Partida Rol por web

Desesperación carmesí

Jaula de oro

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17/12/2008, 23:03
Master Indio

Notas de juego

En cuanto pueda te pongo la banda sonora de ambientación.

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17/12/2008, 23:05
Sophie

Sophie se arrodilló ante Majud, sujetando sus manos entre las suyas, mientras la observaba atentamente.
Aquellos ojos oscuros parecían tener el poder de penetrar en sus pensamientos, leyéndolos como si hubiesen sido expresados en voz alta.
Eso se debía principalmente a dos motivos. El primero era la cantidad de tiempo que habían pasado juntas desde que la desgracia había caído sobre la familia del Senescal. Y por otro lado, la diferencia de edad entre ambas mujeres no era demasiada, lo que había creado un lazo de amistad y confianza alrededor de las dos.

La aya, pese a ser joven todavía, no había gozado siempre de aquella posición, sino que provenía de una familia muy humilde, lo que la había obligado a madurar rápidamente, pues no había tenido la protección que confiere una posición acomodada ni la protección de soldados que servían ciegamente al Senescal, por lo que jamás se les hubiese pasado por la cabeza tocar un pelo de Majud......el caso de Sophie había sido completamente diferente, pero aquello había quedado relegado al olvido. Doloroso, pero olvido al fin y al cabo.

¿Qué te pasa, mi niña? - preguntó a sabiendas de que seguramente conocía la respuesta. Majud tenía un alma en gran parte aventurera, y mantenerla encerrada entre aquellas paredes de piedra no hacía sino provocar un malestar que iría en aumento si no se ponía remedio. - ¿Es por tener que estar encerrada? Ya sabes que tu padre sólo quiere lo mejor para tí, y ahora mismo está el ambiente bastante revuelto por los malos augurios que presagia ese extraño cielo.

Sophie tenía más libertad para moverse por el castillo en el que vivía Lord Zaelus, el señor feudal que gobernaba Ródennos, y por lo tanto podía recibir más información que la hija del Senescal.
Nadie sabía lo que sucedía, pero todos se encontraban de acuerdo en que no podía ser bueno.

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17/12/2008, 23:21
Majud Dahatsy

Observó las manos de Sophie durante un buen rato, mientras aquella le hablaba. Había algo en los ojos de la aya que siempre le había parecido un misterio pero nunca había tratado de desenmarañar pues no consideraba apropiado meter sus narices donde no la habían llamado, si alguna vez Sophie quería contarle, entonces esa sería otra historia. Le sonrío apenas, una breve sonrisa cargada de hastío y desasosiego.

-Sé que padre hace lo mejor para mí pero sería más justo decir que hace lo que "cree" que es mejor para mí-sonrío la joven nuevamente.-Ya sé que no son buenos los presagios del cielo, Sophie pero ¿cuándo sucederá? No lo sabemos... Lo mismo puede ser hoy que mañana y entonces, ¿pasaré el resto de mi vida entre estas cuatro paredes? ¿Con dos guardias apostados en la puerta como si fuera yo una prisionera?

Se levantó lentamente y se encaminó hacia la puerta, apenas abrirla los dos soldados se volvieron hasta darle el frente; Majud hizo una mueca de fastidio y con la misma actitud volvió a cerrar la puerta. Planeaba todas las noches escapar, en su mente tenía el plan perfecto, ni siquiera se darían cuenta de que se había escapado pero nunca lo llevaba al cabo. Llegó a sonreír pensando que por eso era el plan perfecto, nunca nadie la vería pues no era capaz de ponerlo en marcha. Nuevamente acomodó su cuerpo en la cama, recostándose de lado y miró a Sophie con cierta malicia.

-Sophie, tú conoces cada rincón de este lugar... Tienes que ayudarme a salir-pensó mirando la cara de su aya que no lo tendría fácil pero nada perdía con intentar.-Te prometo que serán sólo unos minutos, quiero montar a Bruma y correr en su lomo por algunos instantes, prometo que no será más que eso... Sophie, di que sí.

