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[Desafío Mensual 02] La Maldición de Bronbog

Acto I: Llegada a Bronbog

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31/10/2018, 19:11
Narrador

Habían oído hablar de maldiciones similares a esta, que habían llevado a comunidades enteras a la ruina. La experiencia o conocimientos de les Templarios les dijeron que el verdadero propósito de una maldición así no era extender el miedo y el sufrimiento, sino preparar la tierra con suficiente miseria y oscuridad por un motivo superior. Hacer madurar el lugar lo suficiente para que sirviera de cosecha a algún ritual oscuro.

De modo que hacía allí partieron, tras recibir la orden del Gran Maeste Valmir von Rauken. Un grupo formado tanto por veteranos guerreros como por otros que aún debían probar su valía, pero bien entrenados en las artes del combate y dispuestos a aprender de sus superiores, y de lo que el mundo les depararía a partir de ahora.

Pasaron dos semanas de viaje rumbo al norte, siendo evidente que iban dejando la civilización atrás con cada paso dado. Las ciudades dieron paso a pueblos cada vez más pequeños y marginales, apenas conectados con el resto del reino. Del mismo modo, los bosques se volvían más densos, más salvajes, y por las noches, al acampar, casi parecía como si algo les observara desde la espesura.

Pero por fin estaban cerca de su objetivo. Mientras los cinco avanzaban penosamente a través de las marismas que rodeaban las afueras del poblado, el Sol empezó a ponerse poco a poco. El olor a moho del pantano, húmedo y pegajoso, comenzó a apoderarse de sus sentidos. A medida que la oscuridad descendía lentamente sobre el paisaje, pudo apreciarse un poco de luz asomando entre los árboles. Habían llegado, a los límites de Bronbog.

Guiaron a sus monturas a través del precario camino, si es que se le podía llamar así, pues no era más que una senda de húmedo barro formada únicamente por ser un recorrido habitual. En la distancia, distinguieron multitud de chozas y pequeñas cabañas hechas de madera y tejados de paja, oscurecidas y con pinta de abandonadas o en necesidad de reparaciones. Oyeron el sonido que producían las estridulaciones de varios insectos en el pantano, a medida que estos comenzaban a despertar, así como el croar de las ranas en la oscuridad. Se acercaron hacia la aldea, en la que pudieron ver ya movimiento. Los habitantes salían a recibirlos.

Pero no era una bienvenida como la que estaban acostumbrados. Los Templarios gozaban de gran fama a lo largo y ancho del continente de Achaea, incluso los orgullosos enanos y los altivos elfos los trataban con respeto. Entre los humanos, eran los héroes que alejaban a la oscuridad de sus vidas y protegían a sus hijos. Saber que uno se encontraba en los alrededores era suficiente motivo para dormir tranquilamente, y al pasar por las aldeas recibían agradecimientos, regalos, alabanzas e incluso peticiones de bendición. Todos se detenían a observar con admiración sus brillantes armaduras, sus bruñidas túnicas blancas y su elegante porte, y cobijar a uno que estuviera de paso durante la noche era motivo de recibir un gran honor del que todavía se hablaría en generaciones posteriores.

Y la gente de Bronbog salía en masa a recibirlos, sí. Pero lo hacían con mala cara, empuñando hachas, hoces, bieldos, guadañas y otros aperos de labranza como si de armas se tratara. Los había de todas las edades, tanto hombres como mujeres. Iban mal vestidos y con mal aspecto, pero aferraban sus herramientas con fuerza, formando una gruesa línea entre las precarias cabañas de la aldea. Se los notaba tensos, pero nadie hizo movimiento alguno, como si esperaran a que los recién llegados les dijeran algo.

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01/11/2018, 00:59
Angus Larssen

Cuando eres niño, piensas que ser Caballero consiste en batirse en gloriosas batallas por causas justas y honorables... no te dicen nada de largos viajes por parajes inhóspitos plagados de mosquitos...

