Partida Rol por web

La entrada del pueblo contaba con un cartel de madera labrado con mucho mimo y esmero, incluso las letras se habían cincelado sobre la superficie del mismo para posteriormente pintarlas con algo que parecía ser betún negro. 

Cotton Moore, CA

Fundada en 1868

El nombre no parecía decir mucho, más el poblado parecía ser lo suficientemente grande como para albergar oportunidades para forasteros, incluso para ex-soldados confederados. Tal vez fuese la fecha de fundación, tres años tras su derrota en la guerra civil, lo que le hacía confirmar su propio pensamiento.

Y es que desde que la guerra se acabó Robert Ford, así se llama el protagonista de la historia que les estoy contando tal y como me contó un viejo amigo que fue testigo de lo que les voy a relatar. El caso es que nuestro protagonista había ido deambulando de un pueblo a otro, en unos acababa huyendo del desprecio que le tenían por confederado, mientras que en otros donde parecía encontrar apoyo, era su negligencia como soldado lo que le hacía poner los pies en polvorosa¹. En todo caso acababa huyendo de su pasado.

La razón que le empujó a ello la desconozco, pero el buen Robert acabó por azuzar a su montura para que retomase el paso dejando atrás verdes pastos y grandes extensiones de cultivo para acabar por adentrarse en un camino que daba a una larga calle polvorienta en la que hace tiempo dejó de brotar una brizna de vegetación, los caballos y las carretas tenían buena culpa de aquello. 

Al estudiar aquella calle, se encontró de cara con la oficina del Sheriff y el Hotel Elizabeth. Ambas construcciones de madera siendo la primera mucho más modesta con una única planta, el Hotel sin embargo contaba con tres plantas de altura, no era la única construcción de aquel calibre en aquella calle tal y como pudo dar fe en la entrada del mismo.

¡Fuiiiiit Fiuuuuuuuuu!

No pudo fijarse el forastero en más edificios pues el estridente sonido de un silbido atrajo su atención.

—¡Aquí forastero! —le gritó un hombre al tiempo que le hacía señas con el brazo instándole a acercarse. Era joven y vestía bien, además su aspecto contrastaba con el montón de polvo del camino que cubría las ropas de Ford. Acababa de levantarse de estar apoyado sobre la pared del porche de uno de los edificios y empezaba a hacer su parte del camino hacia el recién llegado.

—¿Quién eres? Si buscas trabajo, tienes suerte. Soy Johnson, Johnson Anderson y trabajo para el señor Moore. —dijo tocándose el sombrero.

—Es el fundador de Cotton Moore y cede sus tierras a todo el que quiera trabajarlas, por eso han llegado muchos forasteros últimamente. ¿Te interesa? Si te cuadra, entra en el hotel y te pago un whisky —le ofreció al tiempo que echaba a andar hacia el Elizabeth Hotel—, en el Saloon están con una partida y no quisiera romperles la concentración.

Robert Ford llegó al poblado cansado y con ganas de un buen trago, hacía horas que se le había acabado su última petaca de Whisky. Eso había sido duro... El ex-soldado llegó al pueblo, parecía que aquí a lo mejor se podría quedar durante más tiempo que en el anterior pueblo. Siempre había encontrado problemas para poder asentarse en algún lugar, poder reformarse, poder ser una nueva persona. Sino era porque alguien descubría que era un ex-confederado era por el maldito demonio de la botella, da igual lo que hiciera el bueno de Robert, siempre había algún problema. 

Robert se quedó mirando los dos edificios, pensaba que necesitaría un lugar para pasar la noche, un hotel siempre era una buena opción, el problema era que también se había quedado sin blanca. Tendría que encontrar trabajo pronto, y que Dios le protegiera de ese maldito demonio que le perseguía desde ese maldito día...

Escuchó los pitidos, estaba confuso, a lo mejor era un ataque, pensaba el cobarde Robert Ford. Vio al hombre que le llamaba y disimuló su preocupación. Cuando se presentó le dedicó un simple gruñido, en otra época incluso le habría dedicado una respuesta ingeniosa, pero ahora... Robert ford era un hombre roto. Cundo escuchó el nombre de su patrón algo hizo clcick en su cabeza. También la oportunidad de encontrar un nuevo trabajo, a lo mejor este pueblo podría ser su nueva oportunidad, ser un hombre nuevo... Robert Ford se dejó ilusionar <<esta vez será la última...>> pensó el soldado cobarde. Cada vez más se repetía la misma mentira.

-Sí, busco trabajo- se acercó al hombre y le fue a estrecharle la mano.

