Partida Rol por web

Cuando el sol comienza a aparecer en el horizonte notas como tus manos, tu cuerpo y todos tus huesos estan entumecidos. No es algo que te preocupe, estas mas que acostumbrado a ello... y, ademas, has sobrevivido para ver un nuevo amanecer. ¿Cuantos de esos estupidos pueden decirlo?

Miras alrededor. Con la escalera totalmente destrozada solo puedes bajar por medio de los salientes en la roca y tu esfuerzo fisico... aunque una caida desde esa altura seria mortal. Que sentido del humor del destino seria morir asi despues de resistir toda la noche, ¿verdad?.

Suspiras y miras alrededor. Todo sigue tan muerto como hace unas horas...

Cuando abres los ojos te duele todo el cuerpo. Tus heridas son feas, mordiscos, arañazos, tajos... pero no parece que nada que te impida levantarte. Ya es de dia y estas rodeado de cuerpo muertos y despedazados por doquier.

Al alzar la vista al sol te das cuenta de que deben haber pasado unas horas. Todo a tu alrededor es muerte, sangre, carne quemada. Que ha hecho todo esto? la magia del sacerdote rostro palido? Son capaces de muchas cosas con sus armas... quiza sea una de ellas...

Antes de que aun estes en condiciones para andar te das cuenta de que entre los muertos y la pila de restos "humanos" algo se mueve, como intentando salir de su presidio...

Te tratas de mover pero el peso sobre ti es demasiado, amen de las multiples heridas y dolores que achacan tu maltrecho cuerpo. De repente un ruido en el exterior te hace presuponer que algo o alguien esta ahi fuera... quiza sean chacales o algo peor... como saberlo?

Me descuelgo por la parte exterior de la torre lenta y cuidadosamente para evitar un mal paso.Según piso la calle desenfundo el revolver y echo un vistazo a mi alrededor para hacerme una composición de lugar.Necesito un caballo para abandonar este lugar maldito dejado de la mano de Dios y no es probable que lo encuentre atado a la puerta del salón .Maldita sea..Pego una patada a uno de los cadáveres para librar mi frustración y comienzo a moverme hacia la salida del pueblo sin dejar de vigilar a mi alrededor .

Denspec trata de moverse, pero solo logra sentir más dolor y entumecimiento en todo su cuerpo. Se siente desfallecido y exhausto, y sus pensamientos confusos navegan entre dos aguas. -¡Se...Señor! Libérame...de este sufrimiento. Piensa.

Entonces, comienza a brotar de su garganta una tenue oración que va subiendo en volumen y que al cabo de unos segundos muere. -¡Padre...nuestro! Que estás...en los cielos...Venga a...

Alzó la cabeza, aturdido, mareado, con un dolor de mil demonios su cerebro, y cientos de agujas clavadas en su magullado y maltratado cuerpo. Respiró varias veces con intensidad, tragando aire que todavía olía a humo, a sangre y muerte.

Pensó que estaba muerto. Esto era su infierno o su cielo. Se reuniría con los espíritus de sus antepasados. Eso estaba bien, había muerto luchando, como un auténtico guerrero de su tribu. Se palmó sus miembros, empezó a recordar. La batalla contra aquellas bestias, la terrible noche pasada, la explosión cegadora del chamán blanco. Un poder inaudito, asombroso, terrible. Negó con la cabeza al ver la sangre en los dedos de sus manos; no, no le parecía que estaba muerto. El cielo era como el de siempre, se encontraba en el pueblo de los blancos, así lo atestiguaban las casas, los edificios.

Y los cadáveres. Decenas de ellos, quemados, descuartizados, restos sanguinolentos de la barbarie transcurrida en esos instantes atroces. Por algún motivo que desconocía, se puso a reír. Al principio bajito, luego con ganas, casi con histerismo. No sabía porqué, quizá al descubrir que seguía vivo, y que sus heridas, en apariencia, eran leves.

Cuando se calmó, quedó quieto, tumbado todavía. Se sentó. Miró alrededor. ¿Dónde estaban los demás? ¿Lograron escapar con los caballos? Se puso en pie lentamente, cada movimiento era un doloroso martirio. Buscó su tomahaw, no andaba cerca. * Tenía sed y hambre, la boca pastosa, la lengua seca. Debía ver si podía encontrar a alguien, dudaba que entre los cadáveres pudiera averiguar si pertenecían a alguno de sus compañeros, así que lo mejor sería echar un vistazo y luego mirar en los edificios, en la iglesia. Fue entonces cuando un ruido y un movimiento le llamó la atención. Observó curioso, se puso a andar hacia allí, pero sus piernas no respondían. Necesitaba asentarse, controlar su cuerpo. Así, primero un pie, luego el otro, empezó a dirigirse hacia ese lugar. El corazón le latían con ansiedad, no tuvo miedo, no podía ser un engendro de la noche, sino alguno de los blancos.

