Partida Rol por web

- El guardia Itsvan baja a la planta baja para vigilar al pie de las escaleras.

MASERRAK:

- Parece que Itsvan no ha tocado nada. Dirías que sus palabras eran ciertas y que sólo ha entrado a investigar si había algún intruso.

DE MADRUGADA.

DURIUS:

- Llegas ante la puerta de la habitación de maese Maserrak.

- Te resulta evidente que la cerradura ha sido forzada. También te resulta evidente que hace falta una habilidad más que notable para forzar una cerradura como esta con una simple daga. Sin duda Mikail es un experto ladrón.

MASERRAK:

- Hay alguien al otro lado de tu puerta.

- Intuyes que es Durius.

Una presencia interrumpió mis pensamientos, pero sólo una persona podía estar tras la puerta... al menos sólo una persona si uno usaba la lógica, claro que últimamente había demasiadas personas que actuaban en contra de toda lógica imaginable. Me acerqué a la puerta y la abrí para comprobar si era o no Durius quién estaba al otro lado.

- Antes de que Durius llame a la puerta, Maserrak la abre.

La mano alzada de Durius se congeló en el aire ante la puerta que se entreabría. Maserrak era quien se hallaba al otro lado franqueándole el paso.

-Buenas noches, Maese Maserrak. Vengo tal y como os prometí. ¿Puedo pasar? -en aquella noche de infracciones y violaciones, cierta cortesía era de obligado cumplimiento.

Solté un suspiro de alivio al comprobar la identidad del desconocido que estaba ante mi puerta, con ello mis sospechas quedaban aclaradas y no había, en principio, nada que temer.

- Por supuesto, mi señor, espero que mis aposentos sean de vuestro agrado... confieso que todo este asunto del asalto, la rotura de la puerta y demás, no me ha dejado mucho tiempo para adecentarlos - abrí del todo la puerta, invitándole a pasar con la mano.- Estáis en vuestra casa, mi señor.

En cuanto pasó adentro me tomé un momento para comprobar si había alguien fuera, el reciente asalto había desatado todos mis sentidos, y en aquella ocasión la puerta no sería capaz de frenar una nueva intromisión. Tras la inspección, cerré la puerta y atendí a mi invitado..

- Itsvan está montando guardia en la planta baja, la Sala de Estudio. Saluda al Primer Caballero cuando le ve llegar y ve como éste sube las escaleras que conducen a la habitación de maese Maserrak.

-Gracias, Maserrak -dijo entrando en la habitación-. Os he traído aquello que os fue sustraído y mañana mi lacayo será castigado públicamente. Espero que ello os satisfaga -comentó al tiempo que le entregaba el frasco con el corazón en su interior-. No negaré que su contenido ha despertado mi curiosidad. No os tenía por coleccionista de órganos -señaló con cierta sorna-. ¿Puedo sentarme? La jornada ha sido larga y debo hablar con vos y creo que será lo suficientemente larga como para preferir tomar asiento.

- ¡Oh! Gracias - dije recogiendo el frasco y volviéndolo a colocar en su sitio.- Por supuesto, tomad asiento... Esto que me habéis traido es un ingrediente clave en mis experimentos, es una lástima que cualquiera pueda entrar aquí y llevárselo... sin ni siquiera comprender su utilidad - negué con la cabeza en tono de reproche a aquel lacayo que no estaba presente.- Bien, pues si lo deseais comenzaré yo con algo que debo deciros...

-Proceded, por favor -si de algo disponía Durius era de tiempo. No en aquella noche necesariamente, sino en su existencia-. Respecto a vuestra necesaria privacidad, quizá pudiera proporcionaros una solución. Mas hablad.

Esperó pacientemente a que Maserrak hablara, al tiempo que se mantenía alerta a cualquier posible oído indiscreto en las inmediaciones. Itsvan estaba cerca, y era factible que su curiosidad el condujera a intentar escuchar lo que no debía.

DURIUS:

- Itsvan es el único ser vivo que se encuentra en el alcance auditivo, pero con sus limitados sentidos humanos dudas que sea capaz de escucharos.

