Partida Rol por web

La vida era injusta. Terriblemente horrible! Después de una larga jornada de casi cinco horas en aquel lugar donde olía a muerte habías salido por fin. Te pasarías por el DM* en búsqueda de aquella crema en oferta que olía a cupcakes de fresa para celebrar que el jefe no se había pasado. Era taaaaan pesado e insoportable, algún día aparecerías en las noticias, con tu nombre en el membrete y un montón de vecinas indicando lo buena y amable que eras, porque saludabas. 

Venga, que solo quedaba el viernes y por fin fin de semana. Tampoco es que hicieras gran cosa, pero al menos no tendrías que verle la cara a nadie en el hostal. Aunque también era cierto que los fines nunca había casi nadie, tan poco trabajo, y le pagaban lo mismo que tu a esa...no sabías ni como llamarla, era la lagarta. 

El móvil sonó, era tu jefe. Todo el subidón se te había ido a la mierda. Decidiste ignorarlo, pero siguió llamando, como ocho veces hasta que le contestaste 

-Tienes que volver! HAY UNA HABITACION LLENA DE SANGRE! LA RECEPCIONISTA LA HA PUESTO COMO LIMPIA PERO HAY SANGRE POR TODAS PARTES, DA IGUAL DONDE ESTÉS, TIENES QUE VOLVER- Intentaste negarte, pero te recordó lo rápido que podía acabar tu contrato- O VIENES O NO TRABAJAS MAS!- Que mas daba que hubieras acabado hacía media hora, tenías que hacerlo, sin cobrar más obviamente. Solo un poco mas...unos meses mas...y fuera, pero mientras, a tragar.- TE ESPERO, NO TARDES- Colgó de inmediato. 

¿Habéis visto uno de esos videos donde un perro ladra con la boca llena y lo escupe todo? Pues algo así le pasaba al señor Ruso mafioso, no sabía mantener una conversación normal, ni un tono medio. No, el tenía que demostrar su posición por encima de todo y todos, da igual si eso suponía entrar en un trance donde le saliera espuma por la boca y la bilis rezumara de las ulceras de estómago que seguro tenía. De verdad, que no sabíais como narices seguía vivo. ¿Ese hombre de verdad estaba casado y tenía dos hijos?

Madre mía que de chicas altísimas y rubias. Esos ojazos azules o verdes, esas pieles claras, ese poco desparpajo por llevar poca ropa de forma totalmente casual! 

Como no perderte en el Sbahn que era un metro que iba por encima del suelo. Lo raro era no hacerlo. Daba igual que el idioma pareciera querer usarse para invocar a un demonio mayor, ni esos aires de "mirame pero no me toques" que se llevaban. Eran diosas que parecían no necesitar maquillaje, naturales. 

Con la tontería ibas a llegar una hora tarde al hostal, y la recepción solo abría de 13:00 a 18:00 así que mas te valía estar allí o te ibas a quedar en la calle al menos esa noche, con tu nada despreciable cantidad de dos maletas enormes, como buen chino, que diga asiático *cof cof* 

De camino hacia el hostal pasaste cerca de una droguería donde un montón de chicas y madres entraban y salían oliendo a un montón de productos que parecían mas hechos para comerse que usarse. No podía perderte otra vez, solo eran 10 minutos andando...¿verdad?

Era como observar a alguien al borde de la muerte. Las venas hinchadas, los labios tensados mientras lo escuchabas gritar en un idioma que no entendías mientras gesticulaba como un energúmeno al aire. ¿Que habría pasado? 

Todo pasó a cámara lenta mientras dejabas abierta la puerta principal. Recepción y en general el hostal solo estaba abierto de 13:00 a 18:00 así que era hora de ir abriendo recepción y colgar el teléfono que se mantenía descolgado por que si no, se pasaba el día y noche sonando por quejar varias o reservas a última hora. Tu jefe se estaba paseando por las zonas de sofás casi frente a la recepción, como una bestia sedienta de sangre de casi metro noventa y por lo menos cien quilos. 

