Partida Rol por web

Veo que el muchacho se esta alimentando. Dice el hombre de manera fría. Querida sí deseas puedes salir, necesito hablar con él... ya sabes... ya podrán hablar.

La mujer acepta y sale del cuarto.

Tienes una madre adorable, se rie,  muyy adorable. Cuando dice eso no sabes que pensar. Ella te escogio... pero yo fuí el que decidi darte un regalo...

¿qué regalo?

se rie... ya no eres humano amigo, y nunca lo serás, eres superior ...

Tu madre es una vampira desde hace años, y viajo a estas tierras pero nunca te quito de vista, quería que crecieras, quería que te fueras un hombre para poder darte esto...

Desde hace mucho sabiamos que ibas a ser vampiro... fuiste escogido...

Lo que dice es frio y duro para tí.

Ahora bien, ella es tu madre humana, pero tu padre en este mundo soy yo... no importa sí muero, nunca me olvidarás... siempre sere parte tuya...

Eres parte del sabbat, y serás libre, podras alcanzar lo que gustes, podrás hacer lo que quieras, MENOS  traicionar tu sangre... sí lo haces, cosas peores que la muerte existen.

Y como eres parte de mi sangre, has heredado mis poderes, te mostrare una cosa.... algo que me orgullece.

El hombre se quita  unos guantes que tiene  y te muestra su mano. Es una mano belluda y con garras como las de un lobo o perro... los gangrel adquirimos caracteristicas animales, a veces, y esta mano me ha forjado un crédito..

Me llaman garralimpia... ese es mi apodo...

Tu tambien tendrás mis poderes, eres gangrel... y pronto tus garras desgarraran la carne de los vivos.

Dice de manera fría.

Frustrado agita sus cadenas intentando liberarse desde el suelo mientras gruñe. Incluso mientras habla sus palabras recogen violencia y un espiritu indomito.-¿¡Un vampiro!?. ¿¡Un guerrero!?. Mira niña. He trabajado muy duro toda mi vida para ser ahora el guerrero de nadie-. Se pregunta porque demonios le habran elegido a el robandole su vida y que derecho tenian. Desgraciadamente el mismo sabia la respuesta a su pregunta: Lo habian hecho porque tenian el poder de hacerlo del mismo modo que la ley natural impone al fuerte sobre el debil. Ahora miraba su vida pasada con una nueva perspectiva y despreciaba lo que habia sido por no ser lo suficientemente fuerte para escapar de aquel juego. Todo lo que olia a pasado apestaba a debilidad incluso su anteriormente querida Daniela. Durante todo ese proceso de autodescubrimiento del nuevo yo parecia que la figura de Josefina como objeto de sus iras se disipaba frente sus asuntos personales y aunque se devorase por dentro aparentaba estar más calmado

La vigilia. Dos rendijas como ojos abiertos que intentan observar un poco más allá. Oscuridad. Una mano que se mueve, y la otra, una pierna y dos. Cadenas. Eslabones que tiran hacia abajo, que jalan. ¿Otra vez? Tiempo de recuerdos, tiempo al tiempo. Dolor. El cuerpo duele como las nauseas luego de la picana. ¿Por qué otra vez? Jaula. Una vez más atada en las filas de la tortura. ¿Una vez o esa vez? ¿Es que acaso no es una pesadilla, de las tantas que las noches traen consigo? Porque la inquietud es la misma. El malestar es el mismo. Las cadenas son las mismas. El aire falta también. El hambre acecha, también. La vida se extingue.

... no. No es lo mismo.

Natalia parpadea, aunque es más un reflejo que una necesidad. Las sensaciones se confunden, son tan extrañas que no puede ser más que un sueño. Una de las tantas pesadillas, donde ella a veces no es ella, donde ella a veces no es más que una cáscara compuesta de materia, fundida con el metal de las ataduras. Natalia no se siente ella, pero tampoco se sentía así luego de una sesión de tortura. La mente se desdoblaba, era como estar observando dentro de una caja aislada dentro de su propio cuerpo. Las sensaciones se confundían. Como ahora. Pero, no, no es lo mismo.

