Partida Rol por web

VALLE DEL POLVO, PARTE NORTE.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: FINALES DE MES.

HORA: MEDIODÍA.

Las palabras de Radek son categóricas y, aunque no son nada que no esperásemos pues todos sabíamos hacia donde se dirige la tormenta y cual es el camino más seguro. De todas formas, tal como le aseguré cuando nos conocimos, es él quien está a cargo de la marcha y serán sus palabras las que nos hagan movernos o quedarnos.

 - "Ya escucharon, Famulantes. ¡Al sur, trotando!"

Comienzo a trotar tal como indicó, en fila india (no tengo ni idea de cual es el motivo de eso), directamente hacia el sur. Nuestro trabajo será adentrarnos en el valle para poder sobrevivir a esto. Sería muy vergonzoso morir por el polvo del camino cuando nuestra misión involucra un objetivo mucho más peligroso. O quizás no, depende de como se vea.

VALLE DEL POLVO, PARTE NORTE.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

​Por fortuna, la tormenta de polvo tenía un importante componente Este por lo que se fue desplazando del Este hacia el Oeste principalmente.

Unas pocas horas de avance hacia el Sur, el grupo estaba un tanto cansado, pero había dejado atrás la tormenta, si bien la cantidad de polvo en suspensión en el aire seguía siendo moderadamente alta.

Al frente, el sol relumbra sobre un cuerpo de agua relativamente grande. Es el Lago Hortz, la mayor fuente de agua potable de todo el Valle del Polvo. Seguramente la mayoría de riachuelos subterráneos que abastecen los pozos de los pueblos de la zona tengan su origen en este lago.

Otra importante fuente de agua, es el cercano Pantano de Agashi, más hacia el Oeste de vuestra posición actual. Sin embargo ese agua es agua verdosa, contaminada por plantas extrañas, y, según se dice, por un campo de esporas oculto que los exploradores Spitalianos aún no han sido capaces de localizar y destruir.

VALLE DEL POLVO, PARTE NORTE.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

-Gracias. Por estar viva.

Miró a Alejandro, a sus ojos, directamente. El azul de sus iris enmarcados en el oscuro del kohl, eran como un cielo cubriéndose de nubes de tormenta y se mantuvieron fijos en él durante un tiempo que se antojó eterno. 

-No fue fácil. Me obligué a ello, a no rendirme, a no desesperar -su torso se giró y su mirada se perdió en algún lugar del horizonte y del pasado mientras su diestra se posaba en el vientre-. Debía vivir aunque no lo deseara abrazada a la magra esperanza de dar contigo. Pasó el tiempo. Me acostumbré a vivir. Incluso sin ti. Somos animales de hábitos, Alejandro. 

La mirada regresó a él, al presente y al allí. Un gesto de su hombro y la mochila se deslizó a un lado. Hincó una rodilla en el suelo y sacó la manta que ofreció a su marido tras ponerse en pie. 

-De nada -respondió recolocándose la mochila-. Ya me la devolverás cuando esto acabe. 

Escuchó lo que Radek decía. Al sur. Un amago de carcajada brotó de la garganta de Urraca, un extraño graznido que ahogó el viento. No dijo nada. no añadió nada. Esperó a que Cyrek hablara. Y entonces y solo entonces, trotó. Lo hicieron durante horas, a un paso constante, hasta que finalmente se detuvieron.

Desde su posición, una lámina de plata de extendía en una promesa de humedad y frescor. Sacó la cantimplora y bebió a pequeños sorbos. Necesitaba rehidratarse tras aquella carrera. Cuando acabó, se la tendió a Alejandro con una mirada interrogativa.

-Radek, ¿nos acercaremos a ese lago? Me gustaría llenar mi cantimplora. Nunca se sabe cuándo se contará con otra oportunidad igual. Famulante Cyrek, ¿le parece bien? 

