Partida Rol por web

Jatum se sobresalto y pego un bote intentando escapar de la presa de la raiz, pero otra salida justo al lado, así que durante unos segundos parecía estar saltando o bailando al son de las raíces.

Maldita sea la flora de este lugar.

Aulló mientras golpeaba a la desesperada la raíz que tenia justo a sus pies. Normalmente era un guerrero muy capaz, pero no estaba preparado para aquello, aunque luego lo negaría a quien le preguntara sin pestañear.

- ¡No entiendo porque quacks un arbol quiere atacarnos! - dice mirando a sus compañeros con un tono de asombro. - Las setas parecían amistosas

El pátido se movió de lado y consiguió por las plumas no quedar enrollado en las raíces. Era consciente que no podía huir, si lo intentaba al ir rápido no iría suficiente en cuidado para no quedar atrapado, y por otra parte, si se iba lentamente no sería suficientemente rápido para escapar. Así que con el pico en alto intento mirar con mirada furiosa al árbol. No se le ocurría como con una ballesta podía dañar a un árbol. Así que paso sus manos a la mochilla para sacar una antorcha y encenderla. 

Conseguís esquivar las raíces que intentaban atraparos y actuáis rápidamente para combatir la amenaza.

Jatum propina un poderoso espadazo que cercena gran parte de la raíz que le rodeaba. Nails, que sacó su pata justo a tiempo para evitar ser apresado, se arrastró y sacó de su mochila una antorcha y el pedernal para encenderla. Artemius invocó una bola de fuego que se precipitó contra el árbol chocando violentamente y haciéndolo arder en llamas. Egror, por su parte, descargó su hacha haciendo puré las raíces a sus pies.

Habéis provocado un daño considerable al árbol, y lo que quedan de sus raíces se retiran de nuevo al interior de la tierra. Sin embargo, aún con su tronco ardiendo, todavía parece tener fuerzas. 

Las ramas se agitan produciendo un sonido como el entrechocar de huesos, y se lanzan contra vosotros intentando atacaros.

Solo Jatum tiene suerte y consigue esquivar la rama. El resto sois fustigados por las mismas.

El bárbaro no perdió tiempo, en cuanto las raíces se volvieron debajo de la tierra, el bárbaro no se lo pensó. No iba a dejar que una planta, fuera la que fuera, se dedicara a amedrentarlo.

Más te vale sacar la artillería pesada, porque voy a acabar contigo árbol insensato. AHHHHHHH.

Le dijo al tiempo que empezaba una carga feroz contra el árbol, pero no contaba con las ramas, que empezaron a moverse por delante de su cara, y le hicieron moverse hasta un costado del mismo, sin llegar a lanzar la hoja.

!Demonios!

El enano, orgulloso del daño que le había ocasionado a las raíces que los querían hacer tropezar, insistió con su hacha - Un árbol, un hacha, un enano... - canturreó Egror mientras se afirmaba en sus cortas piernas y elevaba su arma por sobre su cabeza

- Solo hay una respuesta... mucha leña para el fuego - continuó mientras clavaba el filo de su arma en una de las ramas más grandes del árbol y observaba complacido como esta se desprendía del tronco y comenzaba a gotear la salvia que debía haber circulado por su interior

- Y mejor que te vayas de aquí - agregó descartando la imposibilidad de de que eso sucediera - sino seguiré consiguiendo leña hasta que no te tengas en pie -

El árbol ardía pero no parecía cesar en sus empeños de destruir a los recién llegados. El mago observó cómo sus ramas crujían con cada movimiento. Se sentía débil para ayudar a sus compañeros e hizo un último esfuerzo para convocar algo que pudiera ser de ayuda más un violento espasmo le atacó provocando que se pusiera a toser violentamente. El inconfundible sabor de la bilis acudió a su boca.

No tenía nada de poder, debía descansar antes de poder ayudar a sus amigos… Observó cómo atacaban a aquella criatura. Porque aquel árbol no podía recibir otro nombre. Entonces recordó una forma de convertir la vida en magia… Y poder retomar el ataque, más decidió esperar antes de recurrir a aquellas medidas tan extremas.

Guardias de ciudad, de caravanas, guarda espaldas, damas, putas, chicas, tendero…la lista de la gente que le había abofeteado era infinita. Y se sentía orgulloso que cada una de esas veces había valido la pena. Su tesoro hurtado era inmenso, pero nunca le había abofeteado un árbol, nunca. Su pico estaba un poco abierto mientras con el ala zurda se frotaba donde le habían golpeado. Pero reaccionó rápido. Lo peor de todo es que cuando lo explicará nadie le creería, mientras que si lo contaba algún otro del grupo sería considerado ley. Medio enfadado por su propia falta de credibilidad gritó - ¡QUACK! ¡QUACK! ¡QUACK! ¡QUACK! ¡QUACK! – era un graznido sin ritmo ni tono, era el simple grito de batalla de su raza, había llegado a su garganta sin aviso des del fondo de sus antepasados. Estaba enfadado. Dejó de frotarse la mejilla y buscó en uno de sus bolsillos una bolita de miel endurecida. Un manjar envuelto en un papel que le había robado a una dama muy gorda y despistada y se lo tiró a Artemis – ¡para la quack tos! - dijo antes de continuar en su insoportable grito de batalla pátido. 