Se incorpora, y descubre que tiene algún rango de acción. ¿Pero qué es ese grosor de cadenas? Es una pesadilla, obviamente. No será la primera vez que sueña que la encadenan eslabones que tienen el tamaño de barcos. La urgencia por beber es arrasadora, pero, ¿agua? ¿Habrá agua? No, no hay sed de agua. No hay hambre de comida. Hay otra cosa. Será la confusión. Serán las nauseas. Esos hijos de puta deben haberla torturado mientras estaba inconsciente. Esos hijos de puta, deben haberle...

La puerta se abre, y Natalia reacciona de inmediato. Las cadenas gimen cuando las jala, pero antes de que pueda pensar en hacer algo, escucha caer al hombre. Más bien, escucha caer al líquido. Porque sus ojos observan el uniforme primero, y luego la sangre que cae por su rostro. No le interesa ver quién es: todos son iguales. Todos son anónimos, como ella misma lo era, como lo era Julia, como lo era Joaquín, como también debió serlo Llúcia. Son sólo un número. Bondad por bondad. Y ahora, ese hombre es también sólo un número. El número de gotas que cae rondando por su mandíbula. Gotas.

Sed. Sed de eso. Sed de rabia. Rabia, rabia y rabia.

Rápido. Más rápido de lo que su mente puede pensarlo, si es que su mente piensa, Natalia se ha acercado. O es que el hombre se ha acercado a ella. No, no es un hombre. Sólo es una vena que salta contra sus dientes y un torrente de calor que cunde contra su garganta, y gemidos de éxtasis contra sus oídos. Vena que salta y salta mientras los gemidos se vuelven gritos, y se van volviendo silencio, mientras las gotas dejan de rodar. Más, más y más, más, y la furia, y la locura, y el dolor y el poder, y el gruñido porque se acaba, porque en la boca ya sólo queda el gusto a piel y arena, porque no queda más.

Natalia parpadea, porque esta vez lo necesita. Sus labios rojos de sangre, su rostro, sus manos, su cuerpo. Como aquella vez, en aquella casa. En aquella cama. Como el comisario. Sólo que esta vez no hay mujer que lo llore, ni que grite por ayuda. El cuerpo yace muerto frente a ella, solitario, triste y final. Pero esta vez no ha sido un cuchillo. Gotas que caen de sus colmillos, aún, rodeando el borde suave de sus labios. Gotas que caen sobre su sweater manchado. Caen como el cuerpo al suelo. Gotas.

Le ha matado. Se lo ha bebido.

Levanta la mirada a su alrededor, hacia la puerta, y tira violentamente de las cadenas.

- ¡¡Suéltenme, hijos de puta!!

Fernanda se encogió sobre sí misma cuando Agustín entró en la habitación. Le creyó cuando dijo que la mataría con un solo dedo. Le miró hipnotizada, asintiendo en cada amenaza. Estaba aterrorizada. Aquella mano... aquella mano podría haber sido la suya. Pero Agustín no iba a matarla si se portaba bien, decía. Iba a permitir que viviera. La había convertido en un vampiro o algo así, pero iba a vivir. Fabiana estaba muerta, pero ella viviría... si obedecía en todo.

-Haré todo lo que tú me digas, Agustín -dijo Fernanda mientras le bajaban por la mejilla dos gruesas gotas rojizas-. Todo lo que tú me digas, te lo juro. No quiero que hagas una silla con mis huesos. No voy a intentar matarte.

Si él le decía que bebiera la sangre de Fabiana otra vez, lo haría. La experiencia había sido traumática, pero no asquerosa. De hecho, lo había gozado a pesar del estupor y del terror. Todavía no había terminado de comprender lo que quería decir con lo de vampiro, pero no lo había pensado a fondo. Estaba muy ocupada intentando mostrarse dócil y servil.

Con tus gritos se abre la puerta y un hombre joven entra. Lo reconoces... él te mordió. Relajate niña...¿quieres?, su actitud era calmada y como sí no le importara nada. Estas amarrada por histerica que sos, pero te quitare las cadenas cuando dejes de comportarte como una fiera... la voz del joven es fría, en realidad pareciera que detrás de su semblante rebelde, se encontrara alguién calmado y pensativo. El hombre  te mira con curiosidad. Mi nombre es Mateo, supongo te interesará pues es quien te ha regalado esta nueva vida,  hace un gesto como sí se riera, la verdad es que estas muerta y ya no eres humana, pero bueno... eso ya lo sabías.

