Partida Rol por web

Jatum y Egror se coordinaron para golpear al cocodrilo a ambos lados de su cabeza, mientras Nails disparaba un nuevo virote y Artemius se preparaba para lanzar un hechizo. Los ataques resultaron más que suficientes para acabar con la vida del animal, de manera que el mago pudo interrumpir su magia antes de completar el sortilegio.

El reptil yacía inerte en el suelo, mientras un charco de sangre se expandía bajo su cuerpo. En ese momento, Katán asomó la cabeza por detrás de los arbustos y se acercó al grupo de aventureros.

-¡Por todos los dioses! Creía que no iba a salir de esta. O moría devorado por el cocodrilo o por un infarto... Esta no es zona de cocodrilos. Seguro que este estaba tan desesperado como yo y ha llegado hasta aquí en busca de algo que echarse a la boca.

El viejo hizo una pausa observando el animal muerto, ahora a sus pies. Era un ejemplar grande, y de él se podría extraer una buena cantidad de piel si Nails decidía finalmente arrancársela.

-Afortunadamente estabais aquí. No me equivoqué con vosotros, sois unos tipos muy competentes. Os doy las gracias por salvarme el pellejo.

Acto seguido sustrajo un papel de uno de sus bolsillos y se acercó a Egror para entregárselo.

-Aquí tienes el mapa que te prometí. Nosotros estamos aquí-dice, mientras apunta con su larguirucho dedo la X situada más arriba-. Y aquí es donde pesqué el cofre-dice señalando la X inferior-. Si habéis decidido aceptar el trabajo, os proporcionaré los cigarros que me pediste, el bote, una caña y cualquier otra cosa que podáis necesitar, si dispongo de ella. No creo que os llevara más de dos días explorar todo el pantano. ¿Qué decís?

El enano sonrió, complacido consigo mismo al ver al cadáver de enorme cocodrilo y tras tomar el mapa lo miró con curiosidad. Estaba claro que el viejo no era un cartógrafo tan avezado como los de su raza, pero por lo menos era posible distinguir el mar y el camino, lo que le daba una idea de su ubicación

- Dos días. Cuatrocientas monedas por dos días de exploración. Por mi suena bien - Egror observó a sus compañeros, esperando la decisión de los mismos. Sabía que algunos de ellos preferían obtener el dinero sin dar parte de su tiempo a cambio, pero era una alternativa que a el no le convencía - Son 400 monedas a repartir entre quienes se incorporen a la expedición - propuso - Si alguno prefiere evitar los riesgos serán más monedas para los demás -

- Y podemos empezar la investigación en esta zona - aclaró señalando la segunda cruz - Quizas hay más cofres para descubrir -

- Yo estoy adentro. Creo que necesitaremos el bote y los cigarros y probablemente algo de comida para estos días. Si hay tan poca caza como dices, será importante que no perdamos tiempo en buscarla -

Jatum sonrió para sí, había dado buena cuenta de aquella bestia de los pantanos, así que en cuanto comprobó que estaba bien muerta le saco toscamente dos grande colmillos de recuerdo.

Cuando empezaba a ser consciente de qué estaban haciendo el resto volvió la cabeza para hablar.

Este animal es grande, quizás deberías de despellejarlo vos, maese Katan, mientras nosotros estamos fuera.

Por supuesto, si hay un bote que pilotar, yo seré el piloto. Y mi espada aun no esta satisfecha con la sangre de hoy. Espero encontrar algo digno de ella en este pantano.

Los demás solían mirarle mal cuando decía aquellas cosas, porque según no se que tratado mágico no escrito, aquello era tentar la suerte para que apareciera un dragón gargantuesco o algo peor.

Porque siempre había una criatura peor. De momento había cazado al cazador del pantano, y sin sufrir un rasguño, gran trabajo en equipo.

Al mago no le pasó inadvertida la pulla de aquel enano que de tan cabezón y terco parecía olvidar que llevaban un tiempo compartiendo pesares. Porque sus últimos días se habían tratado de más pesares que beneficios y precisamente por aquello habían ido a pasar a aquel lugar en medio de la nada.

