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Desapariciones en Puerta de Plata (Finalizada)

Capítulo I: La llegada a Puerta de Plata

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02/12/2013, 01:59
Director

Xelaver y Alexandra cenaban en silencio en una mesa de una gran posada, mesón y taberna, todo en uno, del camino; a menos de dos horas de Puerta de Plata. Estaban agotados, tanto que no tenían animo ni de hablar, habían pasado el día, el segundo sin noticias de Sharyn, buscando y preguntando. Durante todo el día habían recorrido a pie granjas, posadas, mesones, talleres y establos por todo el camino hacia Puerta de Plata desde el complejo, muy similar al que ahora estaban, pero situado a un día de camino de la ciudad, donde habían decidido festejar sus logros, demasiado ansiosos para esperar un día más hasta la urbe para hacer sus celebraciones.

Nadie supo darles noticias de su hermana, pero todos tenían para contar historias sobre desapariciones, muchas recientemente, pero otras de hasta hace unos años. Casi todos hablaban de mujeres perdidas, algunos de hombres. Todos coincidían en que ninguna mujer había vuelto a aparecer y que los hombres que aparecieron, lo hicieron muertos. Ni una sola noticia tranquilizadora habían escuchado los hermanos desde que empezaron la búsqueda.

Ahora tomaban su estofado de gallina y gachas con avena y miel, mientras trataban de recuperar las fuerzas suficientes para interrogar a la gente de ese lugar. Había cinco parroquianos tomando cerveza y vino en la barra y otro más comiendo un estofado y gachas, en una mesa junto a una chimenea en el lado del comedor opuesto al suyo. Había seis camareras, tantas como clientes prácticamente, como también parecía haber un buen número de personas en la cocina y demasiado atareadas, considerando la cantidad de gente en el local cuando quedaba poco más de una hora más de luz, lo justo para llegar desde allí a Puerta de Plata cuando cerrasen las puertas, momento en que sólo podrían entrar residentes. El dueño del establecimiento parecía ser el hombre enjuto de cabeza rapada y amplio mostacho que atendía la barra y cobraba las cuentas, incluyendo las de la posada.

El mesón donde cenaban – un lugar enorme capaz de alojar a unos trescientos comensales y no menos de esa cantidad en la cantina - formaba parte de un conjunto de construcciones bastante grande, varios edificios de baja de madera y algunos de ellos con un segundo piso de madera, el edificio central contaba incluso con un tercero. En total hay seis edificios, uno eran unos inmensos establos con sitio para carros y caballos, el segundo – el mayor, de tres pisos – se anunciaba como posada, el tercero parece ser un edificio residencial más pequeño sin carteles que le identifiquen, el cuarto parece un granero y cabaña de herramientas, el quinto era en el que se encontraban en ese momento la taberna y mesón, el sexto y último eran unas letrinas en una parte del inmueble – con acceso desde la taberna y probablemente también desde la posada - y casa de baños en la otra mitad.

Un importante jaleo comenzó fuera, ruido de carros, caballos y gente gritando y charlando en voz alta. Desde las ventanas abiertas para aprovechar los últimos rayos de sol, los hermanos pudieron distinguir cómo una gran caravana llegaba al complejo de hostelería, dividiéndose a los pocos minutos en dos, una más pequeña que siguió camino hacia Puerta de Plata. El resto emprendieron camino a las diversas instalaciones del lugar, bastantes a los establos o la posada, pero la mayoría hacia el mesón y taberna dónde ellos se encontraban, una mezcla variopinta de mercaderes, viajeros y guardia irrumpió en tropel y puso al personal a trabajar a todo ritmo. Ya no parecía sobrar ni una sola mano entre los trabajadores mientras las camareras se apresuraban a buscar sitio para todos los clientes que llegaban.

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02/12/2013, 02:11
Director

El viaje a través de la zona cercana a Puerta de Plata nunca fue seguro. Sólo un insensato se aventuraría sólo por esos caminos repletos de bandidos soñando con conseguir hacerse con uno de los envíos a la capital desde las muchas minas de plata de la región. Es por ello que los viajeros y comerciantes suelen agruparse en caravanas para hacer más seguro el viaje hasta la ciudad en la colina.

