Partida Rol por web

El Eros se encontraba en el fondo de un callejón, al otro lado del mismo se encontraba una calle muy transitada, situada cerca del distrito financiero. Los coches pasaban silbando provocando de cuando en cuando alguna protesta de los peatones que se veían en la tesitura de tener que esquivarlos para llegar al otro lado de la calle.

Un lugar ideal para una actividad no tan decorosa, sin embargo la discreción que aportaba aquella localización quedaba diluida frente al espectáculo visual que suponía su exterior: dos carteles destacaban con sendas siluetas sensuales de un hombre y una mujer, ambos con proporciones muy vistosas. A un lado de los mismos, se encontraba la entrada, enmarcada por luces azules de neón y frente a éstas se recortaba el contorno de dos porteros que parecían estar asegurándose de que los que entraban encajaban con el perfil de los clientes que acostumbraban a tener. Todo aquel conjunto se encontraba coronado en su parte superior por una gran celosía de acero iluminada por los mismos tonos azules y frente a ésta, se dibujaba un cartel blanco de grandes dimensiones que daba nombre al nombre del local: EROS.

Así se llamaba el local de VR que según decían las fuentes de Gao Chen, frecuentaba el objetivo del que debían conseguir acceso a la torre SIGMAus ™.

Después de las últimas palabras del 'Arreglador' el heterogéneo cuarteto de aquel grupo formado a la fuerza fueron conducidos al exterior donde un taxi aguardaba tal y como prometieron. Fue entonces cuando por primera vez fueron pudieron confirmar sus sospechas acerca del lugar en el que se encontraban: una de las muchas chabolas ubicada en uno de los múltiples callejones del gran barrio de Chinatown que parecían hacer honor a los ya derruidos hutongs de la lejana Beijing.

En las chabolas aledañas salvo numerosos trastos y carteles que parecían cumplir una función de expositor en un mercadillo improvisado, no parecía encontrarse nadie. Mientras que en las construcciones que se encontraban frente a los forasteros, se encontraba una anciana miraba sin ver pues un humeante puchero parecía estar demandando su atención. A lo lejos un padre con una camiseta sucia de tirantes miraba con curiosidad mientras acunaba a su infante.

Uno de los guardaespaldas se dirigió al asiento del conductor y le tendió un fajo con unos cuantos bityenes en efectivo, no quedaría ningún rastro en la red, presumiblemente la mayoría de ellos iban destinados a silenciar aquella boca. Aquello en cierta manera supuso un detonador pues sin mucha más ceremonia las hélices del vehículo empezaron a girar y éste comenzó a elevarse.

Una hora después, se encontraban allí, en el Eros, un local de VR erótico esperando a una "señorita O", de la que además de su curioso nombre y un lugar de trabajo que no se encontraba muy lejos de allí, lo único que tenían era un retrato tomado con ayuda de una vieja Polaroid.

Cuando se montaron en el vehículo, Jerome miró al resto, ahora que estaban más tranquilos. Un tipo que parecía duro, sin duda un machaca. A otro se le veía más resuelto, seguramente diría que un link o algo así. Y la última era la asiática, llena de modificaciones. Una microchip seguro.

Tras tamborilear con sus dedos sobre sus rodillas un par de veces, y en vista de que nadie quería hablar, dijo al resto—. Bueno, es hora de trazar un plan, ¿no?

Mirando de nuevo a los presentes, y  tomando su silencio como un "adelante", prosiguió—. Mi idea es sencilla. Simplemente se trata de piratear el terminal VR de la susodicha para hacerla creer que ha terminado de usarle y que se dirige a su trabajo o algo así, pero que siga sentada. Así nos aseguramos que no da problemas.

—Después —prosiguió— nos colamos con su tarjeta en el edificio, desactivamos las alarmas y usamos el Nuke. Creo que es sencillo y puede funcionar. ¿Qué os parece? —terminó de decir, para mirar nervioso a los presentes en busca de su aprobación—. Por cierto, yo soy Virus. Encantado… 

Kane escuchó tranquilamente la propuesta de "Virus", parecía que sabía de lo que estaba hablando.

-Encantado Virus, yo soy Kane, relaciones públicas de todo tipo. -.Dijo con la clásica sonrisa con la que conocía a los futuros clientes. -Me parece un buen plan, ahora solo queda ver como nos colamos en el EROS, y como accedemos a la zona donde se pueda piratear el terminal. Lo mejor es que por lo menos uno de nosotros trate de entrar ya mismo en el local, de esa forma puede ir viendo como es y tratar de coordinar de la mejor forma posible con el resto.

No era, precisamente, Xia una mujer con muchas habilidades "de calle". Y si no, bastaba con darse cuenta de la forma tan estúpida de enfrentarse a alguien como Gao. Después de todo, el resto de pringados que formaban parte de ese escuadrón suicida, al menos, sabían por qué estaban allí. Por el contrario, Cables, hasta esa misma mañana, se había sentido todo orgullosa. No le habían dicho quien era el propietario, pero ella lo había averiguado con facilidad y había entregado al mismo la moto, todo maqueada y perfeccionada como se le había pedido.

