Partida Rol por web

PATIO DEL CASTILLO Y ZONAS ADYACENTES:

UNA NOCHE DE INVIERNO DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y SIETE.

NOCHE CERRADA.

SITUACION:

- El Caballero Zuyla Dravescu y Maserrak de Flambeau están en la pequeña Capilla del Castillo (edificio aledaño a esta zona).

- El Caballero de los Cárpatos, el Capitán Zarak, el Sargento Dominik, el Escudero Flaviu, y Zort Dravescu están saliendo de los Barracones de la Guardia (edificio aledaño a esta zona).

- Un grupo de seis guardias ducales llevan a cuatro guardias al servicio de los Basarab con las manos atadas a la espalda. Los conducen desde los Barracones a las Mazmorras del Castillo.

- Bajo la columnata, ante las puertas que conducen a las habitaciones asignadas a los Szantovich, están el Guardia Tomescu (de guardia) y Schaar Dvy (el protector de la dama Dubieta Szantovich).

- Ha salido al patio del castillo en mitad de la fría noche de inviernos una niña de cuatro años en camisón: Veronika Basarab. Parece confusa, nerviosa y desorientada. Busca la Capilla.

- Un rato después de que se hayan llevado a los prisioneros, otro grupo de cuatro guardias ducales llevan un par de sacos de arpillera (uno de ellos completamente ensangrentado) a la Capilla del Castillo.

CAPILLA DEL CASTILLO:

- Maserrak le toma el pulso a Giorgina Basarab, comprobando que está definitivamente muerta.

- Después atiende al Caballero Zuyla Dravescu, comprobando que se siente indispuesto, tal vez por lo sucedido.

El corazón me da un vuelco en el pecho al no encontrar a mi pequeña Veronika en su habitación. Acto seguido comienzo a buscarla, nerviosa. ¿A dónde demonios piensa ir esta chiquilla en medio de la noche?

Al vislumbrar el patio la descubro allí, pequeña, nerviosa y desorientada... Corro hacia ella, asiendo sus brazos con fuerza sin casi darme cuenta, y zarandeándola en medio de mi desespero-¡cómo se te ocurre asustar así a tu madre! ¿A dónde pensabas ir a estas horas?

Iacobus, que ya había abandonado a sus espaldas a los barracones apenas alcanzó a escuchar lo que decía Zort. ¿De dónde había sacado eso? Se dirigía directo a su objetivo, cuando vio a la niña en medio del patio a oscuras. La percibió, mejor dicho. Como era parte de su dirección se acercó a ella.

- ¿Qué hacéis en plena noche aquí, en medio de la oscuridad?

- Svitlana Basarab ha salido corriendo de su habitación hasta dar con su hija Veronika en el patio del Castillo.

Veronika le iba a contestar a su madre casi que con malas maneras, la niña tenía la nariz roja y los ojos vidriosos. Pero se quedó quieta cuando vio al que había matado a su tía, el mismo que les había mirado de una forma extraña varias veces, y que había hecho retroceder a su hermano en mas de una ocasión, pero a ella no, acercarse y hablarle.

-A la capilla...murmuró con un mohín de indiferencia ante el caballero, o al menos lo intentó, ya que o se sorbía la nariz o esta gotearía.

Va a responder a Zort cuando ve a la niña Basarab caminando sola por el patio de armas, y como la madre de esta va corriendo hacia ella. 

- Seguidme si os place Zort - el capitán se acerca a madre y niña y les sonríe a ambas sin afectación alguna- No es el mejor momento para que estén fuera de sus habitaciones, nobles damas  

Cuando veo acercarse al caballero Iacobus Radoslav se me hiela la sangre. No estoy del todo segura de si se trata del hombre que acabó con la vida de Giorgina, pero la reacción de mi hija no deja lugar a dudas. Las piernas me tiemblan bajo el vestido pero no debo olvidar que soy una Basarab. Por hoy mi casa ha sido suficiéntemente deshonrada, y al menos yo debería dar ejemplo y conservar la dignidad que se espera de mi persona. Miro fijamente al caballero, de forma fría y reprobatoria, deseando dar rienda suelta a los improperios que se agolpan tras mis labios, mas tragándolos para proferir palabras cordiales-ya lo habéis oido, caballero Radoslav, ahora si me disculpáis...

Antes de que pudiera llevar a Veronika conmigo se acerca el Capitán Zarak. Procuro suavizar la expresión en mi rostro. Él no tiene culpa de lo sucedido, sólo yo, mis hijos, el Duque y el caballero Radoslav. Si tan sólo pudiera marcharme con los niños ahoramismo y olvidar el dichoso juramento... -buenas noches, Capitán Zarak-propicio un asentimiento a modo de saludo-en efecto no son horas, y eso bien lo sabe esta pequeña dama...-vuelvo a tomar el brazo de mi hija.