Por ese motivo precisamente es por lo que lleváis unos días viajando juntos, en una misma caravana con destino a Puerta de Plata. Algunos de vosotros como guardias, aprovechando el viaje para sacaros un poco de dinero, otros como simples viajeros, como hay algunos más en la comitiva.

La mayor parte de los viajantes son comerciantes y mercaderes, así como sus ayudantes y sirvientes, con sus carros de mercancías que hacen que el ritmo resulte un poco lento. A pesar de ello, gracias al buen hacer del jefe caravanero Aldrich, un hombre moreno de ojos oscuros y piel curtida y picada por el sol, delgado, nervudo, poco hablador y muy eficiente.

Es bastante tarde cuando la nube de espeso humo negro sobre la que flota el distrito de mármol que distingue empieza ser avistable en lontananza, el día ha empezado a decaer y los últimos rayos de sol hacen difícil otear ya la ciudad a lo lejos. Debe estar a menos de dos horas de camino. Unos minutos después está demasiado oscuro para distinguirlo sin una vista de águila.

Es entonces cuando a un lado del camino se divisa un complejo de edificios, tras una curva junto a un bosque y un lento arroyo que, probablemente, muera en el Río de Plata que rodea la colina donde se ubica la ciudad a la que os dirigís. Las construcciones tienen planta baja de madera y algunas de ellas un segundo piso de madera, el edificio central cuenta incluso con un tercero. En total hay seis edificios, uno parecen ser unos inmensos establos con sitio para carros y caballos, el segundo – el mayor, de tres pisos – se anuncia como posada, el tercero parece ser un edificio residencial más pequeño sin carteles que le identifiquen, el cuarto parece un granero y cabaña de herramientas, el quinto también está identificado como taberna y mesón, el sexto y último parecen ser unas letrinas en una parte del inmueble – pegada a la trasera de la posada y el costado de la taberna - y casa de baños en la otra mitad.

Aldrich manda detener la caravana en el descampado que hay en el centro del complejo y, a gritos, anuncia que la caravana termina allí para todos los no residentes:

-“Puerta de Plata está a poco más de una hora, en un camino patrullado por la guardia de la ciudad y quienes no tengan título de ciudadanía no llegarán a tiempo de entrar en la ciudad antes del toque de queda. De modo que lo mejor es que pernocten en ésta posada y se pongan en marcha mañana temprano. El resto podéis seguir conmigo hasta la Puerta del Puente del Río.”

Ninguno de vosotros tenéis un título de residencia, de modo que ninguno podríais entrar de seguir con la caravana. Apenas una décima parte de los viajeros siguen camino, el resto, tras liquidar sus deudas con Aldrich, empiezan a llevar sus monturas y carros a los establos – o a encargar a sus sirvientes o los palafreneros del lugar que lo hagan – mientras que los que no tienen monturas de que ocuparse o son lo bastante pudientes para que otros se encarguen de ello se dirigen al mesón.

Las conversaciones en la caravana han estado acaparadas por las desapariciones, mujeres sobre todo, dicen los que parecen saber algo. Hace años que son un problema, pero recientemente parecen haber ido a más, hasta el punto de que la ciudad ha decretado toque de queda por las noches  y nadie se atreve a salir a solas. Dicen también que el hijo del Conde, responsable de la guardia, está muy enfadado con el tema y que empieza a perder los nervios con el asunto. Pero la realidad es que nadie sabe nada de utilidad, no tienen sospechas más allá de los rumores que se inventan para hacerse los interesantes ni información de primera mano.

 

El mesón, a donde dirigen también para reservar posada a quienes prefieren cenar de sus propios víveres y gastar lo menos posible, estaba bastante vacío antes de llegar la caravana. Es una instalación capaz de dar de comer a tres centenares de personas y atender a otras tantas en la taberna, pero mientras los viajeros esperan que les acomoden sólo había unos pocos clientes. Cinco parroquianos bebiendo en la barra, cerca de una chimenea, otro más cenando en un extremo del comedor, también junto a un fuego y una pareja joven, de aspecto viajero, en otra mesa. Los últimos eran los únicos que llamaban la atención, tal vez por su juventud, tal vez porque la mujer resultaba llamativa a pesar de su indumentaria con pantalones, armamento y camisa de mallas, tal vez porque el hombre tenía todo el aspecto de ser un mago aventurero o quizás por todas esas cosas a la vez.