Había que ser idiota.

Pero eso era Xia. Para todo lo que no eran máquinas era bastante incapaz de darse cuenta cuando estaban hablando en serio o en broma, o mucho menos, notar las sutilezas de la vida callejera. Entendámonos, en ocasiones podía pillar las cosas. Nadie sobrevivía si metía la pata todos los días. Pero, siendo sinceros, la falta de empatía era un problema mucho mayor del que se hubiera imaginado.

Con lo que... tras echar un rápido vistazo fuera y no ver nada de su interés, Cables centró toda su atención en el aparato comunicador que le habían dado. Lo primero era ver como funcionaba (y si había algo más "oculto" en el mismo). ¿Quién sabe? Tal vez incluso podría mejorarlos un poco en el viaje de ida.

Y justo estaba en eso cuando escuchó como dos de los pringados se presentaban. Asintió mientras empezaba a trastear el comunicador que estaba en la oreja del más cercano, quien resultó ser el que no había hablado.

- No te muevas. Voy a comprobar esta mierda que nos han puesto. Cables. Yo soy Cables. ¿Sabéis que estamos todos muertos verdad?

En el taxi ya lejos de Gao y los suyos todos empezaron a hablar. Cosa normal por otro lado. Es lo que solía hacer la gente cuando estan juntos. Hablar. Bueno, también miraban sus pantallas tactiles los que la tenían. Pero bueno, le habían dicho que aquello liberaba tensión y estres. Nunca lo había entendido de todo.

-Yo soy Arkadi. A Nood ya lo conozco. El resto imagino que estáis tan metidos en mierda como yo. Así que procuremos hacerlo bien. Soy experto en armamento-

El tal Virus habló de un plan. El del edificio le gusto. Sencillo. Fácil. A prueba de tontos. El de la chica no tanto. Muy complicado todo.

-También podríamos probar algo más sutil y rápido, que sólo tenemos 24h. Le pego dos tiros a los seguratas. Buscamos en las habitaciones a la chica de la foto. Nos la llevamos junto con sus cosas. La dejamos en algún lugar que sepamos que no la van a buscar ni del que se vaya a marchar. Y luego con sus credenciales ya nos colamos en la Torre y hacemos lo que dice Virus.-

Entonces la chica, Cables, empezó a toquetearle la oreja.

-Oye, oye. Que yo no soy de esos. Soy un romantico. Antes de nada invitame al menos a un chupito ¿no?-

—No veo como liarnos a tiros en un local dirigido casi con total seguridad por una mafia vaya a resultar útil. Por no hablar de sutil, claro  —dicho esto, miro al resto y añadió—. Pero si a los demás os parece mejor...

-Arkadi sin ánimo de ofender pero creo que tú forma de entrar al "club" lo podríamos dejar como plan B. Estoy de acuerdo con Virus, primero actuamos de forma muy sutil y si falla probamos con tu sutileza.

Arkadi se encogió de hombros.

-Vale. Si preferis hacerlo por la vía lenta no tengo problema.-

Le parecía un plan cojonudo. Pero tampoco le importaba que no lo usasen. Siempre podía salir algo mal y acabar a tiros igualmente.

Ves el implante tras la oreja, y salvo que es pequeño, sutil y elegante... Parece que será fácil de quitar, en el peor de los casos se puede pegar un tajo y renunciar a la oreja... Sin embargo no sabes nada del chisme que ves salvo su forma.

Mientras Virus estaba liado exponiendo las ventajas del plan concebido por él mismo y Cables toqueteaba el implante de la mole humana con ojos biónicos una joven cruzó la calle a paso firme, sin dudar. Su rostro y el corte de pelo que llevaba era familiar para la dupla que constituían Arkadi y Nood. ¿Por qué sería? ¡La foto!

En cuanto la volvieron a mirar estaba entrando en el Eros bajo la atenta mirada de la seguridad que se apostaba en la entrada quienes la dejaron pasar sin mucha ceremonia.

Arkadi se sacudió la mano de Cables y señaló hacia el club, justo cuando entraba una chica.

-Mirad. Es la tipa esa. Ya sabemos seguro que está ahí. ¿Entramos?-

Él lo tenía claro. Pero los otros parecían ser un poco remilgados y querían hacer cosas elaboradas. Así que de momento haría lo que dijeran. Aunque deberían darse algo de prisa.

-Por cierto. ¿Alguien tiene dinero?-

Cables no sonrió de inmediato ante las palabras de Arkadi. De hecho, tardó unos segundos en entender que bromeaba y, entonces, negó con la cabeza, ahora sí, divertida.

- No estás tan bueno para que me lance a tu oreja- comentó mientras dejaba que la piel de su mano se abriera ligeramente, dejando a la vista el implante cibernético con el que con suavidad manipuló la oreja de Arkadi- Y soy antigua. Siempre dejo que me inviten. Por otro lado en cuanto a los planes, yo no suelo entrar en lugares como ese. Así que soy de poca ayuda. Tampoco suelo entrar disparando y matando gente- continuó en un tono que no mostraba especial agrado o desagrado por la idea- con lo que la sutileza de Virus me parece mejor. No obstante... ¿y si se despierta mientras estamos en faena? ¿estaríamos muy jodidos no?