Puso una mirada casi infantil, el deseo se le veía en los ojos al hablar de Bruma su caballo pero Majud sabía que aquella no sería una decisión difícil; como fuera, si Sophie no cedía, ella encontraría la manera de burlar la guardia.

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19/12/2008, 23:28
Sophie

Pero ¿sabes lo que me estás pidiendo? - Sophie la miraba con un ruego en los ojos. Había sabido que antes o despues llegaría el momento de aquella petición, pero no por ello se encontraba completamente preparada para afrontarla - ¿Qué ocurriría si te pasara algo? ¿Lo has pensado? Nunca podría perdonármelo. Además ¿te imaginas lo que me haría tu padre si se entera de que te he ayudado a huir?

Pero la aya sabía de lo tenaz que podía llegar a ser Majud cuando se proponía algo, y posiblemente consiguiese salir con o sin su ayuda, aunque fuese de una forma realmente peligrosa.
Además, seguramente ella hubiese hecho lo mismo de encontrarse en la misma situación. No era posible mantener a una muchacha de su edad apartada de todo y de todos, sobretodo si tenía uno de los espíritus más intrépidos que conocía.

Pese a sus palabras, su mente había comenzado a buscar la solución para ayudar a Majud a salir de la habitación. No sería sencillo apartar a los guardias de su puesto, por lo que había que buscar alguna otra forma de sacarla de allí.
Aún así había otra cosa más que le preocupaba.

Dices que quieres montar a Bruma, pero ¿cómo piensas sacarla de los establos a plena luz del día? Si lo haces todos verán que has salido de tu habitación, y puedes estar segura de que los soldados conocen las órdenes dadas por tu padre, así que no conseguirás llegar a las puertas. ¿No sería mejor que utilizaras otro caballo? Alguno que se encuentre en el pueblo. - siempre era más sencillo pasar desapercibido a pie que a caballo. Si Majud insistía en utilizar su caballo, podría asegurar que no lo conseguirían.

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19/12/2008, 23:47
Majud Dahatsy

-Sophie, sabes perfectamente que no puedo montar a otro caballo que no sea Bruma y que entonces quizás haya que cambiar los planes-dijo con cierto aire infantil.

No solía ser caprichosa pero aquel encierro la estaba volviendo loca, podía andar apenas por el hogar pero siempre con las miradas tras de ella como si fuera a salir corriendo en cualquier momento y en realidad es que era así, quería una sola oportunidad y entonces se iría, a que el viento le diera en la cara y ese color rojizo se apoderara de su suave piel de tez muy blanca. Apretó los puños, se sentía frustrada.

-Si tú me ayudas, esperaré hasta la noche. Quizás pueda convencer al caballerango si puedo verlo ahora mismo... No me negarán un paseo por los jardínes. Yo no sé por qué papá se empeña en cuidar tan obsesivamente de mí, ni que fuera una princesa o alguien importante.

Bajó las piernas de la cama y se puso en pie lentamente, hasta llegar al elegante tocador que había en ella, se miró al espejo; podrían decir lo que fuera pero ya no era una niña y quería salir de allí. Pensó de pronto que tal vez lo mejor era coger al toro por los cuernos. Se acercó de nuevo a Sophie y la sujetó de la mano.

-Ven, iremos a ver a padre...-y no era una orden pero tampoco estaba en tela de duda.

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21/12/2008, 12:23
Sophie

¿Ir a ver a su padre? Sí, eso podía ser una gran idea. Posiblemente él pudiera convencerla de que debía permanecer en su cuarto hasta que la situación se tranquilizase o el cielo volviera a tomar su color natural.
Hacía unos días que los consejeros se estaban reuniendo con Lord Zaelus para decidir qué medidas debían llevar a cabo para tranquilizar a todo el mundo.
Así mismo, intentaban encontrar una respuesta que solventara sus dudas acerca de lo sucedido.