Media docena de camareras se apresuraban a sentar a todo el mundo, mientras la cocina bullía de actividad con otro montón de gente. La barra era atendida por un hombre enjuto, de cabeza rapada y amplio mostacho.

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02/12/2013, 02:12
Director

Notas de juego

Bueno, estos primeros posts me gustaría usarlos para que os conozcáis, podéis postear entre vosotros, tanto como un flashback o una conversación recordando el camino de los últimos días como en presente en la posada. Los viajeros os podéis conocer entre vosotros de antes o del viaje, pero Xelaver y Alexandra, en principio, no conocen a los demás salvo que determinéis que os conocíais de antes.

Y disculpad el retraso, el viernes fue un día complicado al final.

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02/12/2013, 09:27
Jagg Hafferil

La mayor parte del viaje, Jagg se la había pasado en una prefase del sueño. ¿Sabes cuando vas adormilado, con los ojos cerrados, pero atento de cualquier indicio llamativo que suceda a tu alrededor? Pues es una forma bastante buena de hacer más cómodos y cortos las largas rutas en caravanas... sobretodo cuando te quedas dormido de verdad.

Pero allí estaba por fin, a tan sólo una hora de Puerta de Plata, su "ciudad natal", a tan solo una hora de coger a Truhan Malkiw del pescuezo y hacer que le contará todos los detalles sobre la desaparición de su querida hermana. No obstante, esa hora tendría que ser recorrida mañana bien temprano. Por esa noche sólo quedaba llevarse algo al estómago y dormir. 

Estando en el mesón del complejo donde les depositaron (o abandonaron) fue ayudado por una camarera a tomar asiento.

- Lo que tengas, guapa, con una pinta de cerveza -la indicó guiñándola un ojo a la par que se descolgaba el macuto (donde guardaba el arco) y lo dejaba a su lado.

Y, mientras intentaba adaptar su culo al rígido banco sobre el que estaba, le vio a él... su compañero del alma, Gogri Grimhammer pasando frente a sus ojos. De inmediato, le hizo alusión:

- Vale que no fuera capaz de ver un capón tan pequeño durante el viaje, ¿pero cómo no fui capaz de oler tu jodido hedor a muerto, Gogri? -le gritó con una sonrisa.

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02/12/2013, 11:00
Gogri Grimhammer

-Porque lo oculta mi olor a vino rancio, melenudo - rio el aludido -. Estos malditos taburetes altos son para humanos y elfos, ninguno de los cuales sabéis beber como debe hacerse, en cantidad y sin excusas. Las tabernas humanas me recuerdan mucho la proverbial ignorancia de vuestra raza. Atendéis a malos clientes y hacéis incómodo el acceso a quienes podríamos llenaros, y bien, los bolsillos.

Gogri estaba de buen humor. Se acercó a una de las camareras y le pidió tres jarras bien llenas de la mejor cerveza que tuvieran. Viajar en caravana le daba sed. Viajar en compañía le daba sed. Llegar al destino, o casi, le daba una sed espantosa.

Pero habían llegado, y no eran los únicos. El enano observó a la pareja que llamaba más la atención.

-¿Qué gente ronda este pequeño poblado? No te ofendas, Jagg, pero os encanta poner nombres opulentos a lugares que no hacen gala del honor que reciben. ¿Puerta de plata? ¿Río de plata? Por Ygmyr, en Vobramor hay más plata, me juego las barbas, que en toda esta comarca, y allí ni lo mencionan.

Notas de juego

Árbitro, me invento parajes, lo sé. Siempre serán lugares pequeños, poco conocidos para casi nadie. Para lugares importantes, te preguntaría. De todos modos, por supuesto, si quieres cambiar algo, es tu mundo.

