Partida Rol por web

Iacobus hubiese contestado al instante al Chambelán, pero los acontecimientos se precipitaron. Los preparativos estaban en su punto álgido, y el caballero no compartía la capacidad de organización de quien vivía de eso, ni tampoco el interés por mandar sobre quienes no le correspondían. Por lo tanto, habida cuenta que el Chambelán ya se había pronunciado por la afirmativa, el caballero Radoslav prefirió guardar silencio y dejar que atendiese sus obligaciones. Mientras tanto, echó un vistazo hacia el lacayo Vasilov, que se acercaba con un caballo ensillado y listo para él. Eficiente, aquel hombre conocía su lugar y sabía sacarle provecho. Recibió las riendas con un gesto, y a pesar que hubiese sido su voluntad salir inmediatamente en dirección a los recién llegados, a modo de avanzadilla, esperó.

Vaya, aquellos hombres tenían más vueltas que una peonza. No pudo menos que sonreír de costado, con cierta ironía, y dedicarse en silencio a observar cómo se mordían entre ellos la cola y cómo continuaban retrasando el momento. En cuanto acabasen de prepararse, seguramente ya estarían tres metros bajo tierra. Iacobus montó de un salto, con una agilidad y destreza que ninguna armadura le hubiese permitido. Bien, que continuasen. Eran hombres que se hacían a base de palabras y pañuelos, era lo que sabían hacer, y tampoco se podía esperar más. Ellos llevaban la lengua y la lentitud como él llevaba la espada y la rapidez. Cada quien tenía su lugar.

Cuando finalmente el Chambelán decidió que ya había tenido suficiente, Iacobus movió a su montura para salir a todo galope a la primera de cambio. Sin embargo, antes de ello, dirigió al Chambelán las palabras en respuesta que no le había dirigido, en su momento, por no interrumpirlo en sus ocupaciones.

- Me habéis preguntado por mi armadura, Chambelán. No creáis que sin ella no estoy preparado para cualquier problema - le dijo, y extendió con una media sonrisa - Pero eso, claramente, es lo que pensarán quienes me vean. Y siempre es bueno contar con un elemento sorpresa, por lo que pueda pasar.

Hizo un gesto, en dirección hacia donde la comitiva seguía acercándose, mientras ellos daban vueltas y vueltas dentro del castillo.

- Debemos partir, antes que se acerquen tanto que podamos reconocer sus rostros.

Las puertas se abrieron, y Iacobus salió a todo galope.

Flaviu se acerco al Mayordomo Otto, con aire distraído. Buenos días, qué mañana tan maravillosa ¿Cómo se encuentra hoy el Duque?, creo que ocupado como siempre, y mas hoy que tiene visita. Supongo que no es necesario que le haga perder su tiempo valioso tiempo con alanzas hacia su persona, cuando estoy seguro, las habrá odio de todo tipo, siendo como es un mayordomo excepcional. De modo que hoy iré directamente al asunto que nos atañe, ¿Puede su alteza, el Duque, recibir hoy a un humilde servidor?, dígale que traigo saludos de la Tirsa de Arges.

Bueno, entenderé que hoy no pueda recibirme, que estará ocupado con la visita. Espero un poco antes de continuar hablando. No es necesario que me dé una larga explicación, no pierda su valioso tiempo, no quisiera que por mi culpa, fuera castigado por el incumplimiento de sus deberes. He oído que el duque es muy severo en sus castigos. Tras pronunciar las ultimas palabras, Flaviu, espera de pies al lado del mayordomo, esperando la respuesta.

Vasilov observó la salida de la comitiva antes de encaminarse en busca del mayordomo Otto

Estúpido chambelán... el caballero, el capitán, la guardia y el lacayo... si señor, haciendo amigos... en un momento se ha ganado el desagrado de todos... quedando mal con todos, experto en protocolo... jajajajaja en lugar de reaccionar con tacto y quedar bien utilizando el cable que le he tendido, pareciendo actuar de forma comprensiva con un lacayo que dice haber cometido un error que no cometió... responde así... jajajajaja Vasilov caminaba pensativo con una mueca, divertido

Una vez dentro del castillo recuperó su atención, debía encontrar al mayordomo, así el joven apretó su paso.