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AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

Correcto, asintió Radek a las palabras de la mujer. Solamente parecía tener ojos para el juez. Radek no sabía lo que era eso. Solo tener ojos para alguien. Sentía algo extraño. Una buena carrera. Al agua se acerca mucha gente extraña. Mucho cuidado. Hemos tenido suerte con la tormenta. Seguía con su masticar distraído. Vamos al paso, entonces. Comeremos al llegar. ¿Tienes prisa, Famulante Cyrek? Dependiendo de si quieres forzar la marcha tomaremos uno u otro camino, pero no es bueno andar de noche.

Se entretuvo observando las orillas del lago, por si había signos de vida.

Luego caminó observando las cercanías también con mucho interés.

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AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

El Pantano Agashi. Una buena recompensa para saciar la sed después de una buena carrera que les había hecho falta para dejar atrás con éxito la tormenta de arena. No obstante no debían precipitarse y Ardek tuvo el buen juicio de pedir precaución. Y de sugerir que mucha gente podía acercarse a aquel sitio. Después de todo, todos necesitaban beber y una parada en ese sitio podría ser obligatoria para muchos seres que poblaban el norte del Valle del Polvo. Y tal vez no todos fueran tan amistosos como ellos.

No hizo falta indicar al explorador que echase un vistazo por si ellos no habían sido los únicos en asomarse por allí en las últimas horas. Tal vez hubiera rastros de otros individuos y resultaba importante para el grupo saberlo.

Con paso lento se acercó a la orilla, echando él también un vistazo y atento de que no hubiera riesgos para los presentes.

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AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

Después de avanzar por horas, conseguimos dejar atrás la tormenta y el peligro inminente que significaba para nosotros la idea de quedar atrapados en ese polvo suspendido y arrastrado con violencia. Estamos cansados, pero bien. No es nada para lo que no hayamos estados entrenados.

Finalmente llegamos a una gran masa de agua. Es un lago y sus aguas no parecen ser peligrosas para nosotros, más aun, necesitamos recargar nuestras provisiones de líquido pues el Valle del Polvo no tiene su nombre en vano y no sabemos cuanto más tengamos que depender de nuestras cantimploras.

Al acercarnos, Urraca pide permiso para acercarnos y cargar su cantimplora, a lo que Radek responde con una llamada a tener precaución. Respondo asintiendo:

 - "Acerquémonos. Tal como Radek dice, debemos tener cuidado pues el agua es punto de reunión, tanto de personas como bestias y muchos de ellos son peligrosos. Ojos atentos y armas prestas."

Luego el apocalíptico habla acerca de dos posibles rutas, por lo que respondo con sinceridad:

 - "Nuestra misión tiene prisa pero no pienso comprometer la integridad del grupo por una marcha forzada. Una vez que lleguemos a destino, quizás debamos combatir y quiero que estemos en condiciones de ello."

Que Radek decida cual es la ruta más apropiada para equilibrar velocidad y dificultad. Sé que probablemente llegaríamos mucho más rápido por una ruta más difícil y una marcha forzada, pero nuestra misión será un inequívoco fracaso si no llegamos a destino en las condiciones necesarias para plantar cara al desafío que nos aguarda.

VALLE DEL POLVO, PARTE NORTE.

AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

​El lago tiene un aspecto bello y cristalino en la distancia, pero de cerca es menos hermoso, al llegar a las orillas de blando fango desagradable, y buena parte del agua está cubierta de cierto limo y polvo. Por doquier hay huellas de humanos y bestias, aunque no se percibe a nadie más que vosotros en este momento.

En un momento dado, Radek abate a un pato de una pedrada. Varios más huyen. El guía Apocalíptico chapotea en el fango y trae el pato muerto agarrado del cuello.

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AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

En cuanto Cyrek convino en la conveniencia de alcanzar el lago, Urraca siguió los pasos de Radek, a una distancia ni excesiva ni próxima. Al igual que él, observó cuanto se extendía ante ella, atenta a cualquier riesgo que pudiera alzarse. Y conforme se fueron acercando, la realidad demostró una vez más que en la distancia, todo son ilusiones y espejismos. La belleza aparente del lago desapareció con el hechizo de la proximidad. Y allí donde todo parecía un espejo de plata, el agua se tranformó en limo y polvo.

