Partida Rol por web

- Nada.- Tiberiu se encogió de hombros.- Es una tarea que nos ha ordenado hacer para otro día. A Lindor y a Veronika también. Y a su hermano- aclaró al tiempo que miraba la reluciente espada cuya presencia le había pasado desapercibida hasta aquel momento, pero que desde aquel instante absorbió toda su atención.- Y me dijo que tenía que preguntar a ti, a mamá y a la tía… Brilla mucho. ¿Vas a llevarla? ¿Puedo llevar yo una?

El gran momento había llegado. Zort estaba ataviado y listo para la boda, con sus mejores ropas. Miraba por la ventana cuando escuchó sonar los cuernos de guerra. Una amplia sonrisa se dibujó en su cara y miró a Zuyla.

- Al parecer tenemos visitas... Me alegra que hayas acondicionado tu armadura hijo. Los Basarab apreciarán a un bravo guerrero! Vamos, seamos los primeros en recibirlos!

Con la armadura preparada asentí en dirección a mi padre y salí con él hacia el patio para recibir a los nuevos invitados.

Los cuernos de guerra hacían presagiar una llegada cuando menos impactante... y nos la habíamos perdido. Pero en cualquier caso me alegraría ver a los guerreros Basarab.

Pensé por un momento en todo lo ocurrido las últimas noches en el castillo y me lamenté en silencio. Tenía que encontrar pruebas para descubrir a aquellas criaturas malignas, esos seres de la noche. Quizá los Basarab fueran unos posibles aliados en mi guerra por erradicar a aquellos seres.

- Vayamos al patio, padre. -

Una vez los criados comenzaron a vestir al niño, Schaar volvió con Dubieta.

Tras cerrar la puerta, se quedó unos momentos observando como la joven comenzaba a destapar su blanca piel, quitándose el cómodo vestido que llevaba para intentar ponerse el más pomposo - No te preocupes, yo te ayudaré - contestó con un gesto de deleite en el rostro - aunque habrá que llamar a las criadas una vez tengas el traje medio abrochado. Se me da mejor quitar que poner - sonrió de manera pícara.

Luego, comenzó a acariciar el cuerpo desnudo de la joven, de arriba abajo - ¿cuánto crees que tendré que esperar para poder tenerte así de nuevo? Espero que seas capaz de despachar a tu futuro esposo con premura y puedas caer en mis brazos en algún momento - pidió mientras comenzaba a alzar la elegantísima y finísima ropa interior que debía llevar Dubieta.

- No es la costumbre que un niño vaya armado delante del Duque - respondió con una sonrisa cariñosa a la petición del pequeño - respecto a tu 'tarea', creo que tu madre, después de los festejos, podrá ponernos al día de todo lo relativo a tu familia. ¡Que yo también quisiera enterarme! - añadió alegremente - ahora permite que te vistan tan elegante como nunca hayas estado. ¡Vamos a la boda de tu madre! - pidió al joven antes de abandonar la habitación para entrar en la alcoba de Dubieta.

CABALLERO ZUYLA DRAVESCU:

- Como Tercer Caballero, es tu privilegio portar espada y llevar armadura en el interior del Castillo, incluso cuando no estás entrenando.

- Los hombres de armas, incluso aunque sean de sangre noble si no poseen el título de Caballero legítimamente, no pueden llevar armadura en el Castillo, salvo para entrenarse o cuando el lugar está bajo asedio. Los que no son nobles no pueden usar espadas, salvo casos excepcionales que hayan obtenido ese privilegio de algún modo. Aquellos que no son nobles deben contentarse con hachas, mazas o lanzas.

Un hombre de armas de sangre noble, como Schaar Dvy, puede portar una espada y una daga al cinto dentro del Castillo, pero no portar armadura.

- Los Dravescu, padre e hijo, abandonan su habitación y se dirigen al Patio del Castillo.

Se escucha como llaman a la puerta, y una voz al otro lado dice:

-Señora, el senescal os manda llamar al patio, a vos y a vuestros hijos. 

Regalos de boda: Cinturón de buen cuero repujado con hebilla de plata, precio de 3 florines, para el caballero de los Cárpatos y un prendedor para el pelo hecho de nácar y circonios, precio de 3 florines, para Radovina Szantovich.

Si, señora—respondió Elena con prestreza abriendo la puerta para dejar pasar al invitado y dirigirse a las cocinas

Al ver abrirse la puerta, Tomescu dibuja una sonrisa.
El motivo es la rubia sirvienta que espera al otro lado, a la cual dedica un guiño y una media reverencia.
Con voz modulada y con un tono exquisito, copiado de pajes y chambelanes, dice:
-Mi Señora Dubieta, la joven Dama Veronika Basarab, solicita el favor de una audiencia para entregaros un presente junto con sus mejores deseos-
Dicho esto se hace a un lado sin alzar la vista y con un gesto cortés indica a la niña Basarab que se acerque.
Se mantiene en tensión un segundo mientras espera la respuesta de su Señora.

