Partida Rol por web

Creekville. Distrito de Uptown

Calle Boa Vista

Uptown se trataba del distrito más nuevo de Creekville. Donde se reúne la flor y nata de la ciudad: actores y actrices, políticos y banqueros. El denominador común eran los bastardos corruptos. Algunos de las familias menos discretas gustaban de tener propiedades en aquel nuevo distrito. Banale¹ los llamaba Don Gaspare que prefería un perfil más discreto.

El Ford en el que iban los cuatro cruzó el río Maumee rumbo al norte, dejaron a un lado el Oak Park y los distritos central y periférico para a continuación ascender por la loma del Bald Mount. La sinuosa carretera que subía hacia lo alto del Monte se encontraba salpicada de mansiones cosidas entre sí por avenidas cuidadas. Sin embargo ninguna de ellas era la urbanización que les interesaba.

Era ya de noche cuando llegaron a Boa Vista. Allí no había tantos árboles aunque los setos dividían las mansiones igualmente dándolas privacidad, tras aquellos setos muros altos de hormigón aparecían imponentes y dando sensación de seguridad y privacidad. Todas las construcciones poseían un aspecto familiar y hogareño a excepción de la última vivienda, la que se situaba al final de la calle tal y como Michael había descrito. Los setos estaban descuidados y los muros contaban con alambres en su parte superior, que lo dotaban de un aire a búnker casi inexpugnable. Sin embargo el interior estaba a oscuras. 

El vehículo se encontraba situado en la calle de enfrente, el motor ronroneaba aguardando que el conductor se decidiese a parar o a seguir su camino.

Era evidente a las luces que enfrentarse a la familia Marchetti con una pistolita de juguete del .22 no era lo más inteligente, así que Renzo como buen benefactor se agenció un revólver .45 donde Pauli porque no disponía de más calibre en arma corta que sino lo hubiera escogido y una Escopeta .20 como arma grande.

—Pauli... non insistere in darme il silenziatore! —comunicó con sarcasmo al anciano armero al tiempo que le sonreía.

Al mismo tiempo le había sugerido a Marco que llevará la Lupara ya que sus habilidades de pelea le vendrían bien en primera línea y puesto que Marcelo en ese mismo día había demostrado aprecio a la Thompson como si fuera una mujer, pues que mejor que John hacerse con un Fusil .38 como buena rata asesina escondido en la retaguardia.

Pero como sus compañeros hacían lo que querían no se preocupó en exceso de ellos.

Marcelo estaba satisfecho con su revolver colt y con la thompson. No obstante, no dudó en agenciarse una navaja con un filo de doce centímetros y filo de sierra. Cuando las balas fallaban, aquella amiguita podía sacarle a uno de un buen apuro.

Marcelo se mantovo callado durante el viaje hacia el distrito de Uptown. Para él el trabajo era un placer, pero sabía cuando las cosas se ponían feas. Acabar con Carlo Marchetti era algo que llevaban tiempo planeando, pero ahora que había llegado la hora, el corazón de Marcelo se encogía.

Bregar con los Marchetti no era cualquier cosa. Encargarse de una puttana o hacer cantar a un politicucho era algo rutinario, pero enfrentarse a otra famiglia, significaba guerra. Muchas cosas podían salir mal. Esa noche podía ser su última sobre la faz de la tierra, así que deberían andar con ojo.

— Tenemos que ser rápidos, sigilosos y tremendamente efectivos. — Dijo Marcelo cuando ya encaraban la calle Boa Vista. — Este "commissione"¹ no es cualquier cosa. Tenemos que trazar un plan y seguirlo al pie de la letra. — Miró a Renzo. — No quiero que nadie actue por su cuenta. — Marcelo estaba muy serio. Mucho más serio de la habitual. — Me da igual cómo queráis hacerlo, pero una vez esta claro, hacemos lo que se espera que hagamos. ¿Capisci? Nuestras vidas dependen de ello.
 