-El único problema es que no tengo mucha experiencia con la tierra, pero como decía mi abuelo: <<Siempre hay una primerza vez, muchacho>>-. Escuchó el ofrecimiento del whisky y dijo:- está bien vayamos dentro y me últimas los detalles- podría ser un hombre nuevo, enterrar al cobarde Robert Ford y ser el el honorable...- Dios sabe que no me vendría mal un buen trago de whisky-. <<Esta será la última...- Se dijo a si mismo>>.   

—Aquí hemos llegado todos sin saber nada, pero al final las ganas son una buena maestra. Además siempre es fácil encontrar sin embargo nuestra valía acaba desvelándose. Tu abuelo tiene toda la razón —dijo mientras abría la puerta sujetándola. Una puerta de madera con algunas aberturas de vidrio que permitían que la luz se filtrase al interior del hotel.

Al entrar, pudo fijarse el ex-confederado en cómo una gran recepción se abría ante él, unas seis mesas se encontraban repartidas a lo largo de la superficie del hall con cuatro sillas en cada una.

De telón de fondo se encontraba un mostrador en el cual, una joven se encontraba apostada con la mirada perdida, su cabeza iba cubierta con un gorro delicado que dejaba entrever unos cuantos tirabuzones rubios que eran un gran marco para uno de los rostros más bonitos que jamás hubiera visto el recién llegado. Aunque aquel rostro joven copaba toda su atención, pudo vislumbrar Robert Ford cómo tras ella se desarrollaba una larga escalera con una balaustrada que flanqueaba todo su ascenso hasta el nivel superior.

Johnson saludó a la joven y sin mediar palabra alguna se dirigió a la parte posterior para sacar una botella y después un par de vasos que comprobó al contraluz que no estuvieran demasiado sucios. 

—¿Asa te ha vuelto a dejar aquí? —la preguntó mientras apoyaba en el mostrador el recipiente con el néctar que hacía que algo en Ford se estremeciese. 

—Le llamó mi hermano, quería ir a ver algo de la delimitación de los terrenos —contestó antes de fijarse en el recién llegado—. ¿Forastero?

—No por mucho tiempo, va a trabajar con nosotros —contestó desandando sus pasos hacia la mesa que se encontraba más próxima al interfecto.

—Venga siéntate y cuéntame —depositó entonces con un sonoro ruido los dos vasitos para a continuación darles una buena regada—. ¿Cómo te llamas y qué asuntos te trae por aquí? No sé si has oído hablar algo de Cotton Moore.

Robert no podía evitar los pensamientos que le indicaban que aquí podría tener una nueva vida, comenzar de nuevo, enterrar el pasado. La oferta que le ofrecieron era muy suculenta...

El hotel era justo como se lo había imaginado el buen ex-soldado, a excepción de la preciosidad que se encontraba al final. <<Ser una nueva persona-pensó.>> 

Cuando la joven le llamó forastero le dedico unos gruñidos , más por costumbre que por otra cosa. Vio el líquido que servía Johnson y sintió esos escalofríos, <<esta será la última, despúes seré un hombre nuevo, seré un hombre bueno...>> Robert estava cada vez más nervioso, sentía como las gotas de sudor recorrían su frente. Se sentó y se centró en el hombre, Robert no intentaba pensar en la mujer, hacía meses que no había estado con ninguna y la última experiencia no es que fuera la mejor que hubiera tenido...

Cogió el vaso y dijo: - ¿Sobre Cotton Moore?- volvió a gruñir- no, por desgracia...- balbuceó durante unos instantes- bueno sí que había escuchado algo... había escuchado el nombre en West Dunton. No sé si has estado, no te lo recomiendo, es un pueblo pequeño y la gente mir recelosa a los forasteros, excepto el sherriff que te dispara de manera recelosa.- sonrío levemente, como se le doliera una muela.

-¿A qué he venido? Realmente venía de paso, pero siempre voy buscando algún trabajo, y bien sabe Dios que la oferta que me has ofrecido no me vendría nada mal. Uno ya se está haciendo muy viejo para dormir en la intemperie e ir dando tumbos por ahí. Ya es hora de  desensillar  el caballo y buscar una buena esposa. Sabes, ya estoy cansado de viajar , de sufrir las inclemencias del clima, al final, como decía mi abuelo:<< A un hombre realmente no le  importa si llueve o si  truena si hay plato de sopa caliente esperándole en casa.>> - Robert se acerca el vaso a la boca y pregunta: -¿Qué quién soy?...- Bebe de un trago el contenido del vaso... <<Ser un hombre nuevo...>> 

Hablaron largamente durante varios minutos en el que fueron dando cuenta de la botella con bastantes ganas¹. 