O eso esperaba.

El dolor es muy intenso, lacerante, cansado, aturdidor... por suerte encuentras tu tomahawk enterrado en los restos de un cadaver calcinado antes de acercarte a ver que es lo que se mueve. Cuando llegas alli escuchas un pequeño cantico, algo extraño, que surge de entre los cadaveres, como si alguien bajo ellos se moviese y cantase tratando de salir de alli. De repente una mano se alza entre los cadavere y trata de apartarlos... parece desesperado por salir de alli abajo.

Antes de que puedas reaccionar escuchas ruidos y te parece ver a una figura que avanza hacia vosotros desde la iglesia... sin duda es el rostro palido que estaba en el campanario... y esta armado...

De repente te parece escuchar ruido fuera, mas alla de la pila de carne que te aprisiona bajo ella. Es extraño, parece movimiento, quiza palabras pero nada que entiendas, y, de repente, parece que algo tira de ti pero para casi al instante y ves un poco de luz al final, entre todo lo que te rodea...

Todo a tu alrededor es un puto caos. Los restos de cuerpos, carne quemada y hedor a muerte lo envuelve todo. Es extraño pero los cadaveres siguen ahi... la explosion los esparcio por doquier y los revento por todas partes y no queda mucho que ver... el sheriff y los demas que no volaron por los aires huyeron hacia el edificio del banco con los pocos caballos que obtuvieron por lo que quiza sigan alli... los caballos al menos.

De repente escuchas ruido y te parece ver la figura de un indio entre los restos de cuerpos. Esta en pie, ha recuperado un hacha y se encuentra cerca de un monticulo de restos humanos calcinados, como moviendolo. Gracias a la luz que hay ya puedes distinguir que se trata de aquel salvaje que os acompañaba y que salvo a las putas del saloon aunque nada te asegura que siga siendo el... un salvaje es siempre un salvaje.

Aun asi es la unica persona que hay a la redonda... parece que el tambien se gira y te ha visto. Esta a unos treinta metros aun pero parece que te mira con un gesto interrogante...

Me detengo en seco y apunto de manera distraída al indio.No se si sigues siendo tu o te has convertido en uno de esos bichos,Demonios, ni siquiera se si me entiendes pero si te veo babear y dirigirte hacia mi primero te vacío el cargador y luego lo compruebo. Comienzo a caminar hacia el sin dejar de apuntar con el revolver.

Sosteniendo con escasas fuerzas  en su mano el tomahawk, renqueante, caminó despacio hacia donde se movían los cadáveres. No sabría decir si tenía miedo, o inquietud, pues su mente, agotada todavía ya que el descanso no había sido reparador, sino una inconsciencia  pesada, de pesadillas brumosas, de sueños huidizos de sangre y horror, semejaba a un desierto, vacía, solitaria, insensible.

Cerca ya de su objetivo, vio venir a uno de los blancos. Empezó a gritarle algo, mientras le encañonaba. No comprendía del todo, y el otro tuvo que repetirlo. Su cerebro dejó que las palabras formaran algo coherente, y respondió a lo que pensó que el blanco le interrogaba.

- Soy yo, Ichii, no una cosa de esas, no un demonio. Hay alguien aquí debajo, intenta liberarse. No se qué o quién es, quizá es uno de los tuyos.

Se quedó quieto, esperando la reacción del blanco, confiando en que quien quería salir entre los muertos, fuese uno de los rostros pálidos. Si no lo era…al menos no estaba solo.
 

El indio rompió el tenso silencio hablando en su jerga ininteligible y eso fue suficiente desviar el cañón hacia el lugar que me indicaba.Al menos no moriré solo aunque he de reconocer que no eras la compañía que imaginaba.Me acero hágale indiosn dejar de apuntaran montón de cadáveres.

Tras la leve presentacion de los dos supervivientes Philips e Ichii se acercan al monton de cadaveres que se removian aun. El hedor es horrendo y la carne quemada no es, para nada, plato de buen gusto en el que hundir las manos para rebuscar.

Tras un poco de esfuerzo un brazo trata de abrirse paso desde abajo y unos canticos, casi como gemidos, os dan una pista clara de quien esta ahi abajo... es el Predicador!

