Partida Rol por web

Despuntaba el alba cuando volví a abrir los ojos. Apenas había pegado ojo tras encontrar la cama de Lindor vacía. Me levanté nerviosa y me aseé con intención de arreglarme para ir a ver a mi niño al Castillo. 
-¡Niziya!-grité nerviosa desde mis aposentos mientras buscaba un buen vestido en mi baúl. -¿Podrías ayudarme con esto?- dije sosteniendo un corsé en la mano. Quería tener buen aspecto ya que en el castillo todos eran de buena familia y no quería desentonar. 
Estaba algo nerviosa por llegar al castillo, una vez viera a mi niño mi corazón se tranquilizaría y tampoco estaba de más ver como le iban las cosas a mi hermana y sus hijos. Esperé a que llegara mi cuñada al cuarto mirándome en un pequeño espejo mientras me peinaba.
 

Al poco rato la mujer apareció y ayudó a Pavetta a vestirse para la ocasión. La visita al castillo sin duda requería llevar las mejores galas, y aunque el corsé iba algo apretado, Pavetta tenía buen aspecto. 

Una vez bien engalanada recogí unos pocos enceres de costura que metí en un saquito modesto, no sabía cuanto tiempo iba a estar en el castillo así que había pensado en llevar algo para entretenerme por si ocurría algo que me hiciera estar sola. No creía que llevar un par de agujas, hilo y mi bordado a medio acabar fuera algo inapropiado así que una vez los hube metido en el saquito me despedí de Niziya. Había demasiadas cosas que hacer en la casa y no podía permitir que se retrasaran porque a mi se me había antojado ir al castillo así que le pedí a mi cuñada que se quedara al cuidado de la casa. Algunos podrían decir que no es seguro que una mujer ande sola por la calle pero si alguien se atrevía a atacarme se iba a enterar lo duras que somos las mujeres de campo, Dios es testigo de lo que digo.
Me despedí de mi cuñada cariñosamente antes de salir por la puerta. No iba a estar mucho tiempo en el castillo a menos que pasara algo que me obligara a quedarme pero sentí algo de pena por dejarla con todo el trabajo.
Sin más preámbulos me encaminé hacia el castillo con paso firme pero rápido.

-PAVETTA... ¡Pavetta espera! Niziya gritó lo más fuerte que pudo y alcanzó a su cuñada corriendo. Apenas pudo respirar y se apoyó en el hombro de esta para descansar un momento.

-Menos mal... que me... he dado cuenta, dijo con la voz entrecortada, hoy es el día de la boda. Nos están esperando para trabajar en las cocinas. No perdamos más tiempo, hay que llegar cuanto antes.

Pavetta y Niziya andan apuradas hacia el castillo. Pasan deprisa por las calles de la ciudad sin demorarse en nada.

Como hacen visitas regulares, los guardias del castillo las dejan pasar sin ninguna pega.

MANSION DE DURIUS EN LA CIUDAD:

- Durius llega hasta la verja de la Mansión en la mejor parte de la ciudad, junto a la plaza central y no muy lejos de la Iglesia. Es la mansión que hasta hace unos años perteneciera a uno de los hijos mayores del Señor de los Basarab. Ahora pertenece al Duque, pero éste se la cedió a Durius Tremere de Slobozia.

- La cancela exterior está cerrada con llave y dentro no parece haber nadie. No se ve mucha gente en este barrio, seguramente la gente que no ha huido está encerrada en sus casas, a cal y canto. La Mansión incluye unos excelentes establos, pero no cuenta con criados ni habitantes en este momento.

DURIUS:

- La armadura y una capa están bolsas de tela cargadas en la grupa de tu caballo de guerra.

- Abrir la cancela sin llave supondría una tirada de Fuerza + Fullerías.

- Alternativamente sería posible saltar por encima, en la esperanza de que desde dentro sea más fácil abrirla. Un salto preciso y sin incidentes requiere Destreza + (la menor entre Sigilo y Atletismo), para pasar desapercibido.

Desmontó y ató las monturas al aro de hierro que asomaba junto a la cancela principal. Ni siquiera miró a un lado o a otro. Sus piernas se flexionaron y se alzó en el aire para traspasar la altura de aquel muro de piedra que servía de protección frente a aquellos que carecían de su esencia sobrenatural.

DURIUS:

- Saltas silenciosamente la cancela. Estás bastante seguro de que nadie te ha visto ni escuchado.

- Encuentras unas llaves de la mansión en el hueco de una estatua en el jardín. La estatua de una antigua diosa romana, según crees.

- Abres la cancela con facilidad y llevas los caballos a las cuadras. Las cuadras fueron espléndidas, pero últimamente están en cierto estado de abandono, aunque aún tienen paja limpia y seca y algo de grano para los caballos. Se nota que los habitantes recientes de la mansión eran pobres, y también que llevan algunos meses sin visitar este lugar.

- Te das cuenta de que falta poco para que amanezca. Te daría tiempo suficiente de llegar hasta el Castillo, aunque no sabes si estará sitiado, o, peor aún, ya tomado por el enemigo.

- Podrías pasar el día en la Mansión, aunque los Basarab saben perfectamente de su existencia, pues les pertenecía a ellos.

- Puedes intentar llegar al Castillo, quedarte en la Mansión, o alternativamente intentar buscar otro refugio en la ciudad, tal vez en las viejas cloacas romanas.

FALTA MEDIA HORA PARA EL CANTO DEL GALLO.

CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

Durius escuchó el canto del gallo y la paulatina y creciente claridad. Sin dudarlo, se introdujo en la mansión. Aquel sería su refugio durante la jornada, ahora que las monturas, a las que había provisto de alimento y agua, descansaban. 

DURIUS:

- Coges dos puñados de tierra del abandonado jardín. Los echas en uno de los barriles vacíos que encuentras en la bodega (hace años que no queda vino en ninguno de ellos), y te introduces en su interior, cerrando por dentro la tapa de madera e ignorando el rancio olor.

AMANECER DEL CINCO DE MAYO, AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

- Muy probablemente, el sopor de la muerte en el descanso diurno en contacto con la tierra de su tumba, sea lo más cercano a la paz que pueda experimentar un vampiro. El único momento en que no siente conscientemente el ansia de sangre, siempre acuciante durante las noches.