De acuerdo, niña - respondió caminando hacia la puerta - vayamos a verle. Quizá puedas convencerle para que te deje dar un paseo, aunque mucho me temo que la vigilancia te seguirá allá donde vayas.

Sophie abrió la puerta alertando a los dos soldados que se encontraban de guardia en el pasillo, que se volvieron rápidamente para mirar a las dos mujeres - ¿Deseáis algo, lady Dahatsy?

El término lady no solía dedicarse a nadie que no tuviera un papel representativo en la corte, pero al ser la hija del Senescal, a ella se lo atribuían.

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21/12/2008, 17:43
Majud Dahatsy

Miró a los dos guardias, era el colmo que ni en su casa pudiera dar un paso sin que aquellos dos estuviera como perros de caza tras ella. Se paró frente a ambos luego de Sophie y sin hacer mucho alarde de prepotencia pero con cierta fuerza, le explicó a ambos hombres que tenía que hablar con su padre y luego hizo el amago de caminar, por si intentaban detenerla. Pero se dijo que si eso sucedía, entonces su padre escucharía sus gritos.

Se volvió a Sophie para pedirle con la mirada que fuera con ella, después de todo, ella era la única que la entendía en aquel lugar. Se colgó de su brazo para iniciar la marcha por el pasillo, marcha que inició con pasos breves y lentos, mostrándose segura y quizás hasta un poco altanera pero es que no lo podía evitar; eso sí que era parte de su carácter.

-Esperemos que nos dejen marchar, no importa que nos sigan-dijo en voz susurrante a Sophie.

Notas de juego

Ahora post breve porque no sé si los guardias me dejarán marchar. :$

Acepto un segundo balazo xD

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24/12/2008, 13:51
Soldado

Uno de los soldados se volvió hacia ella mientras el otro continuaba mirando al frente. Majud conocía perfectamente a aquel hombre que se interponía entre ella y el pasillo que la llevaría hasta las dependencias de su padre.....y Sophie también, eso seguro, pero la hija del Senescal no estaba mirando en esos momentos en dirección a los ojos de su aya, por lo que no pudo vislumbrar apenas el destello que desprendía la mirada de esta.

Era sin duda uno de los hombre más aborrecibles que se encontraban bajo el mando de su padre, aunque este no tuviera ojos para verlo.
Claro que, aquel soldado se cuidaba muy mucho de guardar las formas ante ella o su padre, pero los rumores que llegaban sobre él no dejaban lugar a dudas de su calaña.
Era de aquellos que les encantaba ostentar su poder ante aquellos que no lo tenían, como podía ser cualquier habitante del pueblo, denigrando y amenazando a la primera oportunidad.

Pero ante ella no se atrevería. No, sabiendo el castigo ejemplar que podía recibir por parte del Senescal - ¿Ver a su padre? - preguntó simulando sorpresa - Creo que eso será algo imposible en estos momentos.

Casi apareció una sonrisa en el rostro del orondo soldado, pero consiguió controlarla antes de continuar - Si no estoy equivocado me pareció entender que debía reunirse con Lord Zaelus, pero podemos acompañaros a sus dependencias por si hubiese suerte.

Las estancias a las que hacía referencia se encontraban en un pasillo cercano a las dependencias del propio Lord Zaelus, al contrario que las de Majud.
Esas ubicaciones habían sido repartidas de forma que el regente del feudo pudiera tener fácil acceso a aquellos que le aconsejaban, para poder disponer de ellos con mayor rapidez en caso necesario.
Majud no entraba dentro de aquellos puestos, por lo que su cercanía no era necesaria ni deseada, por mucho que eso significara separarla de su única familia.

Sin añadir nada más, el soldado se apartó y se limitó a seguirla, junto a su compañero, por el camino del interior del castillo.
Tuvieron que atravesar fríos y bastante oscuros pasillos, en los que se cruzaron con algún que otro sirviente, hasta alcanzar las dependencias del Senescal.
En ningún momento, su "guardia" personal le puso ningún impedimente, claro que, sus órdenes eran las de vigilar que no dejase el castillo por ningún motivo.

