Partida Rol por web

Flaviu se llevó la mano al rostro, contrariado. Si el zopenco de Iacobus actua así, bien puede significar que entre sus planes está saltarse el banquete... Y la entrega de regalos. Esto era lo que más preocupaba al Petimetre. La boda era solo una excusa. Lo realmente importante era el carácter social que acompañaba la celebración, la ocasión para aparentar y para hablar de negocios, de política, de cuchillos en la espalda...

El gentío en la capilla era cada vez menor. El joven escudero empezó a intuir que la proporción Basarab-No Basarab empezaba a ser mortal. No sabía si esa familia de matones y filibusteros estaba esperando a que hubiese menos gente para empezar la matanza, o por el contrario aguardaban a que Flaviu saliese de la iglesia para darle muerte en el patio del castillo.

Mejor morir solo que mal acompañado...

El vil Krevcheski se escurrió entre el bulto para esperar la salida de los Stolnic. O para robar un caballo y salir huyendo de todo aquel peligro. Ya lo decidiría una vez fuera, que ahora tenía la mente colapsada por toda la sangre que se le había subido a la cabeza.

- El interior de la Capilla se está llenando de un apestoso humo negro.

- Hay muchas velas encendidas y el monaguillo ha puesto incienso en los incesarios, pero de todas formas, eso no debería de producir un olor tan nauseabundo.

TIBERIU:

- Tirada oculta y secreta de Astucia + Consciencia.

SCHAAR DVY:

- No te cabe duda de que el Infierno existe, y sin duda ahora mismo está en tus entrañas, que las sientes como si estuvieran rellenas de plomo fundido.

- Un repugnante humo negro lo inunda todo, y no te cabe duda de que buena parte del mismo mana de tu cuerpo, que está ardiendo por dentro.

- Es el efecto acumulado del aura sagrada de la Capilla sobre tu carne demoníaca, después de tres horas de exposición continuada.

- Has estado soportando el sufrimiento mediante un esfuerzo inhumano, infernal, pero no crees que puedas soportarlo mucho más sin estallar en una combustión espontánea...

Veronika, esas son cosas que entenderás cuando seas una mujercita-dije, procurando acallar la curiosidad de mi pequeña.

Tomé las manos de mis hijos, sintiendo aquel olor nauseabundo. No era bueno que lo respirasen. Miré a mi esposo, Niktu, preguntándole sin palabras si debíamos salir de allí. Me daba miedo que aquello no fuese un evento fortuito, que alguien realmente estuviese intentando echarnos de la Capilla por motivos aún desconocidos. 

TIBERIU RADOMIR SZANTOVICH:

- A lo largo de las tres horas de ceremonia nupcial, el humo se ha ido acumulando en la capilla.

- Inicialmente era sólo humo de velas, con olor a cera, y el humo del incienso que el monaguillo Sandu ha puesto a quemar en los incensarios. Un humo de olor incluso agradable, aunque ya de por sí sería un tanto sofocante, si se añade la atmósfera asfixiante casada por el hecho de que la Capilla está abarrotada de personas, muchas de ellas con pesados mantos, pieles, cuero y cotas de malla que desprenden un espeso olor a hierro.

- Mas eso no ha sido todo, al principio tenue, pero luego cada vez peor, se ha ido añadiendo un humo primero grisáceo, luego casi negro, con un olor cada vez más penetrante a azufre y a huevos podridos.

- ¿La fuente del olor? Primero el Caballero Iacobus Radoslav de los Cárpatos, después Schaar Dvy y tu propia madre. Los tres apestan y echan humo de sus cuerpos, como si se estuvieran quemando por dentro. Como si lo que se estuviera quemando además no fuera simple carne, sino carne llena de gusanos y de podredumbre...

"¿Qué será este humo?" -pensé al percatarme del olor de aquel velo que nublaba parcialmente mi visión.

Pensé que quizás algo estaba ardiendo y nadie se había dado cuenta, cosa poco probable pero posible, o quizás había demasiada gente dentro de un lugar tan pequeño. En cualquier caso, y dado que la ceremonia podía darse por concluida, o casi, decidí abrir la puerta de la Capilla, un poco de ventilación no vendría nada mal.