... eso piensa por un momento Angus mientras viaja camino a Bronbog con su grupo, pero desecha esas ideas inmediatamente: debe ser cosa de los pesados de los mosquitos el que piense estas estupideces; soy Caballero porque siempre lo he deseado, porque he crecido en una famila entregada al servicio de armas y honor, y porque los Caballeros Templarios de Luminaris son quienes mantienen los más altos ideales como el faro que guía al mundo, un mundo plagado de peligros que ni se imagina el resto de la gente..., peligros como el que nos ha llamado a estas tierras.

Aun siendo un caballero novel, se me ha encomendado una misión; esto no es como pueda ser estar de guarnición en un castillo... aquí vamos a buscar el mal allí donde se encuentre, armados con nuestros aceros y nuestra Fé; el honor que se nos concedió al participar de esta misión, aún hincha mi pecho.

Desde las posiciones traseras del grupo, veo entre mis compañeros de misión, a cierta distancia, el pueblo, y a sus gentes... me levanto un poco sobre los estribos, para ver mejor, y ... bueno, esto es curioso... están fuera... diría que es una turba más bien

--¿no se si es mi vista, pero ..., no hay algo raro?

 

Notas de juego

... no lo dirijo a nadie en general, porque aún no tengo pillado como es el tema de la relación jerárquica en misión en una Orden, siendo además un grupo reducido; lo dejo caer más bien
 

 

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01/11/2018, 11:20
Alistair Lianz

Todo este tipo de ciénagas eran sitios detestables y muchos decían que estaban malditas o encantas ... fuera cierto o no si que eran sitios horribles. Al menos iban con sus monturas y realmente en la zona podría haber una extraña maldición o la actuación de oscuros poderes que estaban preparando la zona para algo peor. 

Alistair solía estar de buen humor. Solía pero no hoy. No en el pantano...el caballero iba en silencio cuando lo normal es que fuera conversando con los demás sobre diversos temas banales Le encantaba hablar, debatir y discutir. Pero hoy no. De vez en cuando suspiraba, bufaba o maldecía; no obstante, cuando vio los primeros aledaños iluminados de Bronbog se alegró. Estaba deseando empezar, siempre el camino era lo más complicado, los encargos una vez llegaban solían ser rápidos. Además la gente solía ser amigable y agradecida a los templarios.

Cuando vio a la turba mal vestida y con el ánimo tan diferente a como esperaba sólo pudo añadir tras detener el caballo:

-Hermano Angus, algo les pasa a esta buena gente.... -dijo lo de "buena" de manera forzada, para él era toda una sorpresa que fueran recibidos así. Se abstuvo de decir nada más, era labor del capitán.

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01/11/2018, 21:10
Augusto Bellator

Avanzábamos por el pantano con lentitud, a los caballos les costaba un poco atravesar esos terrenos, y el cansancio del viaje ya hacía mella, tanto en nosotros como en nuestras monturas.

El Capitán y yo encabezábamos la marcha, no obstante notaba lo incómodos que se encontraban los nuevos caballeros en esas tierras fangosas, con ese olor que lo envolvía todo y los innumerables bichos. A mí no me resultaba complicado seguir el camino, a pesar de todos los inconvenientes típicos de este tipo de pantanos, pero llevaba mucho tiempo siendo soldado, había estado en innumerables lugares, algunos más inhóspitos que aquel pantano, en muchas ocasiones había tenido que luchar en lugares estrechos y completamente cubiertos de barro, o con nieblas tan densas que apenas se podía ver a un palmo de distancia.

Pero Angus y Alistair eran novatos, nunca se habían encontrado en circunstancias así, algo que no tardarían en cambiar, ya que con su destreza, ambos llegarían lejos en la Orden. Por otro lado, Martha permanecía tranquila y callada, no podía averiguar que estaría pensando, sin embargo no me preocupaba lo más mínimo, la había visto formarse y prepararse, no tenía ninguna duda de su grado de implicación, y que llegado el momento, demostraría su valía. Y del Capitán... ¿qué decir? Su reputación hablaba por sí misma, al fin y al cabo, no todos pueden llegar al grado de capitán.

