Partida Rol por web

Elena dio dos pasos atrás dejando espacio libre a su señora. El rojo de sus mejillas y la sonrisa habían sido sustituidos por una lividez que igualaba a la de aquellos demonios que, según decían, salían por las noches. Con la cabeza gacha y un gesto de la mano, la indicó que podía meterse en el agua.

No demasiado mi señora-susurró

Además...dicen que la novia debe hacer esperar a su marido

No mi señora, no hace mucho que despunto el sol en el horizonte replico mientras cojo la toalla y la dejo sobre una de las sillas de la habitacion.
Me acerco para ayudarla a desvestirse.

Luego ire a buscar las flores para que las tengais frescas para vuestro gran dia. Pero despues de ayudaros a vestiros y que desayuneis

Radovina asintió y se deslizó con elegancia fuera de la cama, dejó que su ama de llaves deslizara la ropa por su piel desnudándola moviéndose lo necesario para que a la mujer no le resultara difícil. Tomando la mano de Mariana ambas fueron a la tina donde se bañaría, el agua estaba caliente, muy caliente, el vapor salía acariciando la superficie y ascendía creando una pequeña nieblecilla. Al introducirse en el agua apretó la mano de Mariana, le costó acostumbrarse al calor del agua.

Sentada en el agua, abrazándose las piernas el cabello dorado flotaba ensortijándose sobre la superficie. Miró a Elena refilón, lo necesario para que se diera por aludida.

-Mi cabello.- Era una orden sencilla. 

-Cuando salgáis, Mariana, llevaos a Elena, que ayude al resto del servicio con los preparativos-indicó a la mujer extendiéndole el brazo para que le frotara la piel- y llamad a Boru. Quiero hablar con él.-hizo una nueva pausa mirando la superficie del agua- preguntad al servicio de mi prima quien se encargará de las flores y trabajad juntos-la mirada escarlata reflejada en el agua le devolvió el gesto que hizo, imperceptible,tomando un fino mechón-quisiera llevar flores entrelazadas el pelo-comentó.

Asiento mientras cojo un paño para ir lavandola poco a poco y con suavidad, tiene la piel demasiado maltratada de nuestro viaje.

Mandare a decirle que deseais verle y os conseguire esas flores. Sereis una novia muy hermosa mi señora. Tambien sois muy afortunada.

Una dulce sonrisa se forma en mi rostro si hay mucho trabajo. Agradezco tener trabajo, como agradezco que hayamos llegado alli, no se que nos deparara el futuro pero seguro que algo bueno. 

Elena se acercó con cuidado a la joven casadera y, con toda la delicadeza que pudo comenzó a cepillarla el pelo cuidadosamente. La joven lo tenía muy enredado, y era dificil desenredarlo sin dar tirones, por lo que Elena mojaba cuidadosamente el cepillo en el agua para ayudar al desenredado.

Cuando termine de cepillaros os haré el trenzado, mi señora

Radovina cerró los ojos con aprobación, crispando los dedos a cada pequeño tirón de Elena al intentar desenredarle el pelo.

-Las flores...-inspiró hondo dejándose acariciar por el paño con que Mariana la lavaba- han de ser rojas. -Parecía un capricho estúpido de niña, un antojo de novia. Pero ella sabía el efecto que quería dar, si no encontraba flores rojas que las pintaran- no deseo un ramo, deseo que esas flores carmesí estén prendidas al vestido, que bordeen el escote del corpiño y que estén distribuidas en el faldón, como si al pasear por ellas éstas se hubieran adherido a la tela.- sonrió  entreabriendo los labios y miró a Mariana con un pequeño destello de ilusión- ¿lo tendré?

Con el pelo desenredado y la piel nívea limpia y suave, Radovina se puso en pie para salir de la tina, desayunaría mientras Elena le trenzaba los cabellos.

Asiento mientras la escucho. Flores rojas, no se de donde las voy a poder sacar, tal vez con mas tiempo...

Hare lo que pueda mi señora replico mientras dejo el paño a un lado y cojo un lienzo para enrollarla y secarla.  Tras ello la tiendo un vestido para que pueda usar antes de vestirla con su traje de novia.

Hago una reverencia. Si me disculpais ire a buscar las flores Elena se ocupara de dejar vuestro pelo perfecto como siempre. Tambien mandare a Boru que venga a veros. 

Salgo de la habitacion y miro a Boru. Carraspeo para atraer su atencion.

Nuestra señora desea hablar contigo.  Yo tengo que ir a las cocinas a buscar algunas cosas.

Hago un leve gesto con la cabeza, a modo de despedida, mientras aun mantengo la puerta abierta para que pueda pasar. Me marcho por el pasillo, tengo aun que ir a las cocinas a buscar las flores.

Boru atiende a la llamada de la diligente ama de llaves con un asentimiento. Acto seguido, se gira hacia Tomescu y hace un gesto similar. Es una forma de dar a entender que tiene que irse, una forma discreta de comunicación entre guardias. Hecho esto, se dirige hacia la estancia de Radovina. Al llegar frente a la puerta llama con suavidad:

-Mi señora, ¿quería verme?

Radovina había estado en silencio mirándose los níveos dorsos de las manos en lo que Elena le trenzaba los cabellos dorados en lo que sería su peinado nupcial.

El sonido de la puerta la sobresaltó y la mirada rojiza de la mujer se posó en la madera repicante con rapidez.

-Adelante-dijo cerrando los ojos e inspirando hondo-Elena, no te demores con el peinado, tienes deberes que hacer con el resto del servicio, todas las manos disponibles son pocas.

