Partida Rol por web

Jade se encontrabas en mitad de una reunión en Alderaan, cuando recibió aquel mensaje. No le costó salir y encontrar algo de privacidad para recibir aquella comunicación.

— El Gobernador Tarkin está dirigiendo ahora mismo la estación hacia Alderaan. Tiene previsto disparar el Súper Láser sobre el planeta en menos de seis horas. Tienes que escapar de ahí como sea. He contactado con otros tres infiltrados en Aldera que podrán ayudarte. —

— Reúnete con ellos en treinta minutos en el Rancor Rojo, en un barrio del anillo exterior. Te he mandado la localización así como los códigos de acceso para que podáis embarcar en la Estrella una vez salgáis del planeta. Serán válidos durante las siguientes doce horas. —

— Ten cuidado... hermana. —

Con alguna escusa se ausentó del resto de representantes y rápidamente puso rumbo a aquella cantina. El Rancor Rojo... 

Cada uno se encontraba haciendo sus tareas, quizá algo especial, fuera de la norma. Puede que lo de siempre. Fuera como fuera no tardasteis en encontrar un sitio apartado y discreto donde acceder al mensaje.

— Debéis escoltar a vuestro contacto al exterior del planeta. Es una extracción urgente. El planeta está amenazado así que disponéis de seis horas para escapar con ella. Debéis de mantenerla a salvo a toda costa. Es una misión prioritaria. Os reuniréis con ella en el Rancor Rojo. —

Sin tiempo que perder todos pusisteis rumbo al Rancor Rojo...

La noche estaba ya entrando, y los últimos rayos del único sol del planeta formaban curiosos reflejos en las cristalinas aguas del lago que rodeaba la ciudad de Aldera. Pero ninguno de los cuatro tenía tiempo para fijarse en eso, o en reparar el la suave brisa de aquella magnífica noche. Nada podría hacer pensar a los habitantes de la capital lo que estaba apunto de suceder.

Jade caminaba por las calles del círculo exterior, no era la mejor zona para alguien de su posición, pero sabía como defenderse en caso de ser necesario. Había sido entrenada para ello. Las calles de aquella sección de la ciudad se notaban más descuidadas, sucias y en general llenas más abarrotadas que las del anillo central. La iluminación era más pobre y en algunos casos algunas calles estaban más iluminadas por los carteles led de los locales que por las propias varas de luz.

Fuera como fuera no tardó en llegar a la cantina. Un gran rancor iluminado con tiras de neón roja sobre la puerta abría y cerraba la boca dando la bienvenida a todo aquel que quisiera adentrarse. En el interior no había banda de música en directo, pero la música sonaba igualmente a un volumen bastante alto por los diferentes sistema de sonido. Un rápido vistazo a las mesas y pudo localizar rápidamente donde se encontraban sentados los tres agentes infiltrados que habían sido convocados además de ella.

En una mesa apartada había dos hombres y una mujer con un vaso de alguna bebida. Al lado de este un segundo vaso, vacío y del revés al lado. Era la señal que los identificaba como los Imperiales que estaba buscando...

Zak estaba en una escolta de lo más aburrida cuando recibió el mensaje. Como no había mucho que hacer lo leyó, y menos mal ya que de haber esperado a dejar a su cliente habría perdido mucho tiempo. Miró su reloj y programó el cronómetro, no había tiempo que perder.

A partir de aquí sigues solo. Puedes quedarte con el pago.

Fue todo lo que dijo al duro que estaba escoltando e ignorando sus quejas se dirigió rapidamente a su apartamento.
Afortunadamente no hacia mucho que había salido y no estaba muy lejos. Aún así, los quince minutos que tardó en llegar le parecieron eternos.
En cuanto entró se dirigió directamente al armario de la habitación, sacó una placa que tenía suelta de un lateral y cogió la mochila que había en el hueco. La tiró encima de la cama y se colocó una ropa que tenía especial para problemas, la que usaba para recaudar deudas, aunque nunca había tenido que usarla.

