Partida Rol por web

En mitad de la conversación atraviesan el puente y se ponen a vuestra altura un niño y una mujer de aspecto plebeyo.
El Capitán Ferenk Zarak reconoce al niño: Lindor el protegido de Durius, a la mujer no la ha visto nunca.

A pesar de que Zuyla ostentaba un alto rango como caballero que era, nunca olvidaba las normas de cortesía, puesto que esas eran las que hacían de aquel mundo salvaje un lugar algo civilizado.

El caballero, desmontando de su corcel, apartó al animal del camino que seguían la mujer y el niño, de modo que no estorbara a su paso. Con un cabeceo, saludó a la mujer. Saltaba a la vista que no era noble, sino de origen humilde, pero Zuyla se preciaba de intentar tratar a todo el mundo dignamente.

El camino que une mi casa con las puertas del Castillo del Duque Kadar lo recorro lo más rápido que mis cortas piernas lo permiten. Mis pasos son agitados, pues una de las cosas que me han enseñado es a nunca hacer esperar a la gente innecesariamente. Todos tienen cosas que hacer en su día y no es de gente decente hacerles perder el tiempo por capricho.

Una vez que llego al puente que da hacía la entrada al Castillo, veo un enorme carruaje, probablemente noble, que está justo fuera de las puertas. Queda un buen espacio por el que pasar caminando, por lo que decido ponerme en marcha. En ese momento mi tía Niziya aparece detrás mío, pues al parecer me alcanzó gracias a los grandes pasos que los adultos pueden dar.

Le miro y le sonrío con cariño antes de encaminarme al portón. Mientras me acerco puedo ver que ante las puertas está el Capitán Zarak y un hombre de aspecto fuerte ataviado como Caballero. Bajo al cabeza al pasar por su lado en signo de respeto y humildad, acercándome luego al Capitán Zarak para hablarle con mi voz de niño:

 - "Buenos días Capitán Zarak. Vengo a mi clase, si me permite pasar, Señor. Ella es mi tía Niziya, hermana de mi madre Pavetta. Ha venido a ver a sus hijos, Dagu y Visany, y a su hermana Innya que ahora trabajan en el Castillo. ¿Nos dejaría pasar por favor?"

Me inclino ante él en signo de respeto y de sumisión, pues es un hombre de importancia en la guardia del Castillo y un adulto al que debo respeto y obediencia como el niño que soy. Espero su respuesta en esa posición, la que de ser positiva, haré efectiva inmediatamente yendo a buscar al Sargento Dominik para comenzar con mis lecciones, las que me mantienen tan asustado como emocionado.

Camino deprisa, gracias a mis ganas de ver a mis hijos, que son más fuertes que cualquier forma de cansancio o dolor. Llegando al puente de entrada al castillo me encuentro con mi sobrino, que espera pacientemente a ver de que se trata la escena en la puerta de entrada. Al parecer hay alguien noble esperando pasar, pues el carro lo dice.

Nos decidimos a cruzar y pasamos por unos de los lados del carro. Un hombre,al parecer caballero, amablemente aparta el caballo para dejarnos sitio. Agacho la cabeza en señal de agradecimiento y cortesía.

- Muchas gracias señor...

Inmediatamente Li¡ndor se dirige al capitán. A veces se me olvida lo mayores que están... y como de educados son. Su madre debe esatr orgullosa de él... pienso viendo como mi sorbrino se desenvuelve tan facilmente. Me inclino ante el capitán, al igual que Lindor, haciendo una pequeña reverencia con las mañas entrelazadas sobre mi falda.

- Asi es mi señor... mi nombre es Niziya, como bien ha dicho mi sobrino, y quería preguntar si podría ser que viera a mis hijos y llevara noticias a casa de cómo están...

El capitán Ferenk se acaricia el mentón y asiente a las palabras de los recién llegados, pero antes de tomar una decisión, ve como Lindor y Niziya llegan al palacio

- Bien, bien, bien... pasad ambos. Lindor, ahora eres paje de la corte. Empieza a cumplir conforme a tal. Avisa al mayordomo Otto de la presencia de tu tia. E igualmente de la presencia del caballero Zuyla y del emisario Zort Dravescu. Que se prepare habitación para ambos conforme a su rango, y que se de aviso al duque de su presencia en el castillo.- luego mira a uno de sus guardias- Acompaña a ambos señores hasta que vean al mayordomo Otto y se les asigne una habitación adecuada a su rango hasta que hablen con el duque. Que sus monturas sean cuidadas y puestas en los establos

Todos pasáis al interior del castillo, al patio. Lindor acompaña a Zort y a Zuyla como ordenó el Capitán y su tía va con él. El Capitán cierra la marcha asegurándose que la puerta está ya despejada.

Tras recorrer las calles que lo separan de su objetivo el carruaje eclesiástico del Padre Adelmus cruza el puente que llega al castillo y se detiene ante sus puertas cerradas. Unos guardias le dan el alto y uno de ellos se acerca.

-¡Alto! ¿Quien va y que quiere?

