Partida Rol por web

Durante la semana siguiente los gladiadores entrenaron en el foso secundario. Aquel foso estaba ubicado en el subsuelo, siguiendo una galería antigua que desembocaba en una gran caverna. Seguramente el motivo por el cual los habían mandado allí era el ruido que se escuchaba en la zona de la arena: probablemente estaban montando alguna estructura para un nuevo espectáculo.

El día del combate, cuando salieron del foso a la arena principal, se encontraron con algo sorprendente.

Todo el área del Arena había sido excavado para contener una colosal piscina. Sobre ella había cuatro plataformas ubicadas a seis metros de altura a las que se accedía por unas escaleras de cuerda. Uniendo las plataformas había unos puentes colgantes que parecían bastante endebles y se movían con el viento. Los puentes eran tan estrechos que era imposible que pudieran avanzar más que en fila y tan inestables que seguramente sería un problema luchar sobre ellos. Las plataformas eran un poco más amplias, de unos cinco metros de arista. En tres de ellas ya estaban subidos los oponentes: gladiadoras armadas de arcos y preparadas para empezar la batalla y guerreros armados con escudos y pesadas mazas.

Los recién llegados empezaban con una clara desventaja: cada una de las plataformas tenía un acceso por la escalera de mano y habría que subir para poder encontrarse con sus enemigos. Pero las arqueras ya estaban dispuestas.

Contemplaron el agua: era imposible que hubieran cavado un foso tan profundo sin usar magia. Por un momento se sintieron extrañados por que hubieran dispuesto un aterrizaje tan 'mullido' de una posible caída. Pero al ver la espalda escamosa de los cocodrilos que pululaban por las aguas se dieron cuenta de que todo estaba pensado para causar el mayor espectáculo posible.

Y luego estaba el tema de la bola central.

En el medio del foso había una enorme bola sostenida por una polea que empezaba a descender con un ruidoso chirrido. Era una bola enorme, del tamaño de una persona, y con su bajada tiraba de una cadena enorme que se introducía en las profundidades del pozo. No se veía que podía hacer subir esa cadena pero los gladiadores estaban seguros de que no sería nada agradable. ¿Cuánto tardaría en llegar al final? Descendía de forma lenta pero continua...

Había poco tiempo para pensar. Las arqueras empezaban a tensar sus arcos...

Grendel el Magnífico analizó la situación, y no era demasiado agradable. No tanto por las arqueras, que había cosas que se podían hacer, si no por el agua. No le gustaba nada, y menos con inquilinos como los que se veían.
Aún así, no te podías olvidar de las flechas.

-Bueno. Parece ser que vamos a tener que mostrar algunos trucos finalmente.-

El lancero se concentró un momento y de repente su imagen se difuminó. Parecía desdibujarse un poco lo cual hacia dificil de averiguar donde se encontraba realmente.

-Me encargo de los de la derecha.-

Dicho eso empezó a moverse en dirección de la torre más alejada a la derecha. Un gladiador y una arquera. No eran rivales para Grendel el Magnífico.

Otra vez salían a la arena. Otra vez les daba el sol en la cara. 

—Por fin —pensó Gronk. Ya quería pelear un poco más en serio. Pero esta vez el escenario era mucho más exótico. 

—¿Arqueras en torres? ¿Cómo las habrá convencido para que suban? —comentó en voz alta. 

Los humanos no solían ser tan estúpidos. Y la gente de encima de las torres no iba a acabar bien. Gronk comenzó a correr, a correr hasta la escalera más cercana, pronto subiría y los transformaría en salchichas.   

El lanzazo de la amazona tan sólo había rozado a la arquera, quien pareció sentirse un tanto confundida por el hecho de que se le hubieran adelantado a su ataque¹.

Los gladiadores más cercanos se movieron con cautela para situarse en la zona de las escaleras por las que Gronk parecía dispuesto a subir. Esto complicaría el ascenso del orco sin duda. El que estaba más lejos se lanzó en una carrera para hacerse fuerte con el resto de sus compañeros en el mismo lugar¹.

La arena de combate está muy cambiada desde la última vez. Torretas, pasarelas, un foso lleno de ¿cocodrilos?

- Malditos sean todos. Esta vez quieren un espectáculo de verdad...

En ese momento me doy cuenta que hay una arquera asomada a la torre más cercana. No se si se trata de una amazona como yo y prefiero no pensarlo. Esto es a vida o muerte y ella haría lo mismo en mi caso.

Sin pensármelo dos veces tomo la lanza con mano derecha y a la vez que me acerco tomo impulso y se la lanzo.

Es un buen lanzamiento, directo al pecho. Ella todavía no ha tenido tiempo de tensar el arco. Es mía, la alcanzo de lleno...

Por desgracia esa armadura ofreciendo resistencia la libra de la muerte. La lanza cae sobre el suelo de la plataforma. No será fácil subir allí para recuperarla... - Por poco.