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02/12/2013, 11:18
Jagg Hafferil

- No te ofendas, Gogri, pero todo tiene una sencilla explicación -anuncia Jagg poniendo una pequeña pose de orador-. Cuando un grupo de hombres encuentran un nuevo lugar en que crear un asentamiento, deliberan de forma concienzuda y sofisticada -indica exagerando el movimiento con sus manos- sobre qué cualidad del terreno loar con su nombre. En cambio, cuando un grupo de enanos encuentra una nueva mina, lo celebra emborrachándose y, para cuando quieren ponerle nombre, el intento de decir "Yacimiento virgen de Plata" es posible que acabe en un balbuceo parecido a Vobramor -finaliza con una sonrisa-. Y por cierto, hacia mucho que no te veía desde aquella vez en que esos mercenarios amenazaban con sodomizarte en su piedra del sacrificio, ¿qué te trae por aquí? 

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02/12/2013, 15:14
Hank Daggerfell

El viaje había resultado más fatigoso de lo esperado, no estoy acostumbrado a permanecer tanto tiempo en los caminos fuera de ninguna urbe. Para complicarlo aún mas, todavía debiamos pernoctar otra noche antes de llegar a la ciudad, y cada día que pasaba podía resultar fatal para mi apreciada Mara. Así que algo enfurruñado, entro en la taberna espolsándome el polvo del camino y busco un lugar en la barra donde pedir algo de cena.- Vino, por favor. Un poco de estofado, queso y pan, muchas gracias.- Mientras me sirven, pego un vistazo a mi alrededor para observar a los parroquianos, pero pocos llaman mi atención aparte del mago y la que seguramente sea su guardaespaldas. Permanezco atento a las conversaciones locales, parece que han habido desapariciones de más mujeres, y eso solo contribuye a incrementar mi preocupación.

Tomando mi cena, busco una mesa cercana a Jagg, el único a quien he reconocido durante el viaje de entre los integrantes de la caravana. Tampoco es que haya intercambiado mucha conversación con él durante el trayecto, mi preocupación por el destino de mi antigua mentora no me había convertido en el compañero de viaje más conversador. Dispuesto a ser un poco más cordial, saludo con la cabeza a Jagg y al enano que lo acompaña y les dedico una media sonrisa.- Vaya viaje que hemos tenido ¿verdad? Afortunadamente solo quedan unas horas para entrar en la ciudad. Me muero de ganas por estar rodeado de edificios.
 

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02/12/2013, 20:11
Alexandra

Alexandra apoyaba una mejilla en la mano mientras jugueteaba con un trozo de patata asada dándole pequeños pinchazos con un palillo. Alguien con demasiada imaginación o quizá tan aburrido como ella podría asegurar que parecía estar simulando un duelo con él, si es que los trozos de patata asada eran capaces de hacer tal cosa.

Aquella última juerga en había sido grandiosa, sí, y de grandiosa habría pasado a perfecta si no fuera por el inconveniente y preocupante detalle de que su hermana se había esfumado de la faz de la tierra como si de un fantasma se tratase. Había perdido la cuenta de la de rincones que se había pateado, gente a la que había preguntado y lugares en los que había mirado hasta el punto de que estaba convencida de que tenía agujetas hasta en las pestañas. Pero nada. Nada de nada. Ni un resultado.

La búsqueda no iba bien. Y odiaba que las cosas no fueran bien... pero iba a encontrar a Sharyn, oh, ya lo creía que iba a encontrar a Sharyn. Y cuando lo hiciese le daría tal patada en el culo al responsable de su desaparición que le iba a faltar cielo para dar volteretas. Nadie le ponía la mano encima a su hermana.

En ese momento algo interrumpió sus divagaciones, o más bien, un grupo de "algos". La puerta del establecimiento se abrió vomitando un puñado de viajeros a cada cual más ruidoso.

Apuesto a que esos dos se van a casar—comentó mirando de soslayo al enano y al humano que no paraban de intercambiarse puyas amistosas a voz en grito. Terminó pinchando el trozo de patata y lo miró como si hablase con él—. Aunque espero que no hayan venido a invitar a toda la taberna a su boda.

