Partida Rol por web

Viendo la escabechina que se había montado en unos instantes, Estevo retrocedió asustado alejándose la pelea. El fanático caballero había atravesado a la anciana sin mediar palabra. Desde la taberna observó los alrededores, y la reacción de la gente, pues creía que esos soldados estaban bajo el influjo de la goecia, y puso atención en la gente del lugar, en como reaccionaba y en si había alguien sospechoso. Al mismo tiempo, buscó a la única mujer que lloraba por la quema de la casa, y fue a donde ella. Esto era muy extraño.

Otro de los soldados traba combate con uno de los presentes, un tipo de buenas maneras que no había participado excesivamente en la juerga de la posada (Jorge) y trató de clavarle su cuchillo sin éxito.

Al ver cómo aquellos hombres atacaban sin ton ni son a gentes que no se habían metido con ellos y que incluso no presentaban ánimos de entrar en ninguna lid, se me revolvieron las tripas y, levantando el hacha, lo descargué con furia sobre el hombre que intentaba apuñalar a uno de los parroquianos que había salido de la posada. Tal era el ímpetu que llevaba que, al no darme tiempo a volver a levantarla, preferí parapetarme detrás del escudo previniendo el posible golpe faltal que me pudiera llegar.

Nuño golpea con su hacha en el brazo derecho del soldado, el golpe le hace soltar el arma pero el filo apenas consigue hender la carne, quedando el hacha detenida en el gambesón del soldado.

Tropieza temeroso hacia atrás y solo por casualidad esquiva el filoso cuchillo que solo roza el aire. Sorprendido por la extraña conducta de aquellos tipos, solo atina a sacudir su bastón contra el "soldado 2" que lo atacó y sale corriendo despavorido y sin mirar atrás. 

Mientras huye grita sin parar -Corred por sus vidas que han enloquecido! todo es obra de la vieja bruja!- El cobarde llega hasta donde había atado su caballo tratando de esconderse detrás de este.

Viendo que uno de los soldados se me echa encima retrocedo al tiempo que Nuño le ataca con el hacha. En ese momento aprovecho para tensar y intentar acertarle con el arco.

Una flecha sale disparada desde un arco y se incrusta en el gambesón de uno de los soldados a la altura de la pierna sin causar daños.

EL último de los soldados traba combate con Nuño y le acierta por dos veces en el pecho con su Bracamente, primero con el filo y luego clavando la punta. El primer golpe logra atravesar la armadura del soldado y causarle una grave herida, mientras que el segundo golpe aunque penetra la armadura y le abre la carne, no ha sido tan bueno como el primero. El primer tajo le hiere gravemente, pero el segundo es el que le hace perder el sentido.

El soldado queda tirado en el suelo muy malherido y cerca de la muerte.

Hernán, viendo el percal, queda sumamente sorprendido. Acostumbrado a una vida de relativa calma, toda aquella jarana cogíale por sorpresa.

Tras ver como rajan a uno de los desconocidos dejándole herido de gravedad, Hernán no se lo piensa dos veces y ataca con su Terciado al soldado.

El jefe de los soldados, a todas luces un veterano, hace girar su bracamente en el aire alrededor de su cabeza y lo lanza hacia delante, incrustándolo en el cráneo de uno de los soldados (del 2), la hoja le penetra por el ojo izquierdo y se queda allí clavada, el hombre cae de espaldas y el pomo de la espada se hunde en la arena y deja al hombre ensartado contra el suelo.

El otro de los soldados que lucha contra los locos, corre hasta otro de los soldados (4) y le hunde su Bracamante en el pecho por dos veces, abriendo sendos agujeros en el pecho del hombre y dándole un empujón, lo deja moribundo en el suelo.

Coloca una saeta en la cuerda y echando hacia atrás el brazo, tensa la cuerda con fuerza y soltándola, imprime al arco una fuerza espectacular y la flecha sale despedida hacia uno de los soldados, pero el viento logra desviar la saeta, la cual se estrella contra la pared de una de las casas de la aldea a la izquierda del soldado.

Sin duda, acabar con aquella bruja no había sido todo. Notaba como el mal me quería carcomer por dentro. Notaba como todo me ardía. ¡Y claro que todo me ardía, me estaba quemando!

Así, rápidamente, me tiro al suelo para rodar y quitarme las ropas que arden. ¡No dejaré que ese sucio fuego infernal me consuma! ¡Si he librado al mundo de la bruja, podré librarme a mí mismo de esas llamas!

Ataco a Soldado 3 dos veces

¡Cómo ardía ese desdichado! ¡Sin duda que la vieja le había metido en vereda por acabar con ella! Mientras me despistaba un segundo viendo cómo el tipo ardía casi cómicamente, apreté bien mi lanza y me dispuse a atacar a uno de los soldados, hasta por dos veces...

Una lanzada al brazo que quedó en el gambesón y otra que fue al brazo contrario produciendo el mismo efecto, fue lo mejor de aquel ataque que si bien iba bien intencionado, se quedó en poco más que eso.

La cosa no iba tan mal como podría parecer, sin duda gracias al acierto de los dos soldados cuerdos, los cuales denotaban buena experiencia en el manejo de las armas.

Estevo se movió entre el tumulto. Esquivando la atención de los contendientes, pero con una daga en la mano, por si acaso, se acercó a la muchacha llorosa y le susurró - ¿Eras amiga de la bruja? Sécate las lágrimas o te rajarán igual que a los demás. 

¿A quién sirven esos hombres, los soldados? - preguntó al tiempo que observaba impasible la escena. La anciana muerta en el suelo, los soldados enloquecidos rebelándose contra los suyos y el caballero ardiendo en el suelo. Sin duda una magia muy poderosa tenía esa mujer.

El soldado que trababa combate con Nadir atacó al musulmán,  de dos espadazos rozó su brazo y luego hincó la hoja de su Bracamante en el muslo del Muccadim.

Al ver a Nuño caer bajo las despiadadas manos de aquellos hombres confundidos, Raimundo se arma de valor y vuelve a correr hacia la batalla procurando alejarse de los soldados. Intenta verificar si el guerrero caído aún sigue con vida y comienza vendar su herida. Mierda tío, esto no se ve nada bien.

Realmente no tenía ganas de estar en ese lugar, pero tampoco podía dejar morir a alguien si podía impedirlo.