Los pies de Urraca avanzaron por la orilla fangosa. El sonido húmedo de la succión del barro a cada paso enervaba a Urraca que veía en aquello suciedad y enfermedad. Las huellas de animales no hicieron sino acrecentar su desagrado.

-Esto es un foco de infecciones -sentenció-. El limo, el polvo, los orines y excrementos de las bestias que han abrevado por aquí. Deberemos purificar el agua, hervirla, antes de consumirla -comentó a sus compañeros famulantes, quienes sin duda entenderían su prevención.

En aquel punto, pudo observar por el rabillo del ojo un veloz movimiento. El brazo de Radek se movió con la sequedad de un látigo y la piedra lanzada abatió un pato. Urraca le miró con una mezcla de sorpresa y admiración, mientras este corría a recoger su presa y la traía cogida del cuello, sin afectarle el mojar sus prendas y calzado. 

-Notable puntería -afirmó al tiempo que deslizaba su mirada azul hacia la ballesta-. Un adversario temible, llegado el caso, Radek. El lago lo ha demostrado y tú lo has confirmado. Las apariencias engañan -sus ojos se desviaron brevemente para mirar fugazmente a Alejandro. ¿Mintieron? ¿O la mentira era el presente? No deseaba pensar en aquello.

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AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

Se encogió de hombros. Es bueno haberte engañado. Puntería tiene cualquiera. Desplumaba el pato mientras tomaba nota de las recomendaciones de la mujer. Pero el lago era grande y no era fácil envenenarlo con unas pocas meadas. Él había bebido muchas veces y lo único que había tenido que hacer, fue adentrarse un poco para llenar la cantimplora. Sin embargo, mientras masticaba las vísceras del animal todavía calientes dijo: supongo que querréis un fuego. Lo haremos cuando lleguemos a un refugio. Haremos el fuego en un agujero, con madera seca. Sin humo y por la noche. Lo mantendremos justo lo necesario para que sirva, y luego habrá que enterrarlo. Dormiremos juntos para darnos calor.

Había consumido ahí mismo las partes menos agradables del animal. Incluso había chupado algunas plumas todavía sangrantes. Lo había desangrado a base de chupetones. Las alas, las patas, las vísceras (incluso la bilis), la cabeza (con un agradable crujido entre sus dientes). Parecía satisfecho. Pasó un escarabajo frente a él, y se lo comió como si fuera una golosina. Lo que quedaba de la presa, se lo entregó al resto del grupo para que lo repartiera. Quizá había para una persona, acaso dos.

Yo no necesito fuegos. ¿Tenéis comida? Si no tenéis comida, acecharemos alguna otra cosa. También podéis pescar. Pero rápido. No dormiremos a la orilla, sino un par de horas de camino hacia ahí, señaló hacia un lugar donde parecía haber elevaciones rocosas.

Llenaré las cantimploras de todos. Bebed el agua que tengáis limpia.

Llenó su cantimplora y las que le dieran. Entró lo bastante en el lago para eso, quitándose los pantalones para no mojarlos. Aprovechó para limpiarse la cara y las manos de sangre y otras cosas.

Sin todos sus trapos, parecía un hombre mucho más joven de lo que se hubiera esperado. Incluso podía ser guapo si no fuera demasiado adusto.

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AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

Las huellas no arrojaron nada anormal y no observaron nada especial por las cercanías, pudiendo permitirse el rellenar las cantimploras y Radek, incluso, cazar un pato.

Agradeció al explorador que compartiera su presa con ellos. Tenían víveres para varios días, pero al no ser tan perecederos como la carne del ave, se almacenarían para más tarde, dando cuenta de lo recién cazado. No tuvo problema en comerse un muslo crudo. De chaval, en su aldea polen, lo hacía con frecuencia y aunque con el Spital esa práctica fue casi abolida por el temor de la falta de higiene, Gerik solía practicar eventualmente esa bárbara costumbre. Generalmente cuando realizaba las rondas en solitario por los pueblos. Ya fuera porque lo cazaba, ya fuera porque se lo ofrecían alguno de los lugareños, acostumbrados a comer crudo.

