Partida Rol por web

La joven sirvienta se sentía mejor ahora, alejada de la gente importante y de aquellos ojos que tan nerviosa la ponían. Su elegante y estilizado cuerpo se movía hacia la habitación donde se alojaba su señora con una bandeja en la mano. Nada más ver las sombras de los guardías su corazón comenzó a latir con fuerza y justo cuando pasó junto a Tomescu, toda la sangre subió a sus mejillas.

Bu..bu..buenas tardes noches- dijo con voz temblorosa. Se notaba a millas que la joven estaba turbada por la presencia del joven guardia, que tanto la atraía, aunque nunca se lo hubiese dicho. Segundos después la chica estaba entrando en la habitación, ligeramente avergonzada. Por fín se había atrevido a saludarlo. En la habitación se encontro con Doña Mariana, a quien saludo de una manera más formal, aunque aún con el color en sus mejillas.

-Buenas noches, Doña Mariana. La señora quería que calentase sus sábanas...

Estoy termidando de cerrar las cortinas, el frio de la noche no puede entrar en los aposentos de la Señora.
Me giro al ruido de la puerta al abrirse y veo a Elena. Niego suspirando y acercandome a donde esta.

Bien, pero eso no significa que tengas que calentarselas con el color que llevas en las mejillas. Niña, espero no tener que estar detras tuya por que quieras que un soldado se meta bajo tus faldas. La miro a los ojos, me recuerda a mi, pero yo no tenia a nadie que me enseñara.
Los hombres solo prometen y luego no cumplen ninguna de sus promesas. Quitate esas ropas sucias, deja la bandeja sobre la mesa y ponte tu camison, no queremos que manches estas finas sabanas.

Elena enrojeció aún más debido a las palabras de la mujer, pero mantenía una leve sonrisa bobalicona en los labios.

¡Qué ojo tiene la vieja Mariana! Sobre todo para ser soltera- Elena apreciaba a la anciana mujer, pero creía que la protegía demasiado contra las cosas que no debía protegerla.

Sólo lo he saludado Doña Mariana-protestó suavemente posando la delicada bandeja en la mesa que estaba junto a la cama- además, dudo que se fije en mí

La joven suspiró mientras se desnudaba y se ponía el fino camisón blanco que tanto gustaba a su señora. El pensar en "eso" hizo estremecer de terror a la chiquilla. Odiaba aquello que le hacía la ama, como odiaba cada golpe que le propinaba cuando no estaba satisfecha con su tarea... pero ¿qué podía hacer? Las juveniles y delicadas curvas de Elena se marcaban claramente a traves del camisón. Esas curvas que hubiesen vuelto loco a cualquier hombre tenían ejercían tambien una pecaminosa y horrible atracción sobre "La Endemoniada", como la llamaba para sus adentros. Pero en cuanto el ama se casase sería libre.

Al menos durante las noches-pensó estremecida mientras se metía en la cama

Niña he vivido mucho y se que miran y que no los hombres. Puedo asegurarte que seguro que ha visto aunque tu no lo sepas y seguro que esta pensando como meterse en tus sabanas para calentarse el.

Separo las sabanas y al ver su estremeciemiento, Deberia tal vez poner una colcha para que no haga tanto frio.
Metete en la cama Elena, y hazme caso, los hombres no son trigo limpio, nuncaLa arropo un poco, es mi pequeña, como em gustaria que encontrara a un buen hombre.

Obediente, Elena se metió en la cama y se tapó con las sábanas. Realmente era una tarea bastante agradable, aunque algo aburrida. Además, la cama era comodísima, mucho más que el incómodo jergón o el suelo donde la tocaba dormir a ella. Unos tanto y otros tan poco

No es que me queje, pero a veces pienso que una piedra caliente haría el mismo trabajo-comentó la chiquilla al ama de llaves antes de continuar en un tono más bajo y grave. Doña Mariana...¿Qué cree que pasará mañana despues de que la En..Señora se case? Con nosotras me refiero...

Me siento en una silla cogiendo mi labor y la miro.

No somos quienes para decir como se deben hacer las cosas, si la señora quiere que se la caliente la cama asi, se debera hacer asi. Ya se ocupara su esposo mañana de calentarlo con ella y las sucesivas noches.
Voy dando puntadas a mi labor, nunca puedo estar  con las manos quietas. La miro ha estado a punto de decirlo. Niego.
Seguiremos sirviendola, pero no podremos dormir en este cuarto, tal vez tengamos que dormir con los demas criados en la cocina o quien sabe puede que consigamos que nos asignen unas habitaciones cerca para poder seguir hacienod nuestras labores. No te preocupes por eso, lo averiguaremos mañana.

Curiosamente la chica parecía aliviada por esa afirmación o quizas era por la idea de que no se verían en la calle, abandonadas como perros. ¿Perros? Hacía mucho que no veía uno... Elena veía como los ágiles dedos de mariana se movían haciendo su labor y no pudo evitar sonreir. Con un suspiro apoyó la cabeza en la la almohada. Doña Mariana, aunque no era su madre, había ejercido como tal desde que tenía 6 años y ahora, diez años despues, seguía haciendolo.

Sin embargo, unos minutos después alzó la cabeza de nuevo e insistió

Tomescu parece un hombre muy apuesto... y es guardia.. No creo que sea un mal hombre- aunque no se nada de él... absolutamente nada... finalmente añadió- Además, eres demasiado pesimista... seguro que hay algún hombre bueno...

¿Porque me atraerá tanto? Si ni siquiera le conozco

Elena, mi niña, no comprendes nada de la vida. No has vivido lo que yo. Dejo la labor sobre mis rodillas mirando al vacio.