De pronto, a lo lejos se empezaban a ver casas y movimiento. Al ver que estábamos tan cerca de llegar a aquel lugar, decidimos apretar la marcha, los caballos estaban cansados y sedientos, y cuanto antes llegáramos, antes podrían recuperar fuerzas. Pero lo que vimos al acercarnos, nos sorprendió a todos y cada unos de nosotros, paramos en seco la marcha y nos quedamos viendo cómo toda la gente corría, entraba en las casas y salían armados con palos o cualquier cosa que valiera para ese mismo propósito.

- Estáis en lo cierto, esto no suele ser normal, normalmente nos acogen con gusto, pero esto... no recuerdo ningún lugar en el que nos recibieran así. Algo ocurre aquí. - dije tras escuchar las palabras de Angus y Alistair, para a continuación mirar al Capitán con cara de preocupación y añadir, - ¿Qué les ha podido empujar a hacer esto, Capitán?

 

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02/11/2018, 00:15
Narrador

Los Templarios se acercaban al poblado, pero al ver la reacción de los habitantes de Bronbog, dudaron y detuvieron sus monturas. Los lugareños seguían sin moverse ni decir nada, y aunque su actitud no era hostil, sin duda tampoco era amigable, algo que descolocó incluso al capitán Helbrecht, acostumbrado como estaba al trato que había recibido en cualquier otro lugar por el que había pasado. Cierto era que la gente de más al norte era más hosca y reservada, pero la reputación de la Orden era bien conocida en todas partes.

Ambos grupos quedaron a la espera de que el otro hiciera algo. Los caballos agitaban la cola para espantar a los insectos que se posaban sobre ellos. Las gualdrapas blancas que los cubrían tenían ya varios manchurrones de barro y tierra, levantada por sus cascos por aquellos terrenos que jamás sabrían lo que era un camino empedrado.

La tensión se mantenía, casi tangible. De repente, algo empezó a abrirse camino entre los lugareños, apartándolos a empujones para atravesar aquella barrera de cuerpos humanos. Por lo poco que se movía la gente y los gruñidos que daban, quien fuera que estuviera tratando de pasar no tenía mucha fuerza, y provocaba más molestia que otra cosa, pero al final se las arregló para colarse por los agujeros que se abrían brevemente, y tras un buen esfuerzo, consiguió cruzar la línea que formaban los pueblerinos.

Delante de los caballeros apareció una chica joven, apenas debía de haber superado los viente años, vestida con ropas sencillaas como el resto, y con la cara surcada por las lágrimas y la suciedad. Al verse libre del gentío se quedó quieta unos segundos mientras observaba a los Templarios como si no pudiera creer lo que veía, y entonces dio un par de apresurados pasos hacia adelante y cayó de rodillas mientras entrelazaba sus manos y alzaba la mirada para observar a los recién llegados.

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02/11/2018, 01:00
Chica joven

— ¡Habéis venido! ¡Habéis respondido a mi plegaria! — exclamaba, mientras más lágrimas de incredulidad y alivio corrían por sus rostro. De rodillas como estaba, se inclinó hacia adelante con las manos todavía juntas y extendidas, haciendo una humilde reverencia - ¡Gracias. Creador, gracias! — siguió loando al cielo.

A pesar de la distancia y de la cada vez menor luz, los Templarios pudieron ver como varias muecas de desprecio aparecian por las caras de los lugareños. Un anciano se adelantó también, y con un gesto de su mano, la turba empezó a bajar sus armas y a dispersarse, volviendo cada uno a sus casas y tareas, como si nada hubiera pasado. Calmada la situación sin que se hubiera llegado a nada más, el anciano caminó entonces hacia el grupo de caballeros, deteniéndose al lado de la muchacha, pero sin dedicarle una mirada siquiera.

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02/11/2018, 01:08
Estraven

— Saludos, mis señores. Bienvenidos a Bronbog. Mi nombre es Estraven — se presentó el hombre. Una corta aunque espesa barba blanca ocultaba la mitad de su rostro, aunque cierto grado de calvicie hacia que la otra mitad estuviera despejada en las entradas.