Les dieron la orden de prepararse. Había llegado el momento de volver a jugarse la vida en un combate con unos enemigos, quienes lo único malo que habían hecho era dejarse atrapar y convertirse en esclavos. No tenía nada personal contra ellos, no les deseaba la muerte, pero, si no le daban elección, serían las tripas de ellos quienes acabaran decorando la arena.

Al salir al exterior no reconoció lo que veía. Habían cambiado el escenario de batalla por completo. Salvo la forma circular de las instalaciones y los palcos exteriores, nada, absolutamente nada, recordaba al anfiteatro donde habían derrotado al Ettin.

Pero no había tiempo para pensar en una estrategia de combate. Habían posicionado arqueros y, desde donde habían accedido a la arena, no había posibilidad de buscar cobijo. Rashid solo veía una posibilidad: la rapidez. Era arriesgado y podía acabar más parecido a un erizo que a un tigre, pero, si lograba llegar al combate cuerpo a cuerpo contra uno de esos arqueros, podría cambiar las tornas a su favor.

Subió a toda prisa las escaleras hasta llegar a la torreta más cercana a él. Estaba vacía, al menos no tendría que enfrentarse a uno de los gladiadores de momento, pero no tenía protección alguna frente a la lluvia de flechas que podría caer ahora. Así y todo adoptó una posición defensiva, flexionando las rodillas y tratando de dar el menor blanco posible.

Quedaba claro que ahora para las arqueras que la prioridad era acabar con el hombre tigre que había subido a las plataformas. El orco era un riesgo pero seguía abajo. En cuanto a la amazona: había desperdiciado su arma principal en su primer ataque, todavía tendría que llegar arriba para ser una amenaza real. ¡Y nadie parecía prestar atención a Grendel el Magnífico!¹

¡Así que una lluvia de flechas cayó sobre el guerrero rakhasha! Una de ellas llegó a impactar en la placa pectoral del hombre tigre, pero las demás simplemente cayeron a su alrededor de forma inofensiva².

El público observaba expectante la situación. Aquello era un calentamiento pero la posición de Rashid en lo alto de las plataformas provocaba un punto de tensión sobre el aparente control que tenían los guerreros desde lo alto.

Y la extraña bola central descendía nuevamente...

Grendel el Magnífico no se podía creer lo que pasaba. No le estaban haciendo caso. A ÉL. Eso no podía ser.

-Hey. Tú, hija de mil madres. ¿Se puede saber donde estás disparando? Estoy aqui. Sí, tú. No hagas como si no estuviera.-

Pero la maldita arquera seguía ignorandole.Y eso cabreaba mucho a Grendel el Magnífico.

-Muy bien. Tú lo has querido. Cuando suba ahí te vas a enterar. Iba a golpearte poco para que no te estropeases mucho y luego pudieras trabajar en algún burdel. Pero de ésta no sales viva.

Grendel el Magnífico siguió avanzando hasta llegar a la base de la torre. A la arquera le quedaban segundos de vida.

La arquera ignoró las puyas de Grendel. ¡Lo ignoraba! El lancero sentía como le quemaba interiormente su orgullo hasta el punto de sonrojarse de furia.

Los gladiadores observaban los avances de sus enemigos manteniendo la posición. Parecían dispuestos a sacrificar a aquella arquera sobre la que se cernía el rakhasa con tal de no desperdigarse por las plataformas.

Con un gran esfuerzo, pues intento darme toda la prisa que puedo, trepo por la torre. Es un esfuerzo más allá de lo que me esperaba, pero quiero recuperar mi lanza para no encontrarme frente a esos gladiadores con las manos vacías.

Una vez arriba veo como la arquera todavía se resiente de mi lanzazo. Eso me permite recuperar mi lanza del suelo a tiempo para ver como uno de loa gladiadores se me viene encima...

- ¡Atrévete! - le reto con furia lanza en ristre.

Una vez Rashid llegó a lo alto de la torreta, lanzó una mirada desafiante a la arquera que se había quedado sola en la torre de enfrente. Ésta, viendo la postura decidida del Rakasha, debió de darse cuenta de lo cerca que se encontraba su muerte.

Entonces el guerrero escuchó a la amazona como gritaba mientras lanzaba su lanza, la única arma de que disponía, contra otra de las arqueras y como subía después las escaleras de la atalaya, sin más escudo que su valor. Rashid se dio cuenta en seguida de lo suicida de esa acción, pero también supo que, si perdían a uno de los componentes de su grupo desde un primer momento, la balanza podía desequilibrarse de forma definitiva a favor de sus enemigos.

Sacudiendo la cabeza, mostrando su desacuerdo, cambió de objetivo y se lanzó a la carrera contra los gladiadores y la arquera que esperaban impacientes al orco y la humana.

Moverse por la pasarela hizo que el Rakasha se desequilibrara algo y sus golpes no fueron tan efectivos como estaba acostumbrado. Pero sus garras encontraron la carne de la mujer y esto debió de doler.

Ahora sus enemigos tendrían al menos que repartir sus fuerzas. Quizás Gronk y Tenshia podrían alcanzar la cima de la torreta y hacerse cargo de parte del resto de oponentes.