Partida Rol por web

Ferenk abrió la cerradura de las contraventanas y tiró de ellas hasta un haz de luz entró por una rendija. Suficiente para expulsar las tinieblas del dormitorio, no más.

—No nos han atacado, y no ha regresado todavía el Secretario Durius, ni hemos tenido noticias suyas —respondió a las preguntas del maestro—. Pero las circunstancias han cambiado. Los Basarab y sus hombres se encuentran en el mausoleo romano. Marchamos a combatirlos. Si vuelve a estar en condiciones de servir a Nuestro Señor el Duque Gyula Kadar, podemos usar sus habilidades una vez más.

Fueran cuales fueren esas habilidades. Durius de Slobozia se lo había llevado consigo y con Iacobus, y a pesar de no contar con armas o armadura, había sido el único en regresar con noticias de lo acaecido, asegurando haber contribuido de forma fundamental a lo sucedido en la mansión del Boyardo. Quizás el único superviviente.

DUBIETA:

- Tirada de Percepción + Consciencia.

- Con un éxito normal, en principio escucharías lo que dicen sin demasiado problema.

DUBIETA:

- Escuchas sin problemas.

- Pero... - alcancé a decir.

Esa era una noticia horrible, Durius debía regresar para poder organizar el ataque, era una fuerza demsiado poderosa cómo para prescindir de ella. Pero claro, había pasado toda la noche, volvía a ser de día...

- No... no lo entiendo, Capitán - dije, rascándome el mentón pensativo.- Aquí contamos con la seguridad de los muros del castillo... ¿Por qué salir a combatirlos? Perderíamos nuestra ventaja defensiva... aunque quizás sepáis que es lo que están haciendo en ese mausoleo, si es que hacen algo a parte de planear un ataque...

—No disponemos de armamento para atacarles desde las murallas —explicó Ferenk. Los muros de piedra del castillo y el foso que los rodeaba eran una ventaja táctica innegable, pero sin arcos, solo podían esperar a que los Basarab se estrellaran contra las puertas—. Si consiguen entrar, todo se resumirá en una batalla entre nuestros mejores hombres y sus mejores hombres. Y sin embargo, estoy de acuerdo, y mi intención era aguardar tras los muros, hasta que hemos recibido noticia de que los Basarab han contactado con un aliado que dormía en el mausoleo romano, un vampyr, si mi información es veraz. Con Iacobus Radoslav muerto y el Secretario desaparecido, la luz del día es nuestra mejor aliada.

Schaar desde abajo siente cada vez más la impaciencia y finalmente se decide y sube las escaleras, mirando al interior del cuarto.

- Capitán, Maserrak... está empezando a caer la tarde. No podemos permitirnos más demoras. No somos suficientes para defender las murallas, y la mayor parte de nuestros hombres no están preparados. Si atacamos tenemos una oportunidad puesto que conocemos que varios de los basarab son no muertos. Al menos ellos no estarán preparados para defenderse. Si seguimos aquí, temo que moriremos todos-  el tono de Schaar no parece especialmente pazguato, y no muestra signos de temor, pero sí una clara preocupación- Si el maestro Maserrak puede venir con nosotros, ataquemos. Están todos a la espera de nuestra orden. No podemos seguir esperando sin reducir aun más nuestras posibilidades de victoria.

Un vampyr... eso complicaba las cosas. Además estaba el hecho de que ya no contaba con la ayuda de mi fiel amigo si era necesario enviar un mensaje, por ejemplo, a Durius. Pensé en mil excusas para evadirme de aquella situación, pero todas se me antojaron estúpidas y carentes de sentido, de modo que no me quedó más remedio que aceptar...

- Bien, cuenten conmigo caballeros - dije, sin demsiada convicción.- Prometo que haré lo que pueda aunque habría necesitado mucho más tiempo para recuperar mis fuerzas... Sólo les pido unos minutos para prepararme. Mientras tanto puede que sea una buena idea preparar algo para hacer fuego, demostró ser esencial en el asalto de la noche pasada.

El caballero asintió, satisfecho al escuchar las palabras de Maserrak. Entonces miró al capitán.

- Capitán, si dais vuestro permiso reuniré a todo hombre capaz de empuñar un arma, y ordenaré que preparen los hombres telas impregnadas de aceite, así como antorchas preparadas para encenderse, conforme lo indicado por el maestro Maserrak. Si así lo ordenáis reuniré todo en la puerta que da acceso a la zona donde se encuentran los basarab, a fin de poder atacarles tan pronto ambos os reunáis con nosotros.

Rozó con suavidad el pupitre, el tintero, la pluma que esgrimía su pequeño con el entusiasmo que era innegable que poseía.; y así hizo ella cuando tomo aquella blanca y elegante pluma en su mano, sintiendo la suavidad a medida que pasaba su dedo de punta a punta de la misma.

