Partida Rol por web

Josep golpea a Nadir que esquiva  el golpe pero no logra evitar que el caballero continúe avanzando hacia la criatura. Mientras, Nuño dispara su ballesta pero no impacta en la bruja, la saeta cae en el río a la izquierda de la anciana.

Os señala y empieza a reirse

-JAJAJAJAJAJA

La risa es diabólica, hace que se os congele la sangre en las venas. No os da tiempo a hacer nada antes de ver cómo en apenas un segundo las nubes se cierran, el cielo se vuelve negro y un enorme remolino de viento aparece desde la nada sobre vuestras cabezas y una lluvia torrencial os empapa.

-¡Adiéus! ¡Que la trumenta cayiga sobre vosotres!

Aún habiendo girádome esquivado el hachazo, poco podía imaginar que la mujer fuera a hacernos algo grave, aunque ahora que veía bien su rostro bien que me lo parecía, aún más cuando reía mientra me levantaba del lance apoyándome en la lanza, y parecía que bien algo malo iba a hacer, como cosa de lo que Jehová siempre rechaza.
 

Hasta la ballesta me resbaló de las manos al ver que el cielo se nos caía encima. La risa de aquella mujer, por llamarla de algún modo, junto con el inesperado vendaval y aquella lluvia que en cuestión de un segundo nos había dejado empapados consiguieron que mi cuerpo se estremeciera de puro temor.

Me santigué tres veces mientras mis ojos eran incapaces de apartarse del rostro de la mujer esperando que el Altísimo tuviera a bien alejarla de nosotros.

Empezaba a lamentar no haberme sumado al linchamiento. Sin duda aquel fanático iba a hacer que nos llevara a todos.

Se estremece de terror mientras maldice las violentas acciones de sus compañeros. Estamos condenados! Alcanza a balbucear mientras tiembla por el pánico en el momento que escucha la sentencia de la bruja.

Deja caer todo mientras su rostro se empalidece y suelta las riendas de su caballo para intentar correr, pero ya era demasiado tarde para eso. NOOOOOO! 

Jamás habíais visto la naturaleza desatada de ese modo, durante los pocos segundos que tuvísteis para pensar os dísteis cuenta de que esa tormenta con tal intensidad era imposible por medios normales, la hija de la gran puta de la bruja había de algún modo, convocado a la tormenta para que se os llevara.

La muy cabrona tuvo éxito en su hechizo, pues hasta el caballero que iba embotado con armadura de las buenas salió volando varias varas en el vórtice del remolino.

Bestias, hombres, fardos y bultos volaron decenas de varas en todas las direcciones. La tormenta descargó una lluvia que cayó sobre el grupo a sacos. Josep que corría hacia la criatura del averno, vio cómo su carrera se detuvo, el caballero quedóse quieto mientras el aire agitaba su armadura y le hacía caer a un lado, pero su armadura le salvó la vida. El escriba se vio en el interior del vórtice y voló por los aires chocando en su caída contra una roca. Su cuerpo quedó golpeado en medio de un torrente espontáneo, sangraba por media docena de heridas y cortes y apenas respiraba. El gambesón ligero de Nadir le protegió cuando su cuerpo fue arrojado contra un árbol por el viento y quedó herido pero en pie. Nuño, ya herido, cayó por un terraplén a dos docenas de varas y quedó inmóvil, en mal estado.

Raimundo iba equipado con un gambesón de refuerzos y eso le salvó la vida, quedando herido y magullado, lo mismo que Marcial que fue aplastado por su caballo, aunque ambos salvaron la vida.

No ocurrió lo mismo con las bestias de Josep y Raimundo, el viejo caballo quedó hecho un guiñapo cerca de donde yacía Nuño, se había despeñado también. El caballo de Raimundo aguantó mejor el envite del viento pero al caer sobre unas rocas, aunque vivo, tenía dos patas rotas...no servía para nada salvo como alimento.

¡Maldición...! -murmuré cuando, aún habiendo quedado en pie, mis piernas se aflojaron y mi espalda resbaló por el tronco de árbol hasta que mis posaderas tocaron el suelo y quedé medio sentado...-. Un tremendo dolor en la espalda me invadía, aunque viendo el desaguisado, bien que otros habían salido más malparados que un servidor..., por no hablar de las monturas. Parecía aquello como si hubiera embestido en tropel una docena de hombres contra un sólo niños de diez años, y el destrozo era tan grande que no estaba seguro en ciertos momentos si me dolía el cuerpo por heridas internas o externas, o si los jugos de la tripa se me habían pasado a las costillas, al corazón, a los pulmones... y me habrían de salir de un momento u otro por la boca...

