Partida Rol por web

El carcelero continua inconsciente, con su rostro pálido como la cera, respirando con dificultad.

- Durius hace un visible esfuerzo, sus brazos parecen inflarse de forma antinatural y finalmente la cerradura de la puerta de la celda cede, y ésta queda abierta.

DURIUS:

- Percepción + Medicina u Ocultismo.

DURIUS:

- Observando a simple vista a Carcelero deduces que ha sido desangrado por un vampir y llevado al borde de la muerte.

- Se podría acabar con él simplemente bebiendo la poca sangre que le queda, o se le podría restaurar a plena salud y potencia  dándole 25 puntos de sangre (aunque con 10 ya podría levantarse, si bien estaría con ansia de sangre).

Ferenk torció el gesto cuando vio a los guardias de Carcelero. No era su porte ni su saber estar lo que había acabado con ellos allí abajo, y sin duda llevaban una existencia desagradable, pero nada justificaba que se encontraran en ese estado. La borrachera no solo los había despojado de la consciencia, los había despojado de la máscara de brutal crueldad que mostraban cuando hacían su trabajo, y había revelado su naturaleza de auténticos despojos humanos.

Carcelero ofrecía una estampa igualmente patética, pero por diferentes razones. El rey de las mazmorras yacía en una de sus propias celdas, inmóvil y pálido como un cadáver, pero respirando, y agarrando todavía su manojo de llaves. De algún modo, la puerta estaba cerrada, lo que indicaba que o bien el intruso disponía de una copia de las llaves, o había sido el propio guardián quien se había encerrado, antes de perder la consciencia.

No tuvo tiempo, ni necesidad de ayudar a Durius. Ferenk vio como, tras una suave tentativa, los músculos del Secretario se hincharon bajo su armadura, tensando el metal, y la puerta cedió bajo su poderoso envite.

—El vampyr se ha alimentado de él —Ferenk señaló lo que parecía obvio, sin necesidad de posteriores comprobaciones. Hizo una pausa, tragó saliva ruidosamente y se humedeció los labios antes de proseguir—. ¿Sobrevivirá a esto? ¿O puede... puede restituir la sangre que le han arrebatado?

La puerta había cedido con cierta facilidad, pero el panorama no había mejorado ahora que estaba más cerca de Carcelero.

-Está al borde la muerte. Podría aliviarse su agonía, poniendo fin a su sufrimiento. Por sí mismo, no sobrevivirá. Pero puedo ayudarle a salir de esta, si bien a un precio considerable -miró a Ferenk directamente. En los verdes ojos de Durius había un claro mensaje. La vida de Carcelero a cambio de otras.

DURIUS:

- Un ser humano típico tiene 10 niveles de sangre. La pérdida de 1 nivel de sangre implica recibir una Herida de tipo Letal por desangramiento. Recuperarse de 1 Nivel de Herida (Magullado) supone un solo día de descanso y alimentación normal, recuperarle del segundo nivel de Heridas ya son tres días (más el día para recuperar el nivel de Magullado), por encima de eso el tiempo de recuperación puede llegar a medirse en semanas.

- Si no recuerdo mal quedan vivos 13 prisioneros.

Sangre de Durius:

• Sangre Corazón: 17, 12,
• Sangre Robada: 42.

Te quedan 12 puntos de sangre corazón. Este tipo de sangre es la que está almacenada en tu corazón muerto y marchito. Gastarla se nota menos, pero te deja más hambriento. La sangre robada se almacena en el resto de tu cuerpo, es mucho más abundante, por lo que supone menor sacrificio, pero al gastarla o perderla, el aspecto de Durius se vuelve cada vez más cadavérico e inhumano, más vampírico, lo que evidencia para cualquiera que le vea su verdadera naturaleza.

Tras unos segundos en silencio, meditando las posibilidades, volvió a hablar.

