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Dhaeva 2: El Caballero de las Tinieblas.

Dhaeva 2: El Caballero de las Tinieblas: EPILOGO.

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31/03/2015, 16:25
TRANSILVANIA.

Transilvania: Alba Iulia: Castillo de Balgrad:

Notas de juego

// Entran en escena: Sirvienta Elena, Aldriu el Siervo, Capitán Ferenk Zarak, Carcelero, Chambelán Otto de Sajonia, Dagu el Joven, Dama Dubieta, Dama Radovina, Durius Tremere de Slobozia, Guardia Boru, Guardia ducal Hakir, Guardia ducal Itsvan, Guardia Tomescu, Igor, Koldun Vladislav Boru, Lacayo Mikail, Lacayo Vasilov, Lindor de Slobozia, Maserrak de Flambeau, Niziya, Pavetta, Schaar Dvy, Sirvienta Enrietta, Sirvienta Gretta, Tiberiu Radomir Szantovich, Valdav Krevcheski, Visany hijo de Dynnu. - Proceden de: Castillo de Balgrad.

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31/03/2015, 16:27
TEMPUS FUGIT.

MADRUGADA DEL SEIS DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

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31/03/2015, 16:35
18 - La Luna.

- Muchas cosas habían sucedido tras la puesta del Sol. Un horror ancestral, el Koldun del Agua Negra, se había adentrado en las Mazmorras del Castillo de Balgrad, sumiendo toda la fortaleza en un pavoroso terror sobrenatural.

- Carcelero asesinó al último Basarab superviviente, el Caballero Molensk, para que no pudiera caer en manos del Koldun. Se enfrentó a la antigua criatura, pero fue abierto en canal por su espada hechizada por cientos de sombras de espíritus maliciosos del Mundo Tenebroso.

- Entonces llegaron otros para enfrentarse al Koldun, entre ellos el caído caballero transilvano Schaar Dvy. Entre él y los guardias, derrotaron y decapitaron al antiguo horror.

- Poco después, la llegada de Durius Tremere, el Primer Caballero de la Corte (apodado por algunos en Transilvania el Caballero de las Tinieblas), acompañado del Capitán Ferenk Zarak, da un nuevo vuelco a la situación. Schaar Dvy afirma que Durius es un impostor y se enfrenta a él, pero los guardias ayudan al Secretario Ducal a vencer al antiguo caballero, pese a que éste es posiblemente el mejor espadachín que queda en Transilvania tras la desaparición de Iacobus, el Caballero de los Cárpatos.

- El valeroso guardia ducal Hakir ha resultado herido en la lucha, por lo que el señor de Slobozia, Durius, manda a sus lacayos personales a buscar a Maserrak para atenderlo, y también para investigar los cuerpos de Schaar y del Koldun. El primero desnudo y encadenado en una celda, parece haberse desangrado. Sin embargo, cuando Maserrak llega, Schaar abre los ojos y le saluda, demostrando que no estaba muerto, como había afirmado previamente Durius.

- Hakir es enviado a los Barracones a decansar, tras haber sido sus heridas atendidas por Maese Maserrak.

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19/05/2015, 08:12
[RIP] Caballero Zuyla Dravescu.

Epílogo - Zuyla Dravescu.

La herida del brazo dolía como nunca. Zuyla la sentía palpitar. Era un pulso que se aceleraba, y notaba calor en la extremidad. Cada vez más.

Entonces recordó. Recordó el vampir que había matado. Recordó haber llegado a Alba Iulia y ponerse al servicio de Durius. Recordó sus sospechas y las de su padre sobre la verdadera naturaleza de su Señor. ¡Padre! ¿Qué había pasado con él?.

Zuyla trataba de recordar pero no podía. Muchos detalles escapaban a su mente. Un movimiento demasiado rápido y sangre. Se miró el pecho y notó un líquido espeso y caliente empapando su ropa, su camisón. ¿Pero dónde estaba su armadura?

Entonces recordó. Estaba en sus aposentos, durmiendo. El rostro de Iacobus con una sonrisa torcida estaba frente a él, y la espada del infame caballero aparecía manchada con la sangre del matavampir.

Los ojos de Zuyla se desviaron a la cama de su padre y pudo ver a Zort agonizando. Luego devolvió la mirada a Iacobus y trató de asestarle un golpe con su propia arma. Hubo un cruce de miradas, pero herido como estaba, y sin armadura, Zuyla no era rival para nadie.

En sus ojos una única pregunta que no alcanzaba a entender: ¿Por qué?

Notó el frío suelo de piedra cuando su cabeza golpeó contra el mismo. Pero ya no dolía. No se estaba muriendo, ya estaba muerto. Y sabía que tenía que dejarse llevar. Ojalá hubiera podido hacer más, pero Dios sabía que había hecho todo lo que había podido. Y al menos había eliminado a una criatura de la noche antes de abandonar él mismo ese mundo.

Zuyla sentía que aun podía haber hecho más, pero ya era tarde. ¿Qué sería de él? ¿Se apiadaría Dios de su alma? ¿Pero y si el cielo no existía? ¿Y si iba al Infierno? ¿ Y si no había nada? ¿Y si se convertía en un fantasma? Tantos interrogantes. Cerró los ojos.

La herida del brazo dolía como nunca. Zuyla la sentía palpitar. Era un pulso que se aceleraba, y notaba calor en la extremidad. Cada vez más.

Entonces recordó.

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19/05/2015, 08:16
[RIP] Caballero Iador Basarab, Segundo Hijo.

Epílogo - Iador Basarab.

Sangre, muerte, destrucción. Su mano empuñando un arma, una espada envuelta en llamas. Estaba combatiendo contra hombres sin rostro embutidos en armaduras. Pero extrañamente, él no llevaba su armadura. Se sentía liviano como una pluma, casi como si flotara. El campo que le rodeaba parecía tranquilo, con una ligera brisa que acunaba el césped y rozaba sus piernas donde normalmente solía llevar las grebas.

Parpadeó. ¿Quién era? No se acordaba. Desconocía su identidad o dónde se encontraba. Pero tenía claro que tenía una misión, un propósito. Parpadeó de nuevo y al abrir los ojos se encontraba en otro lugar.

Estaba oscuro. Había viento y el viento susurraba en sus oídos. Parecían voces.

In Sanguinis Veritas. Esas palabras vinieron a su cabeza. Le sonaban tremendamente familiares.

Entonces de la oscuridad surgió un rostro de mujer. Se le antojó conocido y al cabo de unos segundos pudo reconocerlo. Era Madre. Matruska Basarab. Alzó una mano y la acercó al rostro de su madre pero sin poder llegar a alcanzarlo.