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27/12/2008, 18:47
Majud Dahatsy

Prosiguió su camino como si aquel hombre casi ni le hubiera hablado, lo de la suerte o no, lo vería ella pero no se dejaría intimidar por un hombre así, un vulgar soldado. Siguió su camino con su aya muy de cerca, eso era lo mejor que podía hacer y además, si no encontraba a su padre donde debería estar, podría buscarlo en los aposentos de Zaelus, aunque eso no le agradara a su padre. Los pasillos se le hacían eternos, quizás por lo poco que los conocía, quizás por las pocas personas que se cruzaban en sus caminos.

-Más vale que mi padre esté, no quiero tener que ir a buscarlo a donde Zaelus-dijo a su aya en tono más bien bajo.

Estaba cansada de estar lejos de la única persona a la que amaba entrañablemente, ese maldito alboroto del cielo le había cambiado la vida. Pensó en su madre por un fugaz momento porque en realidad no le echaba de menos pero se preguntaba qué sería de ella si estuviera allí con ellos. La vista al frente, en realidad por su carácter parecía de verdad una princesa, con toda la realeza aunque no lo fuera y ella un poco vanidosa había disfrutado siempre de ello.

Para cuando llegaron a la puerta de la alcoba de su padre, encontraron a otros dos soldados allí, no era eso garantía de que el senescal estuviera pero a ella le dio alegría verse allí, de pronto se le había olvidado a qué había ido, sólo quería darle un abrazo y un beso a su padre, cerciorarse de que estaba bien y de que nada había cambiado entre ellos. Agarró el brazo de Sophie y se paró ante los soldados, indicando que venía a ver a su padre.

Notas de juego

Doy por sentado que ante la puerta de padre también hay guardias pero si molesta, lo edito :). Saludos!

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27/12/2008, 22:04
Wolfgan Senescal de Ródennos

Los guardias mantuvieron la posición al ver llegar a Majud, sin moverse un ápice hasta que les indicó lo que quería.
Podía resultar una petición no tan extraña. Simplemente la de una hija que quería hablar con su padre, pero en los tiempos que corrían, cualquier solicitud, por simple que fuera, de presentarse ante el Senescal, parecía medirse por los mismos baremos que presentarse ante el mismísimo lord Zaelus.

Sin embargo, no sin antes lanzar una mirada a los guardias que habían custodiado el camino de la joven y su aya, uno de los soldados que se encontraban ante ella, se giró y llamó a la puerta, recibiendo al instante la respuesta de una voz que Majud conocía perfectamente.
Una voz cargada antiguamente de vitalidad, pero ahora se escuchaba cansada y agotada....y aquello no era producido por los últimos acontecimientos. Sonaba así desde que su mujer se había ido sin explicación alguna.

El soldado entró, y tras unos instante volvió a abrir la puerta, manteniéndola así para que Majud y Sophie pudieran entrar, tras lo cual abandonó la sala.

Allí se encontraba Wolfgan, Senescal del feudo de Ródennos, sentado ante un escritorio repleto de papeles que no parecían guardar ningún orden.
Sobre ellos se inclinaba la cabeza del padre de Majud, más delgado que unos años atrás, pero aún en buena forma pese a no encontrarse en su mejor momento.
El cargo lo había conseguido tras años de sacrificio, tanto en el cosejo de lord Zaelus como en el campo de batalla cuando la situación lo requería.
Sin duda era un hombre al que se le arredraba fácilmente.

¿Qué quieres Majud? - preguntó sin apenas alzar la vista del documento que estaba examinando - Sabes que tengo mucho trabajo estos días.