Los guardias son los peores, crees que te van a proteger y al final terminan abandonandote. Seguro que no sabias que cuando toman un castillo, los soldados que lo hacen y que luego son los guardias del mismo violan a toda joven y no tan joven que se encuentran. Sin contar que te puedo asegurar que sera mas que un asiduo del prostibulo.
Ningun hombre es bueno recuerdalo...

Elena no dijo nada, sabía que, en ocasiones era imposible razonar con el ama de llaves. Por otra parte, aunque creía las historias que la contaban no creía que el apuesto guardia fuese de esos. La chica cambio la posición para calentar otra parte de la cama. Aún recorsaba la última vez que no había calentado la cama al completo a la señora. No la había gritado, pero la mirada que lanzó mientras reprochaba su trabajo era peor que cualquier golpe.

Yo no quiero morir sola...y me gustaría tener hijos...

Todas las chicas de mi edad estan casadas y son madres

La decepción cruzó mi cara durante una fracción de segundos cuando escuché las palabras de mi padre. Apoyé mi mano en su hombro, para detenerlo antes de que fuera aún más lejos.

Padre, la noche ya ha caído... Vayamos a buscar a El Chambelán. - pero cuando me dispongo a salir, suena la puerta sin previo aviso.

Justo cuando iba a salir del dormitorio, la puerta suena. Cuando la abro, me encuentro del otro lado al Chambelán.

Buenas noches, Chambelán. En este momento mi padre y yo íbamos saliendo. - digo, mientras con un gesto le invito a pasar por simple cortesía - Adelante, pasad. ¿Qué os trae en esta nocturna visita? Es una suerte que nos encontraramos justo antes de salir.

Miré de reojo a mi padre, esperando ver su reacción. Tenía miedo que su senilidad le estuviera empezando a jugar malas pasadas. 

- Chambelán! Adelante. Justamente estábamos pensando que necesitábamos hablar. ¿Que os trae por aquí?

Suspiro mientras vuelvo a coger la labor y vuelvo a seguirla lentamente

O estan muertas de una paliza que les ha dado su marido por que no le ha dado nada mas que hijas.  Puede que aun no sea tu momento de tener marido e hijos. Todo siempre llega

NOCHE CERRADA.

El mayordomo saludó a ambos antes de aceptar la invitación del caballero.

- Trabajo…- respondió a Zort casi en un suspiro, dejando más que patente que Otto ya no creía posible ninguna conversación que no tuviera que ver con el deber. Al fin y al cabo todas las conversaciones que habían mantenido hasta aquel entonces que podían haberse etiquetado como “charlas por placer” se habían visto interrumpidas en algún momento por alguna imprevista obligación.- Sobre la boda y otro asunto no tan festivo, me temo. Pero antes de que yo os importune con más preocupaciones, podríais decirme, por favor, para qué me necesitabais.

- Por supuesto Chambelán. Zort cerró la puerta y se acercó al fuego. Parecía que en Transilvania el frío no cesaba nunca. Pensábamos que sería bueno que fuésemos nosotros a hablar con el Padre Adelmus, para tratar de poner paños fríos, y lograr su colaboración. De alguna forma somos nuetrales en los acontecimientos pasados y tal vez sea mejor así. Al amanecer nos disponíamos a ir hasta la Iglesia, si así le parece...

Me acerqué a mi padre tras permitir la entrada del chambelán, y me sentí algo aliviado de que el tomara las riendas de la conversación rápidamente.

- Es exactamente lo que mi padre le comenta, Chambelán. Queríamos saber su opinión al respecto dada la tensa situación en la que vivimos en el castillo. - a continuación, observé a mi padre. - Padre, ¿necesitáis que os acerque un abrigo?

En el oscuro pasar de la noche el pecho de la pequeña Veronika aleteaba como el de un pájaro herido. No era consciente de ello, ni de que su respiración sonaba a estertor, ni de que su sueño alterado la agitaba con temblores y espasmos.

No era más que una chiquilla, una niña asustada, cinco años apenas de vida, y nunca en tan poco tiempo como desde que se encontraba en este lugar odioso había sentido tan en profundidad lo que era la sangre, la muerte. Basarab. Eso es lo que era, y la sangre y su apellido iban de la mano.

Pero para ella, eso era una novedad.

Incluso dormida sus labios se pegaban con fuerza, sus manos se crispaban en un gesto de impotencia, una protesta que fluía de cada fibra de su ser. Impotencia, sí, y odio, y algo más. Algo que no sabía bien su inconsciente cómo calificar, en su nueva tesitura. Un adulto sí lo habría sabido: Venganza.

El alba la encontró aún dormida, aún crispada, quizá asustada. O quizá ya no.

- No soy quién para deciros que no, mucho menos cuando lo estaríais haciendo con la única intención de ayudar del mismo modo que me habéis ayudado durante los últimos meses con mis obligaciones. Una ayuda que aprovecho para agradeceros.- Miró a Zort, él era el que principalmente se había encargado de supervisar las labores de la servidumbre cuando Otto no había podido, pero el caballero Zuyla también había participado.- A ambos. Lo que sí puedo deciros es que no creo que el Padre Adelmus se niegue en el último momento a venir, no cuando fue él el que acudió para consagrar la capilla del castillo en la que se celebrarán las bodas.

- “Aunque con mi suerte…”- pensó que algo inconveniente tendría que ocurrir para que todo se fuese al traste.

- La conversación entre el Chambelán y los dos nobles Dravescu continuó en privado.