Partida Rol por web

Es un ritual de necesidad... -comentaba-, la villa de Yepes es pobre, pero aun así desgraciada en su alma si llega a practicar estos ritos por hacerse con beneficios... claro que... es eso o morirse de hambre...

Henry...¿como vas? ¿has percibido algo?

La incredulidad que debiera haberle producido la desaparición repentina del ser, es sustituida por las ilusas explicaciones sin fundamento, y a la vez, reservada para el momento en que las palabras del fraile llegan hasta sus oídos.

¡¿Ese viejo loco está justificando esta blasfemia?!, espero que esto sea la prueba definitiva para saldar mi deuda...

Saldar la deuda, esas palabras retumban en la cabeza de Tintoreto, fundiéndose con los cantos blasfemos y las danzas de los fornicadores, hasta tal punto que una macabra melodía martillea con fuerza sus tímpanos impidiéndole si quiera comprender lo que el padre le pregunta con rostro interrogante.

No comprende nada, sólo ve las bocas hablar sin decir palabra alguna, no ve nada, tan sólo el miedo en sus compañeros y la desvergonzada lujuria en los pecadores, no cree en nada, sólo en que Dios es el único capaz de obrar milagros y todo lo demás que escapa a la razón ha de ser artimañoso por necesidad.

No atiende a razones, tan sólo aprieta sus dedos contra la empuñadura de la espada y abandona su improvisado escondite mientras corre hacia la hoguera con los ojos inyectados en sangre.

-¡¡¡En nombre de Cristo, los herejes han de ser purificados!!!.

Y el martilleo se vuelve más fuerte, sumándose a la inestabilidad de su cuerpo al correr sin control. Hallarán la purificación en el filo de su espada, y el será recompensado con la salvación... todo lo demás, carece de importancia.

Cuando veo a Henry correr hacia los paganos ardo en deseos de ayudarle, busco atientas un trozo de madera o algo que me sirva para mandar un par de desdichados al infierno.

Henry asoma en el claro a los pocos minutos de que Surgat desaparezca. Al irrumpir en el claro das con todo el mundo desarmado.

¡Henryy! -grité. Esperaaa!

Me llevé las manos a la cabeza. Instintivamente me levanté, cogí un canto grueso de entre mi posición y alenté a Zabala para que se levantase, al tiempo que lo hacía yo. Mis vestiduras ondularon precipitosamente, al tiempo que los pocos maravedís que llevaba encima resonaban chocándose.

Me dispuse a correr hacia donde lo hacía Tintoreto, hacia el centro de la hoguera. Debía parale... o ayudarle. La fe en El Señor era mayor que cualquier otra cosa...o casi cualquiera; ese chaval era como un hermano, un hijo, aun estando a mi cargo. No podía dejar que un herétipo profanador de mentes le hiciera daño...

Aaaaaahh! Herejes!! -grité echándome a correr hacia la escena.

Cuanto mayor herejía haya cometido el pecador a ajusticiar, mayor satisfacción obtendrá Dios, y mayor premio sacará Tintoreto de todo este asunto. Sin dudarlo un instante se abalanza sobre el Padre Javier.

Pero hice otra tirada buscando armas, pensaba que todos habian visto lo que yo, de todas formas ya es tarde, moriran todos.

Paganooooooos!!!!!!!
Me lanzo contra Miguel.

Henry irrumpe en el claro, el Padre Javier petrificado y los demás asombrados no puede reaccionar. Henry taja el pecho del cura con su espada.

Inmutable ante la reacción de los condenados, Henry continúa lanzando tajos y estocadas a diestro y siniestro intentando que los ojos del siervo del maligno dejen de reflejar su figura.

Jadea debido al gran esfuerzo y pequeñas motas de sangre cubren sus ropas, esta es una lucha sucia, nada que ver con las leyendas de heróicos caballeros de brillante armadura, aquí se atraviesa la carne blanda y esquiva con el frío metal... sin remordimientos.

que lanzo para atacar yo?

Una elegante finta y la espada se clava en la pierna derecha del cura que lanza un grito de dolor y cae desmayado al suelo a causa de las heridas. Al caer el brazo de oro se parte en varios trozos que se desparraman por el suelo.

Ahora podéis ver con claridad a los copuladores son Francisco y Carmen ( los padres de Maribel) , Miguel y Anselmo el leñador y otras dos mujeres que no conocéis.

Parece que todo el pueblo estaba implicado.

Ataco al que mas cerca tengo con mi puñal.