Finalmente salísteis de concurrida plaza por la calle del Potro (homónima a la plaza); pasásteis de largo por el Mesón de la Alfalfa, el del Mármol, por la Mancebía y girásteis la esquina del Mesón de la Paja. Acto seguido, tomásteis hacia el sur la calle paralela inmediata y pasando por la Puerta del Sol, os internásteis ya en la avenida del Adarve del Río, que "corría" pararlea al Guadalquivir por ese punto de la ciudad. El ladronzuelo habría tomado probablemente y de forma razonable esa calle. Tras unos segundos que a Bermudo le parecieron horas (por perder del todo de vista su bolsa), alcanzásteis la calle (unos más pronto que otros).
Y lo alcanzó en primera instancia él, pues incluso vio bajar por la pared parte trasera del Mesón de la Madera (hasta esa calle) al joven ladrón, que descendía valiéndose de huecos en las paredes y de algunas agarraderas. Cuando escalaba llevaba su bolsa bien asida a sus dientes. Éste, que aún no había visto la que se le venía encima (aunque ya todos vosotros divisábais "el percal"), bajó, se reunió allí mismo con otros cinco tipejos que le esperaban (algunos algo mayor que él, algunos algo menor) y comenzó a enseñarles la bolsa. Luego empezaron a repartirse el botín... ¡delante de las narices de Bermudo! Y no eran sino monedas las que habían en esa bolsa... muchas, al parecer...
Ésta es vuestra situación:
Los puntos negros sois vosotros (unos más retrasados que otros, lo cual puede tener consecuencias), los puntos verdes son el ladrón y sus amigos.
- ¡ESO NO ES VUESTRO, LADRONES!-gritó Has en un mal castellano a la par que se descolgaba un hacha de medianas dimensiones que llevaba colgada a la espalda y se ponía en guardia.
Este árabe está loco...gritar de este modo para llamar su atención...de perdidos al río.
¡ALTO A LA AUTORIDAD!—exclamó Diego con repentina seriedad, algo poco habitual en él mientras sacaba una espada de doble filo.— Más os vale no oponer resistencia, o lo pagareís caro.
Seguía a la multitud que perseguía al ladronzuelo, cuando entre los cuerpos de la multitud veo como se agrupa con otros de su misma calaña y parece que reparten el botín.
Estoy muy retrasado y puedo herir a alguien, pero sería buen momento para usar de nuevo mi honda.
Se queda pensando en las posibles consecuencias.
El muchacho que robó la bolsa, entonces, alertado ante las muestras de desacato del debido orden allá en la taberna de las Dos Puertas, se refugió tras su cinco amigos.
¡Largáos de aquí! -dijo uno de los maleantse amigos del muchacho tras miraros, que por cierto iban también muy desarrapados y malvestidos-.
Aquello era el colmo... no sólo osaban robar la bolsa en medio de la gente sino que, además, lo hacían a pleno día y una vez atrapados eran capaces de no dar su brazo a torcer y plantar cara a... ¿la autoridad? Vaya, vaya... aquel tipo larguirucho debía ser de la guardia. O quizá era un farol. Lo que estaba claro era que Simón se había metido en una buena pelea y que tenía de su bando a los más capaces... al menos a su entender ya que los contendientes eran poco más que mendigos.
De cualquier modo al que no iba a perder de vista a partir de ése momento era al misterioso encapuchado que le había susurrado al oído.
- Pardiez... - espetó Simón como si hubiese escupido la palabra. A la vez, desenvainó la espada curva y se dispuso a enfrentarse a aquellos hideputas.
Llegué a la avenida al lado de Yurem para ver como terminaba el robo de la bolsa, pero al llegar comprobé que el ladronzuelo no estaba solo, aquello pintaba mal, mucho peor después de que alguno de los acompañantes empuñaran sus armas.
Por suerte escuché como uno de ellos decía que era de la autoridad, era aquel tipo alto que parecía un poco herido.
Me paré donde estaba, porque, aunque en principio no pensaba meterme en una pelea callejera, saqué mi arco y una flecha por si tenía que defenderme. Como decía mi padre "Allah es grande y misericordioso, pero en el zoco ata fuerte tu caballo".
Al final le había dado alcance, pero aquel malnacido no estaba solo y ahora, delante de sus mismas narices, Bermudo veía cómo aquellos bribones se repartían su dinero. Cuando se dio cuenta, el resto de los que habían salido en persecución del ladrón habían empezado a gritar llamando la atención de los jovenzuelos.
- Devolverme ese dinero si no queréis véroslas conmigo. -Dijo mientras empuñaba su hacha.
—Te lo advierto por última vez— amenazó el alguacil bajando dos tonos la voz y sonando ciertamente amenazante. Una ligera sonrisa comenzaba a aflorar en sus labios mientras revisaba con la mirada a sus enemigos — Más os vale entregaros ahora o creedme que conocereís lo que es el autentico tormento.
El tamaño y la voz de Diego resultarían sin duda intimidantes, en especial por la macabra expresión de su cara y por el ansia de sangre que "parecía" existir en sus ojos. Sin lugar a dudas, Diego Mendoza sabía resultar aterrador cuando se lo proponía. Incluso el "guardían de la ley" se permitió cambiar de arma delante de los ojos del resto sacando un largo y curvo cuchillo que parecía menos letal, pero que sin duda alguna no lo había cambiado en balde. En sus manos, aquel terciado, podía ser letal en sus manos.
