Partida Rol por web

- Nada, no te preocupes. Solo estoy cansado- la respondió aunque en su rostro se podía ver, además del cansancio, que estaba atribulado por otras cuestiones.- Acompañadme los dos un momento, por favor. Tengo que hablaros en privado- les pidió, guiándolos a continuación a su despacho.

Tan pronto llegó, el mayordomo se sentó en si silla tras la mesa e invitó a los dos que le acompañaban a que lo hicieran en las dos sillas que frente a él había.

- Muchas cosas han ocurrido esta noche. Demasiadas… Y vosotros habéis estado en medio. Sé que no puedo pediros que las olvidéis, no creo que ni siquiera yo pueda olvidarlo, pero sí puedo pediros que seáis discretos. Sé que lo ocurrido hoy se va a saber. Hay secretos demasiado grandes como para que se puedan esconder por mucho tiempo. Pero espero y os aconsejo que no se sepa por vosotros.- No quería que sonara como una amenaza, así que se tomó un segundo para ordenar sus ideas e intentar explicárselo.- Una palabra escuchada por el oído inadecuado puede suponer muchos problemas. En cambio el silencio no provoca más que indiferencia. Vosotros tan solo sois sirvientes y en los juegos de poder de los grandes señores no puede haber mejor armadura. Pero nunca se es lo suficientemente precavido: haced de la discreción vuestro escudo.- Esperaba que lo hubiesen entendido.- Podéis retiraros a descansar. Pasad buena noche.- Él dudaba que pudiese hacerlo.

- Farkas Deli y Visany entran en las cocinas buscando al Chambelán.

Al ir acompañado de Farkas decido esperar a que este hable pues no deseo importunarlo. No obstante hago una inclinación de cabeza al Chambelán Otto para indicarle que tenía un mensaje para él en relación al encargo que me encomendó.

Farkas ignoró a cuantos estaban en las cocinas y se dirigió directamente al Chambelán Otto.

-Acabo de hablar con el Caballero Durius. Estará ocupado con algunos arreglos que ha dispuesto el Duque y de los que tienen que encargarse con urgencia, así que no podrá hacerse cargo de lo de sus estancias, tendrás que mandar a alguien a hacerlo. Cambió algo su tono serio y comenzó a usar un tono sarcástico. Ha pedido que los bienes de los muertos no sean "rapiñados", que los guarden para darles sepultura junto a lo que queda de sus cuerpos.

Farkas no pensaba que los criados tuvieran muchos bienes que pudieran ser sustraídos y en todo caso el Chambelán Otto era una persona intachable que no rapiñaría nada, como parecía haber sugerido Durius.

Innya dedicó una reverencia sumisa a Otto, ella no era quien para acosar a preguntas al chambelán cuando éste no explicaba el motivo de tanta desazón... aunque visto lo visto esa noche motivos no le faltaban.

Farkas se dirigió directamente hacia Otto y ella se retiró saludando con un cabeceo agotado al resto, débil y helada como estaba se retiró sin mediar más palabra hacia su jergón,aovillándose para recuperar el calor perdido o de retener el poco que aún le quedaba, frotándose las manos y los pies, helados y con un tono amarillento por la falta de circulación.

Sus sobrinos ya conciliarían el sueño si es que las imágenes y los sucesos de esa noche se lo permitían.

Al escuchar lo que Farkas le decía Otto se preocupó tanto por dantesca escena que le esperaba en los aposentos de Durius que no le importó lo más mínimo el desplante del caballero, el ataque a su honradez. No era la primera vez que lo hacía, ni seguramente sería la última, y lo mejor que podía hacer era no darle importancia. Además el atacar al mayordomo seguramente fuese una forma de desquitarse por no haber tenido éxito atacando a otros…

- Lo haré yo mismo…- Comenzó a decirlo con decisión, pero en la última sílaba ya no sonaba tan seguro.- Me encargaré yo- repitió esta vez con un poco más de fuerza. Tenía que seguir hablando con Farkas, pero había demasiada gente a su alrededor, dormida o no.- Más tarde me reuniré con vos si no es inconveniente, Farkas.

