MEDIODIA.
CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
- La muerte del sueño diurno, en contacto con la tierra de su tumba, es quizá el único momento de verdadero reposo de un vampiro. El único momento en que por un fugaz instante se ve libre de la acuciante ansia de sangre.
LA UNA DE LA TARDE.
CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
- El Lacayo Mikail entra en la antesala de las estancias del Primer Caballero procedente del Patio. Se da cuenta de que nunca ha estado este lugar tan desprotegido como ahora, ni siquiera la noche que el Segundo Caballero intentó asesinar al Secretario Ducal.
- De hecho, cualquiera podría aprovechar este momento para matar impunemente al Chambelán Otto.
// Entra en escena: Mikail. - Procede de: Salón Principal. - Pasando por: Patio del Castillo.
Mikail entró en las estancias con paso decidido, organizando los pasos a seguir en su cabeza. Fue directo a prepararlo todo para ir en busca de su Señor. Cogió unos cuantos sacos que iba a necesitar. Dos enormes y grandes, si encontraban a Durius de día y, faltos de una carreta por las malas decisiones del Capitán, tendrían que meterlo en uno y cabalgar a toda prisa de vuelta al Castillo.
En otros sacos pequeños fue metiendo los objetos más valiosos del tesoro no entregado de la boda. Había desde puñales enjoyados hasta rosarios de bellas piedras preciosas. Enrietta había hecho recuento de todo así que fue una tarea rápida y no muy costosa.
Cogió también un saquito con dinero contante y sonante que se ató al cinto y, por supuesto, la ballesta y un enorme hacha de verdugo. Sin más, salió raudo hacia el Salón, pues tenía que hablar con Enrietta. Era flagrante la falta de seguridad. Por un instante se le pasó por la cabeza la idea de que el Chambelán Otto pudiera ser atacado por alguien. ¿Había sido él el culpable de la desaparición de Innya? Desde luego sí había sido él el que había decidido el castigo del pobre Dagu. Negó con la cabeza alejando ideas locas para centrarse en lo que tenía que hacer y partió sin demora.
/ Al Salón Principal pasando por el Patio.
- Mikail sale de la antesala de las estancias del Primer Caballero pesadamente cargado con dos sacos.
// Sale de escena: Mikail. - Sigue en: Salón Principal. - Pasando por: Patio del Castillo.
- Mikail y Enrietta llegan a la muy conocida para ellos antesala de las estancias privadas del Primer Caballero.
// Entran en escena: Mikail, Enrietta. - Proceden de: Zona del Servicio. - Pasando por: Patio del Castillo.
Al llegar a las estancias de Durius, Mikail contestó a Enrietta.
- Ha ido a ver a Maserrak para sacar toda la información que pueda de nuestra misión. En cuanto vuelva partiremos. Tratemos de tenerlo todo preparado para cuando regrese.
MIKAIL:
- Te parece que Vasilov siempre ha sido el más cortito de los tres.
- Tal vez ahora mismo, mientras vosotros le estáis esperando en la antesala de las habitaciones privadas de Durius, él a su vez os esté esperando pacientemente en los establos con los caballos preparados...
Impaciente, Mikail golpeaba el suelo rítmicamente con la suela de su bota.
- No aguanto más. - Se dirigió a la servicial Enrietta.-Vamos a los establos, puede que este zoquete se encuentre allí.
A los establos pasando por el patio, con todas las cosas.
Tardaba, que tardara tanto no era normal pero...
- ¿No nos cruzaremos sin vernos?
En cualquier caso le acompaño, faltaría que terminaramos todavía más dispersos.
Justo detrás de Mikail.
- Mikail y Enrietta abandonan las familiares sombras de la oscura antesala de las estancias privadas de su amo y señor.
// Salen de escena: Mikail, Enietta. - Siguen en: Patio del Castillo (Establos).
OCASO. EL SOL SE ESTA PONIENDO.
CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
Notaba que volvía en mi, todo mi cuerpo reaccionaba recuperando la funcionalidad y el color que solía tener cuando por mis venas corría la sangre. No sabría explicar como era el despertar, quizá sería más apropiado decir volver a nacer... durante todas las noches. Nunca pensé que diría esto pero echo de menos el calor corporal que adquiere el cuerpo al ser regado por el fluido vital, el ritmo de un corazón acelerado cuando la situación no es favorable y los nervios se apoderan de ti... echo de menos el estar vivo, el ver un amanecer. Todo lo que antes eran detalles nimios en los que nadie se para a pensar la suerte que tiene de poder disfrutarlos hasta que se los arrebatan. Algo a lo que debo empezar a hacerme idea que nunca más van a volver a estar ahí, que todo lo que pueda llegar a "sentir" es una mera simulación para poder permanecer cercano a aquellos que no disfrutan aquello que yo añoro.
Volvía a estar despierto, los temores de no volver a abrir los ojos se esfuman al mismo tiempo en que soy consciente de que mi cabeza no pende de una estaca. De que mi cuerpo no es un montón de cenizas dispersadas por la brisa. Sigo aquí y no hay ningún sonido que me indique que el castillo ha sido asaltado, nada excepto el sonido del arañar de mis ropajes contra la tele que reviste mi receptáculo de descanso. Aún así tardo unos segundos en levantarme, no quiero verme sorprendido ante algún invitado no deseado al que se le haya pasado inadvertida mi presencia. Pese a la sensación de peligro soy incapaz de abandonar mis aposentos sin antes arreglarme como es debido, siguiendo un protocolo perfectamente calculado. Perfumándome sin llegar a la exageración para evitar cualquier tipo de olor indeseable que pueda alertar de mi condición a cualquiera. Nada me avergonzaría más que eso.
Tras esto, salgo de la habitación, mirando a los lados, tratando de ser lo más sigiloso posible aunque sin parecerlo a ojos de cualquiera que esté mirando hacia mi posición. No quiero levantar sospechas ni en el bando enemigo ni en mi propio bando, sólo quiero evaluar la situación poco a poco. Me dispongo a ir hacia el salón principal a menos que por el camino descubra que estamos siendo atacados, con lo que tomaré dirección contraria e iré a escaparme en el bote seguro que se encuentra tras la puerta secreta en la bodega, creo recordar.
Me despierto gastando todos los puntos necesarios para parecer humano completamente.
Salgo en dirección a la Sala Principal.
CHAMBELAN OTTO:
- Sales del ataúd con tierra de tu propia tumba, la única cuyo contacto te proporciona un placentero descanso diurno.
- Te sientes hambriento.
- Al despertar, gastas 5 de Sangre Corazón, para adoptar un aspecto totalmente humano. Tienes: Sangre Corazón: 05/15. Sangre Robada: 36/36.
- Comienzas a adecentarte, estarás listo en media hora.
Cuando esté preparado salgo en dirección al salón principal.
¿Cómo consigo sangre corazón?
CHAMBELAN OTTO:
- Mientras te lavas y te vistes con ropas limpias piensas.
- Tu Sire te enseñó a alimentarte de prisioneros en las Mazmorras.
- Sientes pena y asco al alimentarte de esos desquiciados despojos humanos torturados que nunca se lavan y que siempre apestan a enfermedad y a mugre.
- En ocasiones has "tomado prestados" a los siervos de tu amo y señor, aunque sabes que eso a ellos les desagrada profundamente.
MEDIA HORA TRAS EL OCASO.
CHAMBELAN OTTO:
- Listo, estás seguro de que tienes un aspecto espléndido. Quizá mejor incluso que el que tuviste en vida.
Orgulloso con el resultado, me miro en el espejo para terminar de colocarme la ropa en una posición óptima. Comienzo a sentir un hambre atroz punzante en el estómago. Decido cambiar mi objetivo y pasarme por la cárcel para alimentarse.
-Salgo en dirección a la cárcel.