qué es lo que se celebra en ellas y si la celebración de los Monegros es particular de alguna manera. Espero no molestaros con estas preguntas, pero soy de natural curioso, indagador. Todo me fascina, y el conocimiento por encima de todas las cosas.

Vuelvo a sonreír y busco con la mirada a los hombres de armas que hace un momento estaban hablando con el cura.

Bailó un poco con el joven y luego lo dejó en los brazos abiertos de otra mercader, para que no cambiara mucho de "giro".   Gracias.

Se sentó mejor a un lado, comió pan y bebió algo de agua fresca, y meditó sobre el nombre del pueblo.   Monegros, mo-negros, ¿monos-negros?

Urbión, ¿urbe?   Era como si el nombre encerrara un acertijo y la judía quisiera descifrarlo, como letras del aleph y el misterio de dios. 

Se puso a pensar entonces en lo que conocía de sus viajes por la región, de las leyendas de la gente del lugar, ya sea de los suyos, por varios siglos rondando la zona, o de los otros más recientes, los advenedizos cristianos que otrora fueron barbaros conquistados por la fé de Roma al mismo conquistarla, o hacerla caer.  O por los celtas y vascos que habitaban aquí desde los tiempos antiguos, de aquelos tan antes como cuando su gente iba con Salomón al templo.

Los dos grupos empiezan a tirar, la contienda está igualada pero el grupo de Oier logra hacer un último esfuerzo y consigue tirar con más fuerza que el grupo de Elías y Víctor. Ese grupo se caen por el suelo entre risas y vítores del grupo de Oier que no caben en sí de gozo, le dan palmadas en la espalda al bueno de Oier y le traen otra copa de vino. A Elías y Víctor les dan una palmadita en la espalda y los animan a que sigan disfrutando la fiesta. 

Al rato dos tipos se acercan a Elías, Víctor y Oier. Les felicitan por el esfuerzo y entre sonrisas les dicen-​Buen intento, pero vuestro camarada parece más fuerte. ¿Os interesa ganaros unas monedas? Tenemos un trabajo que requiere brazos fuertes como los vuestros.

​La fiesta sigue mientras tanto al calor de la fogata y al ritmo de la música. Un par de jóvenes se acercan a Queralt y a DolÇa entre risas y juegos, para bailar, bromear y si se tercia, algo más. A Yedra la dejan en paz y va por la fiesta a su manera, divertida por lo del mozo y el beso. 

  -​Claro, no es molestia. Pertenecen a Don Rodrigo, pero dudo que él se acerque hasta aquí para celebrar las fiestas.

​Se celebran las fiestas de santa Cecilia, patrona de los músicos. Cuenta la historia que la casaron con un hereje y que esta le dijo que si la respetaba y se convertía vería un ángel. Así lo hizo su marido y pudo ver al ángel. Más tarde la santa fue denunciada y la condenaron a ser arrojada al fuego de su propia casa, pero santa Cecilia salió ilesa. La mandaron degollar y el hacha tuvo que dar tres golpes profundos antes de darle muerte. Dicen que durante su tormento cantó. Su martirio y su resistencia son un claro ejemplo para las mujeres cristianas.

​No se si las fiestas de Monegros de Urbión son las mejores......pero te aseguro que somos los que mejor lo pasamos.-​​  

​Por cierto, pareces tener brazos fuertes ¿te interesa ganarte unas monedas?
 

- ¡AAAAAh!- Gritó eufórico alzando los brazos en signo de victoria y celebrando con el resto de compañeros de equipo - ¡Bien hecho muchachos! - felicitó a todos y brindó con ellos cuando le trajeron la copa. Ver a Elías por el suelo le había provocado tal satisfacción que no podía dejar de sonreír. Se le veía feliz y dispuesto a mezclarse con los del pueblo, hablando y bailando con ellos. Tal vez con la idea de lograr hacerse un hueco y ganar la simpatía de algunos de ellos. Quizás logres dormir a cubierto. Había visto a una mujer vestida de negro, posiblemente una viuda, pero su marido no debió morir por heridas, si no de vejez. La mujer estaba entrada en años, las arrugas surcaban su rostro y sus mejillas casi colgaban como las de un bulldog. 

Debe facer siglos que non prueba un hombre, su coño estará seco como la suela de un zapato... La había mirado un par de veces, posiblemente podría meterse en su cama, se sentía muy capaz de conquistarla, aunque tal vez fuesen tan solo sus fantasías y su alto ego. Otra cosa era que su virilidad funcionase, aquello tenía su propio sentido del humor, y con aquella cara y aquel cuerpo... bueno, tal vez era mejor buscar otras opciones.

Entonces, para su sorpresa y satisfacción dos hombres se acercaron y les ofrecieron un trabajo. 

