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PRINCIPIOS DEL INVIERNO AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVENCIENTOS CINCUENTA Y SIETE.

- En una calle estrecha convergen por un lado una comitiva noble y por otro lado un carromato eclesiástico conducido por un sacerdote ortodoxo.

- Va a ser complicado, si no imposible, que pasen a la vez.

- La comitiva noble está compuesta por dos carruajes nobles tirados cada uno por cuatro caballos, seis soldados a caballo con aspecto de tipos duros y un caballero noble. En los carruajes parece haber también diversos ocupantes entre sirvientes y nobles.

- El caballo del caballero noble por poco no arrolla a una mujer y dos chicos jóvenes que pasaban por ahí en ese momento en dirección al Castillo. La misma dirección que lleva la comitiva noble...

Tiberiu dormía entre sus brazos y ella observaba la ciudad a través de la ventana cuado el carruaje hizo un alto inesperado. Apartó ligeramente la cortina de la ventana y vio el motivo: un carro eclesiástico que pretendía cruzar al mismo tiempo que ellos por el que sin duda era un paso estrecho. Dejó caer la cortina al sentir el pequeño cuerpo de su hijo moverse.

Dubieta hizo sonar la pequeña campana que avisaba al cochero y cuando éste abrió la pequeña portezuela que daba al interior la Condesa hablo.

- Deja que pasen primero y diles lo siguiente: “Que la palabra del Señor llegue antes a su destino”.

De lo que no es consciente es del que pudo ser un desafortunado incidente que involucraba a su Caballero y unos ciudadanos.

La primera intención del sumo sacerdote, luego contemplar la desvergonzada brutalidad con la que se manejaban algunos de los esbirros de aquél cortejo patricio, fue la de apartar su carromato del camino para no tentar a los instintos animales de aquellos salvajes lacayos. Pero antes de que pudiera atinar siquiera desviar de la senda a sus caballos, esta misma vino a despejarse para su fortuna y regocijo.

- Contemplad, Sandu, como ese ostentoso séquito nos abre paso al reconocer la Sagrada Cruz como nuestra insignia. Se apartan como las aguas del Mar Rojo ante la vara de Moisés y su pueblo... - Indicó el párroco de la iglesia a su desentendido monaguillo con una lasciva sonrisa en su agraciado pero a la vez perturbador rostro.

- ¿Moisés decís, maestro? ¿No era ese acaso un hereje judío? - Preguntó desde su juvenil ignorancia el acólito para fastidio del Padre Adelmus que conducía ya con orgullo el carromato a través del espacio cedido por los nobles.

- Contened vuestra lengua cuando no tengáis más certezas que sandeces tales como las que acabas de proferir, tierno Sandu. Y aprovechad el viaje para releeros los capítulos del Éxodo... - Replicó fulminante el sacerdote rojo.

El inculto escolano asintió resignado a los dictámenes de su superior, y con presteza sus manos se hicieron con los textos sacros. El joven comenzó con su minucioso encargo, o pretendió hacerlo al menos para aplacar el enojo de Adelmus, quién por su parte recobró su faz solemne mientras terminaba de abrirse paso entre la comitiva nobiliaria.

En su carruaje, el segundo de la comitiva, Radovina sesteaba. Fue el detenerse súbito del tiro de caballos que la despertó, y asomó la cabeza por la ventanilla para ver qué ocurría. Un paso estrecho, y al parecer otro carruaje en dirección contraria. Pero apenas tuvo tiempo de ver más, ellos se apartaban. Un eclesiástico.

Volvió a dejar caer la cortina de la ventana. Su doncella personal le tendió la toquilla que se había deslizado de su falda al suelo.

-Tengo fríos los pies, caliéntalos.

No era más que una simple orden.

- Aunque resulta una tarea ardua debido al número de jinetes armados, es la comitiva noble la que se aparta, dejando pasar finalmente al carromato eclesiástico conducido por un monaguillo.

- Los nobles puede deducir que el sacerdote ortodoxo se dirige probablemente a la salida de la ciudad.

- Los dos jóvenes y la mujer campesina continúan su camino en dirección al castillo.

- Una vez que el carromato eclesiástico pasa, los nobles hacen lo propio, adelantando a los tres plebeyos en su camino al castillo de Balgrad.

PADRE ADELMUS:

- Sigue en la escena: "Gran Mansión de los Basarab." -

COMITIVA NOBLE:

- Tras esto, ya pasáis a la escena de la Tirsa de Balgrad, en la que detenéis los dos carruajes antes de cruzar el puente que conduce a la isla en el río donde se asienta el Castillo de Balgrad.

La sirvienta se apresta a obedecer a su señora.

- "¡Escoria de campesinos, siempre enmedio!" -

- Maldito bastardo engreído. - pienso cuando lo escucho hablar mientras sigo caminando junto a mi hermano y mi tía. No obstante no levanto la mirada del suelo para evitar posibles represalias de aquel bruto.

Radovina escucha el comentario casi escupido de Boru, y vuelve a levantar la punta de la cortinilla. Ve a los muchachos y a la mujer, campesinos. El chico pasa junto al carruaje, la cabeza gacha. Es un niño hermoso, piensa. La cortinilla cae de nuevo, mientras retozan sus pies entre las manos de Elena.

Y humilde. Como debe ser...

Dagu posó su mano sobre su hermano pequeño, para protegerlo y apartarlo de los funestos carruajes, carromatos, caballos y aparejos de caballería que podrían triturar a su familiar con facilidad pasmosa. No sería el primer cadaver ensangrentado que se encuentra en mitad de la calle por el impacto de algún carromato o caballo noble que tenía prisa.

Tras en exabrupto del guardia, Dagu dirigió una mirada instintiva a su tía Innya. Quizás fuese tan solo un chaval, pero ya había escuchado las brutales historias de otros campesinos relatando como los soldados magyares eran capaces de cortar los pechos a las mujeres y violarlas antes de que muriesen desangradas.

- ¿Estáis bien? -preguntó cuando el choque entre los dos brazos feudales se resolvió.

La atención de Schaar recayó sobre la inesperada aparición de una comitiva justo frente al camino que seguían, cosa que no impidió que pudiera reaccionar justo a tiempo para evitar que su caballo arrollara a varios campesinos que se cruzaron repentinamente.

Las palabras de Dubieta solventaron, no como Schaar hubiera querido, el contratiempo que paraba su marcha, mientras que él se centró en el altercado con los siervos - id con cuidado, mujer. No perdáis el ojo de las calles o podríais veros en una desgracia - instó a los campesinos mientras lanzaba una mirada de reprobación al soldado de la otra comitiva, mientras apartaba a su bestia para aguardar el paso de la otra comitiva.

- Yo si, ¿y vos tía? - le pregunto a Innya justo antes de escuchar como del otro lado del paso nos llega la voz de otro caballero diciéndonos que tuviéramos cuidado.

SALIDA DE ESCENA:

- El Padre Adelmus Basarab sale de escena, sigue en la escena "Gran Mansión de los Basarab."

- La comitiva noble ha salido de escena, siguen en la escena "Tirsa de Balgrad: Alba Iulia."

- Los campesinos siguen un poco más andando en esta escena y pronto llegarán a la escena "Tirsa de Balgrad: Alba Iulia".