Partida Rol por web

Bien, creo que con eso estaréis bien, por ahora... A pesar de la situación, Raimundo hace lo mejor posible.  

Gracias a las hábiles manos de Raimundo, pudo la hemorragia de la herida de Nuño contenerse y usando una hierba con un aroma muy fuerte, el soldado pudo abrir los ojos, aunque muy débil, al menos volvía al mundo de los "vigiliosos". A buen seguro necesitaría más atención y ayuda para caminar, pero no moriría...hoy.

Como si de las tinieblas del infierno regresara así me sentí cuando abrí los ojos a una luz que me hirió igual que un cuchillo afilado. Encontreme tirado en el suelo con un rostro desconocido sobre mí y un fuerte dolor en el pecho. Me sentía muy débil y mareado y de la misma forma que había despertado volví a sumirme en la inconsciencia.

Viendo que la cosa se vuelve caótica por momentos decido recoger el arco y apartarme para quedar fuera del alcance de los soldados que quedan.

El otro soldado que aún está en pie y que había dejado a Nuño gravemente herido, al ver que no tiene a ninguno de vosotros cerca, se lanza contra el soldado raso (no el veterano) que no parece haberse vuelto loco, todo fue muy rápido, pero pudísteis ver cómo su bracamante descendía rápidamente de arriba a abajo y se clavaba con fuerza en la clavícula derecha del otro soldado, con tanta fuerza, que la hoja del arma sobresalió por la axila. En otro movimiento rapidísimo, sustrajo el arma y la volvió a clavar en el pecho del hombre, con más fuerza aún, el arma penetró gambesón y carne y asomó por la espalda, quedando allí alojada. El soldado tiró pero no pudo extraer el arma, ahora estaba desarmado...

El soldado veterano, el que parecía el jefe de la patrulla y que luchaba junto a vosotros contra sus compañeros, sus hermanos de batalla, aprovechó la muerte de su compañero y el hecho de que su ex-compañero estaba desarmado y desprevenido, para clavarle su espada en la entrepierna y en el cuello. Los ojos inyectados en sangre del loco se abrieron de par en par y se desplomó al suelo como un fardo en día de mercado.

Viendo la masacre de en derredor Hernán sentíase como en un sueño. No podía creer lo que sus ojos le decían.

Todo había sucedido demasiado rápido, y no acostumbrado a tanta violencia quedose boquiabierto, como alelado, por lo que viera, y por lo que él mismo intentara.

Viendo que solo quedaba un soldado en pie, me envalentoné, cargué el arco con otra flecha y apunté al susodicho. Los nervios y el hecho de pensar que es de rastreros matar a alguien a distancia hicieron que fallara el tiro.

No era propio de un experimentado tirador como Gunderamaro fallar un tiro tan fácil, pero así ocurrió y el soldado que ya debería haber caído, se encontraba vivito y coleando.

Tras observar esa flecha mal tirada, me dispuse con la lanzaa, sacudiéndola lo más fuerte posible contra el último adversario... Viendo que el primer embiste clavábase demasiado bien, decidí que sería mejor rematarlo, no fuérase a levantar... sin embargo, mi mano resbaló del arma...

La lanzada de Nadir atraviesa la pierna del hombre y éste cae al suelo herido agarrándose el muslo con las dos manos, la sangre le sale a borbotones del agujero y forma un tremendo charco en el suelo. El soldado empieza a desangrarse lentamente, pero ya no constituye ningún peligro. Miráis a vuestro alrededor, hay unos cuantos cuerpos y varios heridos graves. Junto a la vieja que mató Josep hay un enorme fardo que la vieja trataba de sacar del fuego, ninguno se había dado cuenta hasta entonces. Del fardo se escucharon toses, había una persona dentro, muy cerca del fuego y envuelta en una especie de manta.

El viejo soldado envainó su espada y se dirigió a vosotros -¡BRUJERÍA! NO SÉ LO QUE LES HA PASADO A MIS HOMBRES... pero os doy las gracias de todo corazón por haberme ayudado. Ahora estaríamos todos muertos de no ser por vosotros.

Poco a poco los pueblerinos iban atreviéndose a salir de sus escondrijos, y en poco tiempo, os encontrásteis rodeados por los lugareños que observaban la escena a cierta distancia.

Tras sacar la punta de la lanza tras la carne, la limpié en las propias botas, pues no era menester hacer de ella como de cayado mugriento y hediondo. Escuché las palabras del soldado con desdén, y en cuanto escuché eso de "brujería" ya me temí alguna treta de los cristianos, pues el diablo es muy tento en sus cuestiones y... viceversa.

