Partida Rol por web

El Capitán no puede estar mas de acuerdo con la propuesta del Chambelán de ir cuanto antes al castillo. Pues de seguro que Stolnic también tiene algo que decir a los invitados y Ferenk no ve el momento de acabar con el protocolo y pasar a sus quehaceres habituales.
Así pues da orden y comienzan el regreso al castillo.

FAMILIARES DE SLOBOZIA:

- Un caballero os da paso, pero parece que los carruajes y caballos están cercanos a ponerse en marcha.

- ¿Cruzáis ahora o esperáis?

- Los seis guardias feudales del Castillo dan media vuelta y se encaminan al puente, de regreso al Castillo de Balgrad.

Tiberiu obedeció y se sentó junto a su madre. Escuchó sus explicaciones con atención y observó boquiabierto cómo se cumplía todo lo que decía; su madre siempre tenía razón. Aun así no podía estar quieto pensando en lo que le había dicho Schaar, por lo que aprovechando que sus pies colgaban del asiento comenzó a balancearlos, golpeando los costados de un caballo imaginario. Cuando por descuido golpeó con el talón el asiento paró, alzó la cabecita buscando el rostro de Dubieta y sonrió.

- ¿Y Tomescu? ¿Schaar no presenta a Tomescu?

Tomescu era el número tres de las personas más importantes en su vida. Su tía ni siquiera estaba en esa pequeña lista de tres personas y en cambio el caballero la había presentado. Para él era un sinsentido.

Si su madre tenía intención de responder a sus dudas la dejó con la palabra en la boca nada más ver que los enviados del castillo iniciaban el camino de regreso. Había llegado el momento que tanto había esperado, por lo que se apresuró a asomarse por la ventana.

- Schaar, el caballo…- le recordó implorante.

Schaar asintió al Chambelán y volvió hacia el carruaje de su señora - Mi Señora... - musitó como si pidiera el consentimiento de la Condesa para continuar, pero alargó la mano hacia el joven Tiberiu - ...debo cumplir una promesa. Recoge esa manta, Tiberiu - acabó de ordenar al joven mirando por su salud para colocarlo en posición segura bien arropado y pegado al pecho del Caballero mientras éste sujetaba las riendas con ambas manos a modo de protección.

Su caballo inició la marcha tras la comitiva de recepción, intentando no acercarse a nada que pudiera poner en peligro la preciada carga que llevaba junto a sí.

Observó a los emisarios sin prestarles más atención que la debida: una mezcla de curiosidad y preevaluación de la situación que pronto tendrían que solventar. Alguien llamó su atención y agudizó la vista un instante, incluso se inclinó ligeramente hacia delante como queriendo confirmar algo. Sin más regresó a su anterior posición poco antes de que algo, o mejor dicho alguien, se le escapara de las manos.

- ¿Caballo? –preguntó ligeramente exasperada al ver que el pequeño había desoído su clarísima orden de mantenerse sentado.

Al parecer no era sólo uno del que debía preocuparse, sino dos pues de improviso Schaar agarra a su hijo y lo monta delante suyo para cruzar las puertas del castillo a lomos de Fiero. Sí, al parecer esa era la idea; una de la que no había sido informada. ¿Qué pudo hacer más que suspirar? Lo dejó pasar y esperó que la excitación de Tiberiu no la volvieran loca más tarde.

Finalmente los carruajes se pusieron en marcha.

Cuando vio a Schaar acercarse Tiberiu no pudo contener la emoción. Agarró la manta que su madre había doblado y prácticamente se arrojó a los brazos del caballero en cuanto abrió la puerta. Normalmente no le gustaba que le ayudasen en toda tarea que creía poder hacer solo, pero para montar a caballo no le importó lo más mínimo que lo aupasen.

Una vez sobre la silla de montar empezó a balancearse al tiempo que golpeaba los costados del caballo allí donde sus cortas piernas llegaban. Con varios “Arre, arre” invitó al animal a que comenzase la marcha, pero este no le hizo el menor caso. Fiero Orgullo tan solo atendía las órdenes de su amo.

Tan pronto comenzaron a andar giró la cabeza buscando el rostro de Schaar y con una amplia sonrisa le dio las gracias.

- Los seis guardias del castillo encabezan la marcha hacia las puertas del Castillo de Balgrad, atravesando el largo puente.

