- Poco después llegan los guardias feudales de la Casa Basarab. Obedeciendo órdenes, se apresuran a atar a los prisioneros y a llevarlos entre ellos.
- Los tres caballeros Basarab abren la marcha hacia las calles de la ciudad, seguidos por su primo Iduma, ahora atiborrado de sangre y satisfecho.
- Cierran la marcha los dos carros de suministros conducidos por tres siervos cada uno.
- Colgada de su cinturón, Barakta lleva la cabeza cortada del Segundo Caballero de la Corte Ducal.
// Salen de escena: Adelmus, Iador, Barakta, Molensk, cabeza cortada de Iacobus, veinticuatro guardias feudales, seis siervos, dos carros de suministros tirados por pesados caballos de tiro, diecinueve milicianos prisioneros atados de manos.
// Siguen en: Calles de la ciudad.
DOS HORAS PARA LA MEDIANOCHE.
Motivo: Caballos+FV
Tirada: 4d10
Dificultad: 7+
Resultado: 6, 6, 3, 3
Menos mal que gasté un FV
DURIUS:
- Retienes a los dos caballos negros de batalla, los más valiosos regalos del Duque para ti y para Iacobus.
- A continuación, asaltas la granja y te das un festín con toda la familia.
- Tardas varias horas en estar completamente calmado y satisfecho.
- A media noche has repuesto tus reservas de Sangre, pero te quedan sólo 2 FV.
Satisfecho, el hambre saciada y con la noche como reino, Durius se encaminó a los caballos sin una mirada atrás. Ató las riendas del caballo de Radoslav a las de su montura y espoleó al animal de regreso al castillo.
Si en la granja hay algo parecido a una capa de lana, la cojo por aquello de cubrir la desnudez.
DURIUS:
- Había ropas toscas de campesino, incluyendo una capa de lana sin teñir.
- Calculas que incluso contando con dos caballos, difícilmente tardarás menos de seis horas en llegar a la ciudad.
- Tirada Oculta de Resistencia + Equitación.
Tirada oculta
Motivo: Res+equi+FV
Tirada: 5d10
Dificultad: 7+
Resultado: 3, 7, 5, 7, 2
Exitos: 2
Gasto un FV
DURIUS:
- Llegarás a la ciudad tal vez dos horas antes del Alba, o eso calculas.
- No encuentras problemas en tu cabalgada. Vas tremendamente veloz y haciendo sólo la mínima pausa para cambiar de caballo cuando el que montas en ese momento está cansado. De este modo avanzas a un ritmo casi el doble de rápido que en el viaje de ida.
- Lamentablemente, tengo que resolver lo que pasa en esas horas de la noche en el resto de la partida, por lo que otra vez te toca esperar un poco.
UNA HORA PARA LA MEDIANOCHE DEL CUATRO AL CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
MEDIANOCHE DEL CUATRO AL CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
UNA HORA DESPUES DE MEDIANOCHE, CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
DOS HORAS DESPUES DE LA MEDIANOCHE, CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
TERCERA HORA DE LA MADRUGADA, CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
CUARTA HORA DE LA MADRUGADA, CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
QUINTA CAMPANADA, MADRUGADA DEL CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
Finalmente, tras horas de viaje a buen ritmo, la forma de Alba Iulia se distingue a lo lejos. El tiempo de viaje no ha pasado por el jinete sin cobrarse parte de su energía, pero en el caso de las monturas es peor. El caballo que te pertenece, y en el que vas montado, está evidentemente cansado, por el viaje y el peso de portar con un jinete. El caballo de Iacobus, que viaja detrás del tuyo y guiado por éste (y por la soga que le mantiene unido) está algo mejor, aunque el viaje también le pasa factura.
Como es natural en ese viaje, te diriges hacia la puerta Sur, pero pronto resulta evidente que algo malo ha ocurrido. Hay un flujo de gente que sale de la misma puerta hacia la que los pasos del caballo te dirigen. Estas personas, conforme te vas acercando al camino principal, y por tanto a ellos, están huyendo de algo. Es evidente por la urgencia con que se mueven, y por sus gestos. ¿Quizás ha ocurrido algún desastre mientras tú descansabas refugiado del sol, o en el tiempo de viaje hasta aquel lugar?
Los hombres, mujeres y niños que se marchan, cuando son conscientes de la presencia de un jinete, van apartándose de tu camino, pues ninguno parece tener prisa por morir bajo los cascos de un caballo. Su rumbo es evidente, hacia el Sur, escapando de la capital de Gyula Kadar.
Durius miró el torrente de gentes que abandonaban la ciudad como ratas que huyeran de la nave que naufraga. Su rostro serio adoptó un rictus de dureza y su mirada cargada de desprecio resbaló sobre la marea humana. La cansada montura apenas reaccionó ante el río que se dividía a su paso, víctima de una fatiga que lo hacia casi inmune a los olores, gritos y roces de quienes corrían huyendo de algún ignoto peligro.
El secretario ducal se incorporó sobre los estribos en un vano afán de comprobar cual pudiera ser la causa de aquella huida más volvió a sentarse sobre la silla, prefiriendo conocer la verdad en la cercanía y no la sospecha de una verdad en base a las sombras de la distancia. Espoleó a su montura, exigiendo un último esfuerzo para que rompiera aquella masa de carne, antes de tirar de las riendas y detener a los dos caballos.
Un brazo se alargó y la mano aferró con firmeza pero sin brusquedad en un hombro desconocido, una presa de la que no podía escaparse.
-Habla -ordenó con su melódica voz, teñida con el filo del acero-. ¿Qué acaece para que las gentes de Alba Iulia huyan de esta forma? Habla, o quizás no vuelvas a hallar uso a tu lengua.
-Los Basarab, señor-dijo el campesino, atemorizado. Era evidente que deseaba poner toda la distancia posible entre la ciudad y él, pero no tenía valor suficiente para intentar soltarse del agarre de alguien que parecía ser un señor importante-¡Los Basarab han llegado a la ciudad! Atravesaron las puertas, segando a la milicia, y todos sabemos que van a atacar y matarnos a todos.
Durius entrecerró los ojos ante las nuevas vertidas por aquel villano. Sin soltar su presa, su mirada se alzó hacia las almenas del castillo.
-¿Cuándo llegaron? ¿Y en qué número? Responde presto y que tus palabras contengan no solo aire o dejarás de respirarlo -ordenó un letalmente amenazador Durius.
-¡No lo sé, señor! Hay quien dice que traen consigo más de cien hombres, y que toda la familia está aquí, pero otros dicen que sólo son unos pocos caballeros... A mí me parece suficiente para irme de la ciudad.