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02/12/2013, 21:27
Xelaver

Xelaver había comido las partes más tiernas de la carne que le habían servido y había retirado el plato. Después se había puesto a manipular un rompecabezas que habían encontrado en su última expedición. Era una curiosidad que había llamado su atención: un cubo que presentaba en cada una de sus caras 9 runas en dracónico. Un mecanismo de ejes permitía girar cada runa independientemente, y si Xelaver estaba en lo cierto, podría leerse una frase coherente en cada una de las caras. Con la desgraciada desaparición de su hermana no había podido dedicarse a la resolución del enigma del cubo, pero había empleado aquel pequeño momento de descanso para hacerlo.

Xelaver levantó la mirada del cubo para mirar a su hermana.

—Hmmm, ¿eh? —dijo, y parpadeó desorientado.

Miró en derredor y captó por fin a los viajeros de los que hablaba su hermana. La verdad es que no estaba para muchas bromas, pero sabía que Alex sólo quería quitarle hierro al asunto y aparentar normalidad. Así que forzó una sonrisa de medio lado.

—Esos forman parte de una caravana —concluyó. Suspiró y devolvió con reluctancia el cubo a una bolsita que le pendía del cinto—. Los viajeros son buena fuente de noticias. ¿Por qué no nos acercamos a ellos y preguntamos?

Era un plural mayestático. Xelaver prefería que su hermana tomara la iniciativa. A ella se le daba mejor hablar, y los hombres le iban a prestar más atención que a él.

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03/12/2013, 00:00
Rislân del Valle

Rislân inspiró un par de veces profundamente el frío aire nocturno mientras ayudaba a bajar del carromato al resto de los viajeros con los que había compartido estos últimos días. 

- Adiós, señora Baldrige. Recuerde lo que le dije del hinojo y la miel para la garganta de su marido. ¡Un placer haber compartido el viaje con usted, maese Griner... y su hijo, ¡qué está hecho un mozalbete!. Le deseo buenas ventas en la Feria.

Y así uno tras otro, con cortesía, hasta que el último se hubo bajado. Apoyándose en su cayado volvió a inspirar. El aire entraba por sus pulmones, puro, y salía llevándose los malos pensamientos. No le gustaba la oscuridad y por eso, echando un vistazo a aquel asentamiento, se alegró que la luz se enfrentase con energía a lo negro en el mesón hacia el que acudían la mayor parte de los viajeros. Procuró adelantarse pues sabía que cuando llegaran los hombres y mujeres más "curtidos" de la caravana el ruido llenaría todo el ambiente. Así que pasando con discreción y disculpándose a quien pudiese incordiar, el viejo se colocó en una de las mesas de la esquina más apartada de la barra. Una vez allí se quitó el sombrero, posó su vara sobre las rodillas, y colocó meticulosamente el medallón que llevaba al cuello, en la esquina superior derecha de la mesa y uno de los tazones de la taberna justo en la esquina inferior izquierda. En el centro exacto quedó la vela que daba luz a la mesita. Con un gesto sutil, pero imperioso, indicó a la camarera con una sonrisa que le llenase el tazón:

- Vino caliente, por favor.

Y luego observó. Se sentía afortunado por haber encontrado un hueco en la caravana de Aldrich. Estaba acostumbrado a viajar solo por los caminos, pero no era plato de buen gusto. Las alimañas, de dos y cuatro patas, eran peligrosas y un engorro. Lo que le había turbado durante el viaje era la picazón interior que sentía cada vez que alguno de los viajeros hablaba de las mujeres. Y es que no se hablaba de otra cosa, y eran historias que removían las entrañas de Rislân, incitándole incluso a ser descortés reclamando información. Pero todo, como había sido todos estos años, era poco más que rumores y cuentos para asustar a los niños. En cualquier caso, el viejo no perdía la esperanza. Había que seguir moviéndose y su siguiente destino era Puerta de Plata, lugar en el que nunca había estado. Pero como él había repetido durante el viaje, "viajamos para cambiar, no de lugar, sino de ideas", y es que Rislân tenía el presentimiento que ese lugar iba a ser un punto final, un punto de cambio.