—Señor Smiiith... Debo contarte algo también. No es que quisiera ocultárteloo sabees —alargaba algunas letras fruto de la lengua gorda que se había ganado con la bebida:

—Simplemeeente quería saber de qué pie cojeaabas. El curreeeste va de cuidar las coseechas pero no necesariamente hay que cultivaaarlas y cuidar el ganaaao. El jefe fue uno de los primeroos coloonos, fundó esto y nos dio a todos tajo. El caso es que ese maldito irlandés de... ehmm... Roland sí, Roland puto McDouglas iba río arríba, río abajo sin dar una puuuuuta mierda, ¿sabes? 

Apuró lo que restaba de contenido a su vaso y miró la botella dudando de si llenar el vaso de nuevo o no.

—Bueeeeno es lo que tocaba... ¿Por dóndeee? Siii, el irlandés. El hidepuuuta encontró una veta gorda de plata, ¿sabees? Calló como la puuuta que es y desapareció durante un mes hasta que volvió con refuerzos para hacerse allá su maldito rancho.

Se repantigó en su asiento y dejó caer los brazos dedicando una mirada escrutadora al exsoldado

—Por ahora están tranquilas las cosas pero el otro se pasea como si fuera el maldiiiito dueño del pueblo. Además con la mineriiia nos está llenando el río de mieeeeerda. Que no te quepa dua, dua, ¡eso! Que un día se le cruza los cables a uno y ¡Bum! La maldiiita guerra. Así queee dime... ¿sabes disparar o eres más de azada? Porque si toca, toca arrimáa el hombro.

—Y todo a cambio de paga, terrenos y una cabaña allá en tu parcela. Cuidaamos a los nuestrosss.

Harta de verles beber como cosacos y viendo el tono que estaba adquiriendo el asunto, la joven a la que en algún momento de la charla presentaron como la hija del jefe, se incorporó y tomó lo que quedaba de botella para llevársela.

—¡Se acabó lo de beber!

Robert Ford se había cambiado de nombre, pensaba que iba a ser mejor. Bebía con alegría, estaba en la tierra de las oportunidades  y él se había encontrado con una.

Vio el  lamentable espectáculo que el hombre estaba dando debido a la borrachera. Le dejó hablar, dentro de él estaba seguro que su labia impresionaría a los presentes. Había bebido igual o más que su compañero, pero él tenía demasiada experiencia. Cuando acabó su comñañero acabó su monologo, Robert se preparó para demostrar sus excelentes dotes oratorias y a continuación así dijo:

-¡Síííí.... Putos Irlandeses-hipó- se creen que pueden hacer lo que quieran los hideputas-volvió a hipar.- Este país estaría mejorrrr ssiissin elos, ya te digo yo a ti que si.

Eructó muy fuertemente y le cogió del hombro y se lo acercó- Escucheme, le voy a decir algo muuu serio, señor, señor, se... bueno ahora no me sale su nombre - comenzó a reirse- escuseme, que esto quede entre nosotros dos (se nota que usted es un hombre de bien, un hombre de honor, el tipo de hombre que había antes de la disocha gueerraa), yo vengo a arrar y me gustaría no pegar ningún tirito, pero vamo a ver- le aparte y coge la botella para rellenarse su vaso vacío. Al ver que no cae ninguna gota, se pone la botella en el ojo como si fuera un catalejo y después en la boca intentando que le caiga algo.

Robert continuó con su brillante discurso- vamo a ver, si usted me agarrrra una nose y me enseña ese lugar del hideputa irlandés (que quede contansia que no tengo nada contra los islandeses)  yo le puedo dar un plan de ataque y si ustedd quierre le preparo a suuusss hombres y les pongo en cinturaaa. No me gustaría disparar, pero vamo a ver...- Se olvida de  lo que iba a decir a continuación, pero decide que no era importante. Robert se sintió orgulloso de su discurso y como premio cogió la botella vacía para rellenar su vaso vacío.

En ese momento la mujer les obligó a parar de beber y les riñó, entonces el ex-confederado le dijo: -Seññorita Peaakee, no sé que le parecera-hipó- ,pero ¿porqué no se une a nosotros? Ya sé que está mal visto que las mujjerres de bien ... digo... solo será una copita, pa celebrar este gran díaa.- Robert Ford estaba mareado y su cabeza daba más vueltas que una peonza, al acabar su respuesta a la señorita le dedicó un amable, pero poco discreto eructo. 

Se largó furibunda ante la poca elegancia de aquellos hombres subiendo escaleras arriba a algún lugar, probablemente su habitación.

—Smith... Smithie... Está casada y es la hija del jefe... No... No te la juegues.

Suspiró profundamente exhalando su propia alma en el suspiro, y como si hubiese tomado una decisión de imprevisto se incorporó un par de segundos hasta levantarse totalmente.