Cuando su raza decidía algo era valiente como la que más del planeta. Quizás la más valiente de todas. Así que, sin ser guerrero, ni espadachín ni nada parecido, siempre prefería la batalla a distancia, pero esta vez se adelantó con la antorcha en la mano. Colocándose en medio del guerrero humano y el enano. Buscaría un agujero en el tronco, un nido de algo, lo que usará de ojo, cualquier cosa donde insertar la antorcha.

Jatum seguía lanzando tajos con su espada, pero esta vez no consiguió acertar a las ramas, que el árbol movía de un lado a otro como el látigo de un negrero. Nails intentó incrustar su antorcha en algún lugar del tronco, pero entre que esquivaba las ramas y evitaba el fuego que ya ardía allí, no pudo encontrar un hueco útil. Mientras tanto, Artemius se recuperaba de su desgaste mágico y sopesaba sus próximos movimientos.

Finalmente, Egror dijo basta y con el estoicismo propio de los de su raza, descargó el hacha con gran fuerza y destreza cercenando las dos ramas más gruesas del árbol al tiempo que amenazaba a aquel ser con su profunda voz. 

Las ramas que quedaban se quebraron y cayeron al suelo para, acto seguido, convertirse en cenizas. Entonces, el fuego del tronco se tornó de un color verde y fue apagándose poco a poco. El tronco se mostraba ahora todo negro, chamuscado y expulsando humo por sus huecos como una chimenea. 

La niebla de la zona se disipó y todo quedó tranquilo.

El bárbaro miraba estupefacto, primero al tocón, y luego a su compañero enano.

No me has dejado nada que talar. Debería darte vergüenza, lo mismo que con los tragos de hace dos semanas.

Puso cara de molestia, algo fingida e infantil, pero molestia y se guardo la espada.
Luego echo un vistazo a su alrededor, quería saber porque aquel árbol les había atacado, y era posible que la respuesta estuviera bajo tierra en las raíces, o puede que en el ambiente.

- JA! - el bufido de orgullo del enano sobrepasó, con creces, su estatura - Es que yo tenía un hacha. Para un árbol no hay nada mejor, o peor, que eso - trató de consolar a su compañero - Con los trasgos fue distinto. Esos bicharracos hacían demasiado ruido y no me dejaban descansar. Así que fue solo un cuestión de necesidad - completó mientras se encogía de hombros

Al observar como su compañero revisaba el tronco se acomodó sobre una roca y le comentó - Si le que buscas es un botín, el pato se va a ofender contigo. Esa tarea es siempre de él. Nunca entendí porque no quiere que la haga nadie más. Debe tener algo que ver con las plumas - Encogiéndose de hombros agregó - Mago, esa bola de fuego fue más poderosa que las de costumbre. Suerte que no nos acertaste a nosotros. La pregunta es porque después el fuego se pintó de verde? Eso también fue parte de tu magia -

Orgulloso por una tarea bien hecha observó a sus compañeros mientras se tomaba un bien merecido descanso.

Artemius suspiró y se dejó caer en el suelo. Estaba agotado. Desde ahí contestó a la pregunta que le lanzaron:

—Ni idea... Pero desde luego que yo no soy la causa de ese color tan extraño—. Reconoció el mago. —Supongo que esa presencia maligna que ha estado controlando todo lo que nos rodea tendrá bastante que ver... Afortunadamente todo esto ya terminó. Aunque no sé... Cómo un árbol podría ser el responsable de todo el mal que había por aquí.

—Deberíamos volver antes de que la luz se vaya.

El pátido estaba exhausto. No físicamente sino mentalmente, nunca se le hubiera ocurrido que un arbol pudiera atacarles, y sumar los vegetales a su larga lista de enemigos era una mierda. Pero siempre se reponía rápido, así que antes de irse de ese lugar no buscó directamente un tesoro o un botín, éso solía ser complicado. En su lugar buscó algún indício, como una trampilla o si dentro del tocó hubiera algun pasillo secreto.

Jatum y Nails se acercan al árbol y lo inspeccionan detenidamente. Nada en él les llama la atención. Es un árbol normal, viejo y chamuscado. Aquello que fuera lo que había en él, algún tipo de magia u oscuridad, se ha desvanecido, dejando sólo una carcasa vacía. 

Pronto anochecerá, así que buscáis un sitio seco en el que poder dormir. Cerca del lugar donde se alza el árbol hay varias extensiones de tierra más pequeñas que parecen adecuadas. Escogéis una y comenzáis a preparar la acampada. Entonces, en unos arbustos cercanos, observáis que algo se mueve y se acerca en vuestra dirección.