Cuando la mujer le trajo el vino caliente, se lo agradeció inclinando la cabeza, y con una sonrisa de oreja a oreja.

- Con pan y vino, se anda el camino. Muchas gracias, buena muchacha.

Luego sacó unas hierbas molidas de su morral y las echó sobre el líquido, que comenzó a desprender un olor dulzón. Sin perder la sonrisa, sabedor que aquellos pequeños placeres eran la sal de la vida, el viejo se calentó las manos con el tazón y dando pequeños sorbos, nunca por el mismo lugar de la vasija, observó la llegada del resto de parroquianos, escuchando a ver qué decían.

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03/12/2013, 02:19
Hugh Triond

La incomodidad y el cansancio acumulado del viaje habían hecho mella en Hugh. Ello y la noticia de que no entraría en la ciudad estando a tan solo una hora de ella le había puesto de muy mal humor. Se despide de Silent, esta noche necesita una buena cama donde reposar la espalda. Entra en la posada y se quita la capucha. Algunos de sus compañeros de viaje ya andaban por allí. Echa un rápido vistazo en derredor y se dirige a la barra. - Aguamiel y lo que tengan de cenar, por favor.

Se sienta en un taburete y espera su cena, mientras escucha lo que a su alrededor se dice...

 

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03/12/2013, 09:23
Gogri Grimhammer

-¿Qué me trae...? - balbuceó circunspecto el enano -. Enseñarte lingüística enana, Jagg. Un lenguaje que lleva resonando en las cavernas del mundo más siglos de los que tu especie ha tardado en utilizar paños para vuestros cachorros. Vobramor es una palabra antigua, excelente como la buena piedra de sus paredes. Vobramor significa Luz-en-la-roca, en tu indigno lenguaje. Y claro que nos emborrachamos. Lo hacemos porque el tiempo es precioso, Jagg, el tiempo nos ronda a todos y es decisión de cada uno si bailar o reñir con él. En fin - el enano, entre frase y frase, había dado cuenta de dos de las tres jarras -, qué voy a contarte a ti, que llamas cerveza a este esputo aguado.

La voz grave de Gogri se volvió melancólica, algo habitual en los de su raza cuando hablan de asuntos serios. Se limpió la espuma con el dorso de la mano y se atusó la enjoyada barba.

-Qué me trae aquí, preguntas - respondió al fin -. Un asunto complicado. Una desaparición. Este lugar, a pesar de su hermoso nombre, trae malos augurios, y aquí me tienes, qué remedio - dio otro trago, enigmático y algo evasivo -. A los mercenarios que nombras no los verás por aquí, eso seguro. Ellos y sus ganas de verme empalado terminaron en el fondo de una sima, a modo de improvisada fosa común, más honor del que sin duda merecían, torpes y cobardes Priik-Hâmem.

El enano iba a hacer una pregunta a su compañero de antiguas fatigas cuando otro hombre, de aspecto enjuto, los saludó. Gogri detuvo el tono de su conversación con Jagg y emitió lo que él consideró un amabilísimo gruñido acompañado de un gesto de hombros mientras se terminaba ruidosamente la tercera y última jarra de meados de buey.

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03/12/2013, 16:06
Director

El tabernero sonrió a Hugh, aunque con una sonrisa un tanto nerviosa al ver su aspecto. Alguno de los parroquianos hizo por acercarse y decirle algo, pero antes de que tuviera oportunidad el propietario ya le había puesto su aguamiel y estaba hablando:

-"Las chicas le llevarán la comida a la mesa que usted elija. La barra es muy incómoda para comer. " - y, con su sonrisa nerviosa, añadió - "No parece usted un mercader... ¿Se quedará aquí para escoltar otra caravana mañana?" 