Radovina se mantuvo quieta en la silla mientras su críada terminaba e indicó con un gesto de la mano a Boru que tomara asiento.

-Confío no interrumpir tus asuntos, Boru-comentó con diplomacia a la espera de que Elena terminara con el trenzado.

- El Ama de Llaves Mariana sale del pasillo hacia el patio del castillo y las cocinas.

Al oir la orden de su ama, Elena se trastabilló debido a los nervios y tuvo que volver a empezar desde cero la trenza con la que trabajaba. La chica tragó saliva pero consiguió terminar rapidadamente, antes de que la conversación se tornase personal. Obviamente, Radovina no hablaría nada personal delante suyo, pero si se retrasaba demasiado...podía castigarla y no la hacía ilusión precisamente...Además si terminaba rápido... Una sonrisa bobalicona asomo ligeramente en los labios de la chica.

Ire a buscar flores para vuestro pelo, mi señora

Tomescu contesta al gesto de su camarada, con una inclinación de cabeza. Se yergue i se apoya en el mango de su hacha.

“El día avanza lento, pero nada volverá a ser igual después de hoy “, pensó.

Y cerró los ojos a la luz de la mañana, solo un instante, con un suspiro.

Pensó en Tiberiu Radomir y en su papel en esta obra de marionetas, en el papel de su señora y en el suyo propio. Deseó con todas sus fuerzas que todo saliera bien. Aunque, él, no iba dar oportunidades al error.

Ese sombrío pensamiento le cruzo el rostro y se acomodo en su puesto.

“Ni una sola oportunidad”

De pronto la pequeña Verónika abrió mucho los ojos. Pocas cosas sucedían en el Castillo que fueran excitantes para la niña. Más bien, desde los terribles acontecimientos que marcaron su permanencia allí, los días se habían sucedido como un lento rosario de tristes cuentas. Paseos, conversaciones en voz baja, lágrimas escondidas y rezos. Algunas lecciones del Maestro de la Corte, con los otros niños, pero teñidas de seriedad y tedio.

Sin embargo, acababa de darse cuenta de que hoy sería un día distinto. Uno de fiesta, de celebración. Y, mejor o peor, aquello iluminó algo más la mañana.

-¡Madre! ¡La Boda! ¡Tenemos que vestirnos!

Con una sonrisa pintada en el rostro se soltó de los brazos de Svitlana y y corrió hacia el armario de madera, abriéndolo de par en par.

SIRVIENTA ELENA:

- Tirada de Percepción + Burocracia o Pericia: Criada.

Dejó salir una carcajada limpia y clara de entre sus labios. ¿Cuánto hacía que no reía? Pero ver a su hija tan entusiasmada, después de todos aquellos meses de mutismo, la hacía feliz. Suspiró, no entendía el motivo de su cambio repentino, pero no sería ella la que le impidiese ser feliz. Al fin y al cabo ya habían pasado bastante. 

Voy a despertar a tu hermano, y nos prepararemos-dio una última mirada a su hermosa y alegre Veronika, antes de abrir la puerta que llevaba a la habitación de Vikos. Entró despacio, y besó su frente-Vikos, hijo mio, es hora de levantarse...-le susurró, acariciando sus cabellos.

Mientras salía de la habitación, la sirvienta levantó la cabeza. Había algo que la escamaba en aquella situación...pero ¿qué?

Abrí los ojos ante la caricia y el llamado de mi madre.

-"Ya me debo de levantar? Esa es la voz de Veronika?"- dije sentándome en la cama, frotándome los ojos y extrañado por lo que sucedía. 

SIRVIENTA ELENA:

- Has obtenido 2 éxitos.

- La dificultad es siempre 7.

- Los 10 cuentan doble, no dan dados extra para tirar.

- Localizas unas flores rojas en la parte exterior del muro norte.

Dejó que Elena se marchara dejando a solas al guardia y a la dama Szantovich. Radovina consideraba que estaba sola completamente, pero Boru siempre se había mantenido ahí. Bien valdría la pena encomendarse a ese hombre.

-Mis nupcias se acercan, Boru-Radovina se incorporó con deliberada lentitud acercándose al guardia hasta quedar a uno o dos pasos de distancia de él, cobijada entre el sencillo vestido que le había puesto Mariana para no cargar con el traje de novia todo el día.- No es un secreto que no quiero... no me gusta mi futuro esposo, si bien debería considerarme afortunada por poder compartir mi lecho con un hombre que , de seguro, tiene y tendrá a aquella que le apetezca-no hizo ademán alguno que indicara que le inquietaba la infidelidad del Caballero de los Cárpatos.- mi señor esposo es fuerte y se le han permitido ciertas barbaridades sin ningún tipo de medida disciplinaria- ladeó la cabeza- y vos, mi querido Boru, tenéis más ojos que yo, encerrada en la ignorancia por los juegos de la corte. Quiero saber qué y por qué le permite seguir paseando a sus anchas, seguro que entre el servicio y los guardias algo se puede averiguar.

Radovina se llevó dos dedos a los gruesos labios mirando a Boru.

-Estoy condenada, Boru. No alcanzo a comprender a qué juegan en este castillos sus habitantes...pero he mirado en los ojos del caballero Iacobus y la oscuridad se asomaba en ellos. Oscuridad y desprecio que rezumaban tras la sonrisa -confesó con un hilo de voz- esa risa descarnada...es un demonio.- esbozó una sonrisa apagada por lo apropiado del enlace que no estaba exenta de la soledad de la propia dama.-da lo mismo lo que pretenda aparentar, sabe qué hay detrás y me da miedo.