Durius soltó al campesino para que pudiera proseguir con su huida. Olvidado de él, ni siquiera el desprecio o el asco ante la cobardía de quienes huían de su propia casa cruzó por su cara. Ahora su objetivo era otro. Era una presencia desconocida en medio de la noche, en aquel mar de fugitivos, de gentes que marchaba de un lado a otro. Pero si de algo era consciente era de que por el momento su existencia, su estancia en la ciudad debía seguir siendo un enigma.
Con una breve sacudida de las riendas, se puso en marcha, en dirección a su propia casa, aquella que Pavetta ocupaba. Y en medio de la deshumanizada mente del vampyr, la imagen de su hijo se dibujó nítida.
Necesito algunos datos. Me dirijo a la casa par dejar en ella los caballos a buen recaudo. Entiendo que algo parecido a una caballeriza en la planta baja debe de existir. O un pequeño establo. La idea es seguir luego a pie. Si hay alguien en la casa, obviamente hablar con él. Y necesitaría saber qué llevo encima o en las monturas. Me preocupa especialmente la armadura.
DURIUS:
- Entras en la ciudad, aunque por un momento te parece ver a un par de milicianos locales que se han fijado en ti.
- Les ignoras y cabalgas por las calles de la ciudad.
// Sale de escena: Durius. - Sigue en: Mansión en la ciudad. - Pasando por: Calles de la ciudad.
FALTA MEDIA HORA PARA EL CANTO DEL GALLO.
CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
AMANECER DEL CINCO DE MAYO, AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
IDUMA BASARAB:
- Ante la primera claridad del Alba en el horizonte, tu cuerpo comienza a humear...
Había dejado unas instrucciones en mi lejano último post, que sucedía alrededor de la medianoche, así que contaba con tiempo para no ser incinerado al amanecer, supongo:
- Bueno, dado que la cabeza al parecer sólamente puede o quiere mirarlo con odio cada tanto, mi personaje la deja asentada en su lugar y se dispone a cavar un refugio nocturno.
- Su intención para la noche siguiente es seguir el largo viaje al este.
- De la cabeza probablemente vaya a deshacerse en algún lugar de los Cárpatos, o al menos ese es el único plan que tiene Iduma, de momento.
De cualquier forma, si todavía no estoy dentro de ese refugio, me apresuro a meterme en él, con la cabeza de Radoslav bajo el brazo. Esta si que es una manera grotesca de dormir.
IDUMA:
- En cuanto despunta el alba, te apresuras a enterrarte en tu refugio improvisado.
SEPTIMA CAMPANADA DE LA MAÑANA.
CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
NOVENA CAMPANADA.
CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
DECIMA CAMPANADA.
CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
MEDIODIA.
CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
LA UNA DE LA TARDE.
CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
CINCO DE LA TARDE. FALTA UNA HORA PARA EL OCASO.
QUINTO DIA DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
- El Lacayo Mikail logra atravesar con facilidad las puertas abiertas de la ciudad en el lado Sur de las murallas. Parece haber demasiado miedo imperante y poca sensatez. Tampoco hay nadie que se haga cargo de la situación, ni siquiera guardias ni milicianos.
- Atraviesa las puertas y sale a la carretera Sur, alejándose varios centenares de metros en un trote rápido, antes de darse cuenta de que nadie le persigue. Parece que Vasilov y Enrietta no lo han logrado...
// Entra en escena: Lacayo Mikail. - Procede de: Alba Iulia: Calles de la ciudad.
Se lo había dicho. Le había dicho a Vasilov que diera la vuelta y avanzara por las callejuelas. Pero el testarudo lacayo se había empeñado a pasar por la calle principal atestada de gente, como si el carro fuere etéreo como un espíritu y pudiese atravesar a las personas dejándolas sin aliento y con escalofríos. El resultado era que Mikail estaba solo. No es que eso le importase demasiado cuando se encontraba entre los protectores muros de la ciudad pero en el exterior y sin demasiado a información sobre su Señor, se encontraba como un pez fuera del agua.
Elevó la mirada al cielo intuyendo que pronto llegaría el ocaso.
Señor Durius...¿podrá encontrarme?- Veía más fácil ser encontrado que dar con el paradero de Primer Caballero. Aún así consideraba que no tenía otra opción que al menos intentarlo. Espoleó al caballo para agilizar la marcha mientras aún hubiera luz.
Cuando ya empezaba a desesperar, cada vez con menos luz que le ayudase, Mikail divisó unas huellas.
¡Por fin!- Enseguida las reconoció como las herraduras del caballo de guerra de Durius. Una enorme sensación de alegría inundó al lacayo, sorprendiéndose a sí mismo. Las huellas parecían dirigirse a la ciudad y quedaba patente que no eran demasiado recientes.
- Con la luz del día...
No le quedaba otra que aferrarse a lo único que tenía, esas huellas. A paso lento trató de seguir el rastro, dirigiéndose de nuevo hacia la ciudad con la esperanza de encontrarlo.
MIKAIL:
- Lamentablemente, las huellas se pierden tan pronto entran por la Puerta Sur, por la que tú has salido hace un rato.
- No vuelven a salir, por lo que o bien tu señor sigue dentro de la ciudad, o bien salió posteriormente por otra puerta. El problema es que dentro de la ciudad no le puedes rastrar, ya que en las zonas donde el suelo es de tierra hay demasiadas pisadas y no queda rastro discernible alguno, y en las zonas centrales de la ciudad el suelo es de adoquines (un resto de la dominación romana de Dacia).
Había tenido mucha suerte de encontrar las huellas. No había duda de que se internaban en la ciudad pero allí, ya era imposible para Mikail, y para cualquier experimentado explorador, seguir el rastro. Pero no le importaba demasiado pues en la ciudad se manejaba mucho mejor. Si Durius había llegado hasta allí tenía que haberse dirigido de nuevo al castillo. Eso sí, cabía la posibilidad de que lo único que hubiera vuelto fuera su caballo, lo cual era un problema. Tendría que volver al castillo y acercars ea las cuadras a ver si la montura de su Señor había regresado. Pero antes quiso acercarse de nuevo a la plaza para ver qué había pasado con Vasilov y Enrietta. No se fiaba nada de la reacción que pudiera tener el Capitán.
// Hacia la ciudad.
- Mikail vuelve a entrar de nuevo en la ciudad. Antes de llegar a la plaza desmonta y deja su caballo.
// Sale de escena: Mikail. - Sigue en: Para no levantar sospechas sigue de momento en la escena del Séquito de Durius.
OCASO. EL SOL SE ESTA PONIENDO.
CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.