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28/12/2008, 18:18
Majud Dahatsy

No le pareció demasiado excesivo el cuidado de los guardias, tampoco la ceremoniosa manera en que la hicieron entrar en los aposentos de su padre, lo que le partió el alma fue verlo. De pronto era como si tuviera años sin verlo, como si la hubiera dejado desde muy pequeña y recién ahora se reencontraran. Se paró frente a él, a Majud le molestaba sobremanera que no la mirara cuando hablaban, que la tratara como si fuera uno más de sus problemas, sí, eso parecía. Quizás habría hecho bien en largarse si es que a su padre le quitaba un peso de encima.

-Padre...-puso una mano sobre la suya derecha que descansaba sobre un papel, sabía o creía que con eso él volvería la mirada.-Tenéis que mirarme... Necesito salir de aquí, prometo que volveré tan pronto como haya cogido un poco de aire fresco.

Pero sabía que muy probablemente aquella petición no fuera suficiente para convencer a su padre y se fue girando sobre aquella mesa llena de problemas, sin soltar su mano para acercarse a él y abrazarle y besarlo, cuando estuvo cerca fue precisamente lo que hizo sin importarle que Sophie estuviera allí mirándolos, demasiado los conocía y además, Majud la apreciaba. Abrazó a Wolfgan colgándose de su cuello y descansando su frente en un costado de su cuello, sentía miedo pero más que nada por él, por su estado.

-No me ignoiréis como si no existiera, padre... No podéis encerrarme y olvidaros de mí. No me hagáis lo que me hizo madre...

Majud sentía un nudo enla garganta pero no dejaba nunca o casi nunca que nadie la viera llorar, así que a pesar de los deseos que sentía de hacerlo, se mantuvo estoica. Lo apretó fuerte contra su pecho, quería decirle muchas cosas y aún así, sabía que posiblemente él la rechazaría, no sabía por qué pero lo intuía y deseaba con todo su corazón haberse equivocado.

-No voy a ir a ningún lado, Wolfgan...-dijo en un susurro como acostumbraba a llamarlo cuando las cosas se ponían serias.

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29/12/2008, 23:30
Wolfgan Senescal de Ródennos

Por un instante, las manos de Wolfgan pendieron lacias a ambos lados de su cuerpo, sin moverse un ápice para rodear el cuerpo de su hija, pero finalmente lo hicieron, primero con suavidad para terminar estrechándola fuertemente contra él.....con el afán de aquel que sujeta un tesoro por temor a perderlo.

No me compares con tu madre - susurró con voz queda - te lo pido por favor. Lo que hago es por tu bien. Ahora mismo todo se encuentra demasiado alterado para que pueda ser seguro para una joven como tú.

Colocó ambas manos sobre los hombros de la muchacha, apartándola de sí hasta que pudo mirarla directamente a los ojos.
Poco a poco una sonrisa apareció en el rostro de Wolfgan, haciendo recordar la jovialidad que anidara en él años atrás. Apenas era una sombra de lo que era entonces, pero ya era más de lo que había mostrado en los últimos tiempo.

Pero conozco a mi hija - prosiguió - y sé que no podré detenerte por mucho tiempo ¿verdad? No, ya sé que no. Lo puedo ver en tus ojos.

Miró a Sophie un instante, antes de volver a dirigirse a Majud - Pero sabes que no puedo dejar que vayas sola, así que Sophie te acompañará, al igual que un par de guardias.

Se volvió, inclinándose sobre la mesa para tomar algo entre sus dedos - ¿Quieres salir? Muy bien, pues de paso harás algo por mí.
Dentro de tres días, lord Zaelus celebrará una fiesta, y para entonces se le ha realizado un encargo al herrero.
Debe fabricar una armadura de gala, pero necesita las medidas para poder hacerla. Tú serás la encargada de llevárselas ¿de acuerdo?

Le entregó el papel que había recogido de la mesa, donde se encontraban apuntados una serie de números indicado las medidas del señor feudal - Y no vuelvas tarde o no volveré a ser permisivo contigo. No me hagas arrepentirme de esta decisión.