Casi sales corriendo, pero se dio cuenta de tu presencia y se calló de inmediato, dando una orden de golpe y colgando.- MARCO!- No sabía hablar bien, nunca. Esos gritos te bajaban la energía hasta límites insospechables porque seguro que te comías la bronca por algo, aunque fuese el primer día en la semana que tu trabajabas después de 4 malditos días. Menudo jueves te esperaba.- HAS COMETIDO UN FALLO!- Señaló al pasillo que daba a las primeras habitaciones- ESTA LLENO DE SANGRE! HAS COMETIDO UN FALLO!- ¿pero que mierda de fallo? ¿Que habías hecho?- SOLUCIONALO, LA LIMPIADORA VIENE AHORA, VENDRÉ EN DOS HORAS. SOLUCIONALO PORQUE UN CLIENTE VIENE YA!- Siempre estabais llenos. Una mujer, vecina del segundo pasó por las escaleras y se asustó de los gritos. Se santiguó y subió un poquito más rápido. 

Y se fue. Se largó sin decirte nada mas, ni darte alguna pista. 

Estaba disfrutando, relajada entre los estantes, oliendo distintos potecitos mientras pensaba en cuál comprarse. Dudaba entre dos, el de  cupcakes de fresa o el de chuches. Estaba dispuesta a comprarse el gel de baño y la crema corporal, porque sí, porque le daba la gana y porque ella se lo merecía. 

De pronto sonó su móvil, rechazó la llamada con desgana. Volvió a llamar y puso los ojos en blanco esperando a que saltase el contestador y quien quiera que fuese el que la llamaba se diese por vencido. Pero no fue así, el teléfono sonó una tercera vez y Megushka dejó los botes arrugando el entrecejo.

-Дерьмо. Какого черта ты хочешь сейчас?- Y respondió a la llamada. Por sus gestos y sus caras se notaba que no estaba siendo una conversación grata para ella, quien trataba de explicarse 

...

-¿Ahora?-

...

-¿Qué?¿Come? Pero..-

...

-Vale, vale. Ahora vienes - 

Y colgó con un claro disgusto.

-Сумасшедший ебать чертовски. Я надеюсь, что ваши яйца гниют.- Murmuró claramente maldiciendo. Después se tomó un par de segundos para respirar y tratar de recomponerse. Dejó los botes de nuevo en los estantes, y se dirigió a la puerta de la tienda para salir a la calle.

Los gritos de aquel enorme "figlio di puttana", eran como puñales de terror que se te clavaban en el alma desgarrandola para siempre. O quizás no tanto... Pero si que daban ganas de soltar un guantazo a ese capullo malhumorado. Ganas solo reprimidas por su enorme corpulencia y la amenaza de que el guantazo fuera devuelto con mayor impulso y efectividad.

Y aunque no entendía damasiado bien el "tedesco", era evidente lo que aquel hombre, hijo de un nazi y una puta (hecho ya remarcado anteriormente), quería de él.

Lo que no era tan evidente era el porqué de toda aquella sangre. ¿Por qué era sangre lo que manchaba el pasillo, verdad? Marco no tenía ni la más remota idea de lo que había sucedido y aunque no era especialmente aprensivo con la sangre, su valoraba su libertad.

Y es que, que un pasillo de un hotel estuviera lleno de sangre y que el jefe de uno le pidiera que limpiara aquel estropicio, sin saber no remotamente que había sucedido, era cuanto menos una temeridad.

No quería problemas con la justicia. Él estaba allí para ganarse la vida, no para hipotecarla de por vida convirtiéndose en cómplice de asesinato. El dinero que se ganaba en aquel lugar estaba bien, pero tampoco es que estuviera dispuesto a cualquier cosa por metérselo en el bolsillo.

- Ma cosa è successo? - Se preguntó en voz alta mientras meneaba las manos al más puro estilo italiano.

Enseguida se puso en marcha para tratar de descubrir que diantre había sucedido en aquel lugar. Antes de hacer algo ilegal, quería estar seguro de que implicaba. Así que comenzó a seguir el rastro de la sangre con el corazón en un puño y el pulso acelerado. Esperaba no descubrir un cadáveres al final del reguero de sangre.

Miraste al pasillo que daba a la cocina, y la habitación número 1-2 y 3 pero no había sangre por ningún sitio y las puertas estaban cerradas. 

¿Pero de qué demonios hablaba el jefe? ¿El pasillo lleno de sangre? Él no veía sangre por ningún lado. ¿Se lo había inventado únicamente para volverle loco? Igual era una novatada o una prueba a la que le sometía... No lo sabía.

- Perché mi succede questo? - Se preguntó en voz alta.