El senescal despide al Capitán Zarak, tiene que dejar escrito las cuentas en las que se hallaba y darle un par de ordenes a unos de los criados, quiere asegurarse personalmente de que todo está en orden, no quiere tener más percances con la duquesa de los necesarios. Tras esto sale con paso audaz al patio del castillo. Va más tarde de lo que debería, no puede perder mucho tiempo, por suerte, su figura autoritaria y una mirada inquisitiva instan a un par de hombres de más bajo rango a ofrecerle su caballo recién ensillado. Mira fijamente al muchacho joven y nervioso, y tras agradecerle escuetamente su gesto y memorizar su cara para compensarlo más tarde parte a caballo. A trote sosegado, se pone a la cabeza de la comitiva.

Nota algo nerviosos a los hombres que cabalgan a su lado, a unos más que a otros, quitándole hierro al asunto, hablando despacio y sin bajar la mirada de los señores que se acercan cada vez más comenta. - Relajaos, no hace tanto tiempo que dejamos al duque, es una persona justa y sensata, portaos como sabéis y on habrá ningún problema.
Chambelan, -añade lanzando una pequeña mirada furtiva a este- me gustaría comentar algo con usted - retrasa su caballo un poco, a la altura de Lorand- es sobre la fiesta del cuarto aniversario de los chiquillos de Basarab y el Padre Adelmus, el Duque quiere tener una pequeña charla con el párroco, pero este a declinado la invitación porque ya se había comprometido a asistir a la celebración de su familia. Arréglelo para que pueda estar, al menos un rato, regálele a los niños un paseo en alguno de los sementales de las caballerizas, algo que sólo puedan hacer en el castillo y no puedan negarse, usted sabe mejor que yo qué hacer. Sólo asegúrese que se traen al sacerdote con ellos el tiempo suficiente para que hable con el Duque.

Acto seguido, y de nuevo a la cabeza del pequeño grupo, se arregla los ropajes desgarbados del trote a caballo y se prepara para saludar a los duques, cada vez más cerca. 

- El Senescal se dirige a las caballerizas, aunque la representación que va a recibir a los nobles ya ha salido. Salir ahora detrás de ellos le haría parecer poco contenido, ansioso más bien.

La marcha del Chambelán y los demás marca el retorno a la normalidad. Aunque no me he movido de mi puesto, he podido escuchar el ruido de los caballos al alejarse, por lo que me relajo y me siento en una silla junto a la puerta de mi señor.

Aprovecho el tiempo en limpiar y afilar mi daga porque la imagen es tan importante como la habilidad.

Dominik escuchó en su momento las palabras del guardia feudal, anunciando la llegada de la comitiva, así como el pequeño alboroto que se produce con la decisión del chambelán de partir de inmediato, y la guardia de bienvenida que, en apenas unos instantes, se prepara. En la misma va el capitán Ferenk, con quien ha hablado hace unos instantes, y el caballero Iacobus.

El sargento se quedó observando unos instantes mientras desaparecían, y al volver la mirada observa que todos los guardias estén en sus puestos, y preparados. Ante la ausencia del capitán pareciera que el hombre de armas se ocupa de asegurarse que todo esté en orden con una mirada severa, y paseando con la mano apoyada en la empuñadura de su arma.

Tras comprobar que todos estén en orden, se acerca a las dependencias privadas de Durius, con el propósito de hablar con Bucur y con la sirvienta Enrietta

- El Sargento Dominik llega ante la puerta custodiada por Bucur. Es la puerta que conduce a las estancias asignadas por el Duque al Caballero Durius. Enrietta debe estar dentro, lo mismo que Gheorghe, Mikail y Valru.

El sonido de los pasos que se aproximan me pone sobre aviso. Alzo la vista mientras guardo todo salvo la daga, que reposa sobre mis piernas a escasos centímetros de mi mano.Cuando veo que se trata del Sargento Dominik me levanto y guardo la daga.

Mis labios se arquean ligeramente ante la perspectiva de que me releve de esta infernalmente aburrida guardia, o al menos me de algo de conversación. Le saludo con un gesto de mi cabeza aunque no abro la boca hasta que lo haga el.

Dominik llega junto a Bucur y asiente, como para sí. Tras esto señala la daga que Bucur afilaba hasta hace apenas segundos

- Es bueno estar atento, y tener las armas prestas. Y estar de pie durante todo el día esperando novedades una estupidez, salvo que se requiera por protocolo. ¿Alguna novedad aquí, soldado Bucur? - es de todos conocido que, salvo a niños, viejos, mujeres y nobles, Dominik se refiere a cualquier persona que está en el séquito del caballero Durius como soldados. Y habitualmente los trata como tales

Mi rostro expresa seguridad aunque no me relajo ante las palabras del Sargento, y me permito dedicarle una sonrisa de gratitud por sus palabras.