Nuevas luces surgieron de la oscuridad y nuevos rostros conocidos vinieron a su memoria, así como sus nombres. Glaatu, Barakta, Niksaa, Molensk, Beld, Seldu, Undécimo y XIV. Un último rostro con el gesto endurecido y una enorme barba surgió de entre las sombras. El Boyardo Blaatu Basarab.

- Padre. – musitó Iador. Sí, ahora lo tenía claro, su nombre era Iador Basarab. Él era el que debía haber guiado a su casa a la gloria. Si tan solo el Boyardo se hubiera apartado antes del camino. Pero no, Blaatu era demasiado orgulloso, demasiado ciego. Se dejaba llevar por la ira y tomaba malas y precipitadas decisiones. Ello había condenado a la casa a la extinción. ¿O no?

Niktu no se encontraba entre los presentes. Quizá seguía vivo y había algo de esperanza para la casa Basarab. Ese pequeño rescoldo de duda que todavía ataba a Iador al mundo de los vivos desapareció. Con su casa en manos de Niktu quizá había alguna oportunidad.

En vida y hasta el momento de su muerte, Iador se había comportado como un auténtico Basarab. Podía estar orgulloso de eso. Y ahora además, el futuro de su casa no parecía tan incierto.

Iador cerró los ojos y se dejó llevar por la eterna oscuridad.

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19/05/2015, 08:17
Valdav Krevcheski.

Epílogo - Valdav Krevcheski.

La mano de Valdav colocó el tomo en uno de los estantes de la antigua mansión Basarab. Después de todo, era irónico que ahora Durius les hubiera asignado esa vivienda. Al menos tenían un patrón al que servir. Al Krevcheski le intrigaba el por qué Durius había mantenido con vida a Igor. El estúpido ghoul era inteligente, Valdav lo reconocía, pero no tenía iniciativa. Y lo que era peor, estaba loco de atar. Tras tanto tiempo sirviendo al Koldun, Valdav dudaba que Igor fuera capaz de ser leal a otra persona, por muy vampir que fuera.

Sus delicadas manos se movieron con suavidad y eficiencia hasta colocar otro tomo en el estante… Ya era el último. Por fin había acabado. Había colocado sus escasas pertenencias y había dispuesto todo a su gusto. Ya podrían trabajar.

Y tenían mucho trabajo por delante. La investigación ordenada por Durius prometía ser ardua y dificultosa, pero interesante. Muy interesante.

Al parecer, estar a la sombra de este nuevo Amo iba a resultar mucho más interesante y provechoso que el haber pasado tanto tiempo con el Koldun haciéndole los recados y limpiando su hogar. Desde luego Durius era un patrón mucho más interesante, y que sacaría mucho más provecho de las habilidades de Valdav.

Sonrió complacido y salió de su habitación en busca de Igor y Aldriu, tenían mucho en que trabajar.

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19/05/2015, 08:18
[OUT] Sirviente Cyrus.

Epílogo - Sirviente Cyrus.

Cyrus ha escuchado durante el viaje que Polonia es una tierra bonita. Menos inhóspita que Balgrad y sus alrededores. Será bueno para el Ama Svitlana… y para los pequeños Amos. Sí, los jóvenes dragones crecerán sanos y fuertes. Pero sobre todo estarán a salvo de esos viles seres que tratan de dañarlos.

El buen Cyrus no se queja. Nunca lo haría. Viajar no es una penalidad. Apenas dormir una hora al día para poder servir a sus amos y vigilar durante su sueño tampoco. Todo eso no es nada comparado a las palizas constantes a las que le sometía el Boyardo.

Cyrus sabe que es joven, aunque tiene el rostro tan desfigurado por las continuas palizas y los huesos se le han soldado en extrañas posiciones. Todo ello le hace aparentar una edad muy superior a la que realmente tiene. De hecho nadie diría que el sirviente tiene menos de cuarenta años, y pareciera que lleva haciendo su labor para con los Basarab durante toda una eternidad.

De hecho, para Cyrus ha sido toda una vida. Había visto morir al Boyardo y a muchos de sus hijos. Había conocido el terror de enfrentarse a criaturas de la noche que no deberían existir. Había sentido miedo al ver a un vampir y un hombre lobo en acción. Pero ante todo, siempre se había impuesto su sentimiento de devoción y su lealtad para con sus amos. Ellos dependían de él. Si Cyrus no se hubiera sobrepuesto a sus temores, quién sabe si los Amos habrían salido con bien de aquellos problemas.

Un quejido salió del bulto que viajaba en el caballo junto a Cyrus. A pesar de estar amordazado, el petimetre seguía quejándose cada poco. El rostro de Cyrus asomó a escasos centímetros de los ojos de Flaviu. En su mano, el sirviente aun sostenía una piedra manchada de sangre.

- ¡Chssssssssssst! – Espetó al prisionero mientras le golpeaba un poco en el cogote. Cyrus controló mucho su fuerza pues no quería dañar más a la rata, no fuera a ser que se muriera y el Amo Niktu le echara la culpa. – Rata callar o Cyrus cortar dedos de Rata. – Amenazó con un gruñido. Para confirmar su aseveración, el sirviente sacó una daga escondida entre los pliegues de su ropa y la empuñó con la mano libre cerca del rostro de Flaviu. – Amo Niktu dar permiso. – Explicó. – Y el caldo de dedos de rata seguro que está muy bueno… - Añadió relamiéndose un poco al final. El prisionero puso los ojos en blanco y se mantuvo muy quieto y en silencio.

Tras un par de segundos para comprobar que la Rata había entendido, Cyrus volvió a su posición junto a la cabeza del caballo y tomó las bridas del mismo para seguir guiándolo. Sí, Polonia prometía ser un paraíso en la tierra, en comparación con lo que dejaban atrás.

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19/05/2015, 10:22
Niziya.

Epílogo - Niziya de Slobozia

Los pensamientos de Niziya estaban ocupados por su familia. Ajena a los tejemanejes políticos y guerreros de Alba Iulia, la pobre sirvienta vivía exclusivamente por y para sus seres queridos, intentando siempre protegerles, y dejándose la vida trabajando para que los demás no tuvieran que hacerlo. 

Pensó en todos quienes había perdido. Dagu el Paciente, su suegro, que murió como un valiente defendiendo Slobozia contra los magyares. Dynnu, su amado esposo, que cayó junto a su padre en la lucha contra los magyares. Pensó en cómo de diferente habría sido su vida, y la de sus hijos, si Dinnu hubiera seguido con vida todo este tiempo. Sus pensamientos se hicieron entonces más amargados recordando pérdidas más recientes, y no pudo apartar la imagen de su cuñada Innya de su cabeza, la hermana de Dynnu. El dolor aún le escocía al pensar en ella, y en lo rápido que se había ido.