Vestía igual de simple que el resto de habitantes, aunque por encima de la ropa llevaba una capa azul que se sujetaba con un pequeño broche de plata, con algo grabado en él. También destacaba el hecho de que llevara una espada al cinto, la única arma que podía clasificarse como tal entre las que les habían mostrado, pero no la había sacado de su vaina en ningún momento — Soy el anciano de la aldea — siguió hablando. Era una costumbre bastante común en los pueblos pequeños, el hacer que al de más edad, y por ende, experiencia, se lo tomara como al encargado del lugar — ¿Qué ha podido traeros a este pequeño lugar tan alejado de todo?

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02/11/2018, 01:58
Augusto Bellator

Nos quedamos quietos mirando el gentío esperando que se disiparan o avanzaran hacia nosotros, pero eso no ocurrió, nada cambió hasta que una joven se hizo camino entre la multitud y vino hacia nosotros.

No retiraba su mirada de nosotros hasta que se arrodilló y nos habló. Miré al Capitán buscando en él alguna respuesta a todas las preguntas que me hacía desde que llegamos a aquella aldea, pero no tuve suerte, y desvié la mirada de nuevo hacia la joven.

Cuando me dispuse a hablar con ella, vi que el gentío se marchaba y un anciano se dirigía a nosotros, le seguí con la mirada hasta que se detuvo ante nosotros. Me sorprendió el hecho de que al llegar ni siquiera mirara a la joven, como si nada le importara, o como si le molestara que hubiera acercado.

Escuché sus palabras, pero mi cabeza seguía pensando en las de la joven, daban a entender que algo pasaba, sin embargo el anciano no parecía querer contarnos nada. Todo parecía escaparse de la normalidad en aquel lugar.

Viendo que el Capitán miraba al anciano pero no se decidía a hablar, y que mis otros tres compañeros nos miraban como si nosotros fuéramos los únicos con permiso a hablar, yo tomé la iniciativa.

- Saludos anciano, somos caballeros templarios, venimos en misión de nuestra Orden - dije mirando al anciano, para a continuación dirigir mi mirada y atención a la joven, - ¿a qué se refería con que hemos respondido a su plegaria, jovencita? - concluí esperando encontrar alguna respuesta.

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02/11/2018, 09:04
Angus Larssen

Aún no tengo claro lo que está sucediendo; durante el viaje, siempre que hemos podido, hemos mantenido la formación habitual de a dos; el capitán y el Sargento delante, Alistair y yo en medio, y Martha, la Escudera al final de la comitiva; ocasionalmente hemos tenido que ir en fila de a uno, cuando el camino así lo exigía.

En este momento, detenidos ante el pueblo, queda abandonado el orden de marcha, y la situación pasa a ser otra; ahora, visto el recibimiento inicial, lo que procede es presentar un frente mayor, y estar atento de ojos y oidos a todo lo que transcurra, ya que el Capitán y el Sargento tienen su atención centrada tanto en el Anciano como en la joven que se ha postrado ante nosotros, en una situación que me ha sorprendido totalmente. Sin que se haya cursado la orden, estamos en alerta.

Mantengo una postura vigilante, atento al puebo; si bien las gentes se han ido retirando, no podemos obviar el tono del recibimiento; no es nada normal, y no sabemos aún que les puede haber inducido a actuar así. Si bien no atacaron, si ofrecían un frente compacto... ¿miedo? ... tal vez, el miedo puede ser lo que les impulsase a tener esa actitud, pero miedo.., ¿a que? ¿a nosotros? Claramente, por nuestras indumentarias, se nos identifica como Caballeros Templarios de Luminaris, y no se de gentes de bien que nos teman, cualquiera que sea el lugar del mundo que conocemos.

Por si acaso, mis ojos escudriñan en pueblo desde la posición eleveda que me otorga mi montura, y atento a las palabras de la conversación que tiene lugar a mi lado.