Y ciertamente estaba confuso y aquel hombre, su jefe era sin duda una de las peores personas con las que se había topado nunca. Igual si acudía regularmente al psiquiatra, podría solucionar alguno de sus problemas mentales, pero mientras no lo hiciera... Nada había que hacer.

No quedaba más remedio que comprobar si de lo que aquel hombre hablaba tenía algo de cierto o no. Trató de abrir las puertas no sin antes tocar por si los huéspedes se encontraban en el interior. Igual no estaba pasada la llave. Si seguían cerradas no le quedaría más remedio que ir a buscar las llaves al cajetín de la recepción. Suerte que estaba cerca...

Aunque luego pensó. - Eso si no están ocupadas... Porque algo que no entiendo de este lugar, es que no haya una tercera copia en recepción aparte de la que se entrega al cliente y la de la limpieza. En ese caso supongo que sólo puedo esperar a la limpieza...

Una vez comprobó que las puertas estaban cerradas, se rascó la cabeza durante un momento. La inspiración divina en forma de idea llegó a su cabezota casi por arte de magia. Era como si alguien le hubiera chivado la ocurrencia desde una posición elevada.

- ¡Las limpiadoras no se llevan a casa las llaves! - Exclamó y acto seguido se marchó a buscarlas en el carro de la limpieza. Ahora sí que podría abrir las puertas y comprobar de lo que hablaba el jefe.

Era verdaderamente extenuante caminar durante tanto tiempo por apenas dos manzanas, ¿no había pasado ya por ahí?, se preguntaba Tekito. El gentío le hacía distraerse, y ¡qué gentío!, habría seguido dando vueltas observando la majestuosidad, elegancia, belleza, poderosidad (eso se lo ha inventado) de las mujeres que por allí pasaban. Miró su reloj "asiático" y comprobó que, efectivamente, si no se apresuraba tendría que dormir en un banco.

Prosiguió su camino a paso rápido, pasando por una tienda "pala mujeles", mas cuando estaba pasando observó a la dama más bella que habían visto sus pequeños ojos. Se detuvo elegantemente frente a la puerta, y cogió su cámara de fotos, como si estuviese revisando algo, pero realmente lo que revisaba era la anatomía de la rubia a través de sus gafas de sol. Tengo que inteltalo, vamos Tekito por tus bisabuelos, diligete hacua ella y dile algo.

Se acercó a ella de forma casual, con una sonrisa y retocándose el cabello. - Buenos días, ¿me pelmite una plegunta? - su mirada era despreocupada, parecía sacado de un anime, tan perfecto y educado.

En la habitación de limpieza, sobre la mesa circular estaban todas las llaves de los check-in de hoy y las llaves de limpieza colgadas. La cuestión era, que ni la habitación 1 ni 3 habían sido limpiadas hoy, porque según el papelito que te habían dejado tachado, estaban limpias porque no habían ido los clientes al final. 

Tenías ahí todas las llaves, menos la 5º que un cliente se la había llevado a Irlanda y los que estaban ahora se tenían que apañar con la de la limpieza. Obviamente, si no estaban en la habitación por la mañana, la limpieza se la iba a hacer su madre. 

Si estaban limpias porque no había habido entradas... ¿De qué hablaba el jefe? Se encogió de hombros y resignado agarró las llaves de la 1 y la 3. Era hacer el tonto, pero haría lo que hiciera falta por conservar el trabajo.

Ya con las llaves en mano se dirigió de nuevo hacia el lugar del conflicto. Empezaría por la puerta número 1. Ante todo Marco Pacchetto era un hombre ordenado.

Giró la llave, agarró la manilla de la puerta y se decidió a abrirla ansioso por comprobar lo que había tras de ésta. Y por supuesto, esperaba y deseaba que no fuera sangre. Acababa de caer en la cuenta de las implicaciones que podía tener aquello.

Al fin y al cabo, su jefe, aún entre palabras llenas de ira, parecía muy tranquilo con aquello. Pero le había dicho que se trataba de ¡Sangre! ¡Por Dios! ¿Cómo no había caído en la cuenta antes, de que tras la puerta podía haber alguien herido o peor... Muerto?

Ahora que estaba listo para abrir, su corazón bombeaba con fuerza y sus nervios estaban de punta. Sabía que o bien no encontraría nada, o puede que fuera un bote de ketchup estallado en el suelo o restos de sangre de menstruación, pero cabía la posibilidad de que se tratara de sangre derramada tras un incidente violento.