-No hay tanto problema con eso- Dijo John -Tengo un plan tanto por si las cosas se ponen feas  como si no. Cargue un bidón de gasolina al maletero, y otro con aceite viejo y usado. También algunas botellas, cuerdas y un gacho. Un poco de fuego y hubo podría accidentalmente hacer pasto de aquellos árboles sin podar. 

Tras oír las palabras de Marcelo se le volvió a asegurar de nuevo lo "imbécil" que le parecía a Renzo su compañero de oficio.

—Ma cosa dici? —espetó a viva voz. La prima¹ cosa che voy a hacer es actuar per conto mio².

»Soy il che migliore presenza "banale"; come direi il Don; tiene di los quattro. Doy un ritorno completo al palazzo, mentre vosotros spere con le buone notizie. Se alguien me pregunta... le dico che voy a una festa e io sono perdido. Después ya planeamos lo che noi facciamo³.

Llevaban los cuatro poco tiempo en el vehículo decidiendo cuál iba a ser su curso de acción cuando de pronto se encendieron las luces del edificio. Parecía que consciente del allanamiento que estaban planeando, había optado por darles la bienvenida, o tal vez hacerles saber que les habían encontrado.

–¡Vamos para allá, al bar de mierda ese…! –estaban lejos para escuchar con claridad las palabras y sólo se percibían cuando el que hablaba lo hacía bien alto. En la lejanía a través de la gran verja metálica se dibujó la silueta de cuatro tipos que avanzaban lentamente, el que hablaba parecía ir desarmado y no paraba de hacer aspavientos. Los otros tres estaban armados con Tommy guns y parecían acatar todo lo que les decía el primero.

–¡Acaban de decirme que han visto a ese hijo de puta de Michael allí! ¡Que vean lo que pasa cuando ponen a mi gente en mi contra! –volvió a hablar el de antes abriendo esta vez la puerta que daba acceso al vehículo y se metió en su interior. –¡Vamos rápido!

El primero de los acompañantes que portaban la ametralladora Thompson se agachó y empezó a arrancar el vehículo, mientras que los otros dos se dirigieron rápidamente a la puerta y empezaron a abrirla.

–¡Jefe! ¡Hay un coche aquí! –Dijo uno de ellos mientras que su compañero seguía entreteniéndose con las puertas. Intentó mirar en la oscuridad a ver si distinguía algo y tras dejar caer su arma, sacó una pistola que ocultó en el bolsillo y empezó a acercarse a los hombres de Panepinto.

Les habían descubierto. No había tiempo para planes, ni engaños. Casi lo prefería así. Estaba cansado de Enzo y sus dotes de actor de poca monta. ¿No se daba cuenta de que se había equivocado de profesión? ¿Por que no probaba en Holywood? Allí tenían suficiente caché como para aguantar su pedantería. La parte mala era que en breves instantes, se iba a armar una buena allí en medio y la buena era que no tendría que soportar a ese Renzo y sus "merde"1.

La cosa se ponía mal, muy mal. Eran cuatro contra cuatro, pero ellos tenían tres tommys y ellos solamente una. Lo más lógico en ese momento no era otra cosa que salir echando chispas de allí, pero Don Panepinto no iba a estar muy contento con aquel trabajo. Ponerse a disparar era una lotería, pues las balas silbarían de uno y otro lado y sin duda habría bajas por ambos bandos. Por suerte tenía su revolver a mano. En cuanto aquel hombre se acercara a preguntar le volaría la tapa de los sesos sin darle tiempo a réplica. 

- En cuanto se ponga junto a la ventana, lo abatimos. - Dijo Marcelo agarrando con firmeza su revolver. - A punto in bianco 2. Poi uscirò della macchina con il tommy 3, me apostaré en el camino y cuando salgan con el coche los lleno de plomo. - Miró a sus compañeros por un breve instante. - D'acordo?

poi uscirò dalla macchina e con il tomm

Marco se encontraba sentado en el asiento del conductor, y ahora se arrepentía de que una duda momentánea les hubiese hecho no apagar el motor a tiempo. Había sido un fallo inadmisible, y ahora estaban en una situación peliaguda.