Sin embargo, sacó pecho y pensó en que al fin y al cabo, no todo eran desgracias. Seguía teniendo una familia, y mientras ella siguiera con vida, jamás se apartaría de ellos. Pavetta y Lindor aún seguían con vida, y, por supuesto, sus hijos. Aunque Dagu estuviese malherido, ni mucho menos su vida estaba en peligro. Era fuerte, un luchador: no llevaba el nombre de su abuelo en vano. Y Visany, su pequeño, que ya era casi un hombre. Recordó su imagen dando órdenes al resto del servicio, ella incluida, y supo que, aunque fuese un anciano, siempre sería su pequeño.

Enjugó sus lágrimas con el dorso de la mano, y continuó con su labor entre los fogones de las cocinas. "Aún queda mucho por hacer". 

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23/05/2015, 10:17
Igor el Ayudante de Laboratorio.

Epílogo - Igor A. L.

Salió por las puertas de la cocina al escuchar el ruido de los caballos, la carreta y los ladridos, limpiándose las manos a un mandil ensangrentado.

Buenas noches, idiota Aldriu. ¿Qué perros me has traído hoy? Cada día la mercancía es de peor calidad. Los perros más grandes tienen más carne, y la gente hambrienta los caza para comer.

El jorobado se encaramó de un salto al lateral de la carreta y desde allí revisó la mercancía dejando que algunos de los canes le mordiese los brazos para sentir placentero dolor.

Dos perros de cuello grueso, hembra y macho. Bien, les hacía falta un macho para los cruces. El cuerpo de la perra servirá de cena para los invitados de esta noche, y Igor volverá a tratar de coser una cabeza a otro chucho, a ver si esta vez no hay tanta necrosis. El resto son flacos, pequeños y débiles, acabarán alimentando al resto de la jauría que hay en las perreras de la finca.

Snif, snif... Vaaaaayaaa... ¿pero qué tenemos aquí? Buen trabajo, Aldriu. Esta perra está en celo. Déjala atada al carro, te servirá para atraer más chuchos inmundos en la siguiente cacería.

Al inclinarse para oler mejor, Igor notó una lengua húmeda en la barbilla. Mirando más abajo vió a un pequeño y adorable cachorrito que con la lengua fuera, y ojitos grandes, agitaba la cola animado. El aspecto de Igor solía provocar odio en los perros, pero era como si aquel perrito inocente supiera ver más allá de la fachada retorcida y pudiese ver el lado bueno de Igor. El jorobado lo cogió ganándose otros dos mordiscos del resto de perros ingratos.

Ehm... Creo que me voy a llevar este pequeñín dentro. Por mis crueles y desalmados experimentos, digo-se justificó ante el sirviente-. Tú lleva a ese, ese y ese de allí a las perreras. El resto, mételos en un saco y apaléalos como siempre, Aldriu.

Igor saltó de nuevo a tierra y salió corriendo hacia el interior de la mansión con el cachorrito en brazos. En cuanto cruzó el umbral de la cocina, cerró la puerta con el dorso de su espalda. La luz de los candelabros mostraban los troncos de los perros desollados y abiertos en canal colgando de garfios en el techo, las cabezas perrunas con miradas de horror en sus rostros y el vuelo de moscas sobre las vísceras podridas. Igor apretó al cachorrito con fuerza.

¡Perrito lindo! ¡Perrito lindo! ¿Tienes hambre, verdad? En las calles solo abundan las ratas para comer. Veamos qué tengo en la alacena para ti, perrito.

Al abrir la puerta del armarito, un hígado cayó sobre la mesa. El cachorro lo olisqueó poniendo mal gesto.

Uhm... En esta casa no tomamos leche. Luego le diré a Aldriu que robe una vaca. De momento esto servirá.

Tomó un tarro de cristal lleno de sangre de perro y llenó un plato que puso en el suelo. Después de eso, Igor al fin dejó al perro libre de sus abrazos, y le daba empujoncitos en el culo para que se acercara sin temor a lamer la sangre como si fuese leche.

Vamos, vamos... no seas tímido, perrito. En la despensa tengo tarros y tarros de sobra con más. Creo que necesitas un nombre... ¿Sarna?-puso la mejilla pegada al suelo mugriento para verle los genitales al cachorrito-Sí, eres hembra, así que te llamaré Sarna.

Los dedos de uñas sucias de Igor acariciaron el pelaje de su nueva mascota, sentado junto a ella en un momento de paz y tranquilidad. A pesar de las reticencias iniciales, el hambre obligó a Sarna a beberse su plato de sangre de perro.

¿Quién iba a pensar que la vida en la superficie sería tan agradable, verdad, Sarna? Sí, claro que sí. Su Crapulenta Glorificidad ha resultado ser un buen amo para Igor. Y Igor va a ser un buen amo para Sarna.

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23/05/2015, 11:23
[OUT] Flaviu Krevcheski.

Epílogo - Flaviu Krevcheski

Flaviu se desperezó en su cama entre suaves sedas mientras la luz se colaba por el dosel vaporoso. Era la joven criada, abriéndole las contraventanas del dormitorio para despertarle al amanecer. El adonis se apoyó en el codo para incorporarse, y la sábana descendió hasta mostrar su torso desnudo. Guiñó un ojo, y la criada soltó una risilla nerviosa mientras se marchaba con las mejillas sonrojadas por el rubor.

Llevaba dos meses en aquella buena casa burguesa de Cracovia. El apellido Krevcheski es alargado, y no tuvo que preguntar mucho para encontrar a un tío suyo en esta parte del mundo. Respuestas sí que tuvo que dar a raudales: para demostrar que realmente era un Krevcheski, relató con detalle los nombres de su árbol genealógico. No fue difícil, para Flaviu su estirpe es lo más importante, lo que le diferencia de la plebe, y lo tenía cincelado en la mente desde niño. Eso, con unos buenos modales que demostraban que había sido educado como noble de alta cuna, y un poco del encanto habitual de Flaviu, bastó para demostrar la pureza de su sangre.

Y aquí estaba, a pocos meses de casarse con una atractiva prima y heredar el negocio de comercio de pieles de la ruta escandinava. Atrás quedaban todas las penurias... El insufrible Iacobus, los problemas políticos del sur, la plaga Basarab... Las palizas propinadas por el indigno Cyrus parecían ya solo un mal sueño. Cerró los ojos para dormir cinco minutos más.

Cuando los volvió a abrir estaba atado a un árbol. Tenía la cara hinchada por los golpes. Su pelo volvía a presentar calvas debido a que Cyrus le arrancaba mechones enteros para martirizarle. Y sobretodo, tenía muchísimo frío. Unos cuantos pies más allá veía a los Basarab, calentitos, rodeando una hoguera de la que habían privado a su prisionero para poder trazar planes lejos del oído de Flaviu.