—Último aviso—advirtió
Casi con desgana, Ahmed había seguido a los otros hasta la ribera del Gran Río. Para su estupor, el ladrón había decidido permanecer allí en lugar de perderse definitivamente en las callejuelas de Córdoba. Sí, le amparaba un buen número de compinches, pero al menos cuatro o cinco de sus perseguidores parecían soldados curtidos. Tal vez el ratero no era tan listo, al cabo.
Uno de los cristianos, un tipo muy alto con una escalofriante sonrisa, se identificó como Justicia de la ciudad, provocando en Ahmed un pequeño sobresalto. Sin embargo los malandrines no salieron en inmediata estampida, lo cual era un nefasto presagio.
No huyen, y no se dejarán apresar. Se sienten fuertes, y esto acabará mal –fue su primer pensamiento.
En previsión de la lucha que se avecinaba, Ahmed extrajo de debajo de su caftán un cuchillo descomunal, sucio y maltratado, de aspecto temible.*
*Según parece, el bracamante tiene una hoja de unos 50-60 cm, más ancha y algo curva en la punta. Como “cuchillo” me parece un arma espeluznante...
Veo que todo el tema se pone bastante feo, y aun mas cuando alguien saca un cuchillo bastante grande para mi gusto, así que me giro hacia el lugar por donde he venido, doy media vuelta y me pongo a silbar mientras camino despacio.
Teníamos de nuestro bando a la autoridad, pero lo que se preguntaba Durán era hasta cierto, cuanto de legal era que personas de la calle ayudarán a evitar un robo. No le gustaba que en su bando hubiera gente que no practicaba la fe cristiana (viendo sus vestimentas) pero las circunstancias le habrían llevado a ello.
Dejándose llevar por la multitud, se acerco a la primera línea de batalla, guardó su honda y saco la espada corta. Gritando a los asistentes dijo:
- Estáis en clara desventaja de número, devolver la bolsa robada y no habrá sangre derramada. Aprieta fuertemente la espada corta.
Algunos de vosotros sacásteis vuestras armas, las tales tan bien escondidas que culquiera diría que no llevábais nada con lo que poder herir a alguien en absoluto. Ante lo cual, los tipejos comenzaron a acariciar los pomos de sus espadas, y el ladronzuelo "rubiales" dejó entrever un gran cuchillo también.
_______________________________________
Comienza la lucha. No recuerdo ahora mismo si alguno no dominaba bien el tema del combate. Os remito a esos a la escena de Reglas, en la parte de "Combate". Además, para agilizar las lucha haremos lo siguiente: Primero tiramos todos la Iniciativa, y cuando tengamos ya el órden hacemos las declaraciones y ataques (todo en uno).
Primero Tirad Iniciativa: 1d10 + AGI (excepto Ahmed y Yurem*).
Esto es una batalla. No acturéis en el primer turno, pues tardásteis demasiado en llegar.
*: Llegásteis despacio, por lo que tardásteis un poco más y tardaréis un turno en actuar (si queréis actuar).
Al ver que todo todo el mundo empieza a sacar armas, y se empieza a calentar el ambiente, apresuro el paso para escapar de allí.
Voy dando ojeadas hacia atrás hasta que consigo girar la esquina.
-Ala os proteja...
En cuanto giro la esquina, salgo corriendo a toda prisa mientras introduzco las manos dentro de mi Chilaba y compruebo que tengo los cuchillos preparados, aunque no los saco aun.
No parece muy recomendable ir corriendo por la calle cuchillo en mano...
Empuño uno de los telek, y cuando llego a la esquina me asomo un poco a ver como lo llevan, mientras repasaba el plan que ya tenía ne mente:
No se si atacar por sorpresa y por la espalda, o esperar a que alguno salga corriendo y hacerle la zancadilla.
Es doble post... lo siento, pero así ya te dejo claras mis intenciones.
Motivo: Agi
Tirada: 1d10
Resultado: 10(+17)=27
Llegué a la avenida al lado de Yurem para ver como terminaba el robo de la bolsa
Yo iba hablando con Yurem. Supono que no estoy en la lista y puedo atacar este turno porque dispararé mi arco desde lejos en lugar de luchar cuerpo a cuerpo. (Dejo la tirada de INI)
Si tengo que esperarme también me lo dices.
Yo iba hablando con Yurem. Supono que no estoy en la lista y puedo atacar este turno porque dispararé mi arco desde lejos en lugar de luchar cuerpo a cuerpo. (Dejo la tirada de INI)
Pero tu tienes arcos, ellos no. Tu podrías usarlos desde la distancia.
Diego se preparó para la batalla. Había enseñado la espada para amenazar pero sabía perfectamente que el cuchillo era igual de efectivo, mas doloroso y sobre todo, más rapido de utilizar. De ahi que hubiese decidido cambiar el arma para cortar el cuello a aquella rata de cloaca.
Motivo: iniciativa
Tirada: 1d10
Resultado: 3(+20)=23
Ni viendo las armas amenazantes ante ellos hizo que aquellos ladronzuelos cambiaran de opinión y seguían dispuestos a dar la vida con tal de quedarse con las monedas de Bermudo.
Si es eso lo que quieren entonces tendrán lo que se merecen.
Motivo: Iniciativa
Tirada: 1d10
Resultado: 8(+20)=28
De algún modo, Simón sabía que aquello iba a terminar así. Quizá la ciudad de Córdoba era lo único que ofrecía y, como tal, había que ser aprovechado convenientemente; sexo... tabernas... peleas...
Motivo: Iniciativa
Tirada: 1d10
Resultado: 9(+15)=24