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EL FUNERAL:

OCASO DEL SEGUNDO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

Durante el día de hoy se han llevado a cabo en el Castillo de Balgrad los preparativos para los funerales de esta noche.

Por la autoridad del Primer Caballero como Secretario del Duque como máxima autoridad de Transilvania en ausencia del Duque, in absentia también del Patriarca Ecuménico de Transilvania, y tras la muerte del Senescal y Guardián del Sello Ducal, Durius Tremere de Slobozia ha dictado un decreto nombrando Párroco de Alba Iulia al sacristán Cosmin, de la Iglesia de Balgrad.

Esta noche reciben digna sepultura en las criptas bajo el castillo:

- El Senescal Jensi Stolnic, Guardián del Sello Ducal, tristemente fallecido en su noche de bodas. Su cadáver apareció sin lengua, y esta fue hallada en el dormitorio de los nobles Dravescu, que pagaron el asesinato con sus vidas.

- El Ama de Llaves Mariana, la leal criada principal de la Dama Radovina Radoslav. Muerta en las cocinas del castillo por la hemorragia sufrida tras recibir un terrible golpe del guantelete del Boyardo Blaatu Basarab la noche de las bodas.

- Farkas Deli, jefe de los Guerreros de Sangre del Duque. Sufrió su segundo "ataque de locura" la mañana siguiente a las bodas y se enfrentó en un duelo contra el Segundo Caballero de la Corte, Iacobus Radoslav, duelo que resultó fatal para él.

- El Caballero Zuyla Dravescu, y su padre Zort Dravescu el Emisario, quienes al parecer conspiraron para asesinar al Senescal.

- Un extraño desconocido, de la sangre de los Basarab. O al menos lo que quedó de él tras ser asesinado por Farkas Deli en el banquete de bodas.

- Un lacayo, asesinado por el anterior.

- Dos guardias de la guardia ducal, que sufrieron el mismo destino.

En total, nueve ataúdes han sido traídos esta tarde por los carpinteros desde la ciudad.

Nueve cuerpos que ahora recibirán el descanso eterno.

- Se han reunido casi todos los habitantes del castillo.

- Faltan los guardias, que vigilan los muros. Y el noble invitado Karsk Kadar y su Escudero Rodrik Stolnik, que han partido apresuradamente por la mañana, pues su misión no les permitía aguardar más.

- Hay muchas personas reunidas, y tantos ataúdes ocupan demasiado sitio en el interior de la Capilla, por lo que muchos asistentes aguardan fuera de la misma, respetuosamente, observando la ceremonia desde el Patio, a través de las puertas abiertas de la capilla.

Que se mueran los feos... Que se mueran los feos... Que no quede ninguno, ninguno, ninguno, ninguno... Muahahaha...

Pero aunque por dentro no le importaran las muertes de ninguno de los ocupantes de esos ataúdes, por fuera la etiqueta exigía a Flaviu mostrar un sentido duelo. Farfullaba en general, sin hablar con nadie en concreto, mientras la gente iba cogiendo su sitio. Por suerte, en comparación con la doble boda, Kadar, el Emisario o el Tercer Caballero habían cedido sus asientos amablemente. En consecuencia, el asiento de Flaviu estaba mucho mejor situado.

Es todo tan triste. Algunos murieron siendo hermosos. Algunos murieron siendo jóvenes. La muerte no ha perdonado ni al gran Senescal Stolnic. Merecía un final menos violento. Hubiese sido más humanitario que la muerte le sorprendiese en la cama, y que su asesina fuese una lenta vejez. Sigh... No voy a llorar. Me prometí que no iba a llorar. Oh, Jesús, acababa de contraer matrimonio. Esos Dravescu... ¿Cómo han podido? La señora Stolnic ha sido muy comprensiva al permitir que los asesinos de su esposo reciban sepultura en la misma ceremonia y en el mismo lugar. Es una mujer muy fuerte. Y los demás...

Pero si ni siquiera he oído hablar de algunos de estos gusanos. ¿Quién se supone que va en ese ataúd de allí? El Padre Adelmus sería un sucio Basarab, pero nunca hubiese permitido que tanto plebeyo se mezclase en los funerales de la gente pudiente. Esto es un despropósito. Son las típicas cosas que pasan cuando entronizas a un simple sacristán de pueblo. La ignorancia de Cosmin sobre protocolo es supina. El Chambelán debería haber hecho algo con esta celebración. Maldito inútil... Oh, perdóname Señor por maldecir en tu Casa.

Durius avanzó en silencio, cruzando el patio, a tiempo de ver las gentes congregadas para dar su último adiós a figuras destacadas y otras no tanto. Mas en cualquier caso, gentes del Castillo. Con una excepción, el infame Basarab muerto a manos del perro de Gyula Kadar quien también había hallado la muerte definitiva a manos de Iacobus Radoslav. Saludó a unos y a otros sin dirigirse a nadie en particular. El sacristán Cosmin, autorizado por su decreto, oficiaría la misa funeral, y aguardaba, más nervioso que tranquilo a la entrada de la capilla. 