Lo que no te mata te hace más fuerte, pensó mientras deglutía la carne del ave.

Cuando Radek se internó en el lago en busca de limpieza y agua, el famulante se dedicó a montar guardia. A uno lo dejaba bañarse, a dos tener unos momentos íntimos y al último pensar en las órdenes recibidas y el siguiente paso a dar.

Gerik, cuanto dejas. Si es que eres de un generoso...

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El Famulante Cyrek constata que algo más alejada de la orilla, el agua del lago está razonablemente limpia, muy en especial si se hunde la cantimplora a una profundidad de medio metro aproximadamente, para evitar los sedimentos limosos. Localiza además unas plantas acuáticas que no sólo son perfectamente comestibles, sino que tienen un agradable sabor dulce y un empalagoso olor perfumado. Sabe que no se pueden comer dos días seguidos, pues al segundo producen indigestiones, pero suplementarán la dieta de hoy perfectamente.

Gerik se mete en el agua y trata de ayudar a su superior a recolectar flores, pero a punto está de ahogarse, y son finalmente Urraca y Radek quienes le salvan la vida.

Mientras Gerik sólo puede sacarse agua de la nariz, Cyrek localiza algo en la orilla sur del lago. Le parece que es un carro, aunque el único movimiento alrededor que se ve son unos cuantos cuervos carroñeros. Cuando su jefe lo señala, Urraca también alcanza a ver el carro. Es intrigante. Nadie dejaría un carro abandonado aquí si pudiera evitarlo. Incluso los tablones de madera de un carro roto pueden servir para construir un vallado o reforzar una choza. Bordando el lago por el Oeste, sería posible alcanzar la orilla Sur en cuestión de media hora, caminando a buen paso.

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AÑO: 2595.

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DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

Urraca negó con la cabeza ante la pregunta de Radek de si tenían comida al tiempo que eltendía su cantimplora tras dar un largo trago. Ella al menos no. Sin embargo, y a diferencia de Gerik, no estaba dispuesta a comer carne sin cocinar. Prefería esperar a que acamparan y cenar lo que fuera hecho al fuego, y ayunar el resto del día.

Se acercó a la orilla, observando el lugar, en tanto que los Cyrek recogía algunas plantas. Un súbito chapoteo, hizo que volviera la cabeza. Una carcajada espontánea y argentina brotó de entre sus labios al ver al polen emerger del agua, tosiendo y escupiendo, lo que no evitó que se adentrara en las aguas para ayudar a su líder de equipo a saca a este de las someras aguas.

Y mientras Gerik, se sonaba ruidosamente los reblandecidos mocos, Cyrek señaló un punto al sur del lago. Urraca forzó la vista y alcanzó a ver lo que él había visto.

-¿Un carro, verdad? -preguntó buscando la confirmación-. Y cuervos a su alrededor -una vaga sensación de alarma recorrió su columna desde la nuca-. ¿Quizá presencia de cadáveres? No es natural ver un transporte abandonado y sin rapiñar. Quizá hayan sido atacados recientemente -elucubró.

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AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

No supo como pasó. Cuando acudió al agua por las señas hechas por sus compañeros para recolectar plancton, al poco de entrar en la masa líquida notó cómo la dura base de piedra se deslizaba y caía. A un sitio algo más profundo, al parecer, y Gerik caía con él. Debía ser una traicionera y pequeña hondonada, pero que se introducía de golpe un metro más abajo. El polen no le hacía ascos al agua, pero nadar con su impedimenta puesta era harto complicado. Para más inri la sorpresa le pilló con la boca abierta y tragó abundante agua.

Pronto sintió unas manos que le agarraron con fuerza y le sacaron a un sitio donde no cubría más que la cintura. Gerik asintió en gratitud a sus compañeros famulantes mientras tosía y se esforzaba por expulsar el agua mucosa por la nariz. Le costó un minuto recuperarse y ver qué miraban todos: un carro abandonado con cuervos revoloteando, en el otro lado de la orilla del lago.