Elena bajó la cabeza por unos segundos para ocultar la sonrisa que afloraba en sus labio e hizo un gesto para que la dama pasase antes de salir camino a las cocinas, colorada como un tomate, pero contoneando ligeramente las caderas. Había que aprovechar que la carabina de Mariana no estaba para enseñar las plumas.

Se mantuvo en silencio mientras abrían la puerta, la pequeña Basarab había ido a entregarle el presente de la ceremonia. Dubieta esbozó una leve y dulce sonrisa, se acercó a la muchachita y posó suavemente su mano sobre el cabello rubio de la pequeña.

- Gracias por acudir, pequeña. Pasa, Elena te servirá un vasito de leche. - le señaló la silla - Agradezco que hayas acudido a entregarme el presente en persona, aunque no tengo mucho tiempo y debo vestirme, por lo que no podremos demorarnos mucho en la visita. 

Ante las amables palabras de su Señora, Tomescu no puede reprimir mandarle una mirada, medio admiración, medio agradecimiento. Tampoco puede esconder la franca sonrisa que le aflora en el rostro.

Dando paso a la pequeña Dama Basarab, se hace a un lado y cierra la puerta tras de sí con una reverencia cortés y sincera.

Solo después ve el insinuante contoneo de la belleza rubia que sale en dirección a las cocinas. En dos saltos le da alcance y le dice:

-Disculpad, Elena ¿Os dirigís a las cocinas?- Lo hace con un tono cortés, como si ella no fuera una sirvienta y, él mismo, no fuera un guardia- Me apetecería beber algo. ¿Tal vez podría acompañaros?-
 

La chiquilla se adentró en la habitación con una sonrisa radiante. Pasó junto al Guarda Tomescu y le dirigió un gesto de asentimiento, sin perder la sonrisa, y luego se dirigió hacia Dubieta. No parecía tener vergüenza en absoluto, su paso era gracioso pero compuesto, el de una niña a la que han acostumbrado a moverse ante los nobles, pero que no deja de ser infantil.

Llevaba una diadema de flores en cada mano, y éstas alzadas, mostrándolas.

-Gracias, mmm.... Dama Dubieta. Dudó antes de llamarla, conocía bien el nombre de su interlocutora, la madre de su compañero de juegos y de clases, pero el protocolo seguía siendo un embrollo para ella. Entre Tiberiu y ella era más fácil, con el nombre bastaba. Incluso con Vikos, o con su madre, quien era "Madre", sin más. ¡Os traigo esto! Una para vos y una para Dama Radovina. ¡Las he hecho yo, yo sola, para ustedes! He cogido las flores esta mañana, y las he trenzado como he estado ensayando desde hace días, para que salieran bien. ¿Os gustan..?

El corazón de Elena pareció detenerse por unos segundos cuando el guardía la alcanzó y la dirigió la palabra. La naturalidad con la que el hombre la hablaba hizo que su corazón se desbocase, y que se sintiese un poco menos pequeña de lo que se sentía habitualmente.

-Por supuesto eh...Tomescu...iba a recoger un poco de agua así que será un honor que me acompañeis—respondió con una voz dulce y nerviosa

Escuché los cuernos de guerra de mis amos y me estremecí por un instante. Los señores Basarab estaban llegando. El boyardo estaba aquí. Antes de seguir con mis tareas miré un instante en dirección a mi señora por si quería cambiar las órdenes. Yo aún tenía tareas que realizar pero suponía que la llegada del Boyardo alteraba las prioridades.

En cualquier caso observé expectante a mi ama y a los jóvenes señores. No estaba seguro de si iríamos a recibir al señor Basarab o no.

Svitlana se sobresaltó. No, no quería ver a sus hijos sufriendo de nuevo, no un día como ese. No por favor...

No, no había que optar por el mal presagio. Quizá el Señor les daba un soplo de aire fresco. Señor, por favor, Dios... Que sea así.-vayamos al patio entonces, no hagamos esperar al Senescal-miró en dirección a Cyrus-busca a Veronika, por lo que más quieras-su rostro de madre preocupada se posó entonces en el del guardia-guianos. 

- Sí, mi señora. - asentí con la cabeza y salí corriendo como alma que lleva el diablo en busca de la hija de mi señora. Cuando alcanzara a Veronika le avisaría de las intenciones de su madre de reunirse en el patio con el Boyardo.

Si el Boyardo estaba aquí eran buenas nuevas. Quizá consiguiera que, tanto mi señora como nosotros los sirvientes, fuéramos liberados y dejáramos de estar retenidos entre los muros de ese castillo. Temía por la seguridad de mi ama, y más después de haber visto cómo se las gastaban el Duque y sus esbirros.

Tomescu sonríe con simpatía, y se ruboriza ligeramente. Mira a los ojos de la Sirvienta Elena y le dice:

-Por favor, el honor es todo mío.-

Y se pone al lado de la bella sirvienta para iniciar la marcha hacia las cocinas.