-La verdad es que estamos ya jodidos, pero si despierta pasaríamos al plan directo de Arkadi, tendríamos que darle un tío de forma discreta, si es que eso es posible ahí dentro. -.Mientras hablaban se dio cuenta que el objetivo estaba pasando por delante de ellos y entraba en el VR.

-Oye, la habéis visto, la "Señorita O" acaba de entrar. Toca moverse. Las líneas maestras del plan están trazadas, creo que lo mejor es que entremos por separado. Si os parece voy primero conozco como tratar con esta gente.

Se separó del grupo con discrección, y comenzó a caminar ojeando desde lejos el local. El Eros no tenía mal aspecto, estaba claro que si era visitado por alguien que trabajaba en la torre SIGMAus ™, no iba a ser un antro de mala muerto, como mucho un antro de perversión y eso solía ser siempre entretenido.

A continuación se acercó hasta la entrada del garito, caminando con elegancia y seguridad en si mismo, si había algo que se le daba bien en la vida era usar la palabra para tener las puertas abiertas. Llegó a las puertas del Eros donde estaban los de seguridad, con gesto seguro los saludó y a continuación se dirigió al interior del local, antes de empujar la puerta decidió facilitar la entrada a sus compañeros, dejando un recado a los guardias.

-Más tarde van a venir unos conocidos, decidles que el Sr. Nood los espera dentro. -Aseveró con la más absoluta convicción.

Jerome no lo pensó mucho y siguió a Nood. Sin duda, parecía que sabía lo que hacía. Él, por su parte, estaba atento a todo lo que veía a su alrededor. No quería perder detalle, para tener claro cómo piratear el sistema y desde donde. Una vez supiese eso, todo sería coser y cantar...

- ¡Nood!- Dijo uno de los que custodiaban la puerta totalmente entusiasmado ante la visita del recién llegado. -Tío es Kane Nood, el del Menorá- Le dijo a su compañero quién no parecía entender nada hasta que escuchó la referencia fácil que hacía su compañero.

-¡Es verdad! Joder tío nos enteramos que lo dejaste o lo que sea, hay muchos rumores en la calle pero bueno. 

-Sin problema tío, todos los colegas de Kane sois bienvenidos aquí, pero ya sabes que hay que consumir. -Le dijo nuevamente el primero, invitándole a entrar tanto a él como a su acompañante con peinado estrambótico. Entonces dedicó una seña a los que estaban al fondo invitándoles a entrar.

Nood y Virus parecían entrar sin problemas en el garito, e incluso los seguratas parecían contentos con verle.

-Éste tio es la leche, es capaz de conocer a quién menos te imaginas.-

No obstante prefirió quedarse fuera por si había problemas. No fuera a ser que llegase alguien menos amable que ellos.

-Nood, vigilaré por fuera. Si necesitáis ayuda decidlo y entro a toda leche.-

No parecían haberles registrado, pero lo mismo había detectores dentro. Mejor no arriesgarse hasta que no fuese necesario.

Cables entró con Kane y con Virus. ¿Por qué lo hizo? Probablemente por la certidumbre de no servir de nada afuera. Claro, que tampoco dentro iba a servir de mucho si las cosas se torcían pero, para ser sinceros, el nivel de tecnología necesario para algo así... fiu... y normalmente no iba a este tipo de sitios. Y sentía curiosidad.

Además, como reconoció mentalmente para sí, la tecnología y reparaciones que un lugar así necesitan... ¿quién sabe si cuando esto termine podría buscar trabajo en este lugar? Tiene que ser, cuanto menos, curioso.

Acceder al interior del Eros llevó unos segundos, los que les tomó a los recién llegados acostumbrar sus pupilas a la luz intensa que se proyectaba en el exterior. Mientras que en el interior el ambiente era oscuro, del estilo de los pubs que asemejaban nostálgicamente una ya desaparecida Irlanda.

Desde el interior la pareja de siluetas que servía como reclamo en el exterior, se encontraban recortadas por bandas de sombra que tamizaban la luz que llegaba al interior evitando que la realidad desterrase el encantador misterio con el que contaba aquel lugar.

Una barra oscura se encontraba dispuesta a un lado de la entrada, y en un extremo de la misma una carta vistosa iba mostrándose en pantallas orientadas a diferentes lugares de la sala que conformaba el pub. Al fondo de la sala una puerta discreta custodiada a su vez por un matón de aspecto menos amigable que la pareja de la entrada. Parecía que estaba custodiando el acceso a las oficinas de algún capo de la mafia de no ser porque Cables, Virus y Nood advirtieron que uno de los que estaba consumiendo un copazo decidió repentinamente levantarse y dirigirse con paso decidido a aquel lugar. Aquel movimiento se tradujo en una rápida inspección y una apertura de puerta.

Enseguida todo volvió a su situación original como si nada hubiera pasado: la misma puerta misteriosa, un portero de mala hostia y un puñado de personas que permanecían ajenas a las inquietudes de los recién llegados.