Partida Rol por web

Una vez acabada la pelea, me giro a Bamako.
Bueno, se acabó el espectáculo, cuando quieras nos vamos.

Desmond espera arreglandose el traje (alisando sus camisa y chaleco, tomando de nuevo su sombrero y poniéndoselo en la cabeza) a que Torch le dirija esas palabras que desea decirle hace sólo unos segundos.

El tipo del caballo me mira un tanto de reojo y prefiere mantenerme al margen. Ya estoy acostumbrado al trato de los gringos. Al parecer, el sheriff y apuesto orden y todo va a regresar a la calma según parece. Sigo con la idea en mente de entablar conversación con el surista. Por ello, renuevo el andar en dirección a su posición. Porbablemente no obtenga mejores resultados que con el jinete, pero no tengo nada mejor que hacer hasta la hora de la cena.

-  Buenas tarde señor no quisiera importunarle, tiene usted un bonito caballo - Son las palabras que salen de mi boca altiempo que me retiro el sombrero. Por alguna razón, la presencia de este hombre me intimida. Es como si tuviera al mismo diablo en su interior. Necesito saber algo de él.

El predicador suspira con cierto alivio, y se acerca al sheriff antes de que se vaya por donde había venido.

-Señor Hugh, espere un momento. Quería comentarle algo.

Denspec se vuelve y llama a Defer con la mano para que se acerque.

-El señor Defer quería contarle algo muy importante. ¿Es buen momento? Podríamos ir a la oficina.

Arquea una ceja ante el inesperado final de la pelea y esa es toda la emoción que deja traslucir su pétreo rostro.Retira la pipa de la boca y la golpea un par de veces contra el poste antes de guardarla de nuevo con gesto pausado.

 Voy de camino a la oficina del Pony Express, acompañenme - les respondo no queriendo demorar más mi visita.

Podemos hablar por el camino, si no les incomoda no hacerlo en mi oficina.

-Claro, no hay problema. Sin más le acompaña hacia la oficina del Pony Express junto a Defer.

El sheriff James se aleja de la escena dejando a Rufus que se encargue de todo, mientras el Predicador Denspec, acompañado del viejo Defer, un cazador local, le acompañan detras.

En breve los tres desaparecen de la calle...

- Esta bien, vamonos de aqui... tenemos un largo camino y mucho que hacer para prepararnos contra esos malditos indios.

Azuzo a los caballos y salimos de DeadTown en direccion a la mina. Espero que podamos hacer todavia algunos kilometros antes de que la noche sea demasiado cerrada y tengamos que detenernos, aun asi ire lo mas rapido que podamos sin perder las mercancias o dañar la carreta o los caballos. Espero que lleguemos a la mina al amanecer...

Mira al otro vaquero por si intentase algo raro para defender a su compañero y, de no ser asi, se gira hacia la señorita Boree y las chicas que han salido fuera del saloon y sonrie.

- Creo que deberian entrar... ya no hay nada que nos importe ni tenga que preocuparnos, parece que el muchacho le ha dado una buena a ese vaquero y ha demostrado que sabe defenderse bien...

Me giro a Desmond y grito.

- Vamos chico! te invito a un trago!

Desmond asiente levemente. Torch no parece dispuesto a hablar, así que con calma, vuelve hacia el Saloon.

Antonio se acerca cortes a hablar con el sudista mientras que Desmond, tras sacudirse el polvo, regresa hacia el saloon donde Tomas, Live, Petra y Marcus, le esperan mirandole.

Hank y sus vaqueros han montado en un caballo a Tukson mientras que Donald, el otro vaquero, monta su propio caballo. Parece que regresaran al rancho... no ha habido demasiado ruido que lamentar ni nada...

El enterrador Semfield parece contrariado pero sigue en los alrededores, como si de un ave de rapiña se tratase, mirando sobre todo al mexicano.

Rufus Walters, el ayudante del sheriff, sigue en la calle, revisando como se dispersan los presentes con su arma presta por si fuese necesario... es un chico un tanto nervioso...

