Partida Rol por web

¿Solo tres hombres habían asaltado la Mansión del Terror? ¿Solo ellos tres habían sentenciado la vida de tantos monstruos, como él los consideraba? Solo había entonces una explicación, una sencilla. Aquellos tres hombres eran monstruos aun peores que los Basarab. No pudo evitar sentir como el vello se le erizaba ante el temor de estar en presencia de uno de ellos.

Y agradecía mentalmente que estuvieran de su lado, y no frente a él.

Sabía que posiblemente no duraría dos golpes contra ellos. Sabía que no tenía la fuerza, ni el poder. Pero tenía la convicción y la lealtad. La fuerza de uno, el valor de diez. Y así, permaneció callado, escuchando la conversación como silencioso testigo, esperando su momento para ofrecer tanto su espada como la de todos aquellos caballeros que debían lealtad a Radovina por encima de todo lo demás.

Deseaba saber lo mismo que el caballero Schaar, pero por motivos muy distintos. Él deseaba saber cuantos demonios vendrían a llamar a su puerta. Cuantos horrores debería ver.

El capitán Ferenk desprecia la posible ayuda que daría durante un combate, pero más que ofenderme, me hace entrar un poco en razón de que realmente soy un inútil. Sólo tengo siete años y, a pesar de que podría tomar una daga, es poco lo que realmente podría hacer con ella más que morir. Aún así prefiero la idea de morir con un filo en la mano que suplicando pero entiendo que nadie perderá su tiempo entrenando a un mocoso como yo. Es por todo eso que no insisto.

Pasan las horas y permanezco al lado del Maestro Maserrak, quien está agotado y ha descansado durante horas para recuperarse mientras los sirvientes le limpian y atienden. Finalmente despierta y Visany le increpa por la muerte de nuestra tía Innya, lo que de seguro ya ocurrió pero no en público.

Mi primo es alejado por el Capitán, quien interroga al Maestro y trazan planes para la defensa del ataque Basarab, quienes ya han sido vistos por el sur de Alba Iulia. Me mantengo aparte para así no estorbar en la conversación de adultos que va a definir el futuro de todos nosotros.

Schaar se quedó mirando al maestro. Era necesario que esas preguntas se contestaran. Finalmente sería el número de hijos de los basarab que quedaran lo que marcaría la estrategia a seguir.

Asiento a las palabras del Capitán Ferenk y permanezco a un lado del Maestre Maserrak.

A continuación regresan Vasilov, Mikail y Enrietta acompañados esta vez del Chambelán Otto.

Decido permanecer en silencio para ver a donde coducía la conversación entre el Ferenk y Maserrak.

- "Buenas noches." - Sonríe. - "Maese Maserrak, me alegro de veros. ¿Dónde está el Primer Caballero?" -

Me ha ordenado el Capitán que debemos vigilar y proteger, en caso de ataque, las murallas del castillo. Buscar a cualquier hombre que pueda ayudar en este cometido y volver con ellos. Una vez aquí haremos dos grupos, uno descansará y otro vigilará, así siempre tenderemos gente fresca en las murallas. ¿Lo habéis entendido?

Me dirigo a ellos en un tono formal y autoritario. No quiero que las ordenes del Capitán se cumplan tarde o mal.

Por cierto, se me olvidaba algo importante. Si alguien ve al Primer Caballero, que se dirija a mí o al Capitán lo más rapido posible. Eso es todo, podeis iros.

Mientras vuelven salgo al patio para comprobar la zona personalmente, no puedo dejar la seguridad del patio en manos de nadie. Además, el Capitán lo comprobará personalmente y quiero que esté todo perfecto.

- Ehm... uh... - sumido en mis propios pensamientos había perdido el hilo de la conversación.- Lo cierto es que no puedo asegurar la presencia de más hijos del Boyardo, simplemente no apararecieron en la batalla... lo cual me hace persar que no estaban allí realmente. Confío en que la mansión haya ardido hasta los cimientos, el fuego que provocamos no sería fácil de sofocar. Siento no ser de más ayuda...

Boru permaneció en silencio, observando cómo eterno observador silencioso, en segundo plano, dejando a los demás hablar. Ni siquiera aquel hombre, aquel monstruo que había acabado con el Boyardo sabía dónde estaban los demás hijos. Aquello le inquietaba y a la vez le daba cierta esperanza al pensar que podían haber huido, o al menos, no ser conscientes de lo sucedido y que no llegarían a tiempo para el asedio que decidiría todas sus vidas.

Y esperó para poder hablar con el capitán, erguido y firme. Dejando hablar a los demás primero, dejando que discutieran y hablaran la estrategia a seguir, esperando poder comentarle algo. Además... así podría enterarse de todos los detalles posibles para estar más preparado en el momento de la verdad.

- Los guardias ducales se dirigen al Patio del Castillo.

UNA HORA TRAS EL OCASO DEL CUATRO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

- El guardia ducal Hakir regresa apresuradamente al Salón Principal.