Todo tranquilo sargento, respondo presto. Salvo por el jaleo de hace un rato ahí fuera, no ha ocurrido nada; y por supuesto nadie a molestado al señor.

Por mucho que me alegre de tener un poco de conversación y camaradería, soy consciente de cual es mi lugar, y por ello no me tomo ninguna confianza con el sargento. Por el contrario me esfuerzo en responder de forma lo mas marcial que puedo aunque en realidad no soy militar.

- Perfecto. Estate atento. Si algo he averiguado durante mis años de servicio es que cualquier novedad implica peligro. Algo tan anodino como que lleguen extranjeros al castillo ducal puede suponer, por alguna estúpida razón que no venga al caso, un peligro para nuestro señor - el sargento siempre se refiere al caballero Durius como señor, como si ese fuera su nombre. De hecho su comportamiento para con él es de mayor respeto que para nadie, sea cual sea su posición. Para el sargento el feudalismo es un juramento solemne que lo guía a Durius Tremere de Slobozia, y esa es la postura que adopta siempre- Habla con el resto de soldados del séquito de nuestro señor. - dice omitiendo como de costumbre que casi todos carecen de tal condición- Quiero dar algunas instrucciones sobre defensa en el próximo momento que tengamos ocasión. Tal vez no pueda daros una instrucción marcial real, pero al menos mientras yo esté aquí ningún hombre joven capaz de empuñar un arma al servicio de mi señor será cazado como un ciervo asustado, ni será inútil si es preciso defender al caballero Durius

Asenti ante las palabras del Sargento.

Permanecere atento a cualquier cosa. Dije con resolucion.

La idea de que nos diese consejos o instruccion me gusto, cualquier entrenamiento siempre vendria bien. Me preciaba de ser una persona bastante entregada a la tarea de perfeccionarme en cualquier campo que pudiese hacerlo, y asi se lo hice ver.

Estare mas que dispuesto para aprender todo lo que pueda enseñarme sargento. No me referia a el como señor por mera comodidad. Mi señor era Durius, igual que el suyo, y resultaba mucho mas sencillo poder hablar distinguiendo solo a un señor en cualqueir conversacion, mientras que al resto nos referiamos por sus rangos cuando eran superiores al mio, o por sus nombres si eran de rango igual o inferior.

El sargento asiente y entra en las estancias personales de Durius, en donde espera encontrar a la sirvienta Enrietta, los lacayos Gheorghe y Mikail, y el mayordomo Valru.

El entusiasmo del joven Lindor siempre conseguía arrancarme una sonrisa, aunque al principio dudé de mis capacidades para enseñar a un niño reconozco que he superado todas mis limitaciones.

- Me alegra oir eso, pero trendrás que esperar hasta mañana para empezar con el Latín - volví de nuevo a los libros que había traido, había un poco de todo pero yosabía muy bien lo que buscaba.- Como con la lectura vas muy bien, el resto del día de hoy vamos a dedicarlo a las Matemáticas... un poco de Aritmética, un poco de Geometría - recogí un libro viejo y estropeado.- Esta es una traducción del griego de las enseñanzas de Arquímedes, aprenderás mucho sobre geometría con él... Bien, empecemos...

Me senté junto a él y enseguida nos embarcamos en el fascinante mundo del saber. Las matemáticas formaban una parte muy importante de la Alquimia, supongo que por eso tenían tanto interés para mi, además ayudaban a desarrollar la capacidad de razonamiento. Comenzamos con la teoría, desmenuzándola hasta su nivel más básico hasta comprenderla, trabajo que resultaría extenuante para mi joven pupilo aunque, sin duda alguna, merecía la pena.

ESTANCIAS PRIVADAS DE DURIUS DE SLOBOZIA:

- Dominik cruza la puerta, entrando en las estancias privadas de su señor.

- La primera estancia está a oscuras y huele a cerrado.

- Se escuchan los ronquidos de dos hombres (Gheorghe y Mikail), que son quienes duermen en esta primera estancia.

- Vasilov encuentra al Mayordomo Otto en el patio del castillo.

Al localizar su objetivo Vasilov redujo el paso y se acercó despacio con un respetuoso saludo

- Mayordomo Otto si me concedéis un momento... traigo un mensaje del chambelán Lorand - aguardando en silencio