¿Brazos fuertes? ¿dinero? ¡eso es lo mio!

Sonrió a los dos hombres, siquiera miró a Elías, ¿significaba eso que debían trabajar juntos? Ya habían dicho que el más fuerte era él, así que...

-¿Un trabajo? Decidme de qué se trata et posiblemente habréis dado con vuestro hombre - Respondió irguiéndose en toda su estatura. 

Dinero era precisamente lo que necesitaba, trabajos para hombres fuertes lo que realizaba. No podía ser tan complicado fuese lo que fuese que les pidiesen. ¿Tirar de un arado? ¿Levantar una piedra? Esperaba lograr que le ofreciesen lugar donde pasar la noche, eso al menos debía estar incluido en el pago. 

Mientras el padre me instruye acerca de la fiesta patronal de los Monegros, asiento inclinándome respetuoso y con la vista en la punta de mis zapatos. Justo cuando estoy a punto de agradecerle su explicación, uno de los equipos del juego de la cuerda cae al suelo, para gran alborozo del público. La fiesta crece, el ruido aumenta.

- ¿Ganarme unas monedas, decís? No me disgustaría, por supuesto. Si mis compañeros de viaje están dispuestos, yo también lo haré. Pero, claro, tendrá que tratarse de algo que no vaya contra nuestros mandamientos, padre, porque la señora Dolça, Elías y yo tenemos una fe distinta de la vuestra.

.

   Masco un trozo de pan, rechazando las viandas, mientras observo como se divierte la juventud, en ocasiones se me escapa una risa cascada cuando veo las locuras de algunos jóvenes, y de repente, me acuerdo de algo y una amplia sonrisa me viene al rostro.

   Me acerco al cura y me siento al lado, sonriendo divertida y le pregunto.

   - Ruego su atención, buen párroco, ¿Pasó vos hace unos años por la Puebla de Aluvión? Una chica de tal lugar, María, comentome que andaba buscando a un mozo que por su descripción parecíera que hablaba de su vivo retrato, más no me dijo para qué, solo se ronrojó cuando pregunté y masculló algo de "cosas que pasarón". -

   Y me quedo mirando poniendo cara de interesada.

.

Echo una gran carcajada al morder el polvo y digo para mí, pero en voz alta: -Ay, Elías, te estás haciendo viejo, pronto no podrás ni levantarte por la mañana.
Cuando me ofrecen trabajo, respondo lo siguiente, tratando de no mostrar las penurias por la que estoy pasando últimamente: -Trabajo... bueno, no es algo que realmente necesite -miento- pero si pagáis bien, y no siendo sábado, con gusto os ayudaré.

Seguro. - respondí con tono servil, estaba dispuesto a todo y si había recompensa era aun mejor, y aun "mas" mejor si mis compañeros de viaje estaban de acuerdo.

Os reunen a todos a la vera del párroco y este ha de comentaros el trabajo, aunque antes con una sonrisa responde a Yedra-

Señora, haríais bien en no lanzar rumores malintencionados sin ningún fundamento. "Sol me vos umbra regit"-dice tranquilo. Después se dirige a Yosef-Nada malo hay en lo que os he de `proponer.-Y ya una vez juntos Yosef, Elías, Oier y Victor les propone lo siguiente poniendose muy serio. -Señores, habéis de saber que temo por mi vida y que si os contrato es para que me protejáis. Pues creo que alguien me desea mal. ¿Estáis dispuestos a ser mis guardianes?

Mientras la fiesta sigue ajena a las preocupaciones del párroco. Entre risas, vino y bailes.

Oier comprendió que, muy posiblemente, debería trabajar con aquellos judíos. Arrugó el entrecejo y apretó el morro, aquello no era el sueño de su vida. Palpó disimuladamente sus bolsillos, como si se espolsase el polvo, a fin de cuentas eso era lo único que llevaban.

El muchacho no parece tener especial fuerza, tan solo apostaría por ese judío ancho como un harmario.

Los posibles compañeros no parecían los más óptimos, no eran como sus hermanos mercenarios. Esperaba que tuviesen alguna habilidad.

A las malas ya harán buen servicio parando algún golpe mortal con sus pequeños cuerpos pensó mientras miraba con una extraña sonrisa a Yosef.

Normalmente le contrataban para matar, escarmentar o espantar, pero tampoco sonaba mal este trabajo.

-Mala cosa, facéis bien en recurrir a nuestros servicios. Sin embargo para cerrar aqueste trato et decantar la balanza por el sí o el non, faria falta conocer cuál será el pago-

Para salvar la piel del religioso expondrían la propia. ¿Cuánto valía para aquel párroco su propio pellejo?

Oier quedó mirando al hombre de fe con una amigable sonrisa, una que sus compañeros no habían visto en todo el viaje.