Somos vampiros, bebemos sangre de idiotas como ese que acabas de matar,  hace una mueca, no te sientas culpable por esa basura, cuidaba estudiantes secuestrados como tú...

Hay mucha gente podrida aquí niña, pero yo... bueno yo no me trago nada entero.

El hijo de puta que buscas lo tengo localizado, se donde encontrarlo pero te lo daré a tí para que hagas lo que gustes con él... mientras tanto, tendrás que prepararte...

Perteneces a un grupo selecto y poderoso... somos sabbats, y tú y yo somos de una clase flexible, sin ataduras, pero con honor, nos llaman  Caitiff, otros Panders... pero no importa como nos llamen en nuestra secta somos importantes, en otros lugares diran que no tenemos raices, no es cierto... somos un grupo que puede aprender lo que nos guste, ¿y quien nos va a decir que no?

Tengo historias que contarte niña. Dice muy serio. De como esos que buscas para matar, son los que han podrido el pais y la vida, esas alimañas deben morir... y tú serás como el veneno que entrara en sus venas y los acabará...

Sí tienes preguntas dilas, si no... pronto nos iremos...

Natalia miraba al recién llegado con el estupor propio de alguien que no cree a sus propios ojos. No había curiosidad en sus ojos, sólo una fría rabia, esa rabia que no parece tener fin y que, en determinadas circunstancias, se parece más a la fuerza abrumadora y arrasadora de alguien que es capaz de sobrevivir a cualquier cosa que se le cruce por delante. Una rabia que seguramente tenía que ver con el hecho de estar atada, incluso más que por el hecho de estar... ¿muerta? Y de haberse... ¿alimentado? de ese hombre que ahora estaba muerto a sus pies.

Su rostro se iba contorsionando cada vez más, hasta que al final, sin poder evitarlo, la tensión explotó y Natalia empezó a reírse con ganas.

- ¿Vos me estás jodiendo? ¿Que somos qué? ¿Que me hiciste qué? ¿Panders? ¿De qué estás hablando? Por favor, decime que esto es un delirio porque me torturaron hasta que se me quebró la mente, porque esto no te lo puedo creer. No, de verdad.

Levantó las manos para mostrárselas, increíblemente logrando hacerlo a pesar que las cadenas eran tan gruesas que no podría haberlas levantado excepto en un sueño.

- Mucha libertad, mucha venganza, y todo lo demás, pero me tenés agarrada como si fuera una esclava. ¿Cómo querés que me comporte, después de todo lo que me hicieron? ¿Querés que me ponga de rodillas y te bese las manos? No te veo pinta de sacerdote.

Definitivamente, aquello era un mal chiste. Aún cuando, muy en el fondo, algo dentro de Natalia reconociera como verídicas todas aquellas palabras. Sobre todo porque, en su lengua, todavía sentía el gusto metálico que podía reconocer como sangre. Pero eso no podía ser verdad.

- Así que, Mateo. Yo soy Natalia, pero no creo que eso te importe - Natalia entrecerró los ojos - ¿Cómo puedo tener preguntas, decime? No, de verdad. En serio. ¿Qué querés que te pregunte? ¿Qué te fumaste? ¿Qué es eso de las sectas? No tengo idea de lo que estás hablando. ¿Irnos a dónde? ¿Es una broma?

Retrocedo, tropezando con la cama de nuevo, sintiendo ese olor a sangre tan fuerte, impregnado en el aire. Mi boca salivaría, pero por alguna razón ya no está ese reflejo en mí. Paso mi lengua, acariciando mis colmillos. Su filo, tan adecuado ahora, parecía desear carne, como si desgarrarla fuera un placer. Me sentía un animal, pero sin duda algo dentro de mí me mantenía a raya. Decidí aferrarme a ese último vestigio de mi condición humana para mantener el control

- No sé de que hablas... No sé por que me dices que soy La Sombra - pasé mi mano por mi cabeza, como si eso pudiese reorganizar mis pensamientos - No sé siquiera a que te refieres con eso de toreador o lo que quiera que digas - Sentí como mi garganta se secaba mas y mas, pidiendo sangre - Solo explícame que quieres de mí... explícame que es esto que siento... Que los hombres del aquelarre deben morir...