—La 'X' marca el lugar—corroboró así coincidiendo con las palabras del enano—. Podría realizar un hechizo de revelación por el que podríamos hacer que se mostrasen todos aquellos materiales similares a esa moneda.

—Sí, sería interesante—. Agregó para sus adentros ignorando las palabras gafes del bárbaro.

El pátido estaba agachado junto al cadáver del cocodrilo arrancando el virote que le había clavado. Para seguidamente dibujar con un carbón los trozos que creía que podían salir del animal, se lo veía contento saltando de un lado a otro mientras decía números que parecían al azar - quack catorce, y por aquí quack veintiuno y cuarenta y dos – al abrir la boca vío los colmillos faltantes y señalo con su pluma más larga a Jatum – ¡Estos colmillos faltantes serán restados de tu quack parte! – mientras maldecia sobre la poca ética profesional de su compañero. Aunque esos arranques de irá en el pátido eran comunes, pero nunca llevaban a nada.

- ¡Oh! Señor Katan, si nos hace el quack favor de despellejar por nosotros el quack lagarto este, también te haremos quack partícipe del negocio – Quizás en otro momento hubiera seguido en su camino. Pero para un pátido como él cuesta encontrar compañeros tan confiables como esos que tenía en este momento, y parecía que la diosa de Orus les sonreía así que el voluble Neils miró a sus compañeros – Vamos, da igual una quack cruz que otra, todas son quack desconocidas para nosotros, y los quack pantanos me recuerdan a mi quack casa, y si esté se parece al mío lo quack peor que nos puede pasar es que nos quack aticen la quack cabeza con un garrote y cuando nos despertemos estemos quack casados con alguna chica difícil de casar con un quack padre con un exceso de agresividad…y exigiéndote que te ocupes de no sé qué quack huevos- dice mientras se rasca la cabeza – y de estas ya se quack salir…

-¡Fantástico!-dijo Katán, y soltó una risotada de satisfacción que hizo que algunos champiñones salieran de entre los matorrales y se acercaran curiosos hasta vosotros, atraídos por la alegría del anciano.

-De acuerdo, os daré a cada uno un par de raciones de cecina. Apenas me queda, pero podré usar la carne de este cocodrilo para reponer mis reservas. En cuanto a su piel, contad con ello. Los cazadores del pantano me enseñaron a desollar, así que la sustraeré aprovechando todo lo posible y os la entregaré a vuestro regreso.

Hizo una pausa mientras observaba al animal y hacía algunos cálculos mentales.

-Pero ya que hemos adquirido cierta confianza, a cambio me gustaría pediros otra cosa. Al poco de establecerme aquí, me encontré con un gato salvaje que merodeaba el lugar. Conseguí domesticarlo parcialmente, y me hacía bastante compañía hasta que un día desapareció, más o menos en las mismas fechas durante las que noté que la vida animal disminuía. Me temo que haya pasado a mejor vida, pero quién sabe, quizá siga vivo. Ya que vais a salir a explorar, si lo encontráis y conseguís traerlo de vuelta, os estaré muy agradecido. Es un gato negro con manchas blancas alrededor de ambos ojos. Lo llamé Hlaupa.

Seguidamente, Katán entró de nuevo en su cabaña para preparar vuestras raciones. Unos pocos champiñones le siguieron, y otros comenzaron a dispersarse.

Al rato volvió a salir con un paquete envuelto en papel atado con un cordel y cuatro grandes cigarros. Lo depositó todo en el bote.

-Bien, gracias una vez más. Espero que tengáis suerte, y por favor, cuidad bien a mi bote.

Ade el barco.

Dijo el bárbaro pizpiricueto mientras invita a los demás a subirse al bote estando ya el dentro.

Se notaba que le hacia cierta ilusión montar de nuevo en barca, aunque fuera en aquella chalana que no se podía siquiera considerar un barco.