Algo raro ocurría y Zuyla no estaba seguro de qué, pero algo le decía que debía sacar a su padre de allí cuanto antes.

El Caballero elevó la voz, puede que fuera una falsa alarma pero no iba a dejar que todos los presentes se jugaran la vida.

- Todo el mundo fuera, ¡AHORA! - el tono autoritario del Caballero no dejaba lugar a dudas. Le daba igual que hubiera nobles con mayor rango, o que estuvieran los Basarab. Todo el mundo tenía que salir de esa capilla.

Zuyla se llevó la mano al bolsillo y sacó un pañuelo que usó para taparse la boca y la nariz. Quisiera o no, Zuyla agarró a Zort de un brazo y avanzó todo lo rápido que pudo hacia la salida de la capilla mientras se tapaba la boca y la nariz con un pañuelo.

- Vamos padre, hay que salir de aquí. Algo extraño está sucediendo. -

Zuyla no esperó y avanzó sin detenerse hacia la salida, si alguien o algo se interponía en su camino daría buena cuenta de ello. Ahora mismo le daba igual el protocolo.

Los ojos del niño valiente se abrieron con pavor al olfatear el aire. Se olvidó de preguntas y promesas de respuesta y simplemente corrió como todos hacían. Pero no huyó hacia la salida como la mayoría, fue hacia su madre hacia donde se dirigió.

- Mamá, ¿qué pasa? Mamá- la llamó de nuevo, preocupado, mientras tironeaba del faldón.- ¿Estás bien? Vámonos.  Mamá, vámonos. Por favor. Me portaré bien. Lo prometo.

Schaar mira a Dubieta con los ojos, sorprendido, ella también se encontraba tan mal? Era algo inexplicable. Schaar se sentía fatal, fatal no era la palabra. Iba a reventar en cualquier momento. Schaar vió al niño correr hacia su madre y siguió.

- Tiberiu, sal fuera y espera en la puerta.- sabía que el niño iba a protestar, así que lo miró con expresión dura.- Recuerda el trato que hicimos. - dijo señalando la espada- No te preocupes, sacaremos a tu madre.

Pero el grito del caballero Dravescu alertó a todos y los ordenó a salir de allí.

- Con su permiso.- pidió al senescal para ayudar a sacar a Dubieta.

Miró al Senescal, casi suplicando su consentimiento, para ofrecer a Dubieta un brazo más sobre el que apoyarse. Sin embargo, la cara de Schaar también parecía desfigurada, en medio camino entre el dolor y la preocupación.

FARKAS DELI:

- A medida que la ceremonia nupcial se prolonga primero una hora, luego dos y finalmente hasta tres, sientes un creciente peso que te sofoca, te asfixia y te oprime.

- Es el peso del Dios de los Cristianos, que te mira acusador desde su cruz en el fondo de la Capilla, ante el Altar.

- Sientes tu Bestia interior vapuleada, ahogada, reprimida, maniatada. Sientes una furia torpe y apagada, una furia procedente de una inmensa frustración. Pero sobretodo sientes una cosa mucho peor que todo lo anterior: sientes miedo.

- Miedo ante un poder capaz de suprimir tu Rabia, de machacar al lobo, dejando a un animal humano débil y casi indefenso, yerto y huero, con la sangre fría como el último aliento que escapa del pecho exangüe de un cadáver.

- Tiberiu, sal fuera y espera en la puerta.- sabía que el niño iba a protestar, así que lo miró con expresión dura.- Recuerda el trato que hicimos. - dijo señalando la espada- No te preocupes, sacaremos a tu madre.

Pero el grito del caballero Dravescu alertó a todos y los ordenó a salir de allí.

- Con su permiso.- pidió al senescal para ayudar a sacar a Dubieta.

Miró al Senescal, casi suplicando su consentimiento, para ofrecer a Dubieta un brazo más sobre el que apoyarse. Sin embargo, la cara de Schaar también parecía desfigurada por la preocupación.