- Eso apostaría yo - respondió a su compañera mientras salía de las inseguras aguas, hacia la orilla, sacudiéndose la humedad.

Al menos te has dado un buen baño.

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MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

Consultad antes de hacer tonterías. Había ayudado a sacar al hombre como mejor había sabido, tanteando con la mano bajo el agua lodosa: por los pelos. Se desprendió de unos cuantos de ellos dejándolos en el agua. Pelillos a la mar. ¿No se dice así? Radek no había visto el mar en su vida. Se preguntaba cómo sería. Las algas le parecieron bien. No encontró mejor lugar donde guardarlas que su propio estómago: a puñados, una buena cantidad. Masticaba concienzudamente. A dos carrillos.

Cuando se descubrió el carro, mirando dónde señalaban Cyrek y la Urraca, meneó admirado la cabeza y se deshizo del bolo alimenticio, tragando con soltura. Tienes buena vista, Famulante. Un carro. Carroña. Si yo fuera un carroñero en busca de algo más que carne, dejaría el carro donde estaba y me apostaría cerca, para ver quién viene a por él. Como cebo. ¿Por qué dejar pudrir una buena carne? ¿Por qué dejar un carro abandonado? Meneó la cabeza. Tenemos un camino. Creo que no debes desviarte de él.

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AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

El lago no se veía tan prometedor al ser escrutado desde la cercanía, pero tampoco era muy distinto de lo esperado al considerar su ubicación. Indico lo que veo al resto, para que noten por si no era claro:

 - "Un poco hacia el interior y a cierta altura, se puede recolectar agua limpia. Recuerden, que toda toxicidad se basa exclusivamente en la concentración de los compuestos. Luego, herviremos el agua y será completamente potable."

Asiento a Radek en su intención de llenar las reservas de agua y doy a Urraca una mirada de aprobación por su juicio acerca de la forma correcta de consumir el líquido. Su visión es apropiada para los estándares del Spital. Saco mi cantimplora y bebo el contenido antes de entregársela a Radek al momento de hablarle:

 - "Necesitaremos hacer fuego para hervir el agua y cocinar lo que sea que consigamos encontrar. Cumpliendo esos mínimos, podremos apagarlo sin problemas."

De la misma forma, miro con desagrado la forma en la que Radek consume el animal, pero con cierta indiferencia pues no espero más de un apocalíptico. Por otro lado, cuando Gerik lo imita consumiendo carne cruda de un animal cuya crianza y contagios no se pueden comprobar, le miro con manifiesta desaprobación, acompañado de un gesto de negación. Eso no va de acuerdo con nuestros protocolos y esa clase de conductas solo demuestran cuan lejos está el famulante de integrar realmente las enseñanzas de y creencias de nuestro colectivo.

Pero no dije nada pues no lo pondría en vergüenza frente a personas externas a nuestro colectivo.

"Los trapos sucios se lavan en casa."

Me giro, dándole la espalda mientras se acerca al lago para así cambiar de vista y aire, dejando de pensar en lo incorrecta de su conducta, cuando escucho mucha agitación en el agua. Me giro para ver como Urraca saca a Gerik del agua. No entiendo mucho la escena que veo pero niego nuevamente con la cabeza, obviando comentario alguno.

"Esta misión será más difícil de lo que esperaba y no precisamente por las capacidades del enemigo."

Entonces veo aquellas pequeñas algas y las recojo. Las reconozco como buen alimento, por lo que guardo un buen poco de ellas para así poder cocerlas llegado el momento. No me arriesgaré a comerlas sin una preparación apropiada pues uno no sabe cuantas enfermedades pululan en este sitio, sin considerar la siempre amenazante sepsis.

Es en ese momento que veo aquel carro. Lo señalo y el resto lo puede divisar. Radek de inmediato comenta lo que piensa, por lo que le respondo:

 - "¿Crees que es una trampa? Parece que puede sernos de utilidad lo que haya ahí. ¿No crees que valga la pena el riesgo, considerando que somos un grupo numeroso y bien armado?"