Una vez sentada la tripulación el mismo cogio los remos y se dispuso a bregar.

Agarraos bien, el viaje promete ser intenso.

Poco a poco fueron dejando atrás la zona conocida del pantano, y en menos de una hora, podían decir claramente que estaban en cualquier parte, o en ninguna. El pantano era siempre igual miraras donde miraras.

- Encontrar un gato? - Egror miro al viejo con sospechas "Si sus mascotas actuales son champignones cual habrá sido su mascota previa... un león?". Sin embargo se encogió de hombros antes de responder - Si lo vemos lo... llamaremos - se comprometió sin querer asegurar nada más que un intento - O por lo menos os daremos información de donde encontramos a ese "Hlaupa"... si es que lo hacemos - completó, reacio a prometer nada

- Y sobre el bote, Jatum es un experto - aseguró esperando que los innumerables cuentos de su compañero respecto a su experiencia fueran algo más que desvaríos alcohólicos en las noches de taberna

El enano tomo los objetos que les daba Katan y los dejo a sus pies en cuanto se subió al bote y se sentó en el centro del mismo. Aunque no quisiera reconocerlo, su estatura y el peso de su armadura no era los ideales para moverse en el agua - Esperemos que sea más tranquilo que intenso - le respondió a su compañero. - Mejor aburrirse que sufrir demasiadas emociones - agregó dejando clara su postura.

Con todo, mientras el bárbaro remaba el se dedicó a observar los alrededores, poco dispuesto a dejarse sorprender por lo que fuera que estuviera en el lugar.

El pátido una vez aclaradas las cosas con Katán preparó sus cosas, lo cual consistió principalmente en registrar las cosas que Katán no tenía pegadas o atornilladas al suelo y mirar si entraba algo con disimulo en su petate. Y por extraño que fuera, con actitud nostálgica se subió en el bote en proa, con casi medio cuerpo colgando dejando que sus plumas acariciaran la pacífica agua del pantano, como si recordará algo pasado y triste. Aunque en realidad había despistado lo que parecía un pastelillo del viejo y lo guardó en la boca hasta estar en el bote, y allí delante de todos podía comerlo sin que nadie lo viera.

—Deberíais sacar las patas de ahí no sea que venga otro tan grande como el que hemos dejado atrás— Aconsejó el mago dando una palmada al pátido que casi lo derriba de la barca.

—No soy bueno con esto de los mapas, avisadme cuando creáis que estamos en ese punto. —Pidió mientras se sentaba próximo al enano.

Comenzáis a navegar por el pantano avanzando lentamente por los serpenteantes canales que lo cruzan a lo largo y ancho. Son estrechos e innumerables, y en sus oscuras aguas de vez en cuando parecéis notar algún movimiento. Sin embargo, en tierra no percibís ninguna señal de vida.

Guiándoos con el tosco mapa, llegáis hasta la zona que Katán os marcó. Dais unas cuantas vueltas hasta que encontráis uno de los canales que acaban en una especie de pequeño lago. La tierra de alrededor es bastante firme, y está llena de vegetación alta excepto en los bordes de la charca. Precisamente en uno de ellos veis que hay tiradas ropas viejas, un casco oxidado y un escudo partido. Deducís que allí puede ser el lugar donde el viejo pescó el cofre.

El bárbaro había empezado la empresa con muchos ánimos, pero después de casi una hora de remar él solo, bueno, digamos que todo era menos divertido.

Lo que él recordaba era el aire limpio con olor a salitre del mar, recoger jarcias con su compañero, y beber hasta quedar rendido por las noches. Aquello era la buena vida del marino.

Ahora mismo lo único que hacía era remar como un esclavo neumeano mientras los demás disfrutaban del viaje.

De echo.

Ya hemos llegado ya?

Pregunto no muy convencido, se había pasado la ultima media hora remando sin mirar a dónde iban.