Comprobó la mochila, estaba todo. Revisó que la pistola estuviera cargada y se colocó en un lugar accesible el cargador de repuesto. De la alnohada cogió un cuchillo de combate y se colocó en la funda de la pantorrila derecha. Después sacó del refrigerador una tarrina doble de helado y de ella una bolsa con un blaster de bolsillo. El cual tenía su lugar en la muñequera izquierda.

Dio un ultimo vistazo a la vivienda.

Hasta nunca. Jamás me gustó este planeta. Demasiado pacifico.

Cerró la puerta y se dirigió a la cantina donde habían quedado con el contacto. Al menos estaba cerca de su residencia, había perdido mucho tiempo al ir a por sus cosas. Esperaba que no se hubiesen marchado sin él. De hecho más le valía si querían salir de allí iban a necesitarlo fijo.

No fue el primero en llegar, pero al menos no había sido el último. Miró a los demás esperando a que alguien dijese algo. En plan "movamos el culo de aquí y vayamos al espacio puerto".

El sonido del mensaje recibido se camufló entre el ruido de las llaves girando y me percaté de lo que lo había recibido cuando acabé de apretar aquella tuerca.

Después de limpiarme las manos de grasa e ir al servicio, pude leer el mensaje.

— Perfecto... — pensé.

No había tiempo que perder, acabar la jornada no sería difícil, me debían muchas horas, formaba parte de mi trabajo, que me sobrasen horas para aquel tipo de situaciones.

A la hora convenida ya estaba en el Rancor Rojo, con el resto de los miembros del equipo de protección. Había llevado conmigo lo común para mi trabajo oficial y extra-oficial. Me pedí una bebida ligera, sin alcohol, no sería plan que intentásemos huir con algo de alcohol en sangre, no acabaría saliendo bien "Si bebes, no pilotes" era lo que decía la publicidad imperial.

Hasta que aquella mujer llegó, estuve observando al resto de personas que poblaban la cantina, cualquiera podría ser nuestro contacto.

— Discúlpenme señores. —  dijo con un tono que evidenciaba cierta preocupación por parte de Jade. —  Un asunto relacionado con mi hijo William, debo ausentarme. —  fue la excusa que puso para abandonar aquella reunión e ir al Rancor Rojo. 

En cuanto Jade estuvo sola no pudo evitar hiperventilar. Iban a destruir ese planeta y ella tenía varias decisiones importantes que tomar. Su hijo, su marido... sus cómplices. Todo era demasiado complicado.

Aquello había pillado por sorpresa a Jade. Había salido en cuanto tuvo la información en sus manos. Cogió la mochila que tenía preparada por si llegaba un momento así y se marchó en busca del lugar de encuentro. El Rancor Rojo. Era algo sencillo, a la vista de mucha gente. Como siempre. 

En cuanto entró en aquel tugurio no con un simple vistazo localizó al equipo. Dio un pequeño rodeo y se acercó a ellos. Había sido la última en llegar, pero también era la que tenía una situación más enredada en la alta sociedad del Alderaan. 

— Me han dicho que eráis tres, así que estamos todos —  preguntó echando un vistazo alrededor. —  Tenemos que irnos. — dijo a modo de resumen. Desconocía hasta donde sabían ellos o lo que les había sido encargado así que aguardó un poco. —  Podéis llamarme Jade. —  se presentó.

—Buenas noches, profesor Saleskat —despidió a su cliente frente a la puerta de su casa y antes de que el académico tuviera tiempo de entrar, Andur tecleó el nombre de Saomi para llamarla y hacerle una visita y un regalito por haberla tenido desatendida durante los últimos días; pero en su comunicador había un mensaje, uno de esos que tiempo atrás le habría encantado leer pero que ahora, cuando por fin estaba comenzando a tener una nueva vida en el planeta, suponía golpe en el estómago.

Abandonar Alderaan en seis horas... ¿Qué demonios sucede?

Cuando le encomendaron la misión se imaginó que iba a ser una estancia bastante prolongada. Según el Imperio, Alderaan era un nido de sediciosos y espiarlos a podía llevar toda una vida. Andur había comenzado a cogerle cariño a Aldera y a algunas de sus gentes, en especial a Saomi, a Layeera y a su compañero del trabajo, el taciturno Bogdono.