La verdad es que para uno o dos viajeros, probablemente sería muy peligroso acercarse, pero somos cinco personas bien armadas y todos con entrenamiento. No creo que Radek lleve una ballesta como esa sin saber utilizarla, siempre se puede confiar en la capacidad de combate de un juez y los tres famulantes presentes hemos superado tanto entrenamiento como combates reales, por lo que somos temibles con nuestros desplegadores. Tendría que ser un pelotón para considerar atacar a un grupo como el nuestro.

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MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

Tenía mucho en lo que pensar. El corazón, o las entrañas, o lo que fuera, le había dado un vuelco al ver a Urraca, y cada minuto, la herida, en vez de disminuir, aumentaba. Era un sentimiento extraño, de una profunda irrealidad, que amenazaba tragárselo por completo.

Pensaba Alejandro que realizar cualquier acto para el que no estaba demasiado preparado iba a ser sinónimo de fracasar y se abstuvo de hacerlo. Además, había obligaciones primero, la esencial, evitar que esa tormenta de arena las atrapara. Por ello aceptó la ayuda de su esposa, con un asentimiento de cabeza, y tras extender la mano y ayudarla a incorporarse, se limitó a avanzar, siguiendo a la mujer a la que, hacía tantos años, había entregado el corazón.

Esa idea, esa imagen, romántica, le hizo sentir cierta vergüenza de sí mismo. El corazón era un órgano ingrato que bombeaba sangre hasta que lo destruían, y que no... Estupideces. Estaba pensando estupideces cuando debía estar pendiente de protegerlos. Ahora más que nunca. Reprimió el deseo de maldecir, y siguió avanzando.

Su mutismo no sufrió variación al llegar al lago, ni siquiera cuando el apocalíptico abatió el pato. Sí se permitió dar un buen trago de agua a su cantimplora. Y sí se levantó para intervenir cuando uno de los compañeros de Urraca pareció a punto de ahogarse, pero su esposa y el líder de los spitalianos fueron más rápidos. Sólo cuando surgió el tema del carro dio su opinión.

- En otras circunstancias debería investigar ese carro. Sean gentes necesitadas de ayuda, sean maleantes, el código es claro. Sin embargo, la obligación de proteger esta comitiva es prioritaria. Sin duda, acercarnos a ese carro es un riesgo. No obstante es cierto que puede tener en su interior objetos que ayuden a nuestra misión. Si vos queréis- miró al Famulante Cyrek al decir esto- me acercaré el primero. Probablemente soy el que más posibilidades tiene de sobrevivir si es una trampa, o si hay un enemigo en el interior del carro o en las cercanías. Los demás podéis cubrirme, y atacar si hago saltar a quien quiera que pueda buscar pendencia con nosotros.

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AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

No soy un guerrero, Famulante Cyrek. Tiro bien, claro, y mis hierros matan. Pero eso puede decirse de demasiada gente. Ahora soy vuestro guía y, si deseáis ir donde el carro, habrá que ir donde el carro. Mi única condición es que no se me presenten las cosas por sorpresa y sin haberlas planeado. Puedo admitir que nos desviemos del camino si entra dentro de lo razonable.

He pensado que también pueden ser víctimas de alguna enfermedad. Eso también explicaría la situación.

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MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

Necesidad de ayuda, una potencial celada, enfermedad... Las opciones eran muchas y variadas. Todas válidas y a un tiempo ninguna. La realidad siempre se presentaba envuelta en una bruma y solo al hacerse inmediata, delimitaba sus perfiles, haciéndose evidente. En ocasiones, en muchas, con resultados fatales.

No intervino en la conversación acerca de la conveniencia o no de acercarse al carro y el peligro que este entrañaba. No obstante, la escasa posibilidad de que alguien requiriera ayuda revolvía las entrañas de Urraca. Pero tenían una misión, un objetivo cuyo cumplimiento era, sin duda, más importante en el espectro de spitaliano que el averiguar las circunstancias que rodeaban el abandono de un carro en la orilla de un lago.