Iacobus observó a la niña, que le respondía intentando aparentar indiferencia, y luego a la madre, que le respondía intentando aparentar dignidad. Una sonrisa de costado curvó sus labios. De tal puta, tal astilla. ¿Es que ni la niña se daba cuenta lo que hacía, ni la madre se daba cuenta de enseñarle? Si la niña lo hiciera sabiendo perfectamente las consecuencias, de hecho, asumiéndolas, ganaría con sus cuatro escasos años parte de su respeto. Pero el caballero de los Cárpatos sabía que sus acciones eran irreflexivas, que no tenía idea alguna de dónde estaba parada, y que su madre evidentemente no tenía dos dedos de frente o para saber jugar el juego, o soportar las consecuencias de no hacerlo.

El capitán Zarak, por su parte, no podía integrar mejor aquel desarticulado conjunto de inútiles. En fin.

- Ah, sí. Encontraréis la luz que necesitáis en la Capilla - respondió Iacobus, ambiguamente, y dejó de mirar a la niña para posarse en la madre - En efecto, la pequeña dama sabe muchas cosas, hoy lo ha demostrado con meridiana cabalidad. Es para felicitarle, ¿verdad?

La oscuridad se ceñía tan fuerte sobre los cuerpos que la sangre Basarab, de la armadura del caballero, apenas se veía como algo que no fuera sino suciedad. Los ojos del caballero de los Cárpatos estaban fijos, pupila contra pupila, en los de la dama noble. Hasta que la dejaron, finalmente, y levantó una mano señalando a la Capilla. 

- Mejor que no os extraviéis más de lo que ya estáis.

Miró al capitán, luego al emisario, y se dirigió directamente a los aposentos de Durius.

Aquel día parecía que los niños solo traerían susto a sus progenitores. Por suerte Zort ya no debía criar a nadie. Y había vivido todo aquello, el alerta constante, la preocupación diaria por su linaje. De un momento a otro los altivos Basarab habían sido convertidos en simples rehenes... como todo noble que habítaba ese castillo mas allá de su apellido. - Buenas noches nobles damas... Zort saludó a Svitlana y Veronika, esperando que salieran pronto del patio, hacia sus habitaciones. - Capitán, terminemos esto de una buena vez. Llevemos a los presos a las mazmorras.

Le sostengo la mirada al Caballero Radoslav, mientras tirando del brazo de mi hija, la resguardo tras mi cuerpo, en un gesto instintivo de madre que procura resguardar a su progenie del peligro. 

La llegada de Zort Dravescu resultó de lo más oportuna, me sentí totalmente aliviada, ahora que había más de un hombre que parecía mostrar más respeto por las damas que aquel caballero desalmado que había matado a Giorgina.

¿Cómo presos? ¿Es que ha habido algún altercado más esta noche?-digo preocupada, ¿alguien más habría muerto?

El petimetre envaino la daga y se aliso la túnica. Saco de la manga un pañuelo y se limpio un par de gotas de sangre que corrían por su mejilla. Esta vez parece que la sangre del combate me ha salpicado. Luego avanzo con el resto en dirección al patio, mientras guardaba de nuevo el pañuelo.

Una niña y una dama corriendo por el patio del castillo en una noche tan aciaga. ¿Qué buscaran?. Al acercase comprobó que eran la dama Basarab y su hija. Permítame un consejo, bella dama, y no me toméis por descortés o atrevido, al hablar sin haberme presentado. Soy el escudero Flabiu. Las noches son un mal momento para realizar preguntas, están cargadas de sombras, y pueden desorientarnos cuando buscamos la luz.

Permítame que le acompañe a sus aposentos, hoy ha sido un día duro para ambas. Dice mientras mira a la dama y a su hija, usando un tono comprensivo en sus palabras. Seguro que las luces del día despejan las dudas que se han creado por la noche. Tenía muy pocas opciones de que la dama aceptara su oferta, pero tenía que intentarlo. En cierto modo, quería agradar a la dama, y demostrarle que en el castillo no todo eran sombras. 

- Que la Condesa y nuestro joven Señor no abandonen sus estancias esta noche - murmuró en un hilo Schaar a Tomescu, que le acompañaba silencioso y atento.

Aciaga noche se había transformado lo que parecía una más de tantas otras. La rutina prevista había desembocado en un baño de sangre y la exterminación de gran parte de los representantes Basarab del castillo.

El joven guerrero dió unos pasos adelante, para personarse junto a la dama, los sucesos que había presenciado aquella noche parecía no tener fin - por favor, dejen que Flaviu les acompañe a sitio seguro - invitó a las dos mujeres allí presentes con tono cortés, mientras que lanzaba una mirada fría al Caballero de los Cárpatos.

- El Caballero de los Cárpatos está cubierto de la cabeza a los pies de sangre que mancha su pesada armadura de caballero.

- Oscura sangre Basarab y también sangre humana corriente.

- Captáis a la perfección el olor de la sangre, y la diferencia entre ambos tipos de sangre.