¿Tengo que dejarlo todo ahora, de repente? Justo cuando comenzaba a prosperar...

Las dudas le asaltaron todo el tiempo que dedicó a comprobar que su equipo de evacuación urgente estaba listo. Conforme había pasado el tiempo en Aldera, había sacado algunos elementos de la mochila y los tenía dispersos por su habitáculo. La pistola la tuvo que rescatar del escondrijo del falso techo. 

—Bien, pues ya está todo. Al Rancor Rojo, a ver de qué se trata todo esto.

Se llevó el deslizador terrestre de la empresa hasta el local y lo dejó aparcado con el identificador de Servicio de Transporte encendido; así, si aparecía la poli, no le confiscarían por estacionamiento indebido el que, probablemente, iba a servir como vehículo de fuga. Entró en el garito, vio a un hombre y a una mujer en una mesa y la señal convenida, se acercó a ellos, saludó brevemente y se pidió una copa para disimular, aunque no le dio ni un sorbo.

Estaba muy nervioso.

Jade no se había sentado cuando un devaroniano pasó a su lado y le golpeó con el hombro, haciendo que derramara algo del contenido de su vaso sobre la mujer. El devaroniano, de movimientos lentos y torpes miró primero al suelo, luego a su copa y finalmente a Jade.

— Oye... den más cuidado chica. ¿Esdas bebidas do se pagan dolasss dabes? — 

Mientras hablaba agitaba su copa, haciendo que algo más del contenido del mismo saliera volando, al suelo. A la mesa donde estaban el resto y a la ropa de ambos. 

Se escucharon unas risas en una mesa al fondo donde dos humanos más y un duros parecían divertirse con el espectáculo de su amigo. 

— No aguanta nada bien la bebida jajaja —

— En cualquier momento se va a caer... jajaja... Vamos Doblas, deja de perder el tiempo y tráenos otra ronda —

-Zak.-

Fue lo que dijo a modo de saludo. No tenía sentido extenderse más, iban a ser compañeros de viaje por poco tiempo.

-Por mí nos vamos ya, sí. Tengo entendido que hay un plazo.-

Claro que eso fue antes de que un maldito cornudo se les acercase y llamase la atención sobre el grupo. Zak se llevó con disimulo la mano cerca de la pistola, por si acaso. Aunque esperaba no tener que utilzarla. Si tenían que salir del planeta lo mejor era no llamar demasiado la atención, y empezar una pelea en un bar sería lo contrario. Así que esperó a que el devaroniano se marchase a desparramar la bebida por otro lado, preferiblemente con sus amigos.

— Lyra — se presentó antes de que el pequeño incidente con el devaroniano tuviera lugar.

Aquella era una situación típica de cantina, un borracho se pega a otro demasiado y las bebidas se derraman, pero el cuernudo parecía ir lo suficientemente cocido como para no representar ninguna amenaza.

— Esta ronda va por nosotros — dijo Lyra acercándose al devaroniano y extendiendo la mano con un puñado de créditos, con un cálculo aproximado de lo que costaría para ellos.

Sonrió y levantó su copa en señal de salud al tal Doblas y luego la presentó a los compañeros del alienígena.

— ¡Salud! — dijo en voz alta antes de dar un trago.

Dejó su copa en la mesa y tocó suavemente el brazo de Jade.

— Sí, nos vamos.

—Soy Andur, Andur Jammin —se presentó con gesto serio y preocupado.

Andur observaba al devaroniano y a sus colegas con suspicacia. Aunque parecía que todo podía arreglarse con unos créditos y una copa, no se fiaba un pelo de toda esa chusma interplanetaria y no tenían tiempo para líos de taberna. Aquel era un planeta civilizado, si se metían en una pelea las autoridades intervendrían y adiós a la misión. Aún así lamentaba tener la pistola dentro de la mochila y lejos del alcance de la mano.

—Tengo un deslizador afuera. ¿Cuál es el plan?

Doblas miró a Lyra y agarró los créditos con una sonrisa  algo forzada por la propia embriaguez.