Levanté mi cabeza, como sintiendo un rayo que cruzaba mi mente. Necesitaba entender todo esto, por que estaba aquí... Pero fue solo hasta que me llamó vampiro que caí en cuenta de que algo no estaba bien. Bajé el rostro y lo dirigí hacia él - Ver en las sombras? explicame eso mejor...

Cuando el hombre entro en la habitación, Dean aun se estaba alimentando le mostró los colmillos como si fuera a robarle el alimento, no fue algo premeditado, simplemente lo hizo sin mas. Pero la bestia de su interior reconoció a ese hombre de alguna manera, sabia que todo lo que le estaba diciendo era cierto.

-¿Vampiro? Debes de estar de coña.... -Le sonaba hasta sarcástico, pues acababa de beber sangre de una muchacha.- Suponiendo que te crea... ¿Ahora que? Mi vida es la caza... Decís que esto es un don, pero me siento mas perdido que nunca.. no.. no se muy bien como afrontarlo.

Aunque todo sonara a cuento, en su interior había despertado algo antiguo, se sentía mas depredador que nunca, y de alguna forma sabia que todo lo que le estaba diciendo era cierto. Pero se sentía confuso, Dean no sabia como debía actuar.

El hombre se sonrie. Bueno, al principio nadie sabe cómo afrontarlo... luego las cosas cambian. Se rie entre dientes. Ya dejaste de ser quien eres, ¿acaso no sientes eso?, ¿acaso no lo notas?

Camina al rededor tuyo, ese ser te lo bebiste, es ganado, no tiene importancia... ahora lo único que importa es el futuro.

sonríe.

Espero que tu madre no se haya equivocado, ella cree que eres el único que la puede proteger de que la maten..

te mira a los ojos muy serio.

En realidad, sí.... tú mamá esta en tremendo lío... y la cosa se esta poniendo fea para ella, y tiene la ilusión que la ayudes, pero de eso no te hablaré ahora...  pronto habrá una reunión, y luego de ella te quitaré las cadenas...

En ese momento tocan la puerta. Es como una señal...

Unos hombres te agarran , y aunque estas encadenado te llevan como un perro quien sabe a donde.

El hombre se te acerca y te dice. Ver, se que no puedes ver, pero conoces las sombras mejor que nadie, y luego... luego... jeje verás...

Eso que te dice no tiene para tí ningún sentido.

Sólo debes demostrar que eres digno, y te aseguro que te respetaran.

Al parecer con lo que dice no da respuesta a tu pregunta.

¿qué quiero de tí?... sólo quiero demostrar algo... y lo haré...

Cambia el tono a  un poco más seco.

Dentro de poco  comenzará la reunión, y luego se te quitaran esas cadenas... posible luego te des cuenta de mis palabras.

Y tras decir eso sientes que da media vuelta para irse. Lo que te deja confundido.

El hombre joven te mira y no se altera frente a tus ataques verbales, es más, le parece divertido. Se rie entre dientes y te dice. Luego de la reunión a vos se te quitaran las cadenas así que deja de actuar como sí mestruaras.... se queda pensando... cierto, eso ya no puedes hacerlo, JA...

Es un mal chiste que en parte a tí no se te hace gracioso.

En serio, vos deja de actuar como sí no quisieras preguntas, esta bien... luego me las diras a mí o a cualquier otro... aunque yo te hice una promesa y la cumpliré...

Golpean la puerta y escuchas que dicen." esta todo listo"

Vámonos, estas cadenas se te quitaran en la reunión,  da media vuelta y de repente sin dejar de darte la espalda te dice, solo un consejo,  sí te comportas mal con ellos puede que esta vez la muerte no sea lo peor que te ocurra.

Podrás hablar y decir lo que gustes, después...

Tras salir de la habitación unos hombres te desencadenan y como sí fueras un animal te llevan encadenada a otra parte.