Dubieta cayó entre los brazos de Schaar, volvió a taparse con el velo, nadie debería verla en este estado. Estaba segura que no iba a aguantar más cuando todos empezaron a salir y Schaar se acercó para llevarla fuera. Al menos sabía que él la sacaría de allí. El humo empezaba a nublarlo todo, se ahogaba, y ahora que estaba en los brazos de Schaar le susurró:

- Llévame a mis aposentos... no... puedo... más... - dijo en un hilo de voz desgarrada por el dolor -.

Pareció que se había desmayado en los brazos de su caballero y estaba segura que él se daría la mayor prisa posible por llevarla a sus aposentos y tumbarla en la cama.

- Ha sido hermoso, pero se acabó. - Comentó con cierto deje de pesadumbre el exquisito sacerdote, alabando sutil pero sin pudor su propio arte y oficio. El final de su canto había sido de alguna forma también la muerte del aura virtuosa que le rodeaba, que dejó al desnudo una faceta mucho más sombría y terrenal, la cual miraba con desdén el cadáver de aquella burda pantomima, de la que él mismo había sido devoto y animador en un principio.

Instantes luego de su última intervención, la pestilente humareda oscura lo engulló, haciendo que sus ojos azules se irritaran y no pudieran contener algunas pocas lágrimas viciadas por el aire sucio. El hedor del azufre fue, por el contrario, algo más familiar para su nariz, aunque eso no evitó que su rostro se contrariara ante la renovada hediondez que imperó tras la llegada de la repugnante nube azabache.

"Un hereje que se va. Llamas, humo y azufre..." Así meditaba Adelmus, de semblante cruel e irreconocible, mientras sus pies buscaban el lugar donde el Boyardo y sus hijos debían estar, de no haber huido antes del lugar. Aquella infernal  humareda parecía burlarse de su cordura, forzándola a evocar terrores que hacía tiempo creía haber desterrado de su mente. "No puede suceder... o si. Gyula Kadar deseó algo inaudito, y ahora es momento de represalias... ¡Sangre y rosas negras para el Dios del dolor!" A cada paso su angustia aumentaba, y una sola esperanza humilde evitaba ahora su colapso: La posibilidad de que todo aquello fuera simplemente obra de algún artificio de Blaatu y su prole. Algo dolorasamente improbable, para martirio del cura y de todos los presentes.

La ceremonia ya había terminado cuando un extraño humo negro de apestoso hedor comenzó a inundar la Capilla. El Maestro Maserrak de Flambeau abre las puertas para que se ventile un poco el lugar, pero de inmediato las personas comienzan a dirigirse hacía la salida casi como una estampida. El Caballero Zuyla Dravescu da órdenes de salir de inmediato e incluso la novia parece desmayarse sobre el otrora caballero Schaar Dvy.

"Aquel humo no es algo natural de los fuegos de la Capilla. No es producido por los cirios ni por los inciensos. Debe ser otra cosa, algo que no debería estar quemándose. Si se le deja, puede incluso incendiar la Capilla. Pero todos están huyendo, debo ver qué es lo que lo produce."

Veo al Padre Aldemus salir y me tapo la nariz con la manga de mi ropa mientras comienzo a buscar con la mirada la fuente de aquel humo oscuro y repugnante. Me quedo en mi lugar hasta divisar de donde proviene aquella molestia para luego ir detrás de la fuente.

El Senescal agarró con firmeza a su esposa, la cual estuvo apunto de desmayarse. 

¿Que...?- sabía que el recuerdo le era doloroso, pero no que llegase a ese extremo. En un momento Schaar Dvy apareció a su lado y sujetó mas firmemente a Dubieta, la cual -ahora si- se desmayó en su pecho.

Llévala a sus aposentos- susurró al caballero- yo iré en un momento.

Schaar asintió ante las palabras del senescal. Se lo había ordenado y así haría. Schaar cogió en brazos a Dubieta y fue lo más rápido que pudo a dejar a la Dama a su habitación. Necesitaba descansar.