- Me temo que me será del todo imposible acudir a iglesia a buscar esos documentos de los que hablábamos antes - dije sin más rodeos.- Bueno, esto no debería ser desconocido para vos, pero el aura de Dominio de los lugares sagrados ejerce un efecto extraño sobre mis... capacidades... Y con extraño me refiero a imprevisible. He sufrido algo a menor escala en la capilla del castillo, pero sospecho que puede ser mucho peor en un lugar sagrado como la iglesia de Alba Iulia. Prefiero ser precavido en ese aspecto, espero que lo entendáis.

-En ese caso enviaré a uno de mis lacayos a por ello. Sin duda, Mikail sería el más apropiado dadas sus habilidades, habilidades de las que habéis sido testigo. Lástima que deba ser castigado y que dicho castigo lo deje incapacitado para tal misión. Confío en que Vasilov baste para llevar a cabo tal empeño -dijo Durius en un tono casual, haciendo caso omiso de las declaraciones de Maserrak acerca de cómo le afectaban los lugares sagrados-. En otro orden de cosas, hay algo que debo pediros, Maserrak. De hecho, más de una cosa. De un lado, os habéis hecho con unos lienzos bañados en la sangre de Iacobus Radoslav. Dudo que los hayáis destruído -la sonrisa de Durius, por inesperada, fue reveladora-. Confío en que cuando concluyáis su estudio, me hagáis extensivas vuestras conclusiones. Además, debo haceros partícipe de mis últimas decisiones. En breve, atacaremos a la mansión Basarab, al boyardo y toda su infame progenie. Una medida a todas luces desesperada pero que debe ser llevada a cabo. Por el Segundo Caballero y por mí. Mas para que nuestra misión tenga éxito, necesitaría algo que quizá vos podáis proporcionarme. Un veneno, potente, que vertido en el pozo de la mansión contamine sus aguas. Y algún tipo de líquido inflamable. Fácil de transportar y altamente destructivo. La mansión debe arder por sus cuatro costados. El factor sorpresa es imprescindible por lo que cuanto os menciono requiere de vuestra más absoluta discreción. E incluso así, lo más probable es que ninguno de los dos sobrevivamos. Demasiados Basarab, demasiados soldados... -la mirada verde de Durius se detuvo en los ojos de Maserrak-. Desearía aliados, pero la confianza no es un bien que abunde, y la promesa de muerte nunca fue un buen reclamo.

- Claro, claro, como digáis... - no no me importaba demasiado quién se ocupara de aquel asunto, casi mejor que no lo hiciera el tarugo de Mikail, bastante había hecho ya.- Eh... claro, claro... os informaré al respecto cuando mi investigación arroje resultados... ehm... concluyentes - era cierto que pretendía hacerlo pero no sabía aún que medios necesitaría ni cuanto tiempo me llevaría, y esto último parecía ser un problema dadas las circunstancias.- ¿Un veneno decís? Bueno... no dispongo de nada parecido en estos momentos y tendría que investigar para conseguir uno... eso llevará tiempo ¿De cuanto tiempo disponemos, mi señor? - realmente no estaba seguro de poder conseguir lo que me pedía.- Puedo intentarlo, también eso que decís de un líquido inflamable ¿Habéis oído hablar del fuego griego? Quizás algo parecido... - me rasqué la barbilla pensativo.- Aunque no sé si en el castillo encontraré todo lo que pueda necesitar... Se me ocurre que quizás se pueda envenenar el pozo de otra forma, por ejemplo, arrojando un cadáver putrefacto, eso podría hacerles enfermar.

-Tiempo es algo de lo que no dispongo, Maserrak. Lo que os he pedido lo necesito para ayer y lo que vislumbro a través de vuestras palabras es que posiblemente ni en un mes lograríais lo que preciso incluso disponiendo de los ingredientes necesarios, posiblemente difíciles de hallar e inusitadamente caros. ¿Me equivoco? -Durius miró al Flambeau-. ¿Y vos? ¿Seríais capaz de prender la mansión Basarab? Sentí vuestro poder abajo, en el Salón principal, cuando vuestra ira se despertó y parecíais incapaz de controlaros. Calor y vuestro bastón como vector de vuestro poder. ¿Domináis el fuego, Maese Maserrak? Os ruego sinceridad. No seré yo quien os juzgue ni os someta a estúpidos comentarios. Pero necesito todo cuanto pueda recaudar en mi lucha contra los Basarab.