El resto eran atendidos con diligencia por las camareras, que volaban entre las mesas, atendiendo simultáneamente a un centenar de clientes sin que ninguno tuviera que esperar más de cinco minutos. Todos los aventureros, con la excepción de Rislân, eran atendidos por la misma camarera, una mujer de más de cuarenta con pelo negro con algunas canas, muy delgada y de aspecto consumido, pero amable y capaz. El anciano, en cambio, tenía como camarera a una joven pecosa de pelo rojo, bonita y simpática, que atendía con mucho más desparpajo.

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03/12/2013, 16:18
Jagg Hafferil

Jagg se ríe de los comentarios de su antiguo colega hasta que este se pone serio y nombra el tema de las "desapariciones". Iba a tirarle más del hilo cuando vio que la atención del enano fue a parar a otro punto. Giro su cabeza para averiguar su foco de interés y, tras un breve análisis, suspiro devolviendo el saludo a Hank.

- Hank Daggerfall, Daggerrell, Dagger-algo -explicó a Gogri-. No ha cambiado mucho ese mocoso, supongo que esa es la virtud de los elfos. Era un raterillo de mi época en Puerta de Plata. Paraba por mis mismas zonas, ¿sabes?

Hizo una pausa para tomar un trago.

- Ah, cerveza de verdad... no como esa enana que es masticable, jejeje -dijo para picarle las pulgas al enano-. Bueno, ¿qué me ibas diciendo de una desaparación...? -volvió al tema como quien no quiere la cosa.

Mientras todo esto se desarrollaba, Jagg echaba miraditas al entorno buscando amenazas y oportunidades. Vio, por supuesto, tanto a Rislân como a Hugh, pero sin recabar en esos desconocidos atentamente. "Podría ser una noche tranquila", pensó.

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03/12/2013, 17:54
Alexandra

Querrás decir "¿Por qué no te acercas tú a hacerlo todo mientras yo me siento aquí con ademán místerioso enfrascado en mi cubo místico?"—Alexandra le estrechó uno de los carrillos a su hermano como si fuese un niño pequeño. Luego se rió entre dientes, solía hacerlo cuando se quería meter un poco con él—. Hemos preguntado ya como a un centenar de personas, Xelaver, ¿qué te hace pensar que la ciento una nos dirá algo diferente?

En ese momento, captó de sonido de fondo un fragmento de la conversación de los recién llegados, es decir, de lo que estaban hablando: desapariciones.

No respondas.

Tras decir aquello con tono monocorde, se levantó separando la silla y ni corta ni perezosa se acercó a los viajeros.

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03/12/2013, 17:54
Alexandra

La mujer que estaba sentada junto a un tipo con túnica, se levantó sin arrastrar la silla y se acercó al grupo de recién llegados.

No parecía una guerrera puesto que no llevaba ninguna armadura pesada y sin embargo portaba un estoque pendiendo de la cintura. Caminaba con la seguridad de un capitán pirata paseando por la cubierta de su galeón y a la vez había cierta gracia en sus andares que recordaba vagamente a los pasos de un bailarín.

Bienhallados, señores. Siento la intromisión pero no he podido evitar oíros—saludó al detenerse junto a la mesa. Entonces hizo una pausa pensativa— ...bueno, yo y media taberna.

Carraspeó manoteando el aire con una mano como quien se ha ido por las ramas ella sola. Luego esbozó media sonrisa, encogiéndose ligeramente de hombros para restarle importancia al detalle.

Aunque enseguida recuperó el ademán serio.

¿Me ha parecido escuchar que también hablabais de una... desaparición?

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03/12/2013, 18:38
Aiden Stendahl

Aiden había demorado unos minutos su entrada en la tarberna. En primer lugar para preparar y descargar su macuto, que era evidente que contenia una pesada armadura y un escudo. En segundo lugar para para pagarle a Aldrich lo que le debía por aquel viaje. Y en último lugar para echarle una ojeada a aquel lugar al que acababa de llegar. No conocía Puerta de Plata más que de oidas, y la verdad es que aquel lugar de plata parecía no tener nada. Era un hombre que llamaba la atención, alto y bastante corpulento, apuesto pese a un par de cicatrices que adornaban su rostro, y de aspecto decidido. Había algo en sus gestos, en su forma de mirar y de moverse, que decían que se trataba de alguien con un objetivo, alguien que estaba allí buscando algo.