El enano permaneció firme en su posición, asegurándose de no acercarse demasiado a la borda de la barca mientras sus ojos recorrían tanto los canales como las pequeñas extensiones de tierra firme

Al llegar a su objetivo sus ojos recorrieron, nuevamente el lugar antes de sentenciar - Parece que llegamos. Deberíamos estirar las piernas y verificar si hay algún otro cofre por aquí. Podemos descender en esa parte donde la maleza no es tan alta, así nos aseguramos que nada nos sorprenda - agregó mientras señalaba el borde de la charca donde estaban los objetos abandonados

Egror esperó a que su compañero se acercase a la orilla antes de descender de un salto y extraer su hacha del cinto, asegurándose que tanto el escudo como el hacha estuvieran bien aferradas - El viejo habló de que "pescó" el cofre así que quizás deberíamos intentar lo mismo. Por suerte nos dejó la caña junto con la comida y los cigarros. Y siempre podemos obtener algún pescado para acompañar la cecina - propuso - Pero deberíamos asegurarnos, primero, que podemos dedicarnos a la pesca sin que nadie nos pueda pueda atacar por la espalda... o por el frente. No me gustaría que nos sorprenda otro de esos cocodrilos mientras miramos para otro lado -

Sin mucho reparo el pátido dejo caer el abrigo en la barca, para seguidamente uno a uno desabrochar su camisa. Su torso cubierto de blancas plumas parecía tener luz propia al reflejar la luz solar. Seguidamente se deshizo del pantalón dejando a la vista su colca puntiaguda y sus naranjas patas acabadas en sus pies palmeados.

Cuatrocientas monedas era una barbaridad, si encontraban un cofre parecido podrían incluso plantearse irse del pantano con el botín sin exponerse a más peligros. Así que suspiró resignado pensando en lo inútil que podía ser un enano con armadura en el agua– Bueno, ahí abajo podrían haber quack tesoros…- acabo de decir mientras de dentro de la bolsa sacaba una serie de candados, algunos de hierro, otros de cobre y alguno más de hierro, que cerraba en las distintas aperturas de su bolsa, y seguidamente de su cuello colgaba las llaves, todas dispares como los propios candados – Si veís que tengo problemas, tirad de la quack cuerda – dijo dejando el cabo de una de las cuerdas que le había dejado katan, confiando en que alguno de esos buenos para nada le ayudaría como siempre hacían. Saltando al agua donde flotó sin mucha dificultad avanzando hacia la zona un poco más profunda – ¡y nada de hurgar en mis quack cosas! – Antes de hundirse en un movimiento rápido en la charca para buscar por el fondo un minuto antes de volver a salir a la superficie a por más aire. Eso era perfecto para sus ojos, que en tierra siempre estaban resecos.

—¡Maravilloso! Estaba deseando pisar tierra —pronunció una vez llegaron a tierra firme, el balanceo no sentaba bien a su culo y la humedad era fatal para sus huesos. Aquella misión pocas cosas parecía tener positivas pero afortunadamente habían llegado a lo que parecía ser un antiguo campo de batalla.

—Anímate —le dijo al bárbaro—. Este viaje no pareció sentaros bien, ¿sois marino en serio? Algunos llaman a esto marineros de agua dulce.

Valoró rápidamente el entorno hasta que se colocó en un punto aparentemente central en aquella isla.

—¡Aureum revelare!— ordenó alzando los brazos en un gesto de aparente triunfo.

-FLASHBACK-

Cuando Katán salió de la cabaña para entregar al grupo las raciones y cigarros, Nails se deslizó al interior y se puso a rebuscar rápidamente. Registró los estantes y cajones, viendo toda una variedad de objetos. Había libros y pergaminos (que en una rápida ojeada parecían anotaciones de sus pensamientos, cálculos para la construcción de la cabaña y recetas de cocina), utensilios de cocina, botes de especias, juguetes con marcas de arañazos y pequeños mordiscos, una colección de mariposas secas, unos pastelillos y... al fin... algo realmente interesante. En uno de los cajones, junto a un fajo de papiros en blanco, una pluma de escritura de oro, o al menos lo parecía. 