El alboroto se despeja como una nube de arena azotada por una ráfaga de viento. Al parecer ha sido una bravuconería de chicos grandes. Percibo al enterrador en las inmediaciones aún con ansias de acercarse. No le doy oportunidad, al carajo. Esos tipos siempre me han dado mal fario. Mis pasos continuan hacia el hombre que sigue apurando su pipa como si nada hubiera pasado. Será un luchador de la guerra? O algo peor? Mi curiosidad innata me impide darme la vuelta y entrar al saloon a entumecer mi cerebro. Llego hasta su altura, pero el tipo ni siquiera me mira, es como si ya me tuviera visto. Un escalofrío me recorre la espalda.

- Buenas tardes señor. Parece que nos hemos alojado en un pueblo bastante animado eh? - Por alguna razón, mi mano ha deseado rozar el frío metal de la culata. Es como si mi mente necesitara saber que el revólver está ahí. - Mi nombre es Antonio, Señor. Antonio Díez. Usted está también de paso? -

Empiezo a pensar que estoy hablando yo sólo y que le estoy importunando, cuando una sensación desagradable se manifiesta en mí. Le he dado mi nombre a este tipo... La incomodidad se adueña de mí. Tengo deseos de marcharme y entrar al bar. Quizá sean tonterías mías y si aguardo unos instantes, la conversación con el hombre confirmará que es un oficial licenciado que regresa a su hogar.

De un puñetazo en la barbilla dejo incosciente al alborotador, dirijo una mirada y una sonrisa socarrona a Desmond diciendo

Siento mucho que uno de mis chicos haya causado problemas Desmond, sabes que ese derecho me le reservo solo para mi. ya mantendre una charla en el rancho con el.

Cargo el bulto el la grupa de mi caballo con las manos atadas a la espalda y encargo al resto de mis chicos que coja las cosas, caballo incluido, del desdichado que me sigan al rancho. Acto seguido subo a mi caballo y pongo rumbo de vuelta al rancho, con cierta sonrisa de satisfaccion en la cara como si saboreara lo que va a pasar en el rancho.

No me molesta que la gente se lo pase bien, Torch. Símplemente, debiera de vigilar la lengua cuando lleva demasiado agua de fuego en el estómago. Nada más.

Hank y su grupo de vaqueros salen al galope de la calle principal para regresar al rancho del señor O´Conner. Pronto su estela de polvo desaparece dejandoos al resto con la tranquilidad de la quietud y el frescor del anochecer...

Reimomd observa al mejicano con ojo experto.Ropa raída y sucia, manos de pistolero,carne de horca o sea el típico desperado..
Antonio diez?Ese nombre me suena de algo, ummmm.responde con aire pensativo .En fin , no me haga demasiado caso ya recordare de que me suena su nombre.En cuanto al pueblo no le falta razón y como que me llamo Reimond Philips que se va a poner aun mas interesante..Se da la vuelta y sin esperar respuesta ni aclarar sus enigmáticas palabras se dirige hacia el salón .

Mis esperanzas por conocer algo más sobre el misterioso hombre quedan frustradas. Además de una extraña tensión por ofrecer mi nombre al surista, sus últimas palabras me dejan más descolocado aún. Qué habrá pretendido decir con que se pondrá más interesante? Y si fuera un ladrón o un asesino a sueldo y estuviera buscando a su objetivo? Con la piel de gallina, ardo en deseos de que el resto de mi banda llegue cuanto antes y dejemos este lugar y nos alejemos de este tipo, que parece ser el mismo demonio.

Hay algo en él que me hace helar la sangre. Intranquilo, ardo en deseos de ir a mi habitación y acostarme. Quizá con el nuevo día, mi sensación haya desaparecido. Así pues, dejo un margen de tiempo para que el señor Philips entre en el saloon y no me cruce con él en la puerta, para acercarme y subir a mi habitación.

Hoy no habrá poker...