Partida Rol por web

Pero que demonios…

Dice el guerrero cuando empieza a llegar a hedor. Miro a los lados, y se queda con el culo torcido al ver que una niebla apestosa, que es como cruzar el pedo de una mofeta con el eructo de un dragón acido con problemas de estomago llega al lugar.

Sea lo que sea, no quiere quedarse a ver qué es lo que pasa.

Ademas, hace años averiguo a las malas que no se puede golpear un pedo. Muy a las malas.

Será mejor que nos marchemos de aquí, sino vomitare hasta lo que comí la semana pasada.

Se sube al bote y coge los remos, y espera que los demás hagan lo mismo.

Los ojos del pátido brillan. Brillan del color dorado de la codicia. Aunque debajo del agua ni se nota, ni se percibe, ni importa. Su pico gracias a su elasticidad se dobla por las puntas hacía arriba en una sonrisa extraña mientras alarga su plumada extremidad diestra para intentar tomar el collar.

-Eso... No he sido yo... Cough, Coug.
La tos se iba haciendo más y más violenta lo que provocó que el anciano se doblase y empezase a arrastrase hasta la barca.

Egror y Artemius se vuelven pálidos y en su cabeza todo les da vueltas, por no mencionar su estómago, que sienten como si se les hubiese dado la vuelta. Suben a trompicones al bote y el enano sugiere entre arcadas que hay que alejarse de allí.

Jatum, sin embargo, debía estar más acostumbrado a estos aromas nauseabundos. Siendo pirata no es de extrañar. Por supuesto, le incomodaba el hedor, pero podía mantener la compostura lo suficiente para actuar con relativa normalidad. Se subió al bote, tomó los remos, y comenzó a dar palazos.

Antes de ponerse en marcha, Egror agitó la cuerda avisando a Nails para que subiera.

Tomas el colgante y no ocurre nada, más allá de tu certeza de que acabas de descubrir un objeto inusual. En ese momento sientes que la cuerda se agita enérgicamente. Algo está ocurriendo en la superficie, y tus compañeros parece que te apremian a subir.

Jatum remaba y remaba, de ve en cuando preguntaba por la dirección, aunque esta vez estaba mucho mas concentrado.

Seguramente aquella hedionda niebla había espabilado sus sentidos en el mal sentido de la expresión.

Recordarme que la próxima vez que quiera ver un pantano… bueno, que no lo quiera ver. Qué asco.

El enano se desplomó en el centro del bote sin prestar demasiada atención a lo que pasaba a su alrededor. Las arcadas, poco a poco fueron disminuyendo y sus sentidos comenzaron a funcionar, sino con normalidad, por lo menos con un mínimo de eficacia.

Finalmente consiguió cambiar su forma de sentarse desde el estilo "bolsa de papas" al estilo, solo algo menos inútil, que sólo se podía denominar "cansancio agotador", lo que le permitió comenzar a mirar a su alrededor y observar que es lo que estaba sucediendo en el entorno

- No uses la palabra asco - le propuso a Jatum - me hace recordar demasiado a lo que encontramos allí - Tras un momento de concentración, que le costó más de lo que le debería haber costado, finalmente preguntó - Alguien sabe donde está Nails? -

—Le tendremos abajo, atado a una pata como mínimo —contestó el hechicero que igualmente que el enano se encontraba tirado en el fondo de la barca intentando hacer acopio de oxígeno—. Esta misión cada vez me gusta menos, viniendo del loco que hemos visto antes nada bueno me espero.

Entonces se aproximó al borde con mucha lentitud y empezó a tirar de la cuerda.

—¿Nails? ¿Pátido cabrón estás ahí?

Estaba contento, zambullirse había sido bastante provechoso y bastante rápido. Aún no había saqueado jamás un campo de batalla, y le parecía mucho más honorable de lo que las leyendas humanas describían. Pero bueno, sus compañeros parecía que no podían estar sin él. Así que sin más dilación se colgó el colgante que había encontrado, dio media vuelta haciendo una señal al cadáver que acababa de saquear, diciéndole un “hasta luego”, e impulsado por sus patas palmeadas se impulsó hacia arriba. Siempre le pasaba lo mismo, cuando estaba mucho tiempo en tierra se sentía libre en el agua, y cuando estaba mucho tiempo en el agua se sentía en tierra. Así que disfruto el moverse en las tres dimensiones notando la velocidad mientras la superficie se acercaba. Hasta llegar a esta y sacar la cabeza.

-¿Qué quacks huevos pasa? – preguntó mientras colocaba ambas alas encima del borde de la barca para acabar de impulsarse dentro.

Nails subió de nuevo al bote. Observó cómo Jatum remaba rápidamente mientras Egror y Artemius estaban pálidos como la leche y respiraban pesadamente. El pátido dedujo que quizá tendría algo que ver con el fuerte hedor que notó nada más salir del agua. Por suerte, lo peor ya había quedado atrás, pero aún seguía oliendo mal, y el aire no se despejó hasta un buen rato después.

Habéis pasado el mediodía, y Nails y Jatum aprovechan para dar un bocado. Egror y Artemius están todavía con el estómago algo revuelto, de manera que prefieren esperar a la cena. El guerrero vuelve a tomar los remos, y al poco encontráis algo que os llama la atención.