No había sedas, ni tíos ricos, ni primas guapas. Nunca los hubo. Ese era el sueño, esta era la cruda realidad. Pero esta vez que habían acampado, algo había cambiado: se tomaron la molestia de sacarle del saco. Esa era buena señal. Significaba que habían cruzado la frontera y ya estaban en Polonia. Solo así se confiarían tanto de que las tropas del Duque no fuesen a alcanzarles como para tomarse el tiempo de atarle a un árbol. Ya no estaba tan lejos de cumplir su sueño: escapar de los Basarab, buscar una rama menor de los Krevcheski afincada en Polonia, casarse con una atractiva prima. Solo así dejaría atrás todo su horrible pasado en las tierras del Duque.

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24/05/2015, 15:34
Guardia ducal Itsvan.

Guardia Ducal Itsvan

Yo soy un Guardia del Duque, ni más ni menos. Un hombre de armas que sirve a su Señor. Pero nadie me había preparado para las cosas que he visto estas últimas semanas. He visto la fuerza inhumana de monstruos, espíritus y de hombres en estado de iluminación o posesión, no sé yo si lo uno o lo otro; la he visto en amigos, en enemigos y en las traicioneras y efímeras alianzas de los nobles. Y he visto que yo no soy más que un hombre más, no mucho más fuerte que cualquier campesino que practique las armas algunos veranos.

Vencimos al enemigo, las fuerzas de Basarab, que pretendía tomar el castillo en ausencia del Duque. Pero sin la fuerza de los verdaderos sirvientes de Durius, Carcelero y el Capitán Ferenk, y del extraordinario Dvy, los esfuerzos de la Guardia Ducal habrían sido en vano. Ya milicianos o sargentos feudales, los hombres mejor entrenados que el castillo puede dar, sirvieron siquiera para desafilar las espadas Basarab, empuñadas por otros Caballeros de fuerza sobrenatural.

Vencimos al enemigo en nuestro propio castillo, el espíritu del Koldun, un ser capaz de partir en dos a Carcelero. Qué hubiera sido del castillo de no haber sido por Dvy.

Y cuando llegó Durius, Dvy se convirtió en nuestro enemigo. El relato de Dvy sobre la naturaleza de Durius es tan plausible como lo eran poco antes todos los poderes que se mostraron en estos días, incluyendo la vuelta a la vida de Carcelero.

La lealtad al Ducado fue lo que me hizo seguir en cada momento. Pero, ¿lealtad a qué? ¿A un título, a un hombre o a un monstruo? ¿O quizá lealtad a mi superior directo y mentor, otro ser también mitad hombre mitad monstruo? ¿A la cadena de mando, cual sea en cada momento?

Pienso demasiado. Solo soy un Guardia Ducal. Un hombre mortal, y débil en comparación con los enemigos que amenazan el Ducado. Moriré aquí en alguna batalla, o quizá en un combate uno contra uno contra algún campeón enemigo. Si quiero sobrevivir tendré que hacerme más fuerte, mucho más fuerte, más de lo que un hombre de mi cuna y de mi sangre puede ser.

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24/05/2015, 17:52
Schaar Dvy.
Sólo para el director

¿Y de verdad eso iba a ser todo? Schaar Dvy no se hizo demasiadas ilusiones. Era posible, muy posible, que sí. No era la primera vez en su vida en ser derrotado y, aunque en general había salido con bien de la primera vez, no lo tenían tan claro con esta segunda. De hecho estaba convencido que si Durius no lo había ordenado matar ya era porque tenía cierta... preocupación con las consecuencias que tal hecho pudiera ocasionarle.

Si tan solo hubiera hecho caso al jodido hombre lobo... pero en fin. Es lo que tiene

Lo peor era que realmente había creído que Durius no era Durius. Si no, no habría llegado tan lejos. Oh, si, por supuesto. Durius era un traidor. No había tenido dudas al respecto desde que había amenazado, en su presencia, al senescal con que iba a perder la lengua, después del desastre que entre unos y otros habían convertido la boda del senescal. El que luego encontrara a Iacobus tras charlar con el mismo Durius matando a los pobres Dravescu, asesinados como corderos al matadero... lo cual por supuesto no le importaba en absoluto. Lo que le molestaba, profundamente, era que le tomaran por imbécil. ¿De verdad pensaban hacer las cosas tan... mal? Si, había oido el grito, y había acudido a la habitación, a tiempo para ver la lengua en el suelo. La lengua del senescal. Y no hacía falta ser un genio para saber como había llegado ahí, sobre todo tras las explicaciones de Iacobus.

Ah, si, su error. Había tratado de ser leal al duque en el convencimiento egoista que tal solución era la mejor para sí mismo, pero sobre todo para Dubieta y Tiberiu. El caballero se agitó en su celda, pensando que eso era lo único intolerable de su fracaso. Aunque le había avisado. Era mucho mejor ser mercenario. Al menos, mejor para él.

Dubieta y Tiberiu. Schaar se apoyó en la pared de la celda aprovechando la ausencia de ojos para ver con los de su memoria. ¿No era hermosa Dubieta? Su belleza le carcomía las entrañas con una fuerza brutal. Ansiaba tenerla en brazos, sentir el veneno de sus besos, ser... Pero ahora no era nada. Sólo un hombre, un monstruo, preso otra vez.

Sólo podía confiar. Si verdaderamente el Carcelero cumplía su promesa y lograba hablar con el duque, si verdaderamente el capitán evitaba que lo mataran en la celda. Sin embargo, con total sinceridad, dudaba que eso ocurriera. Ni el capitán ni el carcelero habían logrado cumplir ni una sola de las órdenes y deseos del duque. Ni una.

Mucha suerte iba a tener si logro que cumplan la de mantenerme con vida cuando Durius sin duda esta ocupandose que me maten

La idea no hizo sonreír a Schaar. Temía la muerte. Sabía perfectamente lo que le esperaba al otro lado. Se decía a sí mismo que lo asumía, pero... Pero no era así. Hay cosas que nadie, mortal o inmortal, puede asumir. Y el sufrimiento y tormento eternos es una de ellas. Ante esa, ¿qué era la tortura que aseguraba Carcelero? ¿qué era cuando él ya se había visto torturado por un demonio antes durante noches sin fin? Sólo había dos cosas que le aterraban: la muerte, y ver morir y ser torturados a Dubieta y a Tiberiu. Si ello no pasaba, Schaar sabía que no se rompería.