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03/01/2009, 00:41
Majud Dahatsy
Sólo para el director

El abrazo de su padre la volvió a la vida, era como si de pronto el montón de problemas se hubieran alejado de ambos y les dieran una tregua para ser ellos mismos, la familia que eran y que serían siempre que pudiera mirarse a los ojos. Era como si las horas de encierro no importaran porque de nuevo estaba entre los brazos del único hombre que conocía, de su héroe personal, de aquel al que amaba fraternalmente. Y además, sus palabras volvían a recordarle quién era él pero sobre todo, le recordaban quién era ella. Le sonrió como cuando era una niña y sujetó el papel que el hombre le entregaba, sabía que no la habría dejado ir sola y también que el encomendarle esa tarea, posiblemente era para tener el control de a dónde iría pero no le importaba, quería ayudar y lo haría.

-No os preocupéis, vuestra encomienda será realizada, podéis estar seguro de ello, padre.

Volvió a besarle, ambas mejillas con una efusividad quizás desproporcionada pero es que él era su todo. Cuando se volvió, tomó a Sophié del brazo y salió del salón de su padre, sin cerrar la puerta se volvió a verlo como preguntándole con la mirada si aquellos dos serían su guardia pero quizás él no le entendería, así que se apartó un poco de Sophié.

-¿Quién vendrá con nosotras? Es que quiero partir ya, padre...

Cierto que tenía la impetuosidad de la juventud pero Wolfgan podía estar seguro que había hecho un gran trabajo con ella.

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04/01/2009, 17:16
Wolfgan Senescal de Ródennos

Encargaos vosotros - les indicó a los soldados que habían estado guardando la puerta del dormitorio de Majud, y volviéndose hacia su hija añadió - Sería una pérdida de tiempo que siguieran vigilando tu cuarto ¿verdad?

Volvió a dejar surgir su sonrisa nuevamente, aunque esta vez parecía tocada por algo de preocupación al mirarla - Ten cuidado hija mía. Los tiempos andan revueltos y la gente está algo nerviosa, así que te pido que no intentes desembarazarte de aquellos que velan por tu seguridad ¿de acuerdo?

Si alguien la conocía de verdad, ese era su padre. Puede que fuera porque tenían mucho en común, y por ello él intentaba anticiparse a los movimientos de ella.
Pocas veces le había hablado de su juventud, pero el mismo espíritu aventurero que dominaba a Majud, había dictado los movimientos de su padre, pero de eso hacía muchos años ya, y ahora portaba una responsabilidad sobre sus hombros que le obligaba a meditar las cosas antes de hacerlas.

En diversas ocasiones se había planteado dejarlo todo y marcharse de Ródennos, junto a su hija, para comenzar nuevamente en otro lugar, lejos de responsabilidades, pero sobretodo lejos del lugar que recordaba a diario las desgracias que le habían golpeado a lo largo de su vida, siendo su mujer la peor de todas ellas.
¿Se arrepentía de haberse casado con ella? Por supuesto. Cada día, al abrir los ojos, era lo primero que pensaba, pero luego recordaba que si no hubiese sido por ese matrimonio, no tendría allí a Majud, que compensaba con creces el daño sufrido.

Era por eso por lo que se encontraba tan preocupado por su seguridad....porque era lo único que le quedaba.

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04/01/2009, 18:47
Majud Dahatsy

-No lo haré, mi señor-respondió ella ceremoniosamente y le sonrió.

Luego hizo una breve reverencia.

-Prometo que volveré pronto y que me cuidaré de todo y de todos, padre. Ya regresaré.