Con la mayor tranquilidad que le fue posible se acercó a la habitación donde los tres hombres estaban decidiendo el futuro de todos, sabedores que el tiempo se escapaba como aliado y poco a poco se acercaba al bando contrario; y cuando la noche cayera...

- Parece ser que no necesitáis ayuda médica -miró al Maese desde la entrada-. Si me dispensan, caballeros, es momento de regresar.

Pero no salió, se quedó mirando a los presentes un instante, sintiendo aún la suavidad de esa pluma entre sus dedos.

- Puede que este sea el último momento en que nos veamos. Hay que estar dispuesto a todo, lo que haga falta -enfatizó aquello último-. Si vamos a morir que sea porque realmente deseamos vivir, vivir de verdad -Sonrió con aquella delicadeza característica para algunos, vetada para otros.

Una última mirada para aquellos que tenían el destino de muchos en sus manos, y especialmente para Schaar. Pero el tiempo no esperaba por nadie, así que sin más se despidió con una leve inclinación de cabeza.

—No será necesario, Schaar Dvy. Iremos juntos.

El capitán no se preguntó si deseaba vivir. Estaba seguro de que no quería conocer la respuesta a esa cuestión. Los hombres vivían, aunque su vida fuera un tormento del que solo deseaban escapar, y al final morían, aunque se aferraran a la vida hasta destrozarse las garras.

—Sobreviviremos a este día, Dama Dubieta —replicó a la mujer, encogiendo los hombros con dificultad bajo las placas de la armadura.

Antes de abandonar la habitación, miró de nuevo al maestro, que todavía no parecía completamente despierto, y señaló hacia la ventana con un movimiento de cabeza.

—Marchamos en una hora, Maserrak. Reúnase con nosotros en el patio.

- El Capitán Zarak baja rápidamente las escaleras y sale de la Sala de Estudio.

Schaar se queda mirando unos largos instantes a la dama Dubieta, mientras sus ojos se van, casi inevitablemente, a las manos y a la pluma que lleva Dubieta. Luego se queda mirando a la dama a los ojos.

- Mi señora... os aseguro que no tengo intención alguna de morir. Ni hoy ni nunca, en realidad - dijo Schaar con un ligero encogimiento de hombros- Todo lo que pueda hacer para volver para seguir protegiendo vuestra persona y vuestro hijo, lo haré. Y por defender las tierras de nuestro señor el duque por supuesto. ¿Os sería posible encargaros de coordinar a todas las damas, criadas y no combatientes que queden en el castillo? Creo que, salvo que el capitán diga lo contrario, como noble y viuda del senescal, sois la más apropiada si todos los hombres capaces de empuñar un arma salimos a intentar vencer. Se lo comentaré de inmediato. - dice al ver que ya ha salido de la sala- En todo caso, por ahora, y si os es posible, dad orden a las criadas para que busquen a todos los que están en el castillo y que se reúnan de inmediato en el patio. Todo momento cuenta

Tras las palabras su mirada se detuvo unos instantes más en Dubieta, en esos ojos profundos, llenos de inteligencia y capacidad. Luego se ajustó su armadura pesada, y tocó un instante la empuñadura de su arma, y acompañó al capitán al patio.

- El noble del Condado de Bran, Schaar Dvy, sigue al Capitán al Patio.

Quería creer en sus palabras, y realmente sentía que si actuaban pronto había una posibilidad real; pero lo más inteligente para todos era prever que aquel podía ser la última vez que se vieran.

- Así haré, descuida. Me encargaré de los rezagados y tú... -Suspiró-. Haz lo que debas hacer.

Había mucho que decir, pero no era el momento y el tiempo estaba en su contra. No era fácil expresar en una mirada todo lo que deseaba, todo lo que quería conservar y ganar en aquel futuro incierto; pero no iba a ocultar el gran afecto hacia su Caballero.

Los acompañó hasta cierto punto, unos hacia lo inevitable y ella a las estancias privadas.

- Tened cuidado -Entregó la pluma a Schaar-. Es de Tiberiu, con la que aprende a ser un hombrecito.

Un ligero asentimiento y marchó hacia el ala de los invitados.

Cuando todos se marcharon me dispuse a realizar el ritual de Parmae Magica, si iba a ir de nuevo al combate al menos me protegería todo lo posible. Transcurrido el tiempo del ritual recogí mis escasas pertenencias y me aseguré de que el bastón tenía algo de poder.

Finalmente, esperé a que transcurriese el tiempo necesario para que fuera la hora indicada por el Capitán.

- Dama Dubieta sale al Patio.