En lo que el hombre de Marchetti se acercaba, revisó con gestos rápidos la navaja que se había agenciado para aquella ocasión y que ahora agradecía tener a mano. Había devuelto la .22, de la que había sacado un partido insólito, y la había sustituido por una lupara, pero no era su especialidad y le iba a resultar imposible de manejar en aquel espacio cerrado, así que en aquel momento la custodiaban sus compañeros del asiento trasero.

—No disparéis a menos que sea necesario —advirtió a sus compañeros—. No queremos que vuele la liebre. Hablamos educadamente con el tipo y, si la conversación se tuerce... —la navaja chasqueó en el aire—. Mientras sus compañeros se plantean si todo va bien, podemos decir si darles plomo como propone Marcelo o largarnos y probar otra entrada. Preparaos para cualquier cosa.

Que Marco hablase tanto no era buena señal. Significa que estaban en problemas y que no se encontraba cómodo con la situación. Lo cuál, teniendo en cuenta que ese era el trabajo al que se dedicaba, tampoco estaba tan mal.

Era un plan sencillo. Podía funcionar. En función de como resultara el encuentro tomarían un camino u otro. No había mucho tiempo para discutir y Marcelo lo sabía. Aceptaría el plan de Marco y rápidamente intercambio su revolver pir su cuchillo.

— Capito. — Dijo Marcelo. Al final, él no era el mejor pensando. A él se le daba mejor simplemente sobrevivir.

John vio como las cosa se ponían feas. Todo lo que no debía pasar estaba pasando. Y dentro de aquel lugar eran como peces una cubeta. Johny tenía que pensar.

-Tengo una Idea. ¿Alguno habla Francés?. Saldré a hablar... así si algo pasa... no seremos tantos peces en la misma cubeta. Tal vez sería bueno que los de atrás se agacharan un poco.- Acto seguido abrió la puerta del copiloto y descendió para alcanzar a aquel tipo en medio de la calle.

-¡Bonsoir, mounsieur!- le escucharon decir a John mientras se acercaba haciendo gestos a aquel hombre -Su acento francés era tan bueno como mala su pronunciación en Italiano. -Excusez-moi, pourriez-vous m'aider?

— Merda Doe, merda! — Pensó Marcelo muy preocupado.

Justo lo que acababa de decir que no quería. Cada uno actuaba por su cuenta. Eso era malo. Marcelo lo tenía más que claro. Aquel francesito estaba listo y ellos tendrían un componente menos del grupo.

Si bien el plan de Marco no era tan efectivo como el camino a seguir que había marcado él, acababa igualmente con un hombre de los Marccheti menos. Reduciendo su número, también reducían las posibilidades de morir a manos de las tommy.

Probablemente el plan de John no diera resultado. Los hombres de Carlo no iban a fiarse de un hombre con aquel aspecto en las inmediaciones de su casa franca y a esas horas, por muy buen francés que hablara. Pero ya estaba hecho y Marcelo poco podía hacer ahora salvo agarrar con firmeza de nuevo su revolver y esperar al momento preciso para utilizarlo.

La repentina salida de un hombre del asiento trasero del vehículo puso tenso al recién llegado. –¡Quieto joder! – Le imprecó instándole a detenerse y observarle desde la distancia–. ¿Qué haces ahí, cuántos sois? –Le inquirió rápidamente sacándose el arma del bolsillo y apuntando a su pecho. –¡Sam tenemos intrusos! –gritó a su compañero que se encontraba ocupado antes con la puerta. Éste empezó a acercarse suavemente con la ametralladora.

John levanto las manos con expresión de espanto. -¡Pour l'amour de dieu!- John empezó a temblar y a mezclar palabras -¡ne me tue pas, ne me tue pas!- Baja la cara como si quisiera contener el llanto - Pour fauvore. No me mate. ¡Solo quería saber una dirección!. ¡pog favor, no me mate!

La situación se había salido de control. Y al parecer toda la labia de John se había ido con aquel maldito politiquillo. Pálido como un fantasma, ya se sentía un fiambre.

