Partida Rol por web

Todo a su tiempo, corazón mio. Crecerás sano y fuerte, tendrás una esposa e hijos que porten tu sangre, con el tiempo, tendrás el poder necesario para hacer lo que piensas. Por ahora, serán tu bienamado padre y tu abuelo quienes se encarguen de limpiar el nombre de nuestra regia familia-entrelazó los dedos en sus delicados cabellos rubios-por ahora, debemos comportarnos como se espera de nosotros. La mejor ayuda que podemos brindar a nuestra familia por el momento, es ahorrarles más preocupaciones-sus palabras precupadas se dirigían ahora a los dos niños.

Y hay algo más que debéis tener siempre presente. Aprended a escuchar, mis pequeños tesoros. Debéis prestar atención a lo que hacen y dicen los demás a vuestro alrededor. Sois niños, pero sois inteligentes y fuertes, como cabría esperar de alguien con la sangre Basarab en sus venas. Otros pueden subestimaros, pensarán que dos niños poco pueden hacer en su contra, hablarán al alcance de vuestro oido, y a veces dirán cosas importantes... Es también como un juego, el juego de los secretos. Podéis escuchar lo que esté a vuestro alcance, y al final de la noche, cuando estemos solos, contármelo. Pero no debéis compartir este juego con nadie más que conmigo, pues corremos el riesgo de que pase algo malo si lo hacéis. 

Y cuando hablemos de nuestros secretos, y estemos jugando como ahora, hablaremos como si las paredes tuvieran oidos, en voz baja.-sonrió a sus pequeños. Quizá eran muy pequeños para lo que les planteaba, pero su familia debía salir adelante. 

- Sí sí sí sí sí sí…- repitió una y otra vez entusiasmado.- Mamá di que sí. Por favor, di que si. Me portaré bien. Haré lo que el maestro Maserrak diga.- Se había olvidado por completo de qué hora era, de que ya muchos estarían durmiendo, pero para el muchacho era tan importante lo que Schaar había dicho que no podía evitarlo.- ¿Empezamos mañana? Mañana está bien- dijo saltando de la cama.- Pero necesito una espada.- Tiberiu empezó a dar tajos imaginarios con su espada.- Una como la de Schaar- añadió sonriente mientras miraba la que pendía del cinto del caballero.

-"Me gusta ese juego-le dije a mi madre mientras ella me acariciaba los rizos- y te prometo que lo jugare bien y cuidare a Veronika, se lo prometí, así como un caballero...-en ese momento mis labios hicieron una mueca hacia el costado- jugando a este juego algún día podre ser caballero?"- pregunto mirando a mi madre. 

Para ser un caballero necesitarás aprender y ser fuerte, pero también crecer, llegar a ser un hombre-le susurrraba-para que llegues a ser un hombre necesitas sobrevivir, cariño mio. Este juego es para que tanto tú como tu hermana os hagáis mayores, para que sobreviváis. ¿Entiendes lo que te digo, Vikos?

-"Esta bien madre, creo entender"- dije bajando un poco la cabeza para luego mirarla a los ojos y sonreír. 

- Radovina Szantovich de Bran, quien mañana será Radovina de los Cárpatos, sale de su habitación en solitario y se dirige al patio del Castillo.

En silencio y en pie, frente a la puerta de su Señora Dubieta, Tomescu realiza la guardia sin rechistar.

Puede parecer que las esperas y los ratos perdidos de plantón frente a una puerta pueden resultar aburridos, pero detrás de esa puerta están las personas más importantes para el Guardia Tomescu, no solo por su juramento de obediencia, sino por algo parecido al amor, nacido del respeto y la devoción, de la mutua asistencia y del hecho de compartir momentos duros.

Solo así se entendería la sonrisa que asoma detrás de la mueca de seriedad que tiene en su rostro.

Tomescu ve pasar el tiempo y las personas como sombras, solo se fija en el breve cuerpo de Radovina abandonando su estancia.

Esa mujer, a veces, me pone los pelos como escarpias- piensa- es mucho más de lo que aparenta, seguro…

De Radovina, sus pensamientos van a Boru, su compañero y amigo de infancia, primero con simpatía, después con un profundo reproche.

Y Boru… Como ha podido recurrir al bandidaje, parece que olvidará que sus orígenes están allí donde hincó la zarpa y su espada… Tal vez deba hablar abiertamente con él, quien sabe si soporta una carga demasiado pesada. A veces, el deber de un amigo es compartir esos problemas nos gusten o no, o, simplemente, ocuparse de que haya bastante cerveza para ahogarlos.

Con una leve sacudida libera a su mente de los pensamientos que la ocupan y se concentra de nuevo en su tarea. No podía permitirse distracciones. Se estiro y se puso erguido, listo para continuar.

Zuyla aguardaba impaciente la respuesta de su anciano padre, que permanecía más pensativo de lo acostumbrado.

Padre, ¿os encontrais bien? preguntó, temeroso de que por fin los achaques de la edad hubieran alcanzado al otrora rápido y diestro Zort Dravescu. ¿Creeis que debemos avisar al chambelán antes de acudir al encuentro con el sacerdote? Tal vez hayan enviado ya a alguien.