Tras un asqueroso trabajo para sacarle de alli el hombre aparece envuelto en sangre, restos de carne y visceras quemadas. Su aspecto es bastante lamentable y sus ropas estan quemadas y destrozadas aunque parece que sigue vivo. Aun asi sus heridas son severas...

Con el sol sobre vosotros y el cansancio de toda una noche sin dormir mirais hacia DeadTown sin saber muy bien que habra aocurrido con el resto de supervivientes.

Bajo la mugre, sangre, vísceras y chamusquina que recubren la cara del predicador en varias capas de naturaleza indescriptible, su sonrisa aflora como un amanecer sobre un campo de girasoles, radiante y exultante, a pesar de que le falten un par de dientes.

A pesar de la reticencia de los otros, Denspec les da un abrazo efusivo a cada uno. -Pensaba que el Señor me había acogido en la otra vida.

Ya más serio, medio encorvado y agarrándose un brazo, Denspec mira a los otros dos hombres con intensidad. -Gracias hermanos. Estaréis conmigo en que debemos ir a Dead Town. Pero tampoco estaría de más ir a la parroquia a por agua y a limpiarnos las heridas.

No lo dice, pero ponerse una camisa y unos pantalones intactos se le hace necesario para conservar su dignidad. Tiene la ropa totalmente desgarrada y destrozada, como si hubiese salido...bueno, de un vagón de dinamita en llamas.

Bajó el revólver y el indio suspiró. La mirada de uno se reflejó en la del otro, no eran enemigos, no al menos en este momento y lugar. Sin terciar más palabras, ambos se dedicaron a la ingrata labor de intentar liberar a quien fuese que estaba enterrado entre tanto cadáver. En una ocasión Ichii vomitó lo poco que contenía su estómago, no pudo soportar el hedor de la carne y vísceras quemadas.

Al fin sus esfuerzos dieron el fruto deseado. Era el chamán de los blancos. ¡Vivo!

Lo sacaron como pudieron, aprisa, apartando restos humanos sanguinolentos, incinerados, aguantándose las arcadas. No pudo evitar palmear en el hombro del “sacerdote”, sonriendo.

- Me alegro de verte vivo.

El chamán, herido, se puso en pie con ayuda de los dos. Ichii asintió con la cabeza a su sugerencia.

-Sí, de acuerdo. Buscar agua, limpiar cuerpo. Miraremos tus heridas, parecen graves. ¿Cómo hiciste eso, qué magia utilizaste?

EL joven indio sentía una gran curiosidad por las artes del blanco, nunca antes vio algo así. Estaba asombrado, de sus sortilegio y de que su corazón latiera todavía. De hecho le sorprendía que el suyo también lo hiciera.

Dios protege a los suyos, eh pastor?Digo con cierta ironía mientras con la ayuda del indio le ponemos en pie.Cualquiera diría que el buen Dios no le ha reclamado todavía ,al pagano y a mi tampoco por lo visto.Sin esperar respuesta aparto com la puntera de la bota los restos buscando armas u objetos de interés .

Los restos que os rodean estan destrozados. Cualquier cuerpo que mataseis antes de la explosion ha desaparecido por completo como pasase con los de otras ocasiones, como engullidos por la propia noche. Por consiguiente no hay nada mas de valor alli.

Los tres reunidos, pese a las heridas graves del indio y del pastor, alzais la vista un momento y comprendeis que el dia acaba corre y las horas de luz disminuyen con rapidez.

Aun desconoceis lo ocurrido con el resto de vuestros compañeros aunque sabeis que huyeron hacia el banco con un par de caballos al menos.

Sea coomo fuere no podeis esperar alli a que caiga la noche...

Nos lavamos con la poca agua encontrada;comimos de las provisiones que tenía el sacerdote blanco y limpiamos y curamos nuestras heridas lo mejor que supimos; luego usamos tiras de tela para vendarlas. Me sentía totalmente cansado, a pesar de haber dormido toda la noche. Pero no fue un sueño reparador, no descansé, había sido causado por la tremenda explosión y todavía sus ecos resonaban en mi cabeza, dolorida. 

No tenia idea de nuestro siguiente paso, lo que sí tenía claro es que la tarde avanzaba y pronto de nuevo estaríamos sumidos en un infierno otra vez. No podríamos soportarlo. 

-Hemos de irnos de ciudad. No tenemos caballos, así que tendremos que andar. Sin embargo no creo que podamos caminar mucho. ¿Sabes algo de los demás? ¿Los viste si lograban escapar? Cabalgaban hacia aquel edificio grande -le pregunté al que se llamaba Philips.