El viaje hasta la fortaleza transcurrió con tranquilidad. Al clérigo le divertía el hecho de que tanta gente hubiera partido junto a la comitiva. Eso podía ser de gran ayuda a la hora de investigar sobre el destino de su primo desparecido. Aún así sabía que no podía confiarse. Su condición seguía siendo más que complicada a simple vista.

- Soy el Padre Adelmus Basarab, invitado por el Senescal Stolnic...

De uno de sus bolsillos extrajo la carta que había recibido de un criado mensajero el día anterior y la tendió con su mano al guardia a modo de comprobante oficial. El sello del Senescal aún podía reconocerse, por lo que el sacerdote confiaba en poder atravesar aquella entrada sin mayores molestias de parte la guardia ducal.

El guardia recogió la carta y observó el sello del Senescal reconociéndolo. No sabía leer así que no sabía lo que la carta decía. Volvió a entregársela al religioso.

-Espere aquí, anunciaré su llegada para que lo reciban.

Dejó a sus compañeros vigilando la puerta y se metió en el interior del castillo.

Adelmus aguardó pacientemente en su carro mientras su monaguillo se fascinaba con la fortaleza de piedra y sus relucientes custodios. El párroco parecía mucho serio y concentrado, inspeccionando con su mirada cada detalle de aquél lugar. Una de sus principales preocupaciones era la de determinación el poderío de las fuerzas ducales. El lúgubre Caballero de los Cárpatos había cometido la imprudencia de desvelar la cantidad exacta de tropas que viajaban en la comitiva de Durius. Eso había dado por iniciado el conteo para Adelmus. Un paseo por el castillo se encargaría del resto.

Del interior del castillo se presenta ante la puerta el Chambelán Lorand Teleki. Al salir puede observar un regio carro religioso y parado en el exterior del mismo a el Padre Adelmus Basarab.

Vaya, Padre Adelmus, un placer tenerle aquí- le dice a modo de saludo- en otras circunstancias le invitaría encantado a que entre en el castillo, pero me temo que no va a ser posible. Desgraciadamente para usted, el Duque ha ordenado que no pueda entrar en el castillo durante un año. La razón creo que la conoce sobradamente- dice- siento que haya realizado este viaje para nada. Solo le deseo que tenga un feliz retorno- no podía hacer mas, salvo esperar la contestación de Adelmus.

- En la puerta hay dos guardias, y en las torres y murallas debe de haber cuatro más de guardia.

El párroco rojo escuchó impávido las palabras del chambelán Teleki, que traía nuevas acerca de una inesperada veda para su ingreso a la fortaleza. Aquella decisión no le agradó en lo más mínimo pero tampoco logró desarticular su semblante pétreo. Era de esperarse que un bárbaro cómo Gyula Kadar recurriera a tales brutalidades e ignorara de manera tan grosera el significado que una fiesta natalicia tenía para la nobleza de Transilvania. 

Aún así, se vio tentando a enviar un mensaje de reproche al soberbio señor de Alba Iulia, pero rápidamente concluyó en que aquello no haría más que empeorar la diplomacia entre ambos. En el final, no emitió palabra alguna. Se limitó a asentir con su cabeza en señal de compresión mientras esbozaba una media sonrisa en su fino rostro. Luego hizo virar su carro con dos tranquilas maniobras y emprendió con presteza el tedioso camino de regreso.

¿Que podía hacer el Padre Adelmus ante su situación actual que no fuera volver sobre sus pasos? sin mediar palabra, eso fue lo que hizo. Miro hacia uno de los guardias.

Ya lo habéis oído. El Padre Adelmus no puede entrar en el castillo hasta que no pase un año- tras decir esto, el chambelán se dirigió hacia el salón del castillo, para atender a los invitados.

- El Padre Adelmus regresa a la Iglesia de Balgrad.

- El Chambelán Teleki regresa al interior del Castillo del Duque.

El sargento se mantuvo callado por unos momentos. No sabía qué pensar acerca de los últimos acontecimientos. Solo pensaba en el futuro y en lo poco que podría ofrecer a su futura familia.

Pavetta aun tenía la costumbre de posar la mano sobre el hombro de su único hijo, Lindor. El silencio se hizo ligeramente tenso, mirando a su nuevo prometido y futuro esposo de refilón en varias ocasiones mientras caminaban por las calles de la ciudad; con la sonrisa débil de quien lo hace por educación. 

El hombre de armas de su señor Durius era tan diferente de su difunto Lisander...

Dominik avanza durante unos cuantos minutos sin decir una palabra. Parece acostumbrado al silencio pero, finalmente, al ver las miradas de Pavetta, asiente como para sí

- Se que tendréis muchas preguntas. Ambas. Estaré encantado de responderlas. Y también de daros a ambos toda la ayuda que me sea posible. Ahora sois mi familia - hay una tranquila convicción en las palabras del hombre de armas- ¿Hay alguna cosa que os preocupe, a cualquiera de los dos, que pueda ayudar a solucionar? Tenemos tiempo para conocernos, pero cuanto antes empecemos mejor [/b] - hay un intento de sonrisa, quizás más cordial que el de su futura esposa, pero tampoco llega a ser cálido