El secretario ducal se acercó a él y tras una leve inclinación de cabeza en respeto a su recién adquirido cargo, cruzó unas breves palabras con él. Tras ellas, permaneció a su lado mientras el resto de congregados entraban en la capilla para ocupar sus puestos. Uno a uno, los saludó a todos.

-Párroco Cosmin, hoy deberéis oficiar este luctuoso acto de despedida. Como bien veis, la capilla se muestra insuficiente para dar cabida a todos los aquí reunidos para ofrecer sus respetos a los difuntos. El sol se ha puesto y el dolor puebla los corazones de los presentes. Os rogaría brevedad. Un corto responso, la eucaristía y una adecuada despedida, ofreciendo consuelo a los principales afectados por el duelo -señaló Durius cuyos verdes ojos se mantuvieron fijos en los del párroco, trasluciendo sus deseos con total claridad.

- "Eg... Sí, sí, sí, sí, sí... ¡Sí, mi señor, así se hará! ¡Con la venia del Señor Secretario! ¡Naturalmente mi señor! Sí, sí, sí, sí, sí..." -

Gruesos goterones de sudor bajaban por la frente y papada de aquel hombre, pese a que no era una noche fría.

El nuevo párroco designado de Alba Iulia oficia los funerales a toda prisa. Algunos siguen la misa desde la Capilla, cerca de los ataúdes. Otros lo hacen en el exterior, expuestos al frío de la noche, que se irá volviendo más gélido ahora que el sol se ha puesto.

El nuevo Padre oficia un corto responso, la eucaristía a toda velocidad, y una atropellada despedida. Parece nervioso. Es su primer acto como párroco, aunque lleva años como sacristán en la ciudad.

Menos de una hora después del ocaso, el funeral por los difuntos puede darse por concluido.

La Dama Radovina se quedó en un discreto segundo plano, lo suficientemente apartada como para no llamar la atención de nadie, como para que nadie que no la buscara a propósito se fijara en ella.

Iba cubierta con un velo negro sobre un vestido de invierno oscuro, lo que aún favorecía más su pasar inadvertida, ocultando su cabellera de oro, sus ojos escarlata y sus níveas facciones. Pero no lo llevaba por eso, sino en señal de luto, un luto que guardó en homenaje a su Ama de Llaves. Era cuanto le quedaba por hacer para despedir a su querida Mariana como se merecía. No pronunció palabra en absoluto, sólo asistió y aguantó, digna, en pie, en un rincón de la Capilla.

DURIUS:

- No llegas a entrar a la Capilla, pero cuando te acercas sientes una quemazón y te da la sensación de que comienzas a oler a chamuscado. En el frío ambiente de la noche, el poco humo que sale de tus ropas puede confundirse con vaho corporal producido por el frío.

- Adelmus hizo un gran trabajo reconsagrando la Capilla, cuando aún no era uno de los Condenados. Es irónico pensar que seguramente ahora no podría entrar en un lugar sagrado sin achicharrarse.

- Observas que tanto el Krevcheski como la Dama Radovina entran en la Capilla sin ningún signo de incomodidad aparente. El Capitán Zarak y Carcelero también llegan a entrar.

- Schaar, Dubieta, Iacobus y Maserrak se mantienen fuera.

- En un momento dado, el niño Tiberiu corretea dentro de la Capilla, para situarse junto a Lindor. Su madre le llama enseguida para que acuda a su lado.

- La mayoría de asistentes pasan en algún momento al interior de la Capilla para presentar sus respetos.

- Flaviu Krevcheski, la Dama Radovina, su sirvienta Elena, Lindor de Slobozia, el Capitán Zarak y Carcelero asisten a la ceremonia desde el interior de la Capilla. Algunos, como la Dama Radovina Radoslav, se mantienen de pie en un rincón de la Capilla.

- Los demás se quedan respetuosamente fuera, en el patio. En un momento dado, el niño Tiberiu entra corriendo a la Capilla para ponerse junto a Lindor, pero su madre Dubieta le llama desde la puerta para que vuelva junto a ella y el hombre de armas Schaar Dvy.

- Carcelero y el Capitán de la Guardia se sientan juntos en un banco en el interior de la Capilla.

- En el exterior, Durius, Maserrak y Iacobus están de pie, próximos entre sí. Cerca está el Chambelán Otto.

- Pavetta, Niziya, los lacayos y los guardias están fuera en respetuoso silencio, detrás de los señores.