El bárbaro se puso en pie y cogio su arma, y con poco disimulo dijo a sus compañeros.

Espero que sean las setas y no otro caimán.

Luego se coloco entre el arbusto y sus compañeros.

Seas lo que seas, muestrate.

Dio la orden completamente convencido de que lo que fuera a a estar detrás del arbusto se iba a mostrar.

Quizás fuera una serpiente gigante, quizás una cocatriz. Quizás, fuera un dragón verde. O puede que se tratara de un conejo. Pero fuera lo que fuera, quería verlo para poder atacarlo.

- Oh no!, ahora que? - comentó el enano al darse cuenta del movimiento. Dejando sobre una roca la sartén en la que estaba intentando, sin éxito, darle algo de sabor a las raciones que les había dado el viejo, embrazó su escudo y tomó su hacha, mientras se plantaba frente a la zona del movimiento, al lado de su compañero.

Al ver que este le había sacado las palabras de la boca, se mantuvo firme y atento, preparado para reaccionar en cuanto hiciera falta.

—¡Qué haces Nails!, lanzad una flecha allí... Al menos así se muestra —Aquella sugerencia sonó casi como una orden, los nervios estaban demasiado presentes.

Acercarse hasta allí y correr el riesgo de ser emboscados no era la decisión más inteligente, de ahí que el mago optase por una solución más conservadora y a distancia. Realizaría algún sortilegio más estaba agotado, confiaba en poder estar bastante mejor al día siguiente.

¿Nails se levantó? Sí. ¿Nails sacó su ballesta? Sí. ¿Nails colocó un virote en la ballesta y la tensó? Sí. ¿Nails disparó? No. La razón principal de no disparar fue la que des de que era un polluelo solía hacer el contrario de lo que le decían. La razón secundaría es que, aunque pátido era un poco rata y no quería perder un virote que dinero le había costado, aunque en una rápida mirada vió que ese en especial había sido prestado por un guardia de una ciudad hacía unas semanas mientras esté perdía el tiempo intentando abrir una bolsita que llevaba en la mochilla para tontos, ya que no se podía abrir.

- ¿Disparar sin saber a qué quack disparo? La última vez di a quack ergor o a quack Jatum, ya no me acuerdo, y quack dijisteis que haríais estofado conmigo si lo quack repetía – dijo mirando a Artemius apuntándolo no solo a él sino a sus tres compañeros, inconscientemente con la ballesta en los vaivenes que hacía gesticulando con el ala mientras hablaba.

La tensión va en aumento conforme aquello que se mueve entre los arbustos se acerca cada vez más. Preparáis vuestras armas, y entonces...

Un gato negro con manchas blancas alrededor de los ojos surge de los matorrales. Tan pronto os ve adopta una postura defensiva. Recorre a cada uno de vosotros con su mirada felina y en un momento dado se percata de la embarcación. En ese instante parte de su desconfianza se torna curiosidad, aunque sigue comportándose con suspicacia. 

Cualquiera de vuestros intentos para acercaros al gato tiene como respuesta que este se aleje. Mantiene la distancia con vosotros pero sin marcharse. Decidís, finalmente, seguir con vuestra acampada, pues necesitáis descansar. A lo largo de la noche da la impresión de que el gato se acerca cada vez un poco más, sobre todo si no le prestáis atención.

La noche transcurre sin incidentes, amaneciendo un nuevo día con prácticamente todas vuestras fuerzas renovadas. Para vuestra sorpresa, el gato está dentro del bote. Se ha acomodado junto a parte del equipo, y lame sus patas con total tranquilidad.

- Ay, gato, gato - no pudo menos que comentar el enano tras evitar, con un gran esfuerzo de voluntad, que su hacha golpee al animal - Estuviste a punto de ser un gato muerto - agregó mientras, poco a poco, se relajaba

Tras volver a su sartén, tratando de convertir las raciones en algo más comestible según los parámetros enanos intentó atraer la atención de la criatura lanzándole algunos trozos de anguila semi-cocidos - Tu te lo pierdes - optó por declarar al notar que el gato se alimentaba con ellos, pero no daba señales de querer acercarse

- Bueno, por ahora no encontramos nada que se dedicase a ahuyentar a la fauna, excepto ese árbol demoníaco, pero por lo menos parece que le encontramos la mascota a nuestro empleador -

Con la madrugada, Egror acomoda sus pocas posesiones, dispuesto a seguir la investigación cuando observa la posición del gato en el bote - Bueno, parece que sabes que esa es la forma de volver a tu casa, pero deberás esperar un poco más. Aún no hemos revisado todo el pantano - le aclara, como si el animal pudiera entenderlo, antes de ubicarse, como siempre, en medio del bote.

- Marinero, te toca dirigirnos - bromea con Jatum - Veamos si consigues hacerlo sin perderte -