Esperando que Farkas estuviese de acuerdo se dirigió a Visany que parecía que también tenía cosas que decir.

- Ven Visany. Hablemos en mi despacho.

Farkas asintió ante las palabras del Chambelán.

-Estaré en la antesala de los aposentos del Duque.

Era donde siempre estaba, al menos que el Duque como en esta ocasión le mandara llevar algún recado por el castillo. Farkas se volvió y salió de las cocinas en dirección al Salón Principal que daba acceso a las habitaciones de su Señor.

Desde su entrada e instantánea intrusión de Farkas Deli tras él, el lacayo se retiró a un lado con una ligera reverencia hacia el chambelán, sin mediar palabra.

Peligroso y malhumorado será mejor dejarlo acabar cuanto antes...

- El Chambelán y Visany se van a hablar en el pequeño despacho del Mayordomo del Castillo, junto a la Despensa.

- Farkas Deli, jefe de los muy temidos Guerreros de Sangre del Duque, se retira hacia el Salón Principal.

- Si, Chambelan Otto. - respondo al Chambelán Otto mientras lo sigo deseando que mi tardanza no le haya causado demasiados problemas.

El sinvergüenza vio a la mujer del pelo castaño y soltó. - ¿Como te ha tratado la noche, compañera? - Dijo sin salir de su compromiso con el pan y el queso. El hombre no hacia ningún esfuerzo para guardar las formas frente a las mujeres. Su gula era producto y mascara de unos oscuros pensamientos que rondaban su mente. Sus conocidos sabrían reconocer aquel estado.

Al llegar a su despacho el mayordomo se dejó caer en la silla de tal manera que no estaba seguro de si se iba a poder levantar. Estaba cansado, tan cansado que ni se molestó en invitar a Visany para que tomara asiento al otro lado de la mesa.

- ¿Has encontrado a Maserrak?- preguntó sin circunloquios.

Al llegar al despacho el Chambelán Otto se deja caer pesadamente sobre la silla. Parece cansado.

- Si señor. - le digo. Estuve llamando insistentemente a su puerta mas esta estaba cerrada por dentro y hasta que no llegó el Caballero Durius y le dió la orden de abrir no se acercó siquiera a la puerta.

Innya desde su rincón dio una respuesta audible aunque imposible de entender por el marcado castañeo y temblor de la voz de la mujer. Era obvio que para ella la noche había sido una hija de perra que la había zarandeado de un lado a otro con bajas temperaturas y con situaciones que nunca habría esperado contemplar.

Mikail, con un porte que a la mujer se le antojaba arrogantemente despreocupado comía sin recato y ella giró el rostro con una mano en la boca intentando sin éxtio reprimir una náusea. En esos momentos no deseaba tener nada que ver con alimentos (regurgitados a medio digerir o no)... o la casquería en general.

- ¿Qué no abrió hasta que Durius se lo ordenó?- repitiéndolo incapaz de entenderlo al principio. Pero poco después cuando su cabeza comenzó a funcionar, más despacio de lo acostumbrado debido al cansancio, empezó a comprender. Y ninguna de las posibles razones en las que pensó eran buenas.

- Entiendo… ¿Llegaste a hablar con el maestro Maserrak?

- Si Chambelán Otto. - digo. El Caballero Durius me dejó darle vuestro recado a Maese Maserrak antes de entrar en los aposentos de este para hablar.

TRANSCURRE EL RESTO DEL AÑO NOVECIENTOS CINCUENTA Y SIETE.

NOCHE DEL TREINTA Y UNO DE ENERO, AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

- Innya primero y poco después Dagu se retiran a la zona del servicio procedentes del patio del Castillo.