Schaar está serio, tiene los brazos cruzados, y observa la ceremonia impertérrito. Lo que puede o no pensar sobre el rito que tiene lugar, y sobre los fallecidos, nadie lo sabe. Sin embargo tales pensamientos no le hacen caer en la mala educación, y cuando Durius, el primer caballero, le saluda, con toda la cortesía devuelve el saludo, inclinando su cabeza en una reverencia adecuada al cargo de Durius, y sin que siquiera la menor sonrisa aparezca en su cara. Tras esto, permanece al lado de su señora, con la mirada pensativa, observando al elevado número de feretros, meditando en lo que les espera a todos

Me mantuve en mi lugar, mantiendo un riguroso silencio y mi semblante serio. En mi mente no paraba de ver a Dagu y a Innya como los siguientes en ser enterrados, no paraba de ver sus rostros dentro de aquellos siniestros ataúdes.

Mi mirada se cruzó con el ataúd de la pobre Mariana y su faz desfigurada volvió para atormentarme. Recordé los nervios cuando la trajeron a la zona del servicio, poco antes de morir, con la mandíbula colgando de un hilillo de piel, y el impacto de verla ya muerta poco después. Las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas en silencio, pues me estaba mordiendo la lengua, conteniendo mi llanto.

Permanezco quieto, en las afueras de la Iglesia. En verdad toda aquella parafernalia me traía sin cuidado. La única persona que me caía en gracia era Farkas Deli, el otrora Líder de los Caballeros de Sangre pues me había tratado correctamente mas no era algo que fuera a comentar con nadie. Mis cosas son mías y sólo mías.

Al ver el ataud de Mariana no me inmuto lo más mínimo. Ella misma había buscado su final con su prepotencia y arrogancia.

Observo como mi madre no logra contener las lágrimas por mas tiempo. Definitivamente no quería ver a mi madre pasar por esto mismo por la muerte de mi hermano y mi tía.

- Tengo que conseguir interceder por ambos. - pienso. Tengo que salvar sus vidas.

Permanezco inmovil tras mi señr Durius. Tengo demasiadas cosas en la cabeza en que pensar como para hacerlo en el trágico final de los que hoy recibirán sepultura.

Tan sólo espero que todo esto acabe pronto así como lo que acontinuación sucederá.

Durius esperó fuera de la capilla a que el oficio concluyera. Había imitado a la viuda quien no se había molestado en compartir cercanía con su difunto esposo, prefiriendo la de su hombre de armas, Schaar Dvy. De acuerdo con sus deseos, el párroco había evitado incómodas esperas y no había obligado a los presentes a soportar una larga alocución. En aras de un ansiada brevedad, sin por ello incumplir con sus obligaciones, Cosmin había dejado satisfechas a todas las partes. 

Cuando este salió, Durius le saludó nuevamente. 

-Gracias, padre Cosmin. Habéis oficiado un hermoso responso y estoy seguro que todos habrán apreciado vuestro laconismo, especialmente en este vuestro primer acto público, sin duda difícil dada la naturaleza de la mayoría de los presentes -señaló educadamente-. Mas habéis cumplido perfectamente y estoy seguro que el mismo Adelmus se hubiera sentido satisfecho de vuestra labor como pastor de este rebaño vuestro. Hay, no obstante, algo de lo que me gustaría hablaros. Concededme unos instantes.  

-Padre Cosmin. He de pediros algo. Esta capilla fue consagrada recientemente por Adelmus Basarab. Sin embargo, y a día de hoy, se halla refugiado en la mansión familiar tras haber sido atacado por un... vampyr -Durius compuso un gesto de terror y se santiguó-. Dicha criatura fue ejecutada gracias a la labor de Farkas Delhi, quien sin embargo, perdió la vida. Un loable sacrificio. Y si bien me resulta harto doloroso, y desearía que no fuera así, estoy convencido que vuestro predecesor sufre la condenación de la no vida y que a día de hoy es un criatura condenada y alejada de Dios. En estas circunstancias, dado que solo contamos con vos y que todos somos iguales a los ojos del Señor, he tomado una decisión. Todos, nobles y plebeyos, tendremos una sola casa en la que acogernos para orar. La iglesia de Alba Iulia. Elementos como esta capilla solo sirven para marcar aún más las diferencias entre las clases y, por desgracia, ya son muchos los rumores que circulan acerca de quienes habitan entre estos muros. Además, es una cruel broma que permanezca activa una obra de alguien condenado. Deseo acabar con todo eso. Por ello, os pido que desacralicéis la capilla en la que habéis oficiado -la mirada verde y glacial de Durius no se apartó de la mirada de Cosmin-. Lo tomaré como un favor personal y gozaréis de mi eterna gratitud, padre Cosmin. Y eso puede resultaros enormemente satisfactorio. 

Había interrumpido mis actividades por cortesía para con los fallecidos, pero en realidad no tenía ningún interés en asistir al funeral. Supongo que por eso, y también porque el lugar era tan pequeño que no cabrían todos, me quedé en el exterior esperando a que la ceremonia concluyese para poder volver a mis asuntos.