Mi animo a la propuesta se reduce a la mitad, no somos un grupo de mercenarios propiamente dicho, y si alguien le desea mal a este hombre, juntarse debe de ser peligroso, habrá que ver cuanto sera la recompensa, antes de preguntar Oier ya se adelanto así que me quedo callado escuchando atentamente al hombre.

Dolça se acercó a oir de que hablaban. 

Pongo cara de sorpresa y pregunto:

- ¿Quién puede desear mal a un hombre de religión, sabio padre? ¿Y cómo es que no hace justicia el señor de las tierras?

.

   Sonrío al oir la petición y susurro - ¿Temor por vuestra vida? ¿Seguro que no hay desliz ni hermanos buscándoos? - y me carcajeo con una risa cascada. Luego me pongo seria y con un dedo con una uña larga señalo alrededor, a los maromos con garrotes.

   - Estamos en un pueblo, y bien que veo mozos con garrotes que pudieran proteger a su cura, ¿para qué gente de fuera? - Luego señalo, - si eso es veraz, primero deben recoger sus utensilios y armas estos buenos mozos y mozas que me acompañan, yo soy una anciana que no tengo necesidad de armas. -

   Ante la pregunta de Yosef, sonrío picara y le digo en voz baja al oído, - ¡uy, pues maridos celosos, hermanos enfurecidos, padres cabreados, novios despechados... que sepás que la clerecía tiene voto de celibato, más no de castidad, no pueden casarse pero si darle al buen fornicio y a buen entendedor que seas mozo... -

.

-Parece que no se trata de descargar sacos de trigo precisamente... con gusto ayudaré a un hombre de bien en apuros, mas habría que hablar del precio, como bien dice mi compañero de viaje, que si fuera usted rabino, hasta pagaría yo por defenderlo. ¿Y quién quiere hacerle mal? Deben ser muchos o poderosos, si precisa de tanto músculo a su alrededor.

​  Se os pagará bien, no os preocupéis de eso. 15 maravedís por cabeza por una noche de trabajo me parece justo. Mas un pequeño extra de cinco maravedís si la cosa se complica. 

Los motivos son míos y de nadie más, sólo es un suponer y pago los dineros por mi protección y vuestra discreción. Y en el nombre del cielo, señora ¿no tiene nada mejor que hacer?

Respecto a vuestras armas podéis ir a recogerlas si aceptáis el trabajo, decidles que os manda el padre Sao y no os pondrán problemas.

​

A Oier los asuntos del religioso no le importaban, él solo respondía ante el dinero. Quien pagaba lo suficiente podía contar con él, se tratase o no de quien defendía una causa justa, ¿acaso la verdad y el ser bueno o malo no dependía del punto de vista del que se miraba? Por su parte solo tenía una premisa, no mataba a niños, aunque eso no significaba que no pudiese darles un escarmiento, un susto lo suficientemente grande como para que decidiesen cambiar el rumbo de futuro para el día en que fuesen adultos.

Miró al padre Sao, su mirada era dura, pero no recriminándole nada, tan solo para que viese que podía ser un tipo bastante peligroso, tratando de intimidarle un poco. 

Si se ha follado a una monja non m'importa, pero algunos detalles habrá de darnos. Oier tampoco estaba dispuesto a que le tomasen el pelo, y jugarse el pellejo más de lo necesario, o andar a oscuras pudiendo haber sabido de donde podía llegar el enemigo no era algo que le gustase. Por eso y contra todo pronóstico secundó, por una vez, las palabras de Elías.

- ¿Et del alojamiento? Sabe que non somos de aqui, et necesitaremos d'algún lugar para dormir. - Esperaba con esto que o bien les proporcionase algo que no les costase dinero o bien les diese otra opción, aunque lo segundo debería suponer un anticipo del primer pago. - Por otra parte bien estaría saber de quien podría tratarse, aquel que busca su fin. De este modo nuestro trabajo podrá ser más efectivo- 

Hablaba sin levantar mucho la voz. Lo de recuperar su arma le agradaba mucho, muchísimo, más ahora que algunos de los aldeanos estarían, posiblemente, viéndoles conversar con el padre*.

.

   "...Y en el nombre del cielo, señora ¿no tiene nada mejor que hacer? "

   - Pues ahora que vuecencia lo dice... pues no. - sonrío, - así que acompañaré a estos buenos mozos y mozas en la defensa del buen párroco de... de aquí, al que algo que no sabemos acosa , ¡seguro que de esto sale una buena historia ji jiji jiii. - termino con una risa cascada.

    Bostezo y estiro los músculos mientras espero a que estos buenos y fornidos mozos que me acompañan traten de sus asuntos con el padre Sao que tan poco dice de sus asaltantes.

.