- Dama Radovina sale corriendo al oscuro Patio. Por suerte ahora llueve menos y hace menos frío que antes.
- En poco tiempo da alcance a su prima Dubieta, al hijo de ésta Tiberiu, al guardia Tomescu y a un joven sirviente de pelo rubio.
- También ve al temible Capitán Zarak, acompañado de un guardia ducal y de Boru, el guardaespaldas de Radovina.
// Entra en escena: Radovina. - Procede de: Estancias de Invitados.
Salió el noble guardia tras el capitán, con la cabeza agachada y extrañamente más pálido de lo que ya era común en él. Al mirar atrás, cerró la puerta de las mazmorras cuando al girarse descubrió que el patio estaba ocupado. Su primera mirada fue hacia la Dama Radovina.
- Capitán, si me disculpa. - Le pidió de forma educada, acercándose entonces hacia su Dama y Señora, clavando la rodilla en el suelo y agachó la cabeza.
- Mi señora. - Susurró, con la cabeza agachada esperando su respuesta.
El muchacho, la vista descompuesta por el terror, se lanza a correr a través del patio buscando sin sentido un lugar que no sabe dónde está.
-¡Schaar! ¡¡Shaar...!!
Salen al patio Mikail y Vasilov, acompañando a un dormido y agotado Maserrak.
El patio se encuentra transitado a esas horas, con varios de los guardias de Ferenk, así como buena parte de los Szantovich, y el joven Lindor.
Entran en escena: Lacayo Mikail, Lacayo Vasilov, Maserrak de Flambeau.
Vienen de: sala de estudio.
Sin mirar a nadie me dirijo directo a las Mazmorras.
A las Mazmorras.
Con su peculiar caminar y la cabeza bien alta, Mikail seguía a Vasilov y a Maserrak de nuevo hacia las mazmorras.
A las Mazmorras.
Me intrigaba qué estaba ocurriendo, así que salí bajo la lluvia a pesar de mis retinencias después de haberme puesto una ropa seca. Miré a mi prima y después a su pequeño que corría sin sentido por el patio.
- Ve y tranquilízale, que te cuente qué ha pasado.
Me dirigí a Boru.
- ¿Has descansado? Le miré durante unos segundos y torcí el gesto. - Te ves muy pálido, ¿qué ha ocurrido?
Aflojó su agarre permitiendo que, mientras esperaba alguna reacción significativa del Capitán, su pequeño lograra soltarse. Lo que no esperó fueron sus gritos y casi enloquecida carrera a no sabía muy bien dónde. Pero Dubieta lo sabía, y sin embargo cada cosa tenía su tiempo, incluso en aquel aciago momento. Curiosamente tomó ventaja de la situación y fue en busca de su retoño.
- ¡Para, Tiberiu! -Procuró situarse en un lugar intermedio donde poder detenerlo.
- Sin refrenar el paso, el Maestro Maserrak y los dos lacayos de Durius descienden a las Mazmorras del Castillo.
// Salen de escena: Maserrak, Vasilov, Mikail. - Siguen en: Mazmorras.
LA HORA DE LAS BRUJAS.
COMIENZA EL SEIS DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
El patio se mantiene frío y oscuro pero esa sensación de que todo está perdido o esa oscuridad que oprimía el ambiente hace minutos ya ha desaparecido- Lo que queda ahora es solo el clásico ambiente nocturno de Transilvania, que según las historias alberga más temores que cualquier otra parte del mundo. El Maestro Maserrak me ha enseñado muchas cosas acerca de nuestra tierra y entiendo que soy afortunado de crecer entre estos terrores pues me vuelven un hombre tan fuerte como pocos.
"Desearía mucho ver a mi Maestro o a Durius ahora."
De pronto le veo- Es el Maestro Maserrak que se dirige a las mazmorras junto con otros hombres. No lo dudo un momento y corro hacia él sin poner atención de nada ni de nadie a mi alrededor. Sea lo que sea lo ocurrido ya terminó y sea lo que sea que haga el Maestro es importante. Si puedo ayudarle y no lo hago, jamás me lo perdonaría.
//A las Mazmorras
-¡Schaar! -grita el niño hacia su madre-, ¡le hacen daño! ¡Le hacen daño...!
El capitán abandonó las mazmorras con la fatalidad plasmada en las arrugas de expresión de su rostro juvenil. Su mandíbula, sin embargo, estaba tensa como la cuerda de una arbalesta, y esta vez sus pasos eran firmes, sin atisbo de los titubeos que habían acompañado sus movimientos durante los últimos días.
Los lacayos de Durius escoltaban a un agotado Maserrak, y las Damas Szantovich se encontraban en el patio, acompañadas de Tomescu y los dos pequeños.