-En estas mazmorras hay una docena aproximada de prisioneros si no me equivoco. Una reserva suficiente como para proporcionar a Carcelero una garantía de supervivencia sin poner en peligro nuestro suministro ni acabar con vida alguna. Nuestro Carcelero no quedará satisfecho, pero vivirá, y en los próximos días, se recuperará. Pensándolo bien, incluso ellos podrían proporcionar algo de valor -dijo señalando a los mazmorreros-. Cuando menos, servirían para algo más que para dormir su borrachera. Pero necesitaré vuestra ayuda y es posible que no os resulte especialmente agradable verme. Mas pensad que si vos fuerais quien se hallara en su posición, habría de obrar de idéntica forma. ¿Cuento con vos, Capitán?

Ese día, que había comenzado con una boda, había dado paso a una noche en la que las bestias que guardaban dentro los habitantes del castillo se iban dando a conocer, una tras otra. Y a la muerte, claro, la muerte de hombres y bestias.

Ferenk asintió a las palabras del Secretario Durius. No merecían algo mejor, ni los prisioneros ni los guardias. Estos, especialmente, no merecían siquiera la misericordia de conservar su miserable vida, pero en la precaria situación que quedaba el castillo, bien podían acabar siendo necesarios.

—¿Qué debemos hacer? —La voz de Ferenk volvía a sonar con la firmeza habitual.

Durius profirió algo similar a un suspiro.

-Restituir parte de lo que ha perdido. Básicamente lo que el vampyr Basarab le quitó. Beberé de todos ellos. Una cantidad mínima que no hipoteque sus vidas. Y haré beber a un tiempo a Carcelero de mis venas. Empezaré con esos cinco -dijo mirando a los mazmorreros-. Y seguiré con los prisioneros. Tomad las llaves de Carcelero, e id abriendo las puertas de las celdas conforme deba acceder a ellas. Cuando acabe cerradlas. Y si hubiere algún problema, especialmente con esos cinco, ayudadme. 

A DOS HORAS PARA EL ALBA.

- El proceso se ha completado.

- Durius ha bebido sangre de todos los humanos normales presentes y ha proporcionado sangre a Carcelero, más que suficiente para hacerle recuperar la consciencia y la salud (si bien dejándolo algo hambriento de más sangre).

CARCELERO:

- Has recuperado toda la sangre humana y todas tus Heridas.

- Necesitarías 12 puntos más de vitae vampírica para estar completamente saciado.

El carcelero despertó sintiendo que la vida en estado puro recorría sus venas. Sentía el sabor, salado y metálico, pero más dulce que ningún manjar que el hombre hubiese creado. Por un momento, el mundo se redujo a la carne fría apretada contra sus labios, y a la vitae caliente que se derramaba por su garganta y llegaba todo su cuerpo, devolviéndolo al mundo de los vivos por obra de su señor...

Su señor... aquel no era su señor. Era el sustento vital de otro. El corazón se le aceleró de golpe. Los últimos momentos regresaron a su mente. Tenía que vivir, por su señor, para alertar del peligro de quienes conspiraban contra su amo. Pensando en no fallar a su amo, había sacado fuerzas de donde no las tenía para escapar al abrazo mortal y encerrarse en su propia celda.

Cuando el caballero de Slobozia, que había sido designado por su señor para que fuese como su señor, le retiró el alimento, sintió ganas de llorar como un niño de pecho al que su madre retira la teta. Pero no era el momento de aquello. Había luchado por su vida para servir a su señor, no para gozar de placeres que no merecía.