Además, deberíamos pensar en algunos presentes para las dos parejas que se van a casar. ¿qué opinais?

Eres un niño muy listo-sonríe a su pequeño-ahora debemos rezar, venid, arrodilláos junto a mí-se arrodilló frente a la ventana, tomando un rosario entre sus dedos-pediremos a Dios fuerza y salud para salir pronto de aquí.

Miró a su hijo con ternura.

- Cariño, cuando termine la ceremonia, y si te portas bien, comenzarás tu entrenamiento ¿de acuerdo? - acarició la mejilla del pequeño - Schaar te entrenará y serás el mejor espadachín de la corte ¿Harás eso por tu madre? ¿Te portarás bien?  - miró a Schaar y volvió a mirar a su pequeño - debo ir a hacer unos recados. Hijo mío, deberías descansar, mañana será un día un poco largo  - se puso frente a Schaar - haz que se acueste y protégelo con tu vida, por favor, debo marchar unos minutos - besó la mejilla de su hijo y sonrió a su caballero - no tardaré mucho.

Tras la salida de Radovina de la habitación, se dispuso a salir para hablar con el guardia Tomescu. Abrió la puerta y vio al guardia, al que debía pedirle que la acompañase.

- Tomescu, acompañadme, debo hablar con el Senescal Jensi Stolnic.

-Estoy a vuestro servicio, Señora-

Con paso firme y la vista al frente, el guardia Tomescu, siguió a la Condesa Dubieta. Un paso por detrás, el suficiente para, en caso necesario saltar a su frente. La distancia justa para poder vender cara su vida por su Señora.
 

- Ummm... para avisar a Otto probablemente tendríamos que esperar hasta lo noche... Mejor aprovechemos el día. Vamos ahora!

Zort salió de sus reflexiones de repente, y se puso en camino enérgicamente.

Me arrodille ante la ventana al lado de mi madre, no sin antes tomar de la mano a Veronika y llevarla también con nosotros, hacia rato que no escuchaba su hermosa voz, pero sabia que ella siempre quería rezar...

Semejante juego parecía muy complejo. Sin embargo escuchó las palabras de su madre y de su hermano, prestó atención a sus cambios en la voz y vislumbró en los ojos de su hermano y de su madre unas intenciones que eran normales. Al fin su madre había hablado como debería de hacerlo, aun así aun en su mente seguía el sonoro golpe contra los azulejos al desmayarse ella. 

No respondió a su madre, ni a su hermano. Simplemente no podía en esos momentos, y es que dicen que con un buen descanso físico y espiritual todo se ve mas claro; estaba ansiosa por poder visitar un lugar santo, con gente devota, no una capilla vacía en la que nadie había por norma. 

Solo pareció reaccionar cuando de rezar hablaban sus labios, haciendo que sus pequeños ojos claros brillasen ligeramente, ese momento era el mejor del día, el rezo por las almas de los infelices que habitaban allí, a lo que ahora se unía un rezo por su propia supervivencia. Aceptando sin ninguna farsa la mano de su hermano se arrodilló para poder hablar con dios. 

- ¿Has oído Schaar?- preguntó como si el caballero no hubiese estado en la habitación cuando Dubieta le dio la más maravillosa de las noticias.- Me portaré bien. Me portaré MUY bien- enfatizó para la madre que salía de la habitación.- Y luego tú me enseñarás a luchar. Pero ahora tengo que acostarme.- Tiberiu se subió a la cama.- ¿Me dejarás tú tu espada hasta que yo tenga una, Schaar?- preguntó mientras se metía bajo sábanas y mantas.

Finalmente, después de interrupciones y funestas nuevas, Otto había podido acercarse a las estancias de los invitados para ultimar los detalles de la inminente boda. Una vez llegó a su destino se tomó un instante, que dedicó a ordenar sus pensamientos, y llamó a la puerta de los Dravescu.

- “Seguro que no están…”- pensó, lo que le obligaría a invertir un tiempo del que no sabía si disponía para buscarlos por todo el castillo.

Schaar despidió a su Señora y a Tomescu con un movimiento de cabeza.

- Por supuesto, pero será mejor que vayamos a las armerías a buscar algo más adecuado para tí... - responde al joven - ... cuando estés preparado para ello. No te precipites, porque primero hay que acostumbrar tu cuerpo de niño a moverse como todo un Caballero y luego ya buscaremos ese arma mucho mejor que mi vieja espada - respondió mientras le posaba un beso en la frente - a dormir - le despidió, sabiendo de qué iban a tratar los sueños del pequeño aquella noche.

Con una última mirada cariñosa al niño, cerró la puerta tras de sí, quedandose a solas en el pasillo, sin moverse de la puerta y con la mirada perdida, esperando hasta que llegara Tomescu para vigilar el sueño del niño y su madre.

- Schaar había llegado a la zona de invitados procedente del patio del Castillo.

- La sirvienta Elena llega al pasillo que conduce a las estancias de invitados.

- Enseguida vislumbra las fornidas siluetas de los Guardias Boru y Tomescu, pese a la pobre iluminación que dan tan sólo un par de antorchas sujetas en soportes en las paredes.

- Los Basarab deben de estar durmiendo en su habitación.