A Nails no le dio tiempo a verificarlo, pues pronto escuchó las pisadas del viejo y el resto de sus compañeros acercarse a la cabaña. El pátido se movió rápidamente hasta el rincón donde había dormido para simular que terminaba de preparar su equipaje. Así lo hizo, junto al resto de sus compañeros, antes de partir.

-FIN DEL FLASHBACK-

El grupo atracó la barca en el borde del lago donde estaban amontonados los objetos. Todos, excepto Nails, salieron a tierra firme. Otearon los alrededores atentos a posibles amenazas y se plantearon una manera de tratar de pescar algo allí. No percibieron ningún peligro. Entonces, Egror propuso utilizar la caña mientras el resto vigilaba, pero Nails se ofreció con una opción más directa. Haciendo uso de sus habilidades acuáticas, bucearía hasta el fondo y trataría de abrir cualquier cofre que encontrara.

Así, el pátido se desvistió, ató una cuerda a su cintura, cogió sus herramientas de ladrón y se lanzó al agua. Tras de sí, quedó un rastro de burbujas...

El agua de esta pequeña charca, aunque algo más clara que la de otras zonas del pantano, sigue siendo oscura y sucia. Solo puedes ver lo que hay a escasos metros de ti, y eso gracias a tus capacidades de pátido. No obstante, con paciencia vas explorando el fondo del lago.

No tardas mucho en vislumbrar el primer cadáver, y poco a poco el número de cuerpos esqueléticos aumenta. Es un auténtico cementerio de solados, algo que certificas por sus vestimentas. Queda poco de ellas, pues la erosión marina y la vegetación ha consumido mucho de las ropas y cuerpos, pero aún así se puede ver parte de los blasones, además de algunos cascos, armas y escudos, oxidados y corroídos. Algunos son humanos y otros orcos, confirmando la leyenda de esa antigua batalla.

Después de un buen rato buscando cosas de interés sin éxito, observas que uno de los soldados humanos, que parece vestir más elegantemente que el resto, lleva colgada en su cuello una cadena que parece de plata. Extrañamente está impoluta, ajena a la descomposición natural.

Permanecéis en la superficie esperando a Nails. El agua es demasiado oscura para ver el fondo, así que solo os queda confiar en que se las apañe por sí mismo. En cualquier caso, permanecéis atentos por si da alguna señal con la cuerda, además de seguir vigilando el entorno.

Mientras tanto, Artemius lanza un hechizo para localizar oro, pero no detecta nada. Puede confirmar que no hay oro cerca.

Ya ha pasado un buen rato y comenzáis a inquietaros. Entonces, notáis un fuerte hedor creciente. Os intentáis tapar instintivamente la nariz y boca con vuestras manos, ropas o pañuelos, pero el olor parece penetrar igualmente. El olor, que a su lado hace que los huevos podridos parezcan perfume, os revuelve el estómago...

Además, esta peste viene acompañada por una neblina verde. La niebla empieza siendo ligera, pero advertís que poco a poco se va espesando. Si la cosa continúa al mismo ritmo, pronto no seréis capaces de ver más allá de un palmo de distancia y os costará bastante salir de allí.

- Que se supone que es eso? - el enano observa el lugar y se frunce la nariz en un vano intento de evitar la horripilante sensación de malestar que le produce la niebla, hasta que finalmente se arrodilla y, dejando el hacha en el suelo lanza la totalidad del guiso de anguilas que consumió la noche anterior entre arcadas y gruñidos Finalmente, sin poder evitar el regusto amargo que siente en su boca, toma su hacha y se encamina tambaleándose en dirección al bote - Salgamos de aquí! - propone sin poder creer que el cuerpo lo haya traicionado de esa forma ni la horrible sensación que recorre su garganta - Que alguien llame al pato y alejémonos de esta peste antes que nos muramos de "tripas-revueltas" - agrega utilizando el viejo término enano para designar a quienes no son capaces de soportar las imágenes de un campo de batalla