- Caballero de Slobozia... - pronto se dio cuenta de que no estaban solos -. Capitán... He fallado al amo. Por mi desidia... Tal y como sospechaba el capitán, una criatura se ocultaba en las catacumbas, y utilizó las mazmorras para entrar y salir del castillo, o al menos para salir, puesto que no la vi. Entrar. Debió ser un vampyr, pues me atacó con una fuerza y velocidad inhumanas y yo... yo no pude hacer más que huir cuando trataba de arrebatarme la vida y encerrarme en aquella celda - señaló la celda con el dedo -. Con la esperanza de sobrevivir y poder alertaros. Me pareció, no lo podría decir con seguridad, que la criatura cargaba algo, un gran bulto. Podría tratarse de un hombre, pero también podría haber sido un saco con riquezas, comida o un animal. No sabría decirlo, pero algo se llevó del castillo de mi señor

El Carcelero hizo una pausa, mirando al suelo como un hombre derrotado.

- Yo... no pude ni siquiera dar la voz de alarma. Pero si me lo permitís, acompañaré a quien sea necesario para peinar el entramado de túneles hasta encontrar a esa criatura... aunque ningún hombre, ni siquiera los que se ven favorecidos por los que son como mi señor, o como vos, tendría la oportunidad contra ella. O tal vez ya no tenga sentido. Os he fallado, y aceptaré el castigo que queráis imponerme, pero si mi vida sirve de algo, permitidme que la ofrezca para encontrar a esa criatura que ha allanado el hogar de mi amo. 

-Llorar sobre la sangre vertida carece de sentido, Carcelero. Habéis sido víctima y en vuestra condición de presa tenéis vuestra particular ofensa y tortura. Por la amenaza vampyr no debéis preocuparos, pues ya no existe. El guerrero de sangre Farkas acabó con quien os atacó y se había guarecido en estas catacumbas. El bulto al que os referís y que decís portaba, era sin duda el cuerpo de Adelmus Basarab, al que probablemente convirtiera en su chiquillo en un último gesto de amor... familiar -dijo Durius-. En cuanto a vuestro castigo, Carcelero, este no es otro que el de seguir vivo y sirviendo como os corresponde para quien os da vida y alimento. Y ahora, asuntos graves me reclaman y ya hemos perdido mucho tiempo en este lóbrego lugar. Descansad y recuperaos y tened la consciencia de que debéis a los prisioneros vuestra vida. Sin duda, una nueva poco agradable. Velad por ellos, pues deberán seguir proporcionándoos el icor necesario para que os recuperéis totalmente. Capitán Ferenk, regresemos al salón. Nos aguardan y ya no restan sino un par de horas para el alba.

El Primer Caballero fue como un hombre que prueba un bocado de cada plato, dejando el resto del manjar en el plato. Ferenk asistió al sistemático proceso de alimentación con extraña fascinación. No parecía haber en Durius nada del salvaje éxtasis que le invadía a él al consumir el fluido vital. Quizás era diferente para los vampyr,  o quizás el Secretario se forzaba, y hubiera apostado a que ese semblante impertérrito no era más que la muralla inmutables de un castillo cuyo interior albergaba un maremágnum de vida efervescente, a no mostrar el placer que la sangre le proporcionaba.

Tal y como se había provisto de sustento, Durius dejó que su sangre fluyera entre los labios de Carcelero, trayéndolo de vuelta al mundo consciente. El hombre prácticamente lloraba, embargado aún por el terror de su anterior encuentro, y la vergüenza de haber traicionado la confianza de Su Señor. En eso, todos los habitantes del castillo habían tenido parte, sin dudas. Algunos habían pagado por ello un alto precio, y otros lo harían en los próximos minutos, pero Ferenk no dudaba que no todos lo harían.

—Carcelero —dijo Ferenk, tras el intercambio de palabras entre el vigilante de las mazmorras y Durius—, aprenda de sus errores en el día de hoy, pero no se torture por ellos. Todos hemos fallado al Señor. Las afirmaciones de Farkas Deli de hace unos días eran, al parecer, certeras.

Ferenk salió de la celda y se encaminó de nuevo al exterior, junto con el Secretario.

- Durius y el Capitán Zarak salen de las Mazmorras.

El carcelero se queda cabizbajo, pero aliviado de saber que al menos el enemigo de su señor ha muerto.