— Bieb, veo que ered uda chica lita ademád de guapa. Voy a id a pod unas copad y luego hablamos de lo haced esta nochde pdeciosa —

Inclinándose hacia un lado esquivó a Jade mientras se volvía y mostraba a sus compañeros con orgullo el botín conseguido, dirigiéndose a la barra seguramente a pedir esa ronda gratis...

Antes de que Jade pudiera preocuparse por aquel borracho el incidente fue atajado de raíz. Escuchó a los que de ahí en adelante serían sus compañeros de escape y asintió. Se levantó de la mesa y les indicó que la siguieran. 

—  No sé de cuanto tiempo disponemos así que tenemos que ser rápidos. Tengo el lugar al que nos tenemos que dirigir. Pero necesitaremos un transporte y también una nave para poder ascender y marcharnos de Alderaan. No sé si tenéis asuntos pendientes, pero es un buen momento para zanjarlos definitivamente. No tenemos mucho tiempo. —  comentó con sus compañeros. 

Lyra suspiró con cierto alivio al ver que el devaroniano dejaba correr el tema, tampoco le importaron sus palabras, al fin y al cabo estaba borracho, y ella había ido a la cantina a otra cosa, junto con las otras tres personas con las que se había reunido.

— Os espero fuera — dando a entender que no tenía nada que zanjar.

A la salida todo parecía normal en el exterior. La noche mostraba un cielo estrellado, y el sol ya se había ocultado por completo. Un par de duros caminaban riéndose a carcajadas a unos metros, entrando en uno de los locales cercanes. Una humana y un twi'lek caminaban con prisa, pasando al lado de Lyra. Guardaban silencio. En general... para quien frecuentara aquella zona todo parecía normal, como siempre al menos...

Cuando todos estuvieron fuera, Andur se dirigió a ellos en voz baja, porque nunca se sabía cuándo, dónde y quién podía estar escuchando.

—El deslizador está ahí mismo —dijo señalando al vehículo en el que había llegado—. Tengo acceso al hangar de la empresa. A estas horas suele haber menos vigilancia. Podríamos hacernos con alguna nave de transporte orbital, pero robar una con capacidad de salto hiperespacial va a ser más complicado.

La mente de Andur repasaba mentalmente el interior del hangar, tratando de recordar los vehículos que solían estar allí estacionados. Luego comenzó a teclear su datapad, buscando información de inventario de la empresa*.

Jade miró a Andur y luego al resto del grupo una vez estuvieron fuera. Estaba algo nerviosa y miraba a todos los lados. Algo en su interior le decía que no iba a ser tan fácil como parecía, estaba segura de que en algún momento los planes se truncarían. 

— No tenemos que saltar al hiperespacio. Tendremos que embarcar en la nave indicada, con una nave de transporte orbital será suficiente. —  Jade no estaba del todo convencida de seguir lo marcado por Andur pero no parecía que tuvieran más opciones.

—  Seis horas, tenemos seis horas. No hay tiempo que perder.

— Hablemos de los detalles de camino — dijo Lyra acercándose al speeder de Andur —, mejor si no tenemos que depender de un salto al hiperespacio.

Finalmente todos se subieron al deslizador de Andur y pusieron rumbo al círculo intermedio en donde se ubicaba el hangar^[1]. La ciudad parecía tranquila. Al menos el anillo exterior no mostraba signos de que nadie supiera nada o sospechara lo que ellos sabían que estaba a punto de ocurrir.

Cuando llegaron al pasillo de acceso al círculo intermedio de todos modos, Zak y Andur, más acostumbrados a cruzar por entre los diferentes círculos, pudieron darse cuenta de que varios soldados de Aldera permanecían apostados en las zonas de vigilancia. No detenían a nadie, pero si que observaban con atención todo el trasiego de personas. En el tiempo que llevaban en la ciudad nunca antes habían visto algo similar.

En cualquier caso pudieron cruzar sin mayores problemas y lograron llegar hasta el hangar con la facilidad esperada. No obstante, al hacerlo, pudieron observar que había un par de grupos de personas protestando frente a un guardia en la entrada...