—Señora —devolvió el saludo a Dubieta, para reconocer después los ojos encarnados de Radovina—. Señoras. El peligro en el castillo ha pasado por el momento, por fortuna, pero todavía nos acechan los últimos aliados de los Basarab. No podría perdonarme que las invitadas de Mi Señor sufrieran el menor daño. Ruego que aguarden la llegada del alba en sus aposentos.
Tiberiu gritaba el nombre de Schaar Dvy, desesperado. Cuando lo había dejado anclado a la pared de la mazmorra, el antiguo caballero apenas respiraba. Ferenk apretó los labios, haciendo un esfuerzo por ignorar los lamentos. Los hombres como él no mueren fácilmente. Y si lo hace, ha sido su elección.
Cuando el pequeño Lindor pasó corriendo a su lado, estiró la mano para detenerlo, agarrándolo del brazo.
—El maestro tiene obligaciones que atender, y todavía no está recuperado de sus heridas. Podrás hablar con él más tarde.
- La orden del Capitán impide al joven Lindor proseguir hasta las Mazmorras del Castillo.
// Acción de cambio de escena de Lindor abortada.
- Los Lacayos Mikail y Vasilov salen de las Mazmorras, ayudando a andar al guardia Hakir, quien es obvio que ha recibido atención médica, como evidencias sus vendajes. Pasan por el Patio en su camino a los Barracones.
// Pasan por escena: Hakir, Mikail, Vasilov. - Proceden de: Mazmorras. - Siguen en: Barracones.
El Capitán me detiene y le miro con enojo. Veo como los heridos comienzan a salir de ahí y le indico con la mano antes de reprochar:
- "No voy a hablar, voy a ayudar. He estudiado con el Maestro Maserrak, puedo ser de utilidad con los heridos."
Me molesta mucho cuando piensan que por ser un niño soy un inútil. Tengo a mi corta edad más educación que muchos de los presentes y tengo la madurez necesaria para saber como ser un aporte y no un estorbo.
- No, mi señora. - No, desde que se le había permitido marchar y descansar, comer algo, beber algo y descansar algo... todo había sido un autentico caos, que habían terminado con no pocos hombres muertos y otras tantas bestias sueltas por allí. El cansancio ya había pasado a formar parte de su expresión natural, llevaba varios días maldurmiendo, sin apenas comer ni beber y luchando por su vida y la de su señora.
- Es... - No llegó a terminar la frase, mirando fugazmente y de reojo a la Dama Dubieta. - ...difícil de explicar, mi señora. - Aquella mirada de gravedad pasó al Capitán y a la Dama Radovina. - Y no menos breve. - Añadió, a la espera y esperanza de que la mujer le diera permiso para hablar en privado.
No sin esfuerzo logró parar a su pequeño para comprobar que además del sobresalto en su voz su rostro reflejaba una angustia desmedida. Poniéndose a su altura lo atrajo en un cálido abrazo para, al poco, acariciar su rostro intentando infligir algo de tranquilidad que a duras penas ella misma lograba retener. Susurró de la misma forma que hacía cuando la noche caía y su retoño se sumía en un sueño acogedor.
- Shhhhhh... -Ya no era extraño comprobar hasta qué punto la afinidad entre su hijo y Schaar se hacía patente-. Ya sé, mi vida. Ya sé...
Depositó un suave beso en su frente y se puso en pie, buscando la mirada del pequeño sin apartar aún la mano de su rostro. Retiró con el pulgar un amago de lágrimas y al verlo así, desvalido y afligido, hizo que sus ojos se oscurecieran. Atrás se quedó el cielo espléndido de verano para plasmar algo tormentoso, y como su hijo no necesitaba ver la oscuridad que estaba envolviendo su alma tomó su mano y se dirigió nuevamente al Capitán.
- ¿Dónde se encuentra Schaar Dvy?
Parecía necesario una pregunta directa para alejar toda aquella pantomima, y sin embargo fue realizada con la entereza necesaria y sin un ápice de reproche. De inmediato se fijó en la puerta por la que acababa de salir los lacayos de Durius y un guardia, y por un instante su mirada pareció adentrarse en las entrañas del castillo. Miró nuevamente a Ferenk y con infinita paciencia esperó una respuesta honesta.
Itsvan permaneció en silencio ante el incómodo encuentro. Triste noticia la que habría de comunicar el Capitán. Itsvan desvió la mirada de las señoras y se concentró en la muralla y las tareas defensivas a llevar a cabo. Con Hakir herido, y si Boru era ahora requerido por su Señora, solo quedaban el Capitán y él. Nadie haciendo la ronda y ya apenas hay luz. Qué desastre de defensa.
DUBIETA:
- Sientes el aire volver a entrar en sus pulmones.
- Ha regresado al mundo de los vivos por sus propios medios, pero está agonizantemente débil y su situación es extremadamente precaria.