-Monsiur, ayez pitié. Tenga piedad.- 

La idea de John era parecida a la inicial sugerida por Renzo pero con otro idioma "finjir ser un rico de la zona que se había perdido buscando una fiesta". Eso funcionaba mejor estando sólo, pero aquellos hombres ya los habían divisado a varios juntos en el auto.

Cuando vio que el tipo lo encañonaba y se acercaba Sam con la metralleta, definitivamente John era hombre muerto. Pero a pesar de todo John era al que más aprecio Renzo tenía porque de los 3 compañeros nunca lo dejó en evidencia ante el Consiglieri y el Don. Renzo llevaba el révolver .45 encima que era muy fácil de percibir pero eso no le importaba para la actuación que iba a ejecutar, si esa gente no entendían el francés entenderían su propio idioma siciliano.

—Marcelo imbecille, dai la notizia alla mia Natalè —susurró rápido a su izquierda.

—Marco non salir, inizia il auto se disparan ellos —susurró rápido al frente dandoles una oportunidad de huir a los dos de una muerte segura.

E inmediatamente igual de rápido sin darles opciones de respuesta abrió su puerta trasera de la derecha dejándola abierta, hablando a viva voz bien alto y claro, mientras se dirigía con paso muy alegre y firme al lado de John en su parte izquierda.

—Ah, ah, ah! Sammyyyyyy!!! Ah, ah! Sono il cugino¹ di Antonella Rossi in Sicilia! 

»Come Capo sono felice che sei attento nella² nostra famiglia Marchetti. (A esos imbéciles les encantaban los cumplidos sabía Renzo)

»Questi sono i miei ragazzi³, veniamo dall'italia! Cadere le armi prego, questo è attore francese.

»Sai dove si trova Michael Scott? Voglio parlare con Carlo. Carlo!! CARLOOOO!!! vai a salutare⁴ alla tua famiglia!!!

La actuación de Renzo había sido un cúmulo de lo mejor que tenía (su presencia, su idioma italiano, su seducción, su conocimiento de los sicilianos, su labia y su gran arma corta que con sus grandes dotes de arma corta era todo ello junto un verdadero cóctel explosivo).

Su intención inicial era ganar algo de tiempo para que el primero bajará el arma con la información que les había dado puesto que había escuchado parte de sus conversaciones con palabras como "Michael" y "bar".

Pero lo más importante es que probablemente el tipo del coche fuera el mismo Carlo Marchetti porque fue el primero en sentarse detrás del auto y como Renzo también iba en la misma posición de su auto uso la excusa de ser un Capo en Sicilia primo de Antonella para hacerlo salir del auto y que tuviera que acercarse a verlo con sus propios ojos. Aquellos tipos no iban a tener la iniciativa de disparar a la primera si no veían una señal de peligro que John no les había dado y ahora veían que Renzo llevaba un arma encima lo que justificaba que al ser de la misma familia todos fueran mafiosos a aquellas altas horas de la noche habiendo ido a buscar a Carlo, Antonella y el político Michael que quizás fuera el pezzonovante.

El tipo del arma y Sam eran unos mindundis como lo eran ellos 4 por eso habían tardado tanto en disparar todos tanto los enemigos como los Panepinto porque no podían iniciar tiros tan alegremente, pero Carlo Marchetti era diferente si estaba en ese coche o en la casa oyendo el jaleo, aquellos diablos no se atreverían a disparar sin una orden por respeto a Carlo ya que era superior en la jerarquía de la familia. Eso era algo que había observado antes con Marco y Marcelo ante el Consiglieri y el Don cuando fueron a realizar la tortura al miserable Michael.

Pero aún así por si todo fallaba Renzo había jugado ya su carta maestra que no era otra que posicionarse al lado de John con el mejor arma corta que tenían un revólver .45 que junto con sus habilidades aseguraban un buen 2 vs 2 al descubierto sin ningún obstaculo y es que la posición anterior de Renzo en el coche era malísima para disparar y recibir los tiros de la ametralladora. Antes era un 2 vs 1 estando el resto detrás, ahora la cosa ya no pintaba tan bien para los Marchetti.