 Se rie como sí le hubieras contado un mal chiste, ¿no quieres ser un guerrero?... no lo seas, nadie obliga a los debiles. Se rie.  Luego de la reunión  se y te quitaran las cadenas, y puedes hacer lo que gustes, aunque te advierto, poco me importa sí matas a tus hijos o a tu esposa,  te he dado un regalo, sí no lo aprecias, podrás irte a donde gustes, sólo los maricones y cobardes no aceptan los retos...

Al parecer algo de lo que has dicho la ofendio, porque parece portarse ruda contigo.

Vendrán por tí, ya no eres lo mismo, aceptalo... o muere.

Y tras decir eso la mujer sale de la habitación molesta, te deja confundido por un momento, y de repente, tras unos minutos de espera en soledad entran unos hombres te sueltan parcialmente de las cadenas y te llevan como un animal a otra parte.

El se sonrie. Buena chica. Responde. Podrás se sumisa conmigo pero con el resto es mejor que no seas tan blanda... te mira. Ahora... vámonos.

 Te quita la cadena de los pies y te las pone en las manos. Algo que parece ser "amable de su parte"

Un hombre enorme espera al salir de la habitación, es otro de sus guarda espaldas que te espera.  Básicamente el toma las cadenas y sigue a su amo. Se montan a un auto y rápidamente se conducen a otro lado de la ciudad.

Todos son llevados a un salón enorme  dentro de un edificio que para la mayoría es desconocido. Cada uno de ustedes es sentado en una silla metalica (unida al piso) y las cádenas amarradas fruertemente a la base. El ambiente no es muy amigable, muchos los miran, Alexei escucha murmuraciones de iniciación, la confusión brilla entre ustedes. Se miran los unos a los otros, sus ropajes estan rotos y tienen tierra, y muchos de ustedes estan asustados, pero con rabia, mucha rábia.

De repente se acerca hacia ustedes un hombre, y todos al rededor guardan silencio.

No entendía nada de lo que decía aquel hombre. Sin duda debo decir que esta situación me conducía a un stress fuerte, algo dentro de mí buscaba salir, buscaba protegerme; como si no debiese ir hacia allá. Diría que estaba loco, pero por alguna razón parecía mas cuerdo que yo; por lo menos ahora que sentía como mi cuerpo se movía sin respirar, como el olor de la sangre se me hacía un exquisito manjar

Habría querido escapar, pero era demasiado tarde cuando ya estaba en aquel nuevo edificio del que no recordaba su olor o su tamaño. Me quedé callado escuchando a los demas. En cualquier otra ocasión mi corazón habría latido tan rápido como un redoble de batería, pero no se escuchaba, no se sentía absolutamente nada... ¿Era posible? aún no podía aceptar ser un cadaver, era imposible.

Nos sentaron y nos ataron con cadenas, bajé mi cabeza y apreté los ojos, los puños. Intenté decir algo pero de mis labios salió un gruñido. No sabía que hacer, no sabía que esperar, de pronto simplemente dejé de saber...

Bienvenidos, dice de manera seca, Soy Roger Martinez, y soy el abad de  este refugio comunal, hogar de todos los que quieran, aquí siempre encontraran un lugar donde pasar el día sí son "dignos". Esta última palabra la resalta. No serán desencadenados hasta que muestren que son confiables.

Pronto hermanos y hermanas. Habla a los demás. Comenzaremos cuando el arzobispo venga...

Fernanda siguió sumisa a Agustín y dejó que la sentaran y encadenaran. Se sentía extraña. Estaba aterrorizada y aquellas sillas no hacían sino recordarle la silla prometida por el diseñador de moda si no se portaba bien. Y estaba tan dispuesta a portarse bien que no hizo preguntas, no gritó, no intentó que alguien fuese a ayudarla. Sin embargo, un algo animal hacía por abrirse paso desde su pecho. Fernanda se retorció, incómoda. Era lo mismo que la había poseído en la cama cuando había matado a Fabi. Temerosa de sí misma, Fernanda dejó escapar un sollozo, pero se apresuró en ahogarlo. De repente vio rojo y se asustó. Luego las lágrimas de sangre abandonaron el ojo para deslizarse por la mejilla y volvió a ver bien. Ansiosa y asustada, buscó en sus compañeros alguna respuesta. Se retorció un poco, como si no pudiera quedarse quieta. Notaba las puntas de sus colmillos contra sus labios. ¡Realmente era un vampiro!