No es que me importe mucho, señor -le dije al soldado-, pero cuanto antes se lleven del humo a quien esté envuelto*, o se asfixiará y caerá como muerto, como incosciente. El humo hace estragos en dentro del pecho...

¿Quién sería esa vieja? -pensaba para mí-. Desde luego, parecía que ésta quería salvar a quien estuviera ahí, fuera como fuera... y la que recibió la muerte y de mala manera fue ella...

Tras apagar mis ropas, veo la mantaza que se alza ante mí. Sin duda, todo es fruto de la brujería. Así, me acerco al soldado y le digo—. Deberíais de quemar los cuerpos de los soldados afectados por la brujería. Sólo así los libraréis del mal que los acusó en vida.

Dicho esto, me acerco al cuerpo de la bruja, mientras hago cruces con el dedo para bendecir a los caídos. Puede que así no me contagie de su mal. Espadón en mano, decapito al ser, a la par que me santiguo. Nunca se es demasiado prevenido con estas cosas.

Al santiguarme, es cuando me doy cuenta que hay un bulto que llevaba la mujer, y que se mueve. Desde luego, parece que llevaba una persona, pero no me fío lo más mínimo.

Con cuidado, y con la espada lista, me inclino para abrir el fardo. Es posible que todo esto haya sido un engaño, y que sea posible que el causante de todo mal fuese lo que está ahí dentro.

Quemar los cuerpos para liberar el mal? de que esta hablando? Es notorio que no entiende demasiado de estas cosas, muerto las victimas se disipa el encantamiento, y ahí se termina. Pero no es mala idea quemar los cuerpos para evitar una plaga de ratas y pestes, así que le voy a seguir la corriente. 

Raimundo toma una vara para transmitir el fuego del incendio a cada uno de los cuerpos. Grasa y ropa se incendian con facilidad, por lo que no debería tomar mucho trabajo. Que sus almas descansen en paz, y sean liberadas del mal que la bruja os ah ocasionado... comenta disimuladamente.

-¡Qué horror! No entiendo nada... ¿Qué ha pasado?- pensé.

Acto seguido dije:

- Tenéis razón. ¡Apilemos los cuerpos y quemémoslos!

Me acerqué a uno de los cadáveres con disposición para cogerlo si alguien me echaba una mano.

Pese a que la reacción y palabras del hombre calvo parecióme un tanto exagerada y alarmista, tampoco me fiaba mucho del fardo que había ahí... ¿y si...? -pensaba para mis adentros-. En tanto lo cual, que tomé de nuevo  firmemente mi lanza y la empuñé de nuevo, apuntando al fardo hacia abajo, por si quienquiera que estuviera allí reaccionara hostilmente. No diera el caso que atreverse fuera, pues allí había ahora más aceros concentrados que en una herrería, pero nunca se sabía...

Parece que vuaced sabe bien lo que se hace en estos temas, o así me lo ha de parecer -le dije al "Aguerido Caballero" sin dejar de observar el fardo mientras le apuntaba-.

El fardo se mueve de un lado a otro y véis cómo se deslía la parte inferior del mismo hasta que asoman un par de pies, acto seguido, el fardo se mueve hacia un lado desenroscándose mientras el caballero decapita a poca distancia a la vieja, poco después, la manta se deslía para dejar ver a una mujer de mediana edad que grita y patalea

- ¡VIEJA HIDEPUTA ! ¡MI HIJO! MIIIIIIIIIIIIII HIJO SE MUERE hay que afayárle, no sé dónde está, casi le mata, casi se muere por su culpa.

La mujer logra ponerse en pie por sí misma con el permiso de la lanza de Nadir, mientras los dos soldados que quedan vivos, uno de ellos hace un gesto a varios aldeanos para que le ayuden con los cuerpos mientras el jefe se dirige a la mujer

-¿Qué pasa mujer? ¿Qué es lo que hay que encontrar? ¿Es vuestro hijo? -dice envainando su espada

- Esa vieja-contesta la mujer señalando el cuerpo, entonces se da cuenta de que han matado a la vieja y no tiene cabeza -¡Bien hecho! era una insana, mi hijo está en casa muriéndose por su culpa-el soldado mira a la mujer con el rostro crispado y contesta

- Nunca creí en brujas ni cosas parecidas, pero mis hombres han enfermado...y se han vuelto locos, casi nos matan a todos- contesta confundido.