Acercarse a él no les demoraría en exceso. Media hora de recorrido a buen paso y alcanzarían a conquistar la verdad y a vivir las consecuencias de tal conocimiento.

La voz de Alejandro se elevó en el silencio y lo que dijo erizó el vello de Urraca. No podía impedirlo. Ni siquiera se opondría. Pero aquella expedición en solitario y en vanguardia, despertaba viejos temores, el olor del fuego, los gritos, la sangre. Ya no era aquella hija de nobles, sino una famulante entrenada, pero el temor era un viejo amante capaz de reclamar atenciones en los momentos más inesperados. Radek mencionó la enfermedad y Urraca miró a Cyrek. Solo aquella posibilidad le llevaría a arriesgarse. O eso creía.

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DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

Las opiniones parecen divididas y los diversos miembros del grupo tienen diversas maneras de ver lo que puede ser tanto una amenaza como una oportunidad. Pero por sobre todo, para un Spitaliano como nosotros, también vemos deber.

Respondo a Alejandro lo que indica:

 - "Por ningún motivo estaré de acuerdo con que se aventure en soledad. Estoy seguro de que no se equivoca en que es el que mejor oportunidades tiene, pero estoy aun más convencido de que muchas más probabilidades tenemos si estamos todos juntos y cohesionados. Por otra parte, su misión es escoltarnos pero en ningún caso asumir riesgos por nosotros. Se lo agradezco pero debo declinar a su propuesta, aceptando gustoso si desea acompañarnos en caso de acercarnos."

Veo la mirada de Urraca y creo que está más o menos de acuerdo conmigo. La mujer es considerablemente inescrutable, mientras que Gerik no ha reaccionado en lo más mínimo a la situación.

Miro a Radek y le comento:

 - "Somos Spitalianos y, aunque tenemos una misión en este momento, no podemos ignorar lo que el Spital nos enseña y nos inculca, pero es usted quien tiene la última palabra como guía y, a quienes aceptamos voluntariamente como al mando en los asuntos de nuestro viaje. Doy aprobación para acercarnos a investigar siempre y cuando usted esté de acuerdo. Si nos da su aprobación, los Spitalianos y el juez, si él lo desea, nos encaminaremos en esa dirección. Usted es dueño de la decisión y de sus actos posteriores."

Echo una mirada en esa dirección. Pienso que es un peligro pero nuestro colectivo no es solamente de exterminadores sino de científicos y sanadores. Debemos investigar, sanar y purgar allá donde se necesite y hacer ojos ciegos por una misión particular, dejaría al Spital mal reputado frente a los externos, cosa que no deseamos.

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AÑO: 2595.

MES: ENERO.

DÍA: 29.

HORA: MEDIA TARDE.

La unión es fuerza. La unión es seguir vivos. El fuego purifica.

Urraca repetía mentalemente, una y otra vez, aquel mantra particular, una forma eficaz de concentrarse y evitar una crisis de voluntad que le llevara a adoptar una actitud inadecuada o a dejar que su boca dijera lo que pensaba. Era una famulante. El Spital su hogar.

Y aun así, por algún resquicio, la vieja naturaleza hibrispana anterior a su voluntaria entrega al Spital, purgaba por salir. Alejandro de Burgos era su escolta, no un acompañante, y como tal asumiría riesgos. Y Radek, su guía, un hombre que acabaría sus días padeciendo los efectos de su conv¡vencia con la impureza, las esporas y demás males que azotaban aquellas tierras. Y, sin embargo, su líder de misión, el famulante Cyrek, se rebajaba a solicitar su aprobación para obrar como correspondía. ¿No era aquel el famulante que había crecido en el Spital, permeado desde su infancia por los principios de este?

Con el rostro de una esfinge, Urraca permaneción inmóvil, aguardando.

La unión es fuerza. La unión es seguir vivos. El fuego purifica.