Eso no le gustaba para nada. Nunca había visto un muerto y esperaba que ese día, en ese mismo momento, no fuera la primera vez. Finalmente se armó con el valor suficiente y se dispuso a comprobarlo.

Y la hija de puta marca la habitación como limpia. ¿No tendría que ocuparse de esto la chica de los fines de semana? Ella cobra mucho más por cada hora.

Iba pensando mientras salía de la tienda.

Es un histérico. Seguro que no es tanto. A alguna clienta se le habrán manchado las sábanas al venirle desajustada la menstruación...

Y entonces un tipo le habló. Megushka le miró con expresión claramente de estresada.

-Vale, pero quémame el cigarro-

Dijo mientras se sacaba un pitillo del bolso. Más valía que la pregunta fuese rápida o la sangre que bañaría toda la habitación sería la suya.

Vaya muhé.. qué polte, qué belleza.. Mientras se le caían los palos del sombrajo atinó a sacar un mechero de su bolsillo, no fumaba pero era bastante útil para este tipo de ocasiones. Aún con la sonrisa intacta en su cara le encendió el cigarro a la rubia despampanante.

- Estoy buscando un hostal donde pasá la noche.

Puso el cigarrillo entre sus carnosos labios y aspiró varias veces al acercarlo a la llama. Una vez prendió dio una larga calada, como si lo estuviese necesitando mucho.

Dejó salir el humo despacio, formando una nube que se elevaba desde su boca hasta el cielo, como si fuese su misma alma dándose a la fuga.

-Vale. Yo trabajo en un Hostal de muerte

Claro, dicho así podía malinterpretarse. No quería decir en un hostal de muerte, como quien dice que es la bomba. Ella se refería a que era de mala muerte, y de ser la bomba sería de las que explotan. Pero claro, no controlaba el idioma y el resto no sabían Ruso, el único idioma que hablaba con fluidez absoluta.

-Yo no se otro mejor- y es que no sabía recomendarle uno bueno. Cuando salía de trabajar lo que menos le apetecía era ver más hostales ni hoteles.

-Gracias- parecía dar por concluida la conversación y por solucionada la duda. Se dispuso a caminar sobre aquellos tacones de impresión, que ella parecía sentir como cómodas zapatillas. Sus largas piernas se exhibian casi por completo. Un short tejano que cubría lo justo y una chaqueta para no pasar frío que imitaba pelo de algún tipo de animal.

Tekito se quedó completamente planchado en el lugar, parecía un poste. Desde el momento en el que la rubia dió la calada al cigarro sintió que algo dentro de su corazón se removía (¿a cuál de los dos corazones? je..). Apenas había tenido la oportunidad de responderle cuando ésta ya se estaba marchando. Elegantemente se dispuso a su lado, como si le hubiesen invitado a hacerlo. Me ha milado mientlas chupaba el sigalo.. es una señal..

- ¿Y cómo se llama el tuyo? Seguro que me silve.. solo quielo dolmí - dijo atusándose el cabello nuevamente, a modo de galán. A lo tonto, quizás hoy ligaba, y no con cualquiera no, sino con esa rubia despampanante. - Po sielto me llamo Tekito.

Aquel hombre le seguía. Caminaba a su lado y continuaba hablando. ¿De verdad estaba pensando ir al hostal en que trabajaba?

-Hostal Eberty es- le dijo mientras seguía caminando apresurada.

-Es bien- le respondió a lo de alojarse. Tampoco era tonta, si no habían clientes no entraría dinero en el hostal, dejarían de poder pagarle el sueldo y perdería el trabajo. Un trabajo de mierda, pero su trabajo ahora mismo.

Ya que aquel oriental iba a hospedarse en Eberty decidió fijarse un poco más en él. A veces entraba algún cliente interesante engañado por algún motivo y se quedaba.

-Yo Megushka- le dijo también su nombre mientras lo evaluaba con la mirada de arriba a abajo.

Y resultó que el hostal donde Tekito tenía la reserva era el mismo que donde trabajaba Megushka. Y menos mal, porque encontrar donde caerse muerto en Berlin era imposible* incluso en el Eberty la lista de espera eran de tres semanas, estaba todo siempre ocupadísimo. 

