Partida Rol por web

- Maserrak sube deprisa las escaleras que conducen de la Sala de Estudio a su habitación.

MASERRAK:

- Tiradas ocultas: Percepción + Consciencia, y Percepción + Investigación.

MASERRAK:

- En efecto, hay ruiditos en la oscuridad de tu estancia. La mayoría provocados por el viento en la ventana, unos pocos procedentes de las redomas alquímicas, y el resto por las ratas que anidan en algunos agujeros.

- Eso no es relevante, lo relevante es que alguien ha manoseado tus cosas, tu material alquímico y tu libro de magia.

- La puerta ha sido forzada, la madera entorno a la cerradura ha sido arañada por un cuchillo o una daga. Algo torpe y apresurado, pero al mismo tiempo obra de alguien muy habilidoso, pues pocos serían capaces de abrir esa cerradura sólo con una simple daga. Estás casi seguro de que ese alguien ha sido el lacayo Mikail, y que nadie más que él ha entrado en tu estancia.

- El guardia ducal Itsvan sube las escaleras, antorcha en mano. Ve que la puerta del dormitorio del maestro de la Corte ha sido forzada y que maese Maserrak está dentro.

MASERRAK:

- Justo cuando acude Itsvan a interrumpir o a molestar, te percatas de que te falta uno de tus frascos.

- El que contenía el corazón marchito del especímen de humano bestial que trajo el noble Kars Kadar. Esperabas poder usarlo junto con la sangre de Giorgina Basarab en un experimento encaminado a desarrollar por fin tu primera Pócima de Longevidad...

Aquel suceso me hizo volver a mi desconfianza en la raza humana. Yo, que había traído hasta aquí a un pueblo casi entero, atravesando esta tierra estéril llena de peligros, que siempre he sido amable con la gente del castillo, especialmente con los más necesitados... No creo que haya un criado que pueda decir que no hice lo que estuvo en mi mano para hacer su vida mejor, y me encuentro con esto...

" Sucio perro mentiroso... - pensé.- Le di una oportunidad, le otorgué el beneficio de la duda y a cambio me escupió a la cara sus mentiras... No habrá piedad para él..."

Esperaba que no faltase nada más, que me hubiera robado un frasco que no tenía ninguna utilidad para él ya me parecía extraño, pero ya no necesitaba más detalles: Durius sabría de esto e impartiría justicia. Después volvería para registrar todo a fondo, pero por el momento recogí mi bien más preciado, el libro de hechizos de mi maestro, para evitar nuevos robos, y salí de la habitación tratando de dejar la puerta lo más cerrada posible.

Al salir me crucé con el guardia Itsvan, que seguramente había subido para comprobar que no hubiera ningún intruso en la sala de estudios. Traté en vano de cerrar la puerta, pero no iba a ser posible, de modo que se quedó casi como estaba.

- Itsvan, no hay nadie aquí - le dije, comenzando a bajar las escaleras.- Si no es mucho pedir... ¿Podríais apostar a alguien en las escaleras? Sé que yo no tengo ninguna autoridad sobre ti, y esto no es una orden, es una petición... Si alguien ha roto mi puerta podría volver... No tardaré mucho en volver, debo informar al Secretario Ducal.

Y de nuevo, tocando la piedra con mi bastón a cada paso, me dirigí apresuradamente al patio, confiando en que Mikail me hubiera hecho caso y estuviera esperando en la puerta del Salón para contarle al Secretario Ducal todo lo que había visto y oído.

- Con un bastón en una mano, y un libro encuardernado en cuero en la otra, maese Maserrak baja las escaleras, atraviesa la sala de estudio y sale al patio.

El maestro sin duda tenía prisa, el joven asintió ya para la soledad y revisó la habitación, no dudaba de la vista del maestro pero quizá algo había pasado por alto, antes de custodiar la puerta.

ITSVAN:

- Tirada oculta de Percepción + Investigación.

ITSVAN:

- Aquí no hay nada fuera de sitio. Tan sólo es un dormitorio normal y corriente, bastante austero. Ese maestro es pobre como una rata.

- No hay pista alguna que indique quién pudo ser el intruso ni su objetivo. ¿Tal vez un intento frustrado de asesinato?

- En cualquier caso aquí está claro que no puedes hacer nada más.

AL FILO DE LA MEDIANOCHE.

- Maserrak llega a su habitación y ve en mitad de la misma al guardia ducal Itsvan con una antorcha en la mano. El soldado magyar parece completamente alelado, como si estuviera en trance, dormido de pie, o simplemente fuese retrasado mental.

"¡Antorcha!"- pensé nervioso.

Acercar demasiado el fuego a mis cosas no era lo más adecuado, yo siempre tenía mucho cuidado con eso por lo que pudiera pasar, y esa bien podría ser una de las razones por las que nadie debía entrar en mis aposentos.

- Itsvan, te pedí que hicieras guardia en las escaleras... - los reproches no iban a tener efecto, de modo que decidí no serguir por ahí.- Ehm... te agradezco que hayas montado guardia pero el Secretario Ducal desea que lo hagais en las escaleras a partir de ahora, no dentro de mis aposentos - carraspeé ligeramente y con la mano le invité a marcharse.- Si eres tan amable... debo hacer algunas cosas...

- Los guardias ducales no deben de haber dormido mucho en estos días pasados. Asintiendo casi como un sonámbulo, Itsvan sale de la habitación arrastrando los pies y espera abajo, al pie de las escaleras, en la sala de estudio en sí.

A la llegada del maestro el guardia custodiaba la puerta, quieto pero firme, había descansado el tiempo necesario y no parecía cansado aunque la puerta permanecía abierta por seguridad - Lo lamento señor, me pareció escuchar un ruido en el interior y aunque no había su excelencia encontrado nada, me asomé preocupado por un posible túnel... visto lo visto en el castillo durante los último días tenemos orden de ser concienzudos en nuestro deber, no toqué nada del interior y apenas fue un vistazo además he dejado la puerta abierta por precaución, nadie más entró - aclarado el malentendido se hizo a un lado permitiendo el paso de Maserrak - Si no me necesita continuaré con mi guardia... puedo mandar a un hombre a su puerta o al pie de las escaleras si se queda más tranquilo - con amabilidad

- No tiene importancia, Itsvan - dije agitando la mano.- El Secretario Ducal ha ordenado que se monte guardia al pie de las escaleras y, francamente, así lo prefiero.

En cuanto Itsvan salió de la estancia cerré la puerta... todo lo que puede, pues la cerradura estaba rota, y me dediqué de nuevo a la inspección de mis pertenencias.

Cuando volví a quedarme solo en la habitación, reanudé el registro de mis pertenencias para asegurarme de que nada más me había sido sustraido y que todo estaba en orden.