Rememoró todo lo ocurrido. Como ante la apatía del propio Durius y del capitán había preparado las fuerzas, siendo él (sí, él), el responsable de localizar el ataque basarab, provocado a su vez por la torpeza de Durius. Como había procedido a dirigir las tropas, y vencer a los basarab, matando a sus huestes mientras dirigía a los guardias ducales y a sus valerosos Tomescu y Boru. Como había dirigido el combate contra el koldun en las mazmorras del castillo. Y como había sido vencido cuando el capitán había vuelto a olvidar sus obligaciones y había dejado que Durius traicionara a su señor una vez más.

¿Y ahora? ¿eso iba a ser de verdad todo? Si llegaba el duque le explicaría (si tenía ocasión) la verdad. No tenía mucho sentido guardarse nada, y realmente, tampoco importaba confesar la buena parte de egoismo que había conducido sus acciones. En todas ellas, había sido leal, sabiendo que su mejor posibilidad y la de sus seres queridos, era confiar en el duque.

Si no, si finalmente moría... bien, poco se podía hacer o decir ante eso. Si moría, moriría. Si no, y si el duque consideraba que debía ser recompensado, eso ocurriría. Trataría en todo caso de convencer al capitan y al carcelero, una última vez, que debían protegerlo o, al menos, decir al duque lo ocurrido. Aunque no tenía muchas esperanzas, la verdad sea dicha.

Pensó, entonces, en Dubieta. Se podía decir, y hubiera sido cierto, que añoró su presencia. Esa belleza sobrecogedora, esa manera insolente de tomar el mando, de conocer lo que debía hacer y como debia hacerse. Pensó tambien en Tiberiu, en las ganas terribles que tenía de enseñarle a ser un hombre,y en todo lo que tenía que aconsejarle para que no se viera donde él se veía. Pero a pesar de lo mucho que amaba a quien, antes incluso que se lo confesaran, sabía que era su hijo, sus ideas y pensamientos volvían a Dubieta.

Sí, era cierto que la recordaba, y la amaba. Pero de lo que tenía ganas, en mitad de esa carcel que no sabía muy bien por qué aun el Carcelero había limpiado, con sus ojos ciegos, con buena parte de sus huesos quebrados y con heridas que hubieran matado varias veces a un hombre... de lo que tenía ganas de verdad era de ponerla contra la pared y follarla salvajemente varias veces mientras la maldecía por ser tan jodidamente cabezota y meterlos a todos en este lugar de muertos y perdidos. Y follarla por la boca, y por el sexo, y por el culo, hasta no poder más ninguno de los dos, y volver a empezar.

De eso, por supuesto, y de poder demostrar al duque que el único en quien podía confiar de todos los que había dejado atrás, era en él. Y por supuesto, para el caso que pudiera salir de aquí... había un lugar al que ir. Un lugar en donde procedería a hacer que el alma de su buen amigo Iacobus descendiera donde debía descender, para que el poder que él había tenido pasara a quien debía pasar: a sí mismo.   

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24/05/2015, 18:48
Durius Tremere de Slobozia.

Epílogo

Durius Tremere de Slobozia

Secretario Ducal y Primer Caballero

El sello ducal se estampó en el rojo y levemente humeante lacre y el documento redactado por Otto de Sajonia, cobró validez absoluta. El matrimonio de Dama Dubieta y el difunto Senescal Jensi Stolnic había sido declarado nulo y cualquier aspiración de esta a los bienes, títulos y privilegios inherentes a los esponsales y a su condición de viuda había sido eliminada. El documento regresó a las manos del Chambelán y el sello regresó al dedo de Durius. Con un gesto lo despidió. Deseaba estar solo.

Cuando la puerta se cerró con suavidad y sin emitir un solo sonido, Durius se levantó. Deseaba sentir el aire fresco en su cara, ver el cielo estrellado y la luna plateada. Poco después se paseaba por la muralla, ajeno a las miradas curiosas de los guardias que vigilaban. Apoyado sobre las almenas, dejó que la brisa nocturna lo acariciara, los ojos cerrados. Un pequeño placer que pocas veces tenía la ocasión de experimentar, inmerso en las tareas derivadas de su posición.

Abrió los ojos. A lo lejos distinguía la silueta serpenteante del camino por el que el Duque Kadar habría de regresar un día, más cercano que lejano, un plazo siempre sujeto a las veleidades de su esposa. El verde fulgor de su mirada reflejó la luz de la luna. La mirada recorrió la ciudad, Alba Iulia. Podía ver la estructura de madera y piedra de la que sería la nueva Iglesia de la urbe. Más allá, su propia mansión, la chimenea lanzando un humillo azulado y alguna ventana iluminada por la fluctuante llama de una lámpara de aceite. Un ladrido rompió el silencio de la noche. Un tejado de bálago, en las afueras, atrajo su atención. Alrededor de aquella casa hombres de diversa calaña entraban y salían aspirando a gozar de los placeres del lugar a cambio de unas monedas.

El horizonte clareaba. El negro dejaba paso a una tonalidad añil, salpicada con un creciente dorado. Durius aspiró el aroma de aquel próximo amanecer. Pan recién horneado, el verde de los huertos, el dulzor del rocío mezclado con el hedor puramente humano de sus orines y excrementos. Las estrellas desaparecieron poco a poco en la creciente claridad y solo el lucero del alba quedó en un cielo aún sin sol. A sus espaldas, un aullido de dolor, procedente de alguna mazmorra. Carcelero. La brutalidad frente a la inocencia que también albergaba el Castillo. El sueño de Lindor y Tiberiu.

Apenas la notó llegar. Su apariencia seguía siendo frágil y esbelta como la de una flor nacida en los rigores del invierno, pero algo en ella había cambiado. Imperceptiblemente pero de forma real.

-Es la hora, mi señor.

Su voz, velada por la preocupación, destilaba el amor que le profesaba.

-Por supuesto, mi querida Enrietta, por supuesto.

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24/05/2015, 20:10
Lacayo Mikail.

Epílogo

Lacayo Mikail

El sorprendente regreso de Durius Tremer de Slobozia trajo para sus lacayos la protección que tanto habían echado en falta durante su ausencia. Su intento de huída había sido tan fácilmente frustrado que Mikail se había sentido torpe e inútil. Solo lo hubiera conseguido sin problemas pero no había sido lo suficientemente fuerte como para abandonar a Vasilov y Enrietta. La muerte de Innya había sido, sorprendentemente, un fuerte golpe para él. No quería a la mujer, ni mucho menos, pero se había aferrado a la idea de una vida normal, quizá regentando un negocio, con varios churumbeles y alejado de la monstruosidades que plagaban el castillo por doquier. Ahora, bajo el ala protectora de un renovado Primer Caballero, volvía atener que enfrentarse a sus miedos.