Andaron hacia el lugar de mala muerte, por una calle preciosa llena de árboles, alguna obra y una kita o guardería de las que apenas son dos salas donde los niños de tres años ya leen de libros. Si, porque aquí las cosas eran así, que primero les enseñaban a leer y ya luego si acaso eso de la tecnología. Una madre se peleaba con otra de manera muy cordial y en un idioma que era imposible** de descifrar sobre los pesticidas usados en las plantaciones de fresas que se usaban en los potitos. Nadie lo sabía, pero una de ellas estaba al borde de echarse encima de la otra para despedazarla por atreverse a darle azúcar a su pequeñin en el cumpleaños de la semana pasada. Los alemanes parecían muy fríos, pero por dentro, eran como volcanes al borde de un colapso. 

Una panadería en la esquina, adornada con miles de flores y trabajadores de obra, que en vez de mirar a las chicas se dedicaban a leer periódicos, hablar sobre fútbol o política con el quinto café del día, con su correspondiente pan con algo al lado en las mesas exteriores. 

Al hostal se accedía por un portal, señalado con un letrero que tuvo tiempos mejores. No era mas que un edificio de cuatro o cinco plantas del cual se había tomado gran parte de una de ellas, el bajo y se había medio adecentado. La puerta estaba abierta, y al acceder al pasillo hacia recepción os encontrasteis a Marco con dos llaves en mano y aspecto de haberlo pasado bastante mal. 

Le dijo a Megushka que iba a ver las habitaciones, para ver cual era la "imcompleta" Ya era cuestión de ver quien entraba primero y que hacían con el huesped con las dos maletonas. ¿Darían buena impresión? ¿O le daría igual a Marco? En que marrones les metía el señor Saks. 

Marco se quedó un tanto indeciso al ver llegar al huésped japonés. Un debate interno estaba teniendo lugar en esos momentos en la cabeza del recepcionista italiano. ¿Atender La cliente cómo era si deber, o ir a comprobar lo que su malhumorado jefe le había pedido que hiciera?

Al ver que la rusa había llegado junto al japonés, el debate se acabó en décimas de segundo. La misión era cosa de Megushka y el cliente era cosa suya. Estaba clara la decisión. Se acercó al oído de la limpiadora y le susurró unas palabras. Acto seguido le hizo entrega de las llaves que portaba consigo.

- Buenos días. - Saludó al recién llegado. - Si me acompaña a la recepción podemos comprobar sus datos y realizar el check-in. - Agarró una de las dos maletas por el asa,pero solo una. No le pagaban para ser el maletero de nadie. - Deje, yo le ayudo.

- El jefe se acaba de ir muy enfadado. Dice que hay sangre en el pasillo entre las habitaciones 1 y 3. Yo no he visto nada. ¿Puedes comprobar la 1 y la 3? Mira que todo esté en orden... - Le susurró a la mujer de la limpieza.

Tras perseguir tras la rubia hasta el hostal alegremente, pensando ya en futuras situaciones amorosas y perversas, entró por la puerta cargado con sus dos maletitas de viaje. Allí se encontraba Marco, quien le recibió. La cara de Tekito pasó de la alegría a la indiferencia en cuanto miró al italiano. - Sí, glasia, venía con la señolita - dijo con desdén hacia éste. Dirigiéndose hacia Megushka dijo - Ha sido un plasé conoséla señolita, espelo vela plonto polaquí - con una sonrisa ladeada dejó pasar a Megushka primero y cogió su otra maleta y se dirigió hacia la recepción para dar sus datos cuanto antes.

- Sí, háa, Tekito Tohito, tenía leselva pa hoy - dijo mirando de arriba a abajo al italiano. - Todo colecto, sí, háa?.

Marco miró al japonés. ¿Qué había dicho? ¿Tenía la selva para hoy? ¿Y que mierdas significaba eso? Se quedó unos instantes pensando el significado de aquella frase, no quería ser descortés.

- ¿Tiene la selva...? - Repitió el recepcionista muy serio. - Debe de ser un haiku de esos... - Pensó y justo después cayó en la cuenta de lo que acababa de decirle. - ¡Ah, reserva! Si, perdone señor Tufito. Enseguida le buscó en el libro... Una gota de sudor recorrió su frente. Esperaba que no creyera que se estaba riendo de él. - ¡Idiota! ¿Quieres que te despidan? - Se dijo a si mismo. - Necesitaré sacar una fotocopia a su pasaporte, señor Tufito. - Le dijo mientras trataban de localizar su reserva.