- "¡Capitán, los Basarab han entrado en la ciudad! Les acompaña un vampir..." -

La incertidumbre sobre los otros hijos se quedó flotando en el ambiente, y aunque tres o cuatro hombres no aumentaban considerablemente las posibilidades para los asaltante. La cuestión era si se trataban de humanos, de lo contrario...

- Si me permiten... -Llamó la atención del pequeño grupo concurrido alrededor del Maese- Sería de utilidad saber si disponen de camastros y útiles para los posibles heridos. He mandado una doncella a preguntar, pero tal vez no obtenga respuesta  -Miró al Capitán.

La cercanía de la muerte despertó su anhelo por proseguir con sus estudios, eso si salían airosos. Era un pensamiento positivo, y necesitaban muchos.

- Vendajes y alcohol son fáciles de conseguir. No tanto agujas e hilos de sutura, pinzas para extraer puntas de flecha, etc.

Miró a Maserrak, tal vez supiera dónde hallar los materiales óptimos.

- Si salimos airosos del asedio, y dispone de conocimientos de Medicina, sería un placer proseguir con mis estudios -añadió esperando que comprendiera que aunque poco sabía de lo que hablaba.

- "Mi señora, el lugar ideal son los barracones de la guardia ducal. Son bastante espaciosos y la mitad de los camastros no están ocupados en estos momentos. Además, creo que allí hay lo necesario, incluso hierros que calentar en el fuego si hace falta cauterizar heridas." -

- "Soy Gretta, mi señora. Es como su hombre dice, creo que en los barracones hay de todo, y si falta agua o agujas, siempre podemos traer más de las cocinas y la zona para el servicio.

Incluso, si el Chambelán da su permiso, podemos traer vino de las bodegas..." -

La mujer mira a Pavetta y a Niziya, incluyéndolas en ese "nosotras podemos traer..."

Ferenk suspiró largamente. Aunque era la respuesta esperada, se trataba de una mala noticia. La mayor parte de los caballeros Basarab podían estar todavía vivos, quizás reclutando aliados para su causa. O quizás ocultos, infiltrándose en la ciudad. Quién podía saberlo.

—Agradezco su esfuerzo, Maserrak —dijo—. Descanse ahora cuanto pueda. Puede que le necesitemos en las próximas horas.

Mientras escuchaba al maestro, Hakir regresó de las murallas para informar de los movimientos de la pequeña tropa Basarab.

—¿Habéis reconocido al vampyr? —preguntó a su guardia—. ¿Han recibido más refuerzos? ¿Qué ha ocurrido con los milicianos? ¿Se dirigen ya hacia aquí?

En cualquier caso, debía comprobar la situación por sí mismo.

—Acompáñeme a la muralla, Schaar.

Aunque no participaría en la más que previsible lucha, la Dama Dubieta ofreció sus servicios para cuidar de los posibles heridos. Confirmados sus temores por Maserrak, Ferenk no esperaba que quedara nadie herido de quien ocuparse. No obstante, no eran pensamientos que pudiera compartir.

—Lo que necesite, Dama Dubieta —concedió—. Veo que sus hombres siguen en el salón. Pueden quedarse y ayudarle con las tareas pesadas, hasta que sean necesarios fuera.

Parecía que la misión había fracasado.

Era de esperar. No creía, sinceramente, que la diplomacia iba a funcionar ahora con los Basarab. Después de tantos agravios. Su señor, quizás movido por la hubris, habría pensado que sería capaz de calmar su sed de venganza. El resultado estaba a la vista. Brillaba... con su ausencia.

Maese Masserak, ¿dónde está el Primer Caballero? - repitió Otto con un tono sereno, tranquilo. El maestro, quizás abrumado por la situación, de había olvidado de responderle. Por supuesto, intuía la respuesta. Pero quería escucharlo de su propia boca.

Alzó las cejas en un gesto de liviana incredulidad, tras escuchar el anuncio de Hakir. ¿Tan pronto?

Tenemos alcohol para los heridos - Hizo un gesto a Gretta. Usarían los suministros que disponían, pero en ningún caso pensaba en malgastar bebida en los heridos. Contaba con que tuvieran recursos suficientes. No le gustaba improvisar. - Id, no os demoréis. Poned a todo el servicio en la tarea. Ayudad con los traslados, también.

Luego miró al Capitán. Creyó leer en su rostro las mismas impresiones que pasaban por su mente.

Asiento y miro a Dubieta, un intante, antes de acompañar al capitán a la muralla.

Otto había llegado no mucho antes. En cuanto había estado disponible, sin duda. Su presencia le liberaba de una carga que prefería no asumir. carecía del ánimo.

—Presumo que os ocuparéis de lo que sea necesario aquí —pidió al Chambelán—. Si regresa Durius de Slobozia, le avisaremos de inmediato.

Ferenk sabía mejor que muy pocos lo que podía suponer para Otto la asuencia del Primer Caballero de la corte. No podía pensar en ello, empero, pues solo recordaba su propio vacío.

—Vayamos —indicó a Schaar Dvy y al guardia Hakir.

- El Capitán y Schaar Dvy salen del Salón, seguidos por el guardia Hakir.