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02/11/2018, 10:19
Martha

El viaje había sudo duro, como siempre. Conforme más nos alejábamos de la ciudad más familiar se volvía todo para Martha. Ella nació y creció en un pueblo como los que habían dejado atrás hace pocos días. Su madre murió en el parte y fue su padre el que se encargó de su educación. Educación en labranza, en el trato con animales y poco más. Por eso mismo desde pequeña la joven muchacha se había convertido en una mujer fuerte y dura. El camino no le era ajeno, ya había caminado por senderos similares... aunque desde luego no a caballo. Los mosquitos, el ambiente, todo ello le trajo recuerdos de su infancia. Todo ello le hicieron preguntarse que sería de su amado padre, que tras descubrir que su hija podía ser algo más que una campesina decidió que su futuro sería mejor que el suyo propio...

Los pensamientos de Martha se difuminaron en el mismo momento que avistaron Bronbog. A pesar de llevar poco tiempo en la orden, había experimentado lo suficiente como para saber que aquel recibimiento no era normal, algo había pasado, o algo pasaba allí. No había duda.

Ella habló de sus plegarias, el anciano preguntó por nuestro paso por aquel lugar y el Sargento supo enseguida que preguntar. Martha pensó en bajar del caballo, acercarse a la joven y ayudarla a levantarse... pero lo poco que llevaba en la orden ya le había servido para aprender que era mejor esperar. El Sargento ya había hecho su pregunta, era el turno de ella responderla o del anciano darse a entender...

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02/11/2018, 16:33
Capitán Rogal Helbrecht

EL viaje había afectado visiblemente al grupo, el capitán lo podía ver en las expresiones físicas de sus soldados templarios. Tal vez, para un desconocido no hubiese sido tan evidente, pero para él que los conocía bien, el desgaste producido por el viaje era evidente. Sin embargo, no era algo que los pudiera detener. Rogal era consciente de la determinación de sus hombres.

Aun así, lo que se hubiera esperado al llegar a Bronbog, era un recibimiento diferente, y el ofrecimiento rápido de comida y hospedaje. Lejos de eso había estado la realidad. Todo el pueblo actuaba de forma extraña a lo que se esperaría de la llegada de una comitiva de caballeros Templarios.

Esta situación lo puso alerta, y comenzó a estudiar bien el escenario. Pero no pudo llegar muy lejos en sus cavilaciones. La marea de gente comenzó a oscilar y desde el interior de aquella impenetrable turba salieron al paso dos personajes. Una joven muchacha que se deshacía en alabanzas y agradecimientos por la llegada de los caballeros, y un anciano. Aunque no cualquier anciano, sino al “Anciano” de la aldea.

Escuchó como su Sargento los presentaba. Augusto, era un gran soldado que había probado su valía durante años de batalla. El destino los había puesto en las mismas circunstancias varias veces y el capitán sabía que tenía a un gran Sargento a su lado para encarar esta misión.

Rogal dio dos pasos hacia adelante con su caballo. El saludo inicial ya estaba hecho, pero aun debía dar su nombre y puesto para terminar de formalizar aquella presentación.

-Soy Rogal Helbrecht, Capitán de la Orden de los Templarios de Luminaris. Como le ha indicado mi Sargento, hemos venido bajo órdenes del Gran Maestre en una misión oficial. Díganos anciano, que es lo que está pasando aquí? Por qué están todos armados como si estuviesen listos a entrar en batalla? Me da la impresión de que no somos bienvenidos, excepto por aquella muchacha.

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02/11/2018, 17:31
Alistair Lianz

Alistair observó con curiosidad al "anciano" de la aldea y como la turba se había dispersado. Tampoco sabía muy bien tanto interés por parte de la chica joven en su llegada, quizás estaba actuando. No lo sabía. Lo que si sabía es que jamás le habían recibido como Templario de esa forma... gente común con armas en mano y malas caras era algo nuevo para el caballero, ya que su orden solía gozar del respeto y aprecio de las gentes comunes. 

¿Realmente pensaban enfrentarse armados con herramientas de labrar a un grupo de templarios con armaduras? Algo raro pasaba aquí. Necesitaba explicaciones y esperaba que el anciano que hacía de burgomaestre contestara sin rodeos a su capitán. Lo mismo esperaba de la chica joven a la pregunta que el sargento le había lanzado. Lo esperaba por el bien de ellos. Y por el bien de todos, incluidos los propios Templarios.