Dicho esto, cerró la puerta que la separaba de su padre y con una gran sonrisa, sin dejar de echar un ojo a los soldados, se volvió a Sophié para ordenarle que preparara de inmediato su montura, pues partirían ya mismo. Cierto era que quizás lo mejor habría sido ir en un carruaje pero ella quería sentir el viento en su cara, algo de calor, aunque más no fuera de aquel cielo enrojecido que aunque no se lo había confesado a nadie, le provocaba estremecimientos. Caminó por los pasillos aprisa, haciéndose seguir por su guardia y su aya, no podía detenerse; estaba emocionada, claro, un ligero temor podía sentir pero era mucho mejor sentir aquello que permanecer encerrada entre cuatro paredes cual pájaro en cautiverio. Entró de nuevo en su habitación, era como una tromba de colores paseándose por el lugar, como una brisa de aire fresco en verano, ella se sentía así, fuerte, capaz de todo. Se arregló un poco el cabello frente al espejo, se ató un pequeño jubón de piel a la cintura y nuevamente estuvo lista para salir.

No podía esperar a sentirse de alguna manera libre de aquello, de alguna manera útil porque mirar por la ventana de sus aposentos no era lo más útil que alguien pudiera hacer. Se dirigió a los establos a paso vivo, parecía una enamorada a la que le anuncian que va al encuentro de su amante, y de cierto modo, la libertad era el amante de Majud. Sonrió al sentir el aire que entraba ya por el pasillo, desde donde ya podía ver parte de la estructura de los establos y escuchó un relinchar conocido, sí, ya la estaban esperando. Habría echado a correr, si no fuera porque quería ahora demostrar a Wolfgan que ya no era una niña, sino una mujer en la que podía confiar y no le cabía duda que todo lo que allí pasaba, se lo hacían saber a él.

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07/01/2009, 23:13
Master Indio

El equino piafó en cuanto llegó hasta sus ollares un olor que le era gratamente conocido, pues lo había tenido junto a sí desde el mismo día en que nació y se levantó a cuatro patas.
Fueron las manos de Majud las que le habían sostenido para evitar que se cayera en cuanto se colocó sobre sus temblorosas patas, y ahora disfrutaba cada vez que ella se valía de su montura para ir de un sitio a otro.
Podría decirse que el caballo compartía el mismo espíritu que su dueña y amiga. Se le iluminaban los grandes ojos cuando el viento revolvía sus crines y el suelo se deslizaba rápidamente bajo sus cascos.

Pero para eso todavía debería esperar un poco, pues una vez saliera del establo, con Majud sobre su lomo, aún tendría que atravesar la plaza de armas del castillo, hasta la enorme puerta que le permitiría la salida.
Tras aquella puerta debería descender por un ancho camino, bien empedrado, que le llevaría, cien metros más allá, hasta las primeras casas del pueblo.

Las viviendas se distribuían en semicírculo frente al castillo que las vigilaba desde arriba, distribuídas en calles que no guardaban un orden aparente, pero que en caso de asalto dificultaban el avance del ejército contrario, obligándoles a recorrer una senda sinuosa con el peligro de una emboscada en cualquier momento.
Era una buena defensa, aunque para ello tuvieran que utilizar a los habitantes como escudos.

Sólo una vez se salía del pueblo, es cuando tendría campo libre para poder cabalgar como el viento.

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07/01/2009, 23:38
Majud Dahatsy

No me volví a ver si mi aya y los soldados venían detrás de mí, sabía que era así aunque ni siquiera lo hubiese querido y como mi padre ya había dicho, era mejor que no tratase de desembarazarme de ellos pues en un futuro, no contaría con la venia de mi padre para otra excursión así. Fuimos decendiendo por el ancho camino empedrado, yo pensando en lo que sería aquel tono en el cielo, esperando en mi maravillosa imaginación, dar con la clave. Esa clave en la que nadie había dado, de hecho sonreí al tiempo que acariciaba la crin de Viento que parece un tanto intranquilo también, ante aquella amenaza.

-Tranquilo, Viento, cualquier cosa que sea esto, no se atreverá a querer ganaros en una carrera-bromeé con la voz tranquila.