- Los sigue el Caballero Schaar Dvy, que porta al pequeño Tiberiu Radomir Szantovich abrazado sobre la silla de su caballo de guerra.

- Tras él da media vuelta el Chambelán Lorand Teleki y lo sigue.

- El Capitán Ferenk Zarak hace lo propio, seguido por el Caballero Radoslav.

- Los sigue el carruaje de la Condesa Dubieta Szantovich, con sus dos milicianos campesinos en el pescante.

- A continuación vienen los seis Sargentos feudales al servicio de Radovina Szantovich de Bran.

- Después el carruaje de Radovina, con el cochero y un mozo en el pescante, y el ama de llaves y la criada dentro del carruaje con su señora.

- Cierran la marcha tres guardias feudales a pie, al servicio de Radovina Szantovich de Bran.

- Más retrasados se quedan la mujer campesina y los dos chicos jóvenes.

El Emisario Zort Dravescu y su hijo el Caballero Zuyla Dravescu llegan a la Tirsa de Balgrad desde Sibiu.

Las tierras que rodean a la actual capital de Transilvania parece que han recuperado el esplendor que antaño pudieran tener y que se echa en falta en muchas otras. Los exterminios de algunos lugares y los movimiento de población han hecho de Transilvania un lugar bastante inhóspito en su mayoría, aunque la Tirsa de Balgrad es una de las contadas excepciones.
Cientos de campesinos trabajan las tierras colindantes, sudorosos bajo el sol y apenas alzan la mirada a vuestro paso. La cercanía de la capital hace que el paso de caballeros y carruajes sea algo muy habitual en esa zona.
En las afueras, a medio día de camino de la ciudad observáis una gran mansión, seguramente perteneciente a una de las grandes casas transilvanas. A diferencia de muchas otras, no parece abandonada ni haber cambiado de dueños, puesto que sigue conservando un buen estado y sus antiguos escudos: los de la casa Basarab.
Al acercaros a la ciudad una de las cosas que más llama la atención es el reconstruido castillo, antes una construcción de madera y ahora un edificio de piedra de aspecto sólido.

Parece que el Duque ha estado ocupado comentó Zuyla, cabalgando junto al carruaje que llevaba a su padre, que en aquel momento tenía las cortinas descubiertas, para poder observar la ciudad. Desde luego, el castillo ha crecido en tamaño y parece en su mayoría mucho más sólido que antes. Da la impresión de que quiere que demuestre su fortaleza, su propia estabilidad. Ha llegado para quedarse...

Es un claro mensaje de poder. El Duque no es ningún tonto. Su posición todavía no está afianzada del todo. Debe mostrar una gran melena si quiere conservar lo que le fue dado... Bien, henos aqui. Una nueva vida comienza hijo. Deberemos ser mansos como palomas, pero estutos como serpientes. Vamos al castillo!

El emisario y el caballero llegan a las puertas de la ciudad donde los soldados les dejan pasar sin problemas y sin tan siquiera detenerlos al ver que son de origen noble.

MAÑANA DEL PRIMERO DE MAYO DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

- Farkas Deli abandona la Finca de los Basarab y emprende camino a pie hacia la ciudad de Alba Iulia y su castillo.

TRANSILVANIA: TIRSA DE BALGRAD: RUINAS ROMANAS AL NORTE DE LA CIUDAD DE ALBA IULIA:

DOS HORAS ANTES DE LA MEDIANOCHE, NOCHE DEL CUATRO AL CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

- Los tres Caballeros de la Casa Basarab, portando uno de ellos la cabeza cortada de Iacobus Radoslav, y acompañados de veinticuatro soldados de la Casa, dieciocho prisioneros milicianos, y seis siervos que conducen dos carros de suministro tirados por pesados caballos de carga; llegan a las ruinas romanas al Norte de la ciudad de Alba Iulia.

- Este lugar ha tenido siempre una merecida reputación de estar maldito. A lo largo de los años se han producido muchas desapariciones, algunas propiciadas por la propia Casa Basarab, en la forma de ofrendas dadas al Koldun del Agua Negra para mantener una impía alianza. También en estas ruinas se ocultó durante un tiempo un espectro cadavérico, un asesino de la sangre de los Basarab y de sus guardias.