Se trata de un islote de aparente tierra firme. Tiene vegetación de pequeña altura esparcida de manera intermitente y, en el centro del terreno, se alza un árbol. Es enorme, gris y retorcido, con amplias y delgadas ramas que se extienden como brazos esqueléticos. Una ligera neblina envuelve los alrededores, lo que os hace dar un respingo (quizá recordando lo que acabáis de dejar atrás). Sin embargo en seguida os dais cuenta de que esta no tiene nada que ver. Parece una niebla normal, y el aire se respira con normalidad.

De pronto, algo os llama la atención. Escucháis lo que parece el lamento de una persona que viene desde el lugar donde se encuentra el árbol...

Nada más ponerte el colgante notas una especie de energía que te hace sentir más vigoroso.

Jatum agradeció la tierra, aunque no era precisamente lo que el llamaría firme.
La mañana había tenido sus sobresaltos, y la niebla, fuera del color que fuera le hacia estar nervioso.

Aquel árbol no ayudaba tampoco a que uno se sintiera moderadamente normal, para que iban a engañarse, y un árbol que gime y se lamenta tampoco ayudaba.

Dio un salto y bajo a tierra al tiempo que sacaba su arma. Se volvió para mirar si sus compañeros le acompañaban, y al estar seguro empezó a avanzar.

Espero que este árbol sea tan amigable como los champiñones.

La frase era una manera burda de romper con esa escena de tensión que había llegado a ellos en mitad de su aventura.

—Parece que lo de ver flora parlante se nos antoja cada vez cosa más normal. Estad atentos, después de lo de antes cualquier cosa es posible... —valoró el hechicero dando unos pasos acercándose al epicentro de aquellos lamentos. Se mantenía a distancia prudencial y dejando siempre que sus compañeros liderasen aquello.

El enano, poco a poco, comenzó a respirar más tranquilo. Finalmente podía hacerlo sin que el hedor de la neblina se introdujese en sus fosas nasales impidiéndole actuar en forma razonable. O por lo menos tan razonable como podía actuar un enano.

"Este pato" pensó más que expresó al notar el brillo de la cadena entre sus plumas. Sin embargo no dijo nada al respecto. Después de todo no solo no tenía fuerzas para discutir, sino que había sido el propio Nails quien corriera el riesgo de sumergirse "Que le aproveche. Si ni siquiera pensó que que podía haber otro cocodrilo, mejor para el"

Pese a todo, evitó acompañar a quienes decidieron almorzar. prefería no meterse nada en el estómago. por lo menos hasta que el hambre superase sus recientes malos recuerdos respecto a las arcadas

Al llegar al islote, Egror descendió y permaneció cerca del bote, sin querer acercarse al árbol, tras sus recientes experiencias con la niebla originada en ese pantano. Sin embargo al escuchar el lamento aferro su arma y tras cerrar un momento los ojos, para juntar fuerzas, se adelanto hacia el centro de la isla - Y ahora, a quien podemos encontrar en la mitad de la nada? - preguntó retóricamente mientras daba los primeros pasos - No se si prefiero que haya alguien o que sea solo mi imaginación - agregó tratando de asegurarse que no hubiera nadie más que los pudiera intentar rodear mientras avanzaban en dirección al lamento

Os acercáis lentamente con las armas preparadas. Cuando el árbol ya está a pocos metros de vosotros, volvéis a escuchar aquel lamento que os pone los pelos de punta. Egror y Artemius se dan cuenta de que el sonido es un efecto del viento al pasar por los huecos del árbol muerto, comunicándoselo a los demás.

Os quedáis un poco más tranquilos pero, de pronto, algo se agita en el suelo. ¡De la tierra surgen varias raíces que se lanzan hacia vuestros pies!

El suelo se abrió dejando asomarse unas cuantas raíces que intentaron enroscarse en torno a su tobillo más el hechicero apartó su pie para a continuación alejarse un par de pasos en dirección a un punto donde las raíces no habían hecho acto de presencia. Aquel arbol estaba vivo y parecía con intención de dañar.

Pensó por un momento en dejar que sus compañeros actuasen, pero tras valorar la dificultad de que las armas dañasen el robusto tronco de aquel árbol que creían muerto empezó a entonar una letanía en la lengua de los magos y acabó pronunciando una única palabra:

-Auge!

Una bola de fuego descomunal se formó rápidamente frente a sus dedos antes de salir disparada en dirección al tronco.

El enano no pensaba dejarse sorprender. Para el estaba claro que el sonido que escuchaba era solo un intento de distracción mientras que alguien, o algo, buscaba atacarlos por la retaguardia o alguno de sus flancos.

Por eso, sus ojos giraban hacia uno y otro lado mientras embrazaba su escudo y empuñaba su fiel hacha de batalla, acercándose al arbol de donde surgían los lamentos. Egror avanzó, dispuesto a defenderse, y a atacar a quien intentara hacer lo propio con él. Fue casi de casualidad que descubrió las raíces que intentaron aferrarlo por lo que dio un leve salto al costado antes de intentar contratacar.

- Que se supone que es esto! - exclamó sorprendido mientras su arma se movía rápidamente buscando golpear al árbol con la misma.

- Mal hecho arbolito - le espeto a la criatura vegetal - Tengo un hacha en la mano y tu un tronco para ser talado - insistió mientras el filo e su arma se hundía, con fuerza, en el tronco de la criatura.