Aunque no creyera en ello, debía hacerle saber a él que estábamos bien, que las cosas saldrían bien y que aquello, además de esporádico, era una nimiedad, aunque yo supiera muy bien que no era así. Mientras avanzábamos en nuestro camino, me encomendaba a los dioses, les pedía que no descargaran su ira en mí, temía por mi padre, por nuestra casa, aunque seguía sin saber a qué temer.

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11/01/2009, 15:35
Master Indio

Por fin Majud podía ver de primera mano lo que ocurría, no a través de la impresiones de su aya y otros trabajadores a los que había interrogado durante su "reclusión" forzada por su padre:
Las miradas que le eran devueltas, mientras transitaba las calles a lomos de su caballo, se encontraban cargadas de intranquilidad y duda. No muchos se atrevieron a sostenerle la mirada durante mucho tiempo, como si se avergonzaran de su propio miedo.
Parecían ir de un lado para otro sin un cometido fijo, ignorantes de aquellos que les rodeaban, prestando su atención a un cielo teñido de rojo que les devolvía arrogantemente la mirada.

Ese talante cambió levemente cuando avanzó en su camino, ya que apareció en los ojos de los ciudadanos un leve brillo de esperanza.
Era de extrañar que todos, sin excepción, se dirigían hacia un lugar que la joven no podía ver, y que sin embargo coincidía exactamente con el camino que seguía ella.
Entonces, al doblar una esquina, vió el motivo por el cual se congregaba la gente en esa zona del pueblo.

Una fila de carromatos se encontraba detenida en aquella calle. Majud ya las había visto antes, pues todos los años, el comerciante Sadicer y los suyos, se detenían en Ródennos a pasar el invierno, trayendo consigo sus mercancía y, este año más que nunca, sus noticias de lo que se veía y escuchaba en los caminos que habían recorrido.
Sin duda, aquel era el motivo por el que la gente se dirigía hacia allí. Querían saber, simple y llanamente, si los comerciantes y trovadores recién llegados sabían algo de lo que estaba aconteciendo.

El carromato del propio Sadicer, el primero de la larga fila, se encontraba detenido justo frente a la herrería.
Algo no del todo extraño, pues de todos era sabida la amistad que le unía al viejo herrero, ya fallecido, y al joven que había tomado posesión de los conocimientos y cariño, que otorga el arte de la herrería, por el trabajo de los metales.
Al viejo comerciante no se le veía por ningún lado, por lo que cabía suponer que se encontraba con Zack, que así se llamaba el herrero, en el interior de la forja.

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12/01/2009, 05:06
Majud Dahatsy

A pesar de la muchedumbre y de pasarle por la cabeza un montón de cosas cuando la miraban con cierto aire de confusión, siguió su camino. No sabía si le agradaba no encontrar a solas al herrero pero no tenía opción, además, había prometido que cumpliría la encomienda y eso significaba que lo haría, le gustase o no lo que encontrara. Además, podría escuchar algo interesante de parte del comerciante, no se detuvo, no, tenía cosas que hacer. No dejó el caballo afuera como cualquiera hubiera hecho, no, no podía separarse de él y no quería, algo temía; así que siguió su camino con él, bajando un poco la cabeza al entrar por la puerta de la herrería que daba a un jardín ancho que era el lugar de trabajo de aquellos artesanos, una vez dentro y sólo así, se apeó de Viento con una facilidad poco vista en las damas, no le había enseñado una sino un viejo entrañable al que había llorado como si fuera de su familia el día que los dioses se lo habían llevado. Sonrió recordándole y buscando con la mirada a Zack, empezó a repasar lo dicho por su padre.

-¡Zack!-llamó.

Acarició entretanto el cuello de Viento que parecía un tanto intranquilo y no era para menos, los animales eran capaces de presentir más cosas que los seres humanos. Aguardó con paciencia a que el comerciante y el herrero aparecieran, en realidad no tenía prisa y ya estaba donde tenía que estar.

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13/01/2009, 23:47
Master Indio

Notas de juego

Pasas a la escena "Forja de libertad".

Espera a que Zack salga a recibirte, XDDDDD