Mikail era un superviviente nato. Sólo había algo que le produjera más vértigo que la incertidumbre por su futuro y eso era la muerte y los Misterios que conllevaba. La presencia de Durius era lo único que calmaba sus miedos. Estar bajo su mando, a pesar de los horrores que había tenido que visualizar, le transmitía una extraña sensación de seguridad. Lo mal que lo había pasado durante su ausencia le había abierto los ojos con respecto a su indefensión ante las criaturas que habitaban a su alrededor. Carcelero, Schaar Dvy,el Capitán Fereek Zarak y, sobre todos ellos, el difunto Caballero Iacobus Radoslav de los Cárpatos. Se preguntaba en varias ocasiones si tras la muerte estaría esperándole para atormentarlo durante la eternidad. Su mirada fría aún se clavaba en su pecho, encogiendo su corazón.

Poco a poco la vida fue retornando a su cauce, volviendo a la frágil monotonía que permitía la tumultuosa época que les había tocado vivir. El Secretario Ducal había regresado con energías renovadas y los lacayos de su séquito continuaron sus trabajos recompensados por su lealtad a su Señor. Mikail se esforzaba por llevar a cabo la importante misión que se le había encomendado tiempo atrás. Le llevaba la mayor parte de su tiempo y lo agradecía pues así podía mantener la mente alejada de la decisión que tenía pendiente de tomar. El vino y las putas ayudaban enormemente a olvidar los horrores presenciados en los últimos tiempos y al lacayo se le veía frecuentar los lupanares más que los establos, o la cocinas. Aprovechaba la oscuridad de la noche para fundirse en su gélido manto y escapar del castillo. ¿Rehuía las horas en las que su Señor podía escrutar en su interior con esos ojos de un intenso verde esmeralda?

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24/05/2015, 21:18
Capitán Ferenk Zarak.

Capitán Ferenk Zarak
Epílogo

El hombre pestañea, frunce el ceño y agacha la cabeza. El cortinaje de nieblas se ha desvanecido y las nubes que poblaban los cielos han abierto un claro momentáneo. Entre ellas, el sol, que apenas se despega del horizonte, parece una bola de fuego suspendida sobre las montañas. El paisaje que pinta con sus rayos caoba es tan extraño que, por un instante, se pregunta si sigue en Alba Iulia. Por un momento, incluso, se cuestiona la verosimilitud de lo que está contemplando. No reconoce los colores que le rodean.

Baja del caballo y ata las riendas al quebradizo tronco de un árbol. No lleva la armadura esa mañana. Está tan habituado a vestirla que al abandonar su dormitorio sin ella, bajo la mirada de sus hombres, se ha sentido indefenso y vulnerable.

Un par de mujeres masajean la colada sobre tablas y piedras. Se tragan su cháchara al verle llegar. La ciudad vuelve a la normalidad poco a poco. Los ciudadanos que la abandonaron regresaron, por voluntad propia la mayor parte, por la fuerza un puñado de ellos. Encontraron sus humildes propiedades tal y como las habían dejado. Y sin embargo, agachan las cabezas, echan las ropas mojadas a los cestos y se marchan de allí apresuradamente.

Quizás sean esposas de los guardias. La milicia es un desecho. Algunos hombres han fallecido, sin heridas ni golpes, como si sus corazones hubieran sido detenidos por manos invisibles. Otros han sobrevivido a la ordalía, poco más que peleles de carne y hueso de blancos cabellos retorcidos, miradas violentas y rostros agrietados.

Se desembaraza de las ropas sin ceremonias y se sumerge poco a poco en el Mureș. Las aguas del río que baña Alba Iulia lo envuelven en una decena de abrazos helados. Les da la bienvenida con la respiración entrecortada. Da un paso tras otro hasta que solo su cabeza sobresale de la superficie, como una morbosa boya de navegación. Agita los brazos hasta hundirse, sentado con las piernas cruzadas en el fondo de lodo. Puede ver cómo los peces evitan entrar en contacto con él, alertados quizás por el calor que desprende su cuerpo.

Cierra los ojos. Ve a Su Señor, agazapado en el interior de sus párpados. Extiende las manos para tocarlo, pero sus dedos no encuentran nada. Abre los ojos, se desvanece. Se muerde los carrillos, aprieta los dientes hasta incrustar las coronas de sus muelas en la carne blanda. El sabor a cobre se extiende por su paladar, abrumándolo por un instante.

Escupe la sangre. Sopla hasta vaciar los pulmones y esperó. Antes de que el agua lo inundara, encontró de nuevo la nariz por encima del agua. Ríe y bufa y recupera el resuello. Se sumerge de nuevo y se impulsa bajo el agua con brazos y piernas. Ya no siente el frío, solo un sorprendente gozo.

Entre los días que acababan de terminar y los que habrían de venir —y vendrían, pues los dioses no se caracterizaban por su piedad— hasta que Su Señor regresara para devolverle la certidumbre y alumbrar su miseria, Ferenk dejaría que sus obligaciones lo empujaran hacia adelante. Una vez más.

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24/05/2015, 21:31
Tiberiu Radomir Szantovich.

Tiberiu Radomir Szantovich

Epílogo

 

Tiberiu duerme.

El niño mantiene sus sueños de siempre, los sueños vívidos y aterradores de una criatura que ha visto  demasiado pronto toda suerte de monstruos reales, oído los gemidos de las verdaderas miserias y olido el acre hedor del miedo más primitivo. Un hombre a quien aprecia rompiéndose bajo una maza. Un padre que no es su padre sufriendo el dolor de la tortura. Seres de colmillos

(ávidos)

largos y emergentes buscando la piel de los inocentes. Espadas que cortan como el hacha del carnicero, futuros segados como trigo, misterios tan antiguos como el hombre despertando en lo profundo de la noche.

Ve esos ojos amarillos y negros. Los ojos que lo persiguen a través de los sueños, esos ojos

(ávidos)

que lo buscan bajo las rocas oníricas tras las que se oculta, que lo desean, que lo llaman. Y no lo comprende.

Llora por el dolor. Llora por la derrota.

Cada amanecer es una tregua, el mundo brota de nuevo y las risas le hacen olvidar toda la fragilidad sobre la que está construida su realidad. Pero Tiberiu, tras la risa, conoce la verdad. Que todo es breve. Que la vida es muerte. Que la argamasa con que se construyó su castillo está compuesta por su sangre y sus huesos. 

Y que, más allá de lo que le dicen quienes le aman, todo es muerte.

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24/05/2015, 21:45
Carcelero.

Carcelero

Epílogo.