Cuando pasaron unos segundos, abrí los ojos, que dejé que mis párpados cayesen un poco. Recuerdo que al último que vi volando fue a ese tal Nuño, hasta que lo vi elevarse como una pluma y caer como un pelele de esos que los campesinos ponen en las huertas para espantar a los pájaros. Intenté correr hacia el borde del precipicio y asomarme: quería ver la localización de Nuño, o al menos percatarme que aún estaba vivo.

Sin duda, ese ser era de los peores que el demonio había creado. No había duda de que había hecho bien en intentar matarle, ya que un mal de semejante calibre no puede estar suelto por el mundo.

Así, una vez que he aguantado el choque del temporal, continúo con mi labor de purgar al mundo de tan malvado ser.

Todo sucedió tan rápido... cuando me quise dar cuenta me encontraba volando por los aires sin yo quererlo y aquello, desde luego, no era un don que de pronto me hubiera concedido el Altísimo. La bruja... Ese fue mi último pensamiento antes de sumergirme en la oscuridad.

La punzante llovizna me obligo a cubrirme la cara, por ese motivo no fue hasta que estuve a tres metros del suelo cuando me dí cuenta de que el remolino me embutía y me lanzaba hacia las rocas. Caí de espaldas, varios huesos se fracturaron por el impacto, y la escribanía que llevaba colgada se me clavó en las costillas, los remaches cortaron la piel y quedé bañado en un charco de sangre y agua torrentosa. No podía sino rezar por mi vida mientras postrado en una postura imposible enormes borbotones de sangre surgían de mi boca cada vez que intentaba respirar.

Al volver en sí y ponerse en pie, os dáis cuenta de que la bruja no está, no os habéis percatado de dónde ha ido. Es posible que quizás se haya zambullido bajo las aguas del río o quién sabe, quizás haya viajado a bordo de la tormenta, en cualquier caso, tenéis cosas más importantes que hacer en esos precisos momentos pues Jorge agonizaba y de Nuño no había ni rastro aunque alguno recordó que había caído por un terraplén.

Cuando Nadir se asomó vio a Nuño a una distancia considerable más abajo metido en unos matorrales, las ramitas habían frenado una caída a buen seguro mortal, eso si es que vivía que no estábais para nada seguros.

- ¡ID A POR EL SOLDADO! OLVIDÁOS DE LA BRUJA AHORA QUE YO ME ENCARGO DEL ESCRIBA -corrió todo lo rápido que pudo, aún atontado y dolorido hasta donde yacía Jorge y se agachó para intentar ayudarle.

No era médico ni nada parecido pero sus conocimientos de anatomía en sus mil y una escaramuzas le servían para saber cómo detener una hemorragia y así hizo con el escriba, aunque desgracidamente, aún peligraba su vida.

Intenté bajar por el terraplén, pero parecía más difícil de lo que esparaba... Veía a Nuño allí postrado, necesitando la ayuda de quienes le habíamos visto caer... ¿Aunque quien dice que no fuera ahora la fortuna aquella que nos precipitaría esta vez al vacío? Intenté equilibrarme, agarrarme a una rama, pero me pinché el dedo con un punzón, y luego me corté levemente los dedos con un saliente de roca... ¡Ay! ¡Que creía que me caía...!

Se levantó como pudo con el cuerpo totalmente destrozado, los huesos molidos, apenas podía casi caminar, pero se dio cuenta entonces que de Nuño no parecía haber ni rastro así que mirando a su alrededor vio a Nadir intentar bajar por el terraplén y él se dispuso a hacer lo mismo viendo que Jorge estaba en buenas manos.

Josep se acercó hasta el río al lugar donde estaba la bruja y descubrió que no había ni rastro de la muy pérfida, al menos eso le pareció.

Nadir y Raimundo resbalaron por el terraplén y cayeron varias varas abajo, pero la densa vegetación asturiana hizo que no se lastimasen, sino que sólo perdiesen el equilibrio y quedasen tendidos panza arriba sin que nadie ayudase al pobre Nuño que se moría a cada segundo.

Seguía intentando salvar al escriba, pero la cosa no pintaba muy bien.
 

Se levantó hecho una auténtica mierda, caminó muy despacio como pudo hasta donde Nuño yacía un poco más arriba e intentó reanimarle, sacarle de la muerte.