Si aquellos locos eran tan imbéciles de osar abrir fuego morirían ahora seguro, se cavarían mínimo las 4 tumbas para Sam, John, Renzo y el que encañonaba. De rositas era imposible que salieran, por eso ya debían pensarlo fríamente.

Aquello era una fiesta de despropósitos. Primero la cagó Doe y ahora Renzo era el segundo que se interponía entre su línea de visión y el objetivo de su revolver. Los dos iban a diñarla, eso estaba más que cantado. Lo de Renzo estaba cantado desde hacía tiempo. La manera que tenía de proceder provocaría que tarde o temprano, alguien de mecha corta le volara los sesos. Podía que ser que sus dotes de actor le sirvieran una vez o puede que incluso dos, pero no estaba jugando con novatos, sino con  hombres curtidos y bien armados.

- Marco... - Llamó la atención del conductor con un susurro. - Prepárate para salir de aquí en cuanto John y Renzo sean abatidos. Yo cubriré la retirada con la thompson.

Marcelo estaba nervioso y temía por su vida. Le daba lástima Doe, pero Renzo se lo había ganado. Sus manos sudorosas localizaron la ametralladora, la cual estaba situada junto a él en el asiento trasero. Aquel arma podía ser su único pasaporte de escapatoria en cuanto las cosas se pusieran todavía más feas. Ya daba la misión por perdida, sólo quedaba tratar de sobrevivir. 

- Avevano avuto molta sfortuna 1. - Pensó para sus adentros. - Molta sfortuna... - Repitió en un susurro.

La aparición de un segundo, esta vez un siciliano que se emperró a hablar en idioma contándole una historia extraña, hizo que bajase la guardia y el arma. Sin embargo, de pronto todo cobró sentido. Estaban en guerra y alguien había hablado de más:

—¡Hijos de puttana! ¡Nos han traicionado! — exclamó levantando el arma con la intención de abatir al que tenía más cerca, el presunto francés.

Por un momento Jonn volvió a ser aquel pobre chico escondido entre las sombras. Podía disparar y morir acribillado por aquellos hombres. Tal vez podía herirlos. Pero detrás de él en el choche se encontraban sus compañeros. Si no se quitaba, ellos serían los peces en la cubeta. Johny recordó las palabras de su padre. Todo lo que un hombre tenía era la familia. Con un movimiento rápido corrió en diagonal, aventando el fajo de billetes al aire para reducir el campo de visión de aquel par de matones y salió huyendo en dirección a la zona residencial. Con suerte las sombras y los billetes impediría que alguna mala bala la acertara. Pero más importante, evitaría que el fuego de la Tomy se centrara en el auto. Con suerte, los chicos podrían abatir a esos tipos. Con suerte Johny podría salir vivo. Se río por dentro. Tal vez debió de haber formalizado algo con esa chica. ¿Qué estaría haciendo ahora? ¿Estaría escribiendo? ¿lo estaría esperando?. Con suerte, ella terminaría escribiendo su obituario.

En un alarde de valentía, tal vez estupidez... John echó a correr rumbo a la oscuridad dejando tras de sí una lluvia de billetes y multiples balas. Sin embargo inexplicablemente el guardaespaldas de los Marchetti falló todas las balas parecieron perderse en algún lugar de la noche.

Ahora tenían ante sí una esperanza por poner fin a aquello antes de que las cosas se complicasen más.

El objetivo de Renzo sería Sam el matón con la Tommy, sabiendo que estaba más alejado de sus 2 compañeros del coche y Renzo estaba más cerca (que por eso había salido). Así con la más poderosa arma corta que tenían con un tremendo alcance de 50m esperaba darle seguro pues su manejo de armas cortas era muy alto.

Mientras John corría a su derecha dejando un campo de visión total con un ángulo completo de tiro a Marco para que disparará al matón más cercano, Renzo:

1- Sacó su revólver .45 y disparó.

2- Corrió bordeando el coche por detrás en su izquierda (porque era el ángulo de menos distancia para Renzo y de menos campo visual para el matón más cercano ya que el matón lejano de la Tommy estaba disparando a John en la derecha) para subirse de nuevo al coche.