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02/11/2018, 18:30
Estraven

La anciano hizo una leve reverencia, todo lo que su vieja espalda le permitió inclinarse, y habló mientras la muchacha se ponía en pie — Disculpad que hayamos salido así en tropel. Por las noches, los alrededores del poblado no son seguros, y ya nos hemos acostumbrado a ser precavidos — se explicó Estraven. Sus palabras sonaban sinceras — Me temo que han hecho el viaje en vano, nobles caballeros. Aquí no ocurre nada fuera de lo normal.

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02/11/2018, 19:04
Chica joven

¡No es cierto! — lo interrumpió la joven, dando un paso hacia adelante — ¡Está desapareciendo gente! ¡Algo se los lleva por las noches! — la muchacha se giró entonces hacia Bellator — Yo fui la que dio el aviso. Aquí la gente hace como si nada sucediera, pero hay algo maligno en el pantano, lo juro. ¡Por favor, tienen que ayudarnos! ¡Tienen que detenerlo antes de se nos lleve a todos!
 

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02/11/2018, 19:12
Estraven

El anciano le dedicó una airada mirada a la joven antes de seguir conversando con el capitán Helbrecht, carraspeando antes de hablar para atraer la atención sobre él — Como he dicho, los alrededores de Bronbog pueden ser peligrosos. Es un pantano, después de todo, y en él hay criaturas repugnantes. Pero la aldea es segura, siempre lo ha sido — se encogió levemente de hombros, restando importancia a todo aquello, después de todo, era lo que vivían día a día — Es cierto que alguna vez ha desaparecido alguien, pero por ser poco precavido o imprudente. No hay aquí artes oscuras o presencias malignas que justifiquen la presencia de los guerreros de Luminaris.

Volvió a mirar a la muchacha, que a pesar de sus evidentes diferencias, se mantenía en silencio ahora, respetando al anciano mientras este tenía la palabra — Me temo que la mente de la joven Fayre le ha jugado una mala pasada. Sé que un poblado así no es un lugar fácil donde criar a los jóvenes, y al principio el miedo puede hacer mella en cualquiera.

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02/11/2018, 19:34
Fayre

— ¡No estoy mintiendo! ¡Ni soy estúpida! — exclamó la chica, Fayre, como la había llamado el anciano, encarándose hacia él — ¡He vivido aquí siempre y nunca había sido así! — volvió a girarse hacia los Templarios, con la súplica visible en sus ojos — ¡Por favor, tienen que creerme! ¡Algo maligno acecha en el pantano! ¡Se llevó al padre Vilem!— de nuevo, volvió a girarse hacia Estraven — ¡Hábleles del sacerdote! — le espetó. Pero esta vez, el anciano solo guardó silencio.

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02/11/2018, 20:09
Augusto Bellator

Algo había en toda esa conversación que me sonaba raro, o la joven estaba loca o el anciano ocultaba algo, lo que era evidente es que estando ambos juntos, no le sacaríamos nada ni a uno ni a la otra.

Me incliné sobre mi montura en dirección al Capitán, que se encontraba al lado mío y a poca distancia, y con sumo cuidado de que nadie más me escuchara le susurré, - no sacaremos nada en claro de todo esto, al menos si no les separamos, te propongo que hables con el anciano y yo hable con la joven. Quizás eso nos ayude a saber qué esta ocurriendo.

Mientras esperaba la respuesta del Capitán, ya empecé a pensar una manera de separarnos sin que fuera demasiado evidente mi intención. - Disculpe anciano, hemos recorrido un largo camino, y tanto nosotros como nuestros caballos, necesitamos descanso, ¿sería posible que pasáramos lo que queda de noche aquí, y si no es mucho pedir, algo de comer para recuperar fuerzas? - dije bajando del caballo y pasando las riendas a Angus, que estaba justo detrás de mí. - yo si no hay inconveniente daré un pequeño paseo para estirar un poco las piernas, como ya he dicho, el viaje a sido largo.