—Vamos Homer, voy a enseñarte, ehhh la casa. Es muy básica sí, pero oye, con un poooco de trabajo la puedes... Añadir un porche al sur —dijo finalmente tras haber estado cerrando un par de segundos los dientes como si quisiera escoger sus palabras¹.

Robert Ford se despertó en una cama que no reconocía, tras llevar una buena temporada en el camino, durmiendo a la intemperie, se sentía bien, raro pero bien. Había dormido con la ropa puesta y no había ninguna sabana ni nada. Le dolía terriblemente la cabeza.

Se quedo durante un buen rato en la cama, en un estado de semi-consciencia, de duermevela. Finalmente se levantó, aún seguía con el dolor de cabeza y también estaba mareado. Dio un vistazo a lo que sería su nuevo hogar, era cuchitrill de madera lleno de polvo. Apenas había muebles, a excepción de la cama, una silla que tenía encima una pila azul, un sofá rojo medio roído al lado de una chimenea y una pequeña cocina (Si lo que había ahí se podía llamar cocina) dónde también había un gran ventanal que iluminaba toda la habitación. La casa era de un piso y no había ninguna pared que separara en habitaciones la estructura. El lugar estaba lleno de polvo y de telarañas en los rincones. Se crujió la espalda  y salió de lo que sería (o al menos intentaría que fuera)  su nuevo hogar.

Fuera era  un terreno árido. Pudo distinguir una pequeña parcela, que supuso que sería la tierra que le habrían dado. Al lado de la casa había un pequeño corral con gallinas y un pequeño cobertizo de madera. Robert intentaba buscar a su caballo, pero no había ni rastro  de él. El dolor de cabeza le martilleaba la cabeza e intentaba acordarse de algo que hiciera ayer, pero no sé acordaba de casi nada. Decidió dirigirse al pueblo, para buscar a su caballo, a su empleador y a por la mejor solución para la resaca: un pequeño vaso de whisky. 

Mientras estaba de camino intentó reconstruir algunas escenas y ciertos "flashazos" le aparecieron en su cabeza: Recordó vagamente algo de un Irlandés, recordo que había dicho un nombre falso( pero no se acordaba de cúal) , también recordaba vagamente a una hermosa señorita... Todo eran ideas vagas, lo que si se acordaba a la perfección era el camino hacía el bar. 

Hacía un calor horroroso, que solo hacía que empeorar la sensación de mareo de Robert. En el camino vio varias y parcelas como la suya. Ya había personas trabajando en el campo, el ex-confederado las ignoró y se intentó sumirse en sus pensamientos, pero el alcohol había hecho mella en su mente.  Llego al pueblo cansado y con la boca seca. Se dirigió rápidamente al bar, sin reflexionar ni un segundo. Se sentó en un taburete y con una serie de gruñidos indicó que quería un trago de whisky.

Era la primera vez que entraba Robert Ford en aquel templo dedicado a la vida precaminosa que él había elegido vivir desde aquel funesto día en el que su vida cambió y perdió un hermano en el proceso. Aquel templo dedicado a pecadores como él hedía a la madera empapada por el alcohol, era oscuro salvo algunos candiles repartidos por sus paredes que no eran suficientes como para desterrar las tinieblas de aquel lugar, tinieblas que le hacían sentirse en su hogar.

—Aquí tienes señor —dijo el posadero depositando la bebida espirituosa que le habían pedido. Las entradas hacía tiempo que le habían ganado la batalla a su cabellera y lo compensaba con un poblado mostacho del mismo color que el delantal que cubría su camisa. Una pajarita era el único detalle de adorno que se había permitido.

—Últimamente están llegando muchos forasteros. ¿Cuánto hace que llegaste? Dígame... Mina o Algodón, para calaros que a veces uno tiene que andar con tiento si no quiere ganarse un par de agujeros.

Robert Ford No se dio cuenta de su error hasta que tuvo el vaso delante. Se había prometido que ayer sería su último día, que hoy sería un hombre nuevo... pero al ver el líquido en el vaso, olerlo... era demasiado <<por un trago no pasará nada- pensó el ex-confederado- el problema será si bebo más. Me puedo controlar>>. Robert agarró el vaso con la mano y respondió al camarero.

-Llegué ayer,si todo sale bien me dedicaré al algodón, pero como bien decía mi abuelo: <<Nunca eches el lazo demasiado pronto, asegúrate siempre,muchacho, de que tienes un buen nudo. >>- Robert suspira y bebe de un trago, tras estar contemplando a la bebida con cara de dolor.

-Sírvame otra ronda, por favor, y me preguntaba  ¿dónde podría encontrar a Johnson Anderson? - dijo Robert mientras dejaba el vaso con un movimiento brusco.