 

El hombre avanza despacio a través de los pasillos oscuros de sus mazmorras. Escucha el chapoteo lejano de las gotas de orín filtradas por la roca; el correteo de las ratas, alguna de ellas tan enorme que, dicen, antes de que él llegara acababan devorando a todos los prisioneros; un par de gemidos ahogados.

Alza una ceja en un curioso gesto que, afortunadamente, nadie ve.

Tras una esquina, una puerta. Carcelero la abre con una de sus llaves mientras tararea una antigua tonada cuyo origen no recuerda. De hecho, apenas sí recuerda algo acerca del hombre que fue antes de que el Amo lo encontrase. 

Aquella tonada habla acerca de… ¿un río? ¿Una doncella? Carcelero atraviesa el dintel y se adentra en otro pasillo que desciende en una pronunciada pendiente; normalmente utiliza las escaleras, pero de tanto en tanto debe inspeccionar otros viejos pasillos para no encontrarse sorpresas cuando, por ejemplo, desciende con una carretilla por esa misma pendiente. ¿Cómo era la canción…? Había una muchacha virgen y un zorro, sí, pero ¿cómo seguía?

-Si había una muchacha virgen y un zorro, ya puedes suponer cómo acaba -se dice.

-Ah, Carcelero -murmura la débil voz de Schaar a lo lejos-. Veo que hoy os adelantáis con mi tormento. Me refiero a la cancioncilla: espantosa.

-Caballero -dice Carcelero, dejando un cubo en el suelo-, espantosa es poco.

-¿Magiar...?

-Debe ser. 

El monstruo se aproxima a la mesa. Sobre el mechero de alcohol hay una tijera abierta casi al fuego. La retira y sitúa en su lugar una pequeña sierra semicircular y dos tenazas de diferentes tamaños. 

-Magiar -dice Shaar-. ¿De dónde?

-No lo sé -reconoce Carcelero-. Una vez fui guerrero. Creo que un gran guerrero. Pero no recuerdo dónde. Ni cómo. Ni por qué, ni para quién.

-Ajá -murmura el caballero, con una tos-. Bostezaría de aburrimiento, pero ayer me dislocasteis la mandíbula y apenas sí puedo abrir la boca. 

-Mi vida anterior era aburrida, seguro -el Carcelero toma una de las tenazas ardientes y se aproxima al cuerpo torturado del Caballero-. Tan aburrida que ni siquiera la recuerdo… En fin. ¿Comenzamos con lo nuestro…?

Los olores, en cambio, son casi dulces. Carne quemada, sangre coagulada. 

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24/05/2015, 21:54
Chambelán Otto de Sajonia.
Otro de Sajonia
Epílogo

¿Quién no recuerda el sabor metálico de la sangre? Evidentemente los muertos. Seamos sinceros, a estas alturas ya no se puede ni se debe engañar a nadie. Ya es muestra de mal gusto y un insulto a la inteligencia de aquellos que han contemplado, con el horror marcado en sus rostros, los verdaderos peligros de la noche.
Creo que ese será un comienzo adecuado para mi libro, pero tampoco me quiero precipitar, por desgracia tengo toda una eternidad para llenar de correcciones cualquier obra escrita por el hombre, ¿Cómo no perfeccionar lo que lleve a cabo? Si es que al final lo llevo a cabo, pues aun tengo mucho que aprender.
Si algo he sacado en claro de esta última crisis es que si en tu sangre hay poder, debes exprimirlo e imponerlo sobre el débil, de lo contrario se rebelarán y se unirán para destruirte al precio que sea. Una barbaridad deshonrosa, poco caballeresca que rezuma infección por cada poro, pero las palabras no tienen validez alguna cuando una mano presiona sobre tu cuello. El poder es poder cuando tiene su efecto en los demás y eso es lo que deseo para mi, verdadero poder, no algo tan efímero como la lealtad de los que te rodean desaparecida en los momento tos de necesidad.
Mi petición hacia Durius ya estaba formulada y, de alguna forna , debería compaginar mis deberes con mi preparación para la guerra, en mi caso, en dos vertientes. Una la de la espada y otra la del poder de la sangre, de la segunda tendría tiempo de entrenar con Durius una vez le convenza de la necesidad de ella y de la primera, le haría las peticiones pertinentes al capitán para adiestrarme. Otra cosa no, pero a motivación no me ganaría nadie. Lo primero era delegar mis funciones en alguien, y tenía al candidato perfecto, ya se había estado engñcargando de las labores y era un buen candidato. Me acerqué a él y le hablé, manteniendo un aire célebre y distinguido, como dictaba la situación.
-Has hecho un buen trabajo, Visany, llevando las funciones del castillo, permíteme felicitarte por ello. Espero que lo sigas haciendo igual de bien ahora que lo estamos haciendo oficial, no te relajes. No te lo permitas.
Asentí con la cabeza y me despedí. Para mi estaba a punto de comenzar una nueva vida. Mejor dicho, una nueva no-vida.

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24/05/2015, 23:14
Dama Dubieta.

La noche sería larga, tanto como la impotencia y rabia que consumía su alma. Mientras Tomescu descansaba para afrontar un nuevo día ella se preparaba para la muerte. Muchos decían que un animal herido era sin duda el más peligroso, pero ni era un animal ni se iba a dejar llevar por la ira. Su razón de ser se hallaba en un mundo de sueños, o tal vez pesadillas dado la conexión que sabía que existía. Tiberiu era alfa y omega de su existencia.

Los recuerdos de tierras búlgaras eran sinónimo de infortunio y miseria. Sabía que no podían mantener un estilo de vida basado en rebajar la valía de Schaar, y menos poner en riesgo su vida por unas monedas que lo único que hacían era alargar la agonía. Intentó engañarse durante un tiempo pensando que el exilio era lo mejor para todos, y aunque fue lo más acertado tras la invasión Magyar la sangre hervía cada vez que recordaba que era una Szantovich. Pero aguantó, seis largos años de espera hasta que las aguas convulsas ofrecieron tregua para regresar al fin.

¿Por qué regresar?, preguntó el crepitar de la madera mientras sus hermosos ojos observaban el son de las llamas. Toda buena madre deseaba lo mejor para su hijo, así de simple. La bondad no abundaba en su interior, era una cualidad inútil, pero no completamente descartada. Lo que fuera, Tiberiu no iba a crecer como un nómada desarraigado expuesto a penurias. Dubieta podía ser muchas cosas, pero no idiota. No regresaba a Transilvania para solicitar una tierra baldía para su hijo, y menos aún demandar el patriarcado de una familia que sólo era nombre. ¿Por qué regresar?, susurró a las llamas para luego mirar a su retoño con una leve sonrisa en sus labios. Alguien tan especial no podía marchitarse en el olvido.