Entró con el macuto a la espalda y una espada en el cinturón justo en el momento en que la mujer que antes había estado sentada junto al tipo de túnica se acercaba al enano y a su amigo. Él también los había oido lo que decían. A decir verdad seguramente muchos lo habían hecho... y aquella chica parecía también interesada en aquello.

-Parece que muchos estamos aquí por lo mismo - comentó con tono melancólico al pasar junto a su mesa - ¿les importa que me siente con ustedes, caballeros? Creo que tenemos cosas de que hablar...

Dejó sus trastos en el suelo sin esperar respuesta y se acercó una banqueta.

Casi todos los que estaban allí le sonaban. Los había visto en la caravana, pero no había tenido trato con nadie durante el viaje. Se lo había pasado solo, recordando, sufriendo por el futuro que le esperaba si no la encontraba. Alcanzando la  certeza de que no iba a permitir que eso ocurriese. No importaba que estuviese ocurriendo en aquel lugar, no importaba cuantos estuviesen involucrados. Iba a detenerlo, iba a rescatar a Gina, y a todas las demás desaparecidas. Tras un puñado de largos días enfrascado en sus pensamientos eso se había convertido en un hecho para él.

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03/12/2013, 19:18
Rislân del Valle
Sólo para el director

Rislân está disfrutando pacientemente de su taza de vino especiado con avena y lino molido, que representan su frugal cena (desayunar como un rey, comer como un príncipe, cenar como un mendigo) pero en realidad está intentando tranquilizarse porque todo el mundo habla de las desapariciones y en parte le ilusiona y le abruma.

Es evidente que el grupo de la posada, más ruidoso y aventurero que el resto, le llama la atención así que escucha lo que dicen pero mientras tanto y casi inconscientemente, enciende una varita de incienso (normal),  saca un papel y comienza a apuntar los pros y los contras de Puerta de Plata, racionalizándolo. ¿Le deparará buena fortuna en su misión unirse a aquellas personas?

Notas de juego

Abiertamente lanza un conjuro de Augurio. Digamos que es su manera de lanzarlo (no se si cobras los materiales porque si es así me arruino haciéndolo xD). Técnicamente no está memorizado en el dominio, pero bueno, como es el prólogo supongo que no habrá problema en hacerlo. La pregunta es clara ¿Es bueno unirse a aquellos hombres y saldrá algo bueno de dicha unión?, y no me importa que me vean, al contrario, a ver si les pica algo. Si no mi PJ puede esperar sentado horas antes de mover un dedo (es lo que tiene la edad). :D

PD: Solo es para dar color, no busco ventaja en ello ;)

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03/12/2013, 19:21
Xelaver

El hombre que los lugareños habían reconocido como mago había estado enfrascado en un curioso cubo de metal que hacía girar entre sus manos. Cuando la mujer con desparpajo le hizo volver a la realidad, guardó el artefacto en una bolsita del cinto y la siguió.

Se trataba de un hombre más joven que lo que su barba cerrada sugería, y más perspicaz que lo que correspondería a su edad. Observaba el mundo con intensidad y parecía analizarlo todo con la precisión de un artefacto enano. Su ademán era inquieto, y sus gestos eléctricos e impacientes, como los de alguien que debe hacer algo muy importante y que sin embargo está siendo entretenido por trivialidades. 

Dejó que la mujer hablara antes de añadir en tono sereno:

—Bienhallados, me llamo Xelaver. Y ella es mi hermana Alex —fue lo único que dijo, con un respetuoso ademán de cabeza. Hizo memoria y dedicó al enano el saludo más educado que recordaba en su lengua:—. Atrast Vala. 

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03/12/2013, 19:33
Xelaver

—De todas formas, no podemos rendirnos —respondió Xelaver, con lógica impecable.

Él nunca discutía, simplemente exponía sus argumentos. Y cuando su hermana le cogió el moflete, gruñó. Ya sabía que no iba a servir de nada pedirle que dejara de hacer aquello. 

Le pegó un último trago a su copa de vino y siguió a su hermana por la taberna.