Mi maniobra ya estaba lista, mis compañeros irían hacia el pueblo con el anciano y eso me dejaría a solas con la joven, quizás estando solos, se sentiría más cómoda y me contaría todo aquello que le preocupaba. No obstante, respetaba demasiado al Capitán como para decidir por él, y una vez Angus sujetaba las riendas de mi caballo, me quedé quieto allí, preparado para continuar si el Capitán estaba de acuerdo, o no hacer nada y permanecer a su lado si pensaba que la situación debía llevarse a cabo de otra manera.

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03/11/2018, 10:16
Alistair Lianz

Se bajó del caballo al que acarició tras tocar el suelo. Miró a ambas personas con versiones contradictorias; Alistair no era probablemente el templario más perspicaz del mundo pero, ¿cómo se puede negar una desaparición? No hay mucho que discutir, si alguien no está pues no está, había poca discusión sobre ello:

-Estraven, soy el Templario Alistair, ¿es verdad que el padre Vilem no está? ¿Cómo desapareció? ¿Dónde? -la respuesta y el modo de responder harían entender al simple Alistair hasta que punto debían quedarse o no, aunque no era su decisión.

La propuesta del sargento le parecía bien, por separado podrían averiguar las dos versiones como tal, aunque juntos podrían confrontarlas. No es que le importara mucho, al final estaba seguro que los Templarios averiguarían la verdad.

Quedaba a la espera de lo que decidiera el capitán.

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03/11/2018, 13:53
Martha

Martha se quedó en silencio. Desde luego algo había raro. La joven muchacha les había llamado, eso parecía estar claro. Ahora, el anciano negaba que hiciera falta. Puede que aquella muchacha estuviera loca, o puede que el anciano estuviera ocultando algo. En cualquier caso era tarde, y necesitaban descansar y reponer fuerzas. Lo cierto es que la noche siempre trae respuestas, unas veces terribles y horrendas, otras tan solo terribles. Las más escasas tan solo sueño y reposo. Martha se preguntó que noche les tocaría en Bronbog.

Es probable que no tengamos espacio para todos en la misma casa, quizá sea ese un buen momento para intentar sacar algo de información... En cualquier caso parece que el Sargento ya ha hecho su movimiento, sea cual sea... ahora tan solo queda que el Capitán lo acompañe o decida al mejor para que comience la magia de Bellator y Helbrecth. Martha nunca se cansaba de verles en acción, no en combate... sino en acción.

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03/11/2018, 18:23
Angus Larssen

Frunzo el ceño ante la situación; he sido entrenado como guerrero, no como investigador...

... y a continuación esbozo una sonrisa apenas perceptible... el Sargento sí es zorro viejo, y ha buscado la forma de conseguir dos versiones íntegras de la contradicción... ¡Bien por él!. Cosas como estas, se consiguen con años de experiencia de tratar con gentes.

Tomo las riendas de su caballo según me las ofrece, y me hago así cargo de su montura; solo me preocupa, aunque tampoco demasiado, que el grupo se divida, cuando aún está reciente el "agradable" recibimiento que hemos recibido, pero en fín, el Sargento sabe lo que se hace, y es lo bastante duro como para resistir si está en apuros hasta que podamos venir a apoyarle, si es que las cosas vienen mal.

Lanzo una mirada a nuestra espalda, más bien por costumbre; la zona de los pantanos, esta zona debe tener algo maligno, si no, no se entiende que hayamos asistido a esta discrepancia de versiones. Algo huele mal, y no es solo el agua putrefacta.
Quedo a la espera de lo que haga el Capitán, para seguirle puntualmente, pero atento a donde se quedará el Sargento, por si tenemos que venir a buscarle.

... y también empiezo a anticiparme a nuestros futuros deberes: al menos, debemos encontrar algún tipo de caballeriza, comer y recuperar fuerzas, conseguir un lugar adecuado donde acampar, preparar los turnos de guardia, y lo que nos ordene el Capitán, que no me extrañaría que fuese algo más, tal vez una descubierta por la zona para localizar huellas o lo que sea. En fín..., pienso, ¿buscabas aventuras?, pues parece que aquí puede haber algo de eso.