Partida Rol por web

Desesperación carmesí

Ambientación

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07/12/2008, 02:18
Director

Geografía

El viento recorría libremente la superficie de Aesëa. Para él no existían fronteras que contuvieran su viaje, ya fuesen físicas o creadas por aquellas criaturas que creían dominar aquel mundo.
¿Dominar? ¿Acaso podían ellos viajar como lo hacía él? No, ellos se encontraban atados a la tierra, dominados por ella…..a merced de los cambios climáticos que decidirían finalmente si vivían o morían, pendientes de la sucesión de las estaciones que les guiaban en el transcurso de los años, hasta que sus vidas se marchitaban y permanecían únicamente como un recuerdo.

 

Decidió frenar su viaje, girando en círculos para poder observar desde las alturas. Poco le importaban los asuntos de los hombres, pues para él no eran más que una raza que desaparecería en un suspiro. Él, que había estado allí desde el principio de los tiempos, observando el paso del tiempo y los cambios producidos en Aesëa a lo largo de los siglos.
Aún así prestó atención a todo lo que le rodeaba.

 

Observó al norte la inmensa masa de agua que continuaba más allá de donde le permitía su visión, aunque alguna que otra vez había viajado en aquella dirección, encontrando unas tierras heladas e inhóspitas que le habían disgustado sobremanera pues le resultaban aburridas.
Allí no había prácticamente nada que ver, excepto algún que otro animal evolucionado concretamente para sobrevivir en un entorno tan hostil.

Sin embargo no podía omitir aquellas ominosas ruinas que indicaban que aquello no siempre había sido así. Aquel lugar albergó en algún tiempo remoto criaturas capaces de crear edificaciones, aunque ya hubiese pasado tiempo desde que desaparecieron.

 

Volvió la vista al este, donde unas altas y oscuras montañas servían de frontera natural para los hombres que habitaban bajo él.

Alguna que otra vez había escuchado el nombre que les otorgaban……Mothdranor, las Montañas de la Locura…..pocos se atrevían a acercarse a ellas, y los que lo habían hecho nunca habían regresado para contar qué habían visto allí.
Sin duda él podría contárselo pero, por desgracia, los hombres habían olvidado el arte de escucharle.

 

Dejó de prestar atención a Mothdranor y volvió la vista hacia el sur, donde una inmensa llanura se extendía hasta encontrarse con una enorme zona boscosa de árboles centenarios.
Hasta allí también había viajado en alguna ocasión, pero se había limitado a agitar las hojas de las ramas más altas, pues el ambiente de la zona cercana a la superficie, donde se apretaban los troncos de unos contra otros, le parecía demasiado opresiva y prefería la libertad que le daban las alturas.

Los rayos del sol también parecían haber desistido de intentar iluminar aquel lugar, conformándose con calentar las mismas hojas que él hacía aletear.

Sin embargo no eran pocos los sonidos escuchados allí, por lo que debía aceptar que existía algún tipo de vida recorriendo los bosques en aquella oscuridad.

 

Tan solo le quedaba un lugar donde mirar y hacia allí dirigió sus insustanciales ojos…..el oeste.

Desde aquella altura podía observar diversas concentraciones humanas, separadas por grandes extensiones de tierra, salpicadas aquí y allá por zonas destinadas a la labranza y pequeños bosques que no tenían ninguna semejanza con los existentes al sur, pues estos eran jóvenes y permitían al sol atravesar su verde barrera hasta llegar a calentar sus raíces.

 

Podía ser una tierra tranquila, pero no pocas veces había visto elevarse el humo de la guerra, llegando hasta él el olor de la sangre y de la muerte.
Patética raza que no se conformaba con aquello que tenía, sino que anhelaba también lo que poseyera aquel que se encontrara en las cercanías. La avaricia que dominaba a aquellas criaturas le resultaba realmente desconcertante, pero esos no eran asuntos que le concernieran, por lo que dejó que sus pensamientos volaran en otra dirección, y tras unos segundos decidió seguirlos.

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07/12/2008, 04:18
Director

Distribución Social

 

El reino de Aesëa se encuentra distribuido bajo un régimen feudal donde los señores de cada feudo le deben lealtad únicamente a Retnor IV, actual rey de todas las tierras conocidas.
La numeración del regente no indica una línea de sangre con el anterior, sino que cada vez que un nuevo regente accede al trono, cambia su verdadero nombre por el de Retnor, para así intentar mantener una falsa ilusión de continuidad.

 

Sin embargo, nada más allá de la realidad, pues el último verdadero rey de Aesëa fue Retnor I hace ya casi sesenta años, cuando todos los señores feudales, unos por miedo pero la mayoría por afán de poder, se levantaron contra el regente para arrebatarle el trono.
Tras una ardua guerra, que duró casi diez años, lo consiguieron y colocaron en él al más débil de los señores rebeldes, convirtiendo así la figura del rey en un pelele al cual podían dominar con facilidad.