El orgullo desaparecía cuando alcanzaba el límite que la prudencia exigía. No dudó en hincar la rodilla ante el nuevo Duque, y ahora, con aquel recuerdo aflorando en su memoria, asintió satisfecha. La soberbia no era el camino a seguir. ¿Qué suponía jurar pleitesía? Qué más daba, estaba donde quería. Imbécil aquel que pensaba que pretendía llegar por la puerta grande.

No obstante, la incertidumbre se hallaba bajo la mano del Duque pero el encanto de Tiberiu había abierto de forma natural una vía para permanecer y prosperar. Su casamiento con el Senescal Stolnic no era más que una piedra en el camino, prometedora sin duda, pero no era una ilusa que descartaba los inumerables senderos adyacentes. Sin embargo, las ansias de poder desmesuradas lo arruinaban todo y cuando el amo se iba los perros se peleaban.

Tras el desastre de la boda y el asesinato del Senescal llegó lo inevitable. La muerte de Iacobus a mano de los Basarab fue dolorosa, e inesperada. El fin del Caballero de los Cárpatos -menuda ironía- fue un revés para sus planes futuros pese a que se trataba de un ser inestable y caprichoso. Todo lo sucesivo, que incluia el valor intachable y pericia de su Caballero Shcharr Dvy durante el asedio, fue lo más parecido a la tinta que poco a poco se diluía sobre un papel tirado al agua. Las imágenes se difuminaban y el camino a seguir de repente era un lodazal impracticable, pero levantarse una y otra vez era una constante en su vida.

Todo había sido acordado. El amanecer se acercaba y el día no prometía misericordia, lo sabía y con ello contaba.

Mientras Schaar sufría en un sucia celda, oscura y desalentadora, Dubieta se contenía. ¿Qué había sucedido? Las sospechas sólo alimentarían el sufrimiento que la desgarraban de adentro hacia afuera. Deseaba verlo, eliminar su dolor y agonía, y aún así debía aguardar por Tiberiu. Hasta ahora había sido extrañamente feliz, con una existencia complicada, pero a gusto con los que más amaba. Cuan terrible error habían cometido.

Tal vez sí era cierto que un animal herido era sumamente peligroso...

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25/05/2015, 02:22
Lindor de Slobozia.

Epílogo

Lindor de Slobozia

La noche termina pero por algún extraño motivo, siento que la oscuridad no se ha disipado. El sol aparece en el horizonte pero las sombras en nuestro interior pululan y se mantienen al acecho para tomar el control de nuestros corazones al primer momento en que bajemos la defensa.

Me despierto para ver como el castillo ha sufrido cambios importantes en solo una noche. La antigua familia Basarab ha desaparecido ya debido a haberse declarado enemigos del Duque Kadar. El Caballero Schaar Dvy está en las mazmorras como prisionero por rebelarse contra Durius y todo sigue igual, aunque la atmósfera sea distinta.

El Caballero Iacobus nunca regresó y nadie hace preguntas acerca de ello. Hay otros asuntos que tampoco son mencionados en el día a día pero la verdad es que a nadie le importa demasiado. Quienes siguen acá, están vivos aún y no mueven las aguas por miedo a que aquello cambie.

El Maestro Maserrak me mira desde su sillón mientras yo termino mi ensayo acerca del Imperio Romano de Occidente y aunque mi mano se mueve presta para escribir con la pluma las palabras que debo plantar, mi mente sigue pensando en aquellos asuntos tan sórdidos que se plasman en el día a día de este castillo.

He aprendido acerca de muchos temas y pronto comenzaré con mi entrenamiento en armas. Estoy listo para lo que sea, estoy listo para formar parte de este lugar y ganarme el sustento de mi familia en el día a día. Mis primos, aún Dagu después de lo sucedido, se ganan su comida y techo. Mi madre trabaja también pero soy yo quien se hará cargo de ella cuando la edad se lo impida. Es una responsabilidad que tengo pero que me corresponde por ser su único hijo.

A veces pienso en mi padre. No le conocí y todo el mundo que le conoció dijo que era un valiente que murió ayudando a Durius a salvar a su pueblo. Otras veces oigo que solo era un juerguista vividor que murió por estar en el lugar y momento equivocado. No sé qué versión creer pues todos miran a los niños como si debiésemos honrar a nuestros padres siendo como ellos pero si era la segunda versión, prefiero honrarle siendo muy distinto a él.

Necesito concentrarme en hacer las cosas bien. Necesito saber que me estoy formando como debo y es mucha la presión que siento. Termino el ensayo y se lo entrego al Maestro para que lo juzgue. Cada día soy mejor y sé más cosas. Espero ser de ayuda el día que se me requiera para funciones más avanzadas en el Castillo. Deseo ser un gran guerrero cuando sea grande pero también ser muy sabio y conocedor, como el Maestro Maserrak me está formando. Deseo saberlo todo y poder usar una espada para defender a todos mis seres queridos.

El Maestro comienza a hablarme acerca de la Caída del Imperio Romano de Occidente y de como ha cambiado el mundo desde entonces. Le pongo atención pero no puedo dejar de pensar en como muchas de las cosas que me dijeron que no existían están más presentes de lo pensado. Esa criatura que apareció en la noche, la muerte de Niksaa Basarab y la transformación de Farkas Deli. Vampiros, hombres lobos y cosas aún peores caminan entre nosotros y ya no puedo saber si quienes me rodean son humanos o no. Recuerdo la primera vez que estuve en la corte cuando apareció el Duque Kadar y la misteriosa forma en que este apareció. De seguro que él mismo es una criatura de la noche. Luego pienso en que tanto el Chambelán como Durius no se presentan hasta que el sol se marcha del horizonte. Recuerdo rumores oídos del comportamiento del Chambelán cuando apareció aquel Rey Tumulario y como se mostró como un Vampyr sumido en el pánico.

A veces ya no sé qué creer y ya no sé en quien confiar. Solo sé que no permitiré que mi madre se quede a solas con el Chambelán ni con el Duque pues de seguro se las comerá. Ahora me quedo a dormir en mi nueva habitación y debo tener cuidado de cerrar bien la puerta para que no irrumpan en la noche y me lleven en sueños. Temo por mi madre y por mi alma. Juntaré el valor de preguntarle directamente al Maestro Maserrak acerca de estas preocupaciones. Probablemente lo haga mañana.

Mi lección de hoy ha terminado y el sol comienza a ocultarse detrás de las montañas. Pronto despertará Durius y Otto, pero no sé si quiero estar cerca cuando ocurra. A Durius lo admiro y me debo a él, es como un padre para mí pero md atormenta saber que no es un humano y que en el fondo solo desea cebarse con nuestras almas. Rezaré esta noche para pedirle a Dios que nos proteja a todos y que el sol salga rápido otro vez.