Ahora no tienen un poder real que los domine y controle, aplicando cada cual sus propias leyes en los terrenos que le pertenecen y batallando con los señores feudales vecinos cuando piensan que este se encuentra lo suficientemente debilitado.

 

Por otro lado, si los señores feudales se encuentra en lo más alto de la pirámide de poder, en el lado contrario se encuentra el sufrido pueblo, formado por granjeros y artesanos, siempre a expensas de los antojos de sus señores, o en su defecto, de los soldados y la guardia que forman los ejércitos de cada señor.

No son pocas las atrocidades que estos se ven obligados a soportar en silencio, pues alzar la voz puede significar incluso la muerte…..claro que, en determinadas situaciones, ese castigo puede ser recibido con mayor alivio que miedo.

 

Existe un escalafón intermedio que, sin ostentar prácticamente ningún poder, se ve exento de los abusos producidos por la facción militar de cada feudo.
Este grupo está formado por los cortesanos y consejeros del señor, pues este último siempre ve con buenos ojos el tener cerca lisonjeadores y también aquellos que pueden proporcionar ideas lo bastante buenas para proporcionarle la oportunidad de adquirir las tierras del feudo vecino.
Pero si los consejos no surten el efecto deseado, el menor castigo puede ser el perder el título de consejero y, por lo tanto, la inmunidad disfrutada hasta ese instante.

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07/12/2008, 04:19
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Religión

 

La sociedad de Aesëa se basa en una religión politeísta, aunque es un movimiento popular, pues no existe un grupo religioso organizado.

Existió cuando aún gobernaba Retnor I, pero los señores feudales consideraron demasiado peligroso que existieran los sacerdotes, pues cualquiera que pudiera unir a las masas era una amenaza para su poder, por lo que fueron exterminados…..al menos todos aquellos que pudieron encontrar.

 

Se rumorea que algunos consiguieron esconderse y la religión se ha perpetuado, pero si es así se cuidan de permanecer en las sombras y no mostrar públicamente su condición. Eso conllevaría una muerte segura.

 

Este hecho ha provocado que se hayan perdido los recuerdos, entre la población común, de los dioses a los que se veneraba. Como mucho, los más ancianos, susurran alguna que otra vez la palabra Zeerath, que al parecer era el nombre que se le daba al conjunto de los dioses, pero se ha perdido en la memoria el nombre particular de cada uno de ellos. 

En la actualidad se tiende a pensar que aquellos antiguos dioses se apartaron de todo, porque de otra manera ¿cómo pueden permitir que sucedan todas las injusticias?
La cuestión es ¿quién olvidó antes? ¿El hombre o los dioses? ¿Volverían si fuesen nuevamente recordados?

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08/12/2008, 20:56
Director

Mitos y leyendas

¿Quién no ha escuchado alguna vez una historia destinada a asustar, o maravillar, a los más pequeños? ¿O deseado poder realizar obras que no tienen explicación?
Es algo completamente normal, pero la cosa cambia si no es uno mismo quien demuestra tal poder y se encuentra a merced de los designios de otros.

Si tu cosecha se seca en un año que ha tenido una buena estación de lluvias sólo puede deberse a brujería, y si esto es así el brujo debe pagarlo con la vida, pues no se le puede permitir que siga realizando sus fechorías.

Curar a un enfermo es, sin duda, algo beneficioso para todos, pero cuídate de realizar la curación de un modo que todo el mundo pueda entender, pues aquellos que palmearon tu espalda en señal de admiración, acusarán con sus dedos extendidos cuando un suceso sin explicación tenga lugar.
No importará que implores cuando las llamas laman tu piel con su ardiente tacto, pues ya estarás condenado.

Lo mismo ocurre con los monstruos descritos en los relatos. Son un buen método para mantener a los niños alejados de los lugares que los padres no quieren que visiten.
Todos saben que son una invención, pero si una sola oveja aparece muerta y desgarrada, multitud de hombres alzarán sus antorchas para perseguir una ilusión.....poco importa que claras y coherentes voces se levanten para señalar al lobo como el culpable, pues en la mente de todos habrá quedado grabada la imagen de un ser de tres cabezas con dientes como cuchillos.

Así es como suceden las cosas cuando la sociedad es claramente supersticiosa. Necesitan que su vida sea tranquila y sin sobresaltos de ningún tipo, pero ¿qué ocurriría si aquello que siempre han considerado un mito se mostrase a sus ojos como real? ¿Cual sería su reacción?
Tal vez en breve sea resuelta esa cuestión, porque desde el mismo instante en que el cielo se tiñó de rojo, has aumentado exponencialmente los rumores de sucesos extraños.
Las puertas y ventanas se cierran durante la